María Eugenia
Le dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.
—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.
—Ya me iba, tranquilos.
Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.
—Amiga, necesito otra.
—¿Qué tienes?
—Por favor.
—Ya regreso.
Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.
—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.
—Es tu prima.
—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté.
—Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.
—Euma. —alcé la mano.
—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Quise evitarlo, pero no pude. Mis ojos se humedecieron—. Responde algo Egan Katsaros. ¿También mi hermano Emmanuel es nadie para ti?
—Rizos, no digas…
—Qué hipócrita y falso eres. En la familia se habla tan bien de quién fue tu padre, de quien ahora continuó con esa imagen. Es muy decepcionante conocer realmente quién eres. Te pareces más a tu tío Athan que a Deacon o David.
—¿Se divierten? —David llegó por unos tragos.
—David…
—¿David? Euma, ¿desde cuándo dejé de ser tu tío?
El labio me tembló, eso era rectitud, eso era gentileza, eso era ser un hombre con convicciones de verdad. Las lágrimas se me salieron y en ningún momento dejamos de vernos Egan y yo.
—Pregúntale a tu hijo. Aunque… si yo soy nadie… ¿En qué concepto tienes a este hombre? —tenía mucha rabia—. ¿Dejó de ser tu padre? Eres pura mentira, Egan.
—¿Qué está pasando?
David estaba desconcertado. Egan seguía mirándome, no comprendía si lo hacía con odio, dolor o arrepentimiento.
—El daño ya está hecho. Ya sé quién eres, con permiso.
—¿Egan?
—Lo siento, papá.
……***……
María Paula
Terminé de bailar con Alexey. Aunque duela, la decisión de ser su amiga ha funcionado y desde hace cuatro meses no había vuelto a salirme con algún desprecio. Por lo menos una vez salió de la cárcel, llamó para hacerle una segunda. La cual consistió en sacar a la chica que le gustaba de su casa, fingiendo ser amigas de universidad, todo porque a sus padres no les gusta el ruso colombiano.
—Te debo una, Mapa.
—No fue nada. Además, Carolina parece ser una chica muy linda.
—Nada de eso, no intentes cuadrarme con nadie. Solo es la chica con la que follo, nada más. —Me puse roja, él se burló—. Lo siento, lo olvidé, eres virgen, casta y pura. —Le hice una mueca.
La canción terminó, pero antes de llegar a la mesa donde esperaban mis amigas, vi llegar a mi hermana hecha una furia.
» Dime, ¿cómo pago el favor?
—Quiero ir a una de las peleas tuyas o donde participan ustedes. —Se puso serio.
—¿Quieres que toda la familia se enoje conmigo y que el tío José Eduardo corte mis bolas? —reí a carcajada—. Y de ñapa, Emmanuel, corte mi hermosa hombría.
—¡Qué grosero eres!
Tal vez estaba labrando mi propia tumba, pero una vez tomé esta decisión de ser los mejores amigos, nos estamos volviendo inseparables. Por ahora me conformaba con eso.
—Eres mi amiga, este es quien soy. Delante de mis padres no me expreso de esta manera.
—Ese es el pago por mis servicios de celestina.
—¿Cómo se supone que te las arreglarás para perderte mañana en la noche?
—Solo pásame la dirección, ahí te caigo.
—Estará tu hermano.
—Entonces me esconderé de él.
—¿De dónde salió esa mujer arriesgada? No concuerda con tu esquema de virgen, casta y pura.
—Digamos que deseo dejar de serlo. Preséntame, a tus amigos que no son de la familia. —Su rostro cambió—. Mi entorno es solo familia, compañeros hijitos de papi y mami.
—Ni en sueños, a mí no me metas en tus cuentos. No pases el límite.
—Puedo hacer con mi vida lo que desee.
—No a mí consta. Si vas con esa intención, no te llevo a ninguna parte.
—Está bien. Espero la dirección para mañana.
—Vas a meterme en problemas, Mapa.
—¿Y desde cuándo les tienes miedo a ellos?
