EmmanuelTerminé de revisar la nariz de Ernesto, y por poco, casi llegó a ser una fractura. Samuel hace unos minutos le pidió a Angélica hablar un momento. Desde entonces se encontraban en el balcón intercambiando información simulando algo con los celulares, pero sabíamos que él le estaba tocando el tema de la inclinación sexual de nuestro amigo.—Emmanuel, con cuidado, me duele.—Lo sé, viejo, fue en la nariz.Hace un rato me tocó suturar dos puntos en la ceja a Sam, luego Rubí terminó de hacer la labor de enfermera. Para ser honesto, con pocas enfermeras me había sentido bien trabajando. Me gustaba que se adelantaran a lo que podía pedir y la pequeña caja de pandora parecía leerme el pensamiento.—Doctor, el sedante está listo. —La miré. No pude ocultar una genuina sonrisa.—Gracias. —Al mirar de nuevo a Ernesto, él alzaba su ceja—. Cállate.Sé la razón de su asombro. Sonrió por cortesía, pero la de hace un segundo fue muy espontánea. Había sido agradable su eficiencia, y lo sé, er
AngélicaEran las cinco de la mañana. Aún seguía pensando en toda la situación alrededor de Ernesto, mis padres fueron enfáticos en no dejarlo solo, su temor era porque se sentirá culpable de lo ocurrido, y terminé entregándose a las garras de esa desgracia de hombre que no ha podido engendrar otro hijo.Ahora se había ensañado con alejarnos de él. Alonso debía de ser un hombre enfermo o un ser lleno de orgullo y no soportó perder. El temor de papá era muy válido, casi me secuestran. Donde los chicos no hubieran llegado, le habría dado la oportunidad a ese hombre para doblegar a Ernesto. Menos mal, Emmanuel lo sedó. Las palabras de mamá anoche siguen dándome vueltas y vueltas.—Hija, a partir de ahora no te expongas, no podrás salir sola a ninguna parte, no solo serás tú, yo tendré guardaespaldas, debemos de minimizar las posibilidades de ser un blanco para Alonso, no quiero que por nosotras obliguen o puedan chantajear a Ernesto. ¿Cree que él no se entregará por nosotras?—Tienes raz
GabrielaHabíamos desayunado en el balcón del apartamento, pedimos una fritanga, arepa e’huevo, carimañolas, deditos de queso, empanadas, buñuelo de maíz, café con leche, jugo de naranja. Estos hombres eran una máquina para devorar comida. Mientras nosotras, en un platico, poníamos unos tres de esas delicias costeñas.Ellos parecían recién llegados de una travesía sin comida. Analicé a cada uno, y las parejas formadas me gustaban. Faltaban los Orjuela y, por lo dicho por mi madre anoche, cuando hablé con ella para tranquilizarla, me dijo que Angélica no podía dejar a su hermano solo y, de hecho, me ordenó mantenerme cerca también.Lo importante era no dejar solo a Ernesto, porque se culpará y podría entregarse o hacer una tregua con el de por medio. Y eso sería fatal. Angélica será una garrapata. Egan seguía adolorido, aunque lo vi muy amoroso con Euma a quien los ojitos le brillaban. Ahí se había cocinado el amor, pronto lo harán público, pero Eugenia lo logró.Eso fue por ser persev
GabrielaRegresé a la mesa donde nos habíamos sentado las cinco luego de dar mi discurso por la boda. Mis amigas me recibieron con felicitaciones por mi oratoria. Ya Maco había salido del grupo de soltera. Y eso que yo era la mayor de todas, aunque Maco no lo parecía por lo centrada y anciana mental que era.Ella, que siempre tenía razón en lo que decía, nació con ese don de tener boca de santo. Mil veces me había dicho: no mires a Samuel como el hombre de tu vida. Lo amaba, pero no era un hombre para una sola mujer. Es mi hermano y lo conozco, podría hacerte daño si no te ama. Porque cuando lo haga, será el hombre más bello del mundo. Solo deben llegar a ese corazón escondido.Nunca le he hecho caso, y espero no haberme equivocado con lo sucedido entre los dos en estos últimos meses. Ya había apostado por Samuel y mi sentimiento, por eso me entregué a él en la cárcel. —Sonreí como una tonta enamorada, al recordar...—¡Estos pasteles están deliciosos! —exclamó Rubí, que tenía rato de