Le guiñé un ojo, caminé hasta llegar a la mesa donde Gabriela, Angélica y mi hermana parecían que se habían encontrado al mismo diablo.
……***……
Rubí
Tomé agua, acomodé mis lentes. Por la infección con mis lentes de contacto por unos tres meses, debía dejar descansar mis ojos; retomar mis lentes convencionales me había costado. Mapa se sentó a mi lado.
—¿De qué me perdí?
—No tengo idea, Angélica llegó con los ojos rojos y no ha dicho una sola palabra. Gaby está que mata y come del muerto; ya sabes, ella es un amor, pero si se enoja mucho le gana a la fama de la tía Fernanda. Y Euma acaba de llegar echando chispas.
—Mierda.
—Voy al baño, esta hermosa celebración va para largo.
Me lavé las manos una vez terminé, salí y me dirigí a la cocina de la casa de la tía Maju. Tenía mucha sed, acomodé mis lentes, extraje jugo de mora de la nevera, tomé asiento en la gran isla. Amaba a la gran familia creada de ese momento nefasto vivido por nuestros padres. Mamá nunca hablaba de ello y papá tampoco.
—¿No estás en la fiesta?
Cerré mis ojos, el doctor Emmanuel hizo exactamente lo mismo que yo, servirse un poco de jugo. Era tan bello, no solo el físico, el cual parece un modelo caramelizado; era esa inteligencia, su seriedad, su porte. Como una tonta, una vez más caí embelesada.
» Nunca te había visto con gafas.
—Tengo una infección que ya está controlada, no tengo el ojo rojo, pero no puedo usar lentes de contacto hasta no pasar los tres meses.
—Hablaste. — Sentí el rostro rojo, el doctor sonrió, sin duda esa era su arma mortal. Tenía una preciosa sonrisa—. Rubí, he pospuesto esta solicitud de parte de Eros, pero quiero ser claro contigo. De antemano me disculpo si es equivocada dicha apreciación, espero que me refutes de estar equivocado. —Sus ojos oscuros solo emanaban seguridad, ni se te ocurra suspirar, Rubí.
—¿Qué sucede? —Llevé el vaso de jugo de mora a la boca.
—Eros te quiere como pupila. —Casi me ahogo. Logré calmarme.
—¿A mí? Estoy terminando el segundo semestre.
—Eso mismo le dije, pero él insiste. Te espero el lunes en la clínica para hacerte las evaluaciones de conocimientos.
—Gracias.
—A mí no. Agradécele a Eros. Pero quiero ser claro en algo.
—Lo que sea. —Eso se escuchó tonto, pero no importaba nada, estaré más cerca de Emmanuel, eso para mí era ganancia—. ¿Dime?
—Deja de mirarme como niña enamorada. —Sentí que los ojos se me salieron de mis órbitas, ahora debía botar fuego por el rostro—. Por eso te dije: si era equivocada mi apreciación, házmelo saber. He notado cómo me miras y eso incómoda. No quiero… Eres una niña. —tierra ábrete y trágame.
» El semestre entrante serás mi alumna. Yo, Emmanuel Villalobos L`Charme no mezclo trabajo, menos me involucro con alumnas. —Quería hablar, pero no pude—. Por el enrojecimiento hasta el cuello, asumo que no estaba equivocado. Te llevo más de siete años, niña. Otra cosa. Cuando seas mi alumna, nadie sabrá que somos familia.
—No somos familia.
—Difiero en eso. Yo te veo como una prima. Nos vemos el lunes, señorita Leal. Si pasa el examen, serás pupila de Eros y mía en el proyecto en el campo neuronal. Sería una gran oportunidad para ti. Permiso.
No sé cómo sentirme, si llorar esa manera tan decente de restregarme mi tonto enamoramiento o gritar de felicidad por lo de trabajar con ellos. Por ahí dicen: el éxito laboral no era compatible con el éxito amoroso. ¡Mierda! No le refuté, eso quiere decir que ahora él sabe lo enamorada… —Me cubrí el rostro.
—¿Qué haces aquí?