Eugenia MaríaLe dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.—Ya me iba, tranquilos.Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.—Amiga, necesito otra.—¿Qué tienes?—Por favor.—Ya regreso.Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.—Es tu prima.—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté. —Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.—Euma. —alcé la mano.—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Qu
SamuelLavé mi rostro para pasar el malestar ocasionado por Gaby. Sé que fue una metida de patas garrafales haberme acostado con ella. ¡Mierda, mierda, mierda! Pero en esa abstinencia fue mi única salida. No iba a justificarme, estaba demasiado caliente y ella se ofreció. Fui muy claro que solo sería sexo. Miré mi verga.—Esto es culpa tuya, por no mantenerte escondido.Ahora, ¿cómo arreglaré la situación con ella?, Ya no había manera, ya nada será igual y la familia lo iba a notar. Donde se entere mi madrina… —volví a mirar mi pene.» Te hace picadillo, ni desapareciendo del planeta te salvarás. Solo casándote y ni loco me casaba.Salí del baño, en la habitación estaba Julián. Por su cara de estreñido avecino regaño seguro… Pero ¿yo qué hice?De manera rápida busqué en mis recuerdos conversaciones, actitudes, gestos o acciones inapropiadas de mi parte desde la salida de la cárcel, pero nada, no había hecho nada, me he portado como un corderito.—Sam. —señaló la puerta—. Vi salir a Ga
EganPapá había cerrado la puerta y caminaba de un lado a otro. La verdad no se sintió muy bien al ver la carita de Euma al borde del llanto. —Rasqué mi cabeza—. No era mi intención que ella escuchara, de hecho, no debí decir eso. Una cosa era que ella como mujer no me inspira ese un mal pensamiento, y otra era el tema familiar. Y en eso la defequé con creces.Se sentó frente a mí, sus manos apoyadas en su rodilla, su mirada fija. No decía nada y ya me sentía como un miserable, tampoco pensaba en decirme una mala palabra para no ofender a mi santa madre.—¿Te he tratado como si no fueras mi hijo?—¡¿Qué?! ¡No, papá! —Algo extraño se sintió en el pecho.—No encuentro motivo para tu ofensa hacia Euma, como si no la apreciaras como una prima de sangre. Eso me hace pensar que en mí no ves el amor de un padre, Egan.Él y su psicología. Mi corazón comenzó a palpitar a causa de la vergüenza. David me ha enseñado a ponerme en el lugar de las otras personas. Si lo ponía de esa perspectiva, ser
EmmanuelMiré con fijeza a Alexey de nuevo, desde hace rato tenía un cuento raro con Mapa. Aunque los dos se mantienen en que son amigos, pero se veían extraños.—Más te vale. Ya contraté la compañía femenina para dentro de ocho días. Tendremos a cinco bellas y despampanantes mujeres con sus preferencias.Choqué las cinco con Samuel, estos éramos nosotros. Un muro impenetrable de amistad sincera. Desde el mismo instante en que llegué a esta gran familia, me hicieron sentir eso… una familia. Pero no iba a permitir una falta hacia mis tesoros; mis hermanas eran sagradas. Y les he enseñado a Eduardo José y Camilo Andrés el respetarlas y defenderlas con nuestras vidas. No vendrá un aparecido a ofenderlas.—Alexey. —sonrió, advirtió mi llamado de atención—. Así me muelas a palo, sabes que también puedo causarte daño. Si Mapa sale lastimada mañana, una vez la ponga a salvo, escóndete. Solo por esta vez lo pasaré, a la segunda te la verás conmigo.Estaba a punto de reventarle la cara al rubi