—Mami, ya me conoces, lo mío son mis libros. La fiesta está preciosa, pero…
—Emmanuel salió de la cocina. —Esconde todo, Rubí, sonreí.
—¡Siiiiii! Vino a decirme que el lunes me espera en Mente y Alma para hacerme un examen de admisión. ¡Eros quiere tenerme como pupila! —Mamá abrió los ojos.
—Es una gran noticia, hija, yo no entiendo nada de esas vainas que tanto a ti te gustan, pero como nos dijimos Gustavo y yo. Jamás nos meteremos en los deseos de ustedes, queremos solo verlos felices.
—Gracias, mami. Regreso a ver a mis amigas. ¡Estaré con la eminencia del doctor Eros Orjuela trabajando!
Regresé a la mesa donde ahora todas estaban comiendo, y sonreí como tonta. No sé si esto será lo mejor o no. Estaré con él trabajando y en la universidad. En tres meses será mi profesor.
—¿Qué te causa tanta felicidad?
—Eros quiere que sea su pupila. —Todos abrieron los ojos.
—¿Eso quiere decir que estarás trabajando con mi hermano? —afirmé ante el comentario de Euma.
Todas ellas sabían de mi tonto enamoramiento. Encogí mis hombros, miré hacia donde estaba él abrazando por la cintura a semejante mujer: alta, esbelta, con miles de curvas plásticas, pero sin duda ese era su estilo.
—Amigas, mañana tendré la dirección donde peleará Alexey. —Todas miramos a Mapa—. ¿Quieren acompañarme? Recuerden que nuestros padres no deben saberlo.
—¿Estarán todos? —Gaby se interesó.
—Ese quinteto es igual al nuestro. —miramos a Angélica—. Cuando tengas la dirección, la pasas al chat.
—Vale, entonces, ¿me acompañarán? —El corazón latía como nunca, jamás había realizado nada fuera de lo común.
—Yo también voy. —dije antes de pensar.
—Es un hecho, iremos todas. —decretó la futura abogada del grupo.
SamuelLavé mi rostro para pasar el malestar ocasionado por Gaby. Sé que fue una metida de patas garrafales haberme acostado con ella. ¡Mierda, mierda, mierda! Pero en esa abstinencia fue mi única salida. No iba a justificarme, estaba demasiado caliente y ella se ofreció. Fui muy claro que solo sería sexo. Miré mi verga.—Esto es culpa tuya, por no mantenerte escondido.Ahora, ¿cómo arreglaré la situación con ella?, Ya no había manera, ya nada será igual y la familia lo iba a notar. Donde se entere mi madrina… —volví a mirar mi pene.» Te hace picadillo, ni desapareciendo del planeta te salvarás. Solo casándote y ni loco me casaba.Salí del baño, en la habitación estaba Julián. Por su cara de estreñido avecino regaño seguro… Pero ¿yo qué hice?De manera rápida busqué en mis recuerdos conversaciones, actitudes, gestos o acciones inapropiadas de mi parte desde la salida de la cárcel, pero nada, no había hecho nada, me he portado como un corderito.—Sam. —señaló la puerta—. Vi salir a Ga
EganPapá había cerrado la puerta y caminaba de un lado a otro. La verdad no se sintió muy bien al ver la carita de Euma al borde del llanto. —Rasqué mi cabeza—. No era mi intención que ella escuchara, de hecho, no debí decir eso. Una cosa era que ella como mujer no me inspira ese un mal pensamiento, y otra era el tema familiar. Y en eso la defequé con creces.Se sentó frente a mí, sus manos apoyadas en su rodilla, su mirada fija. No decía nada y ya me sentía como un miserable, tampoco pensaba en decirme una mala palabra para no ofender a mi santa madre.—¿Te he tratado como si no fueras mi hijo?—¡¿Qué?! ¡No, papá! —Algo extraño se sintió en el pecho.—No encuentro motivo para tu ofensa hacia Euma, como si no la apreciaras como una prima de sangre. Eso me hace pensar que en mí no ves el amor de un padre, Egan.Él y su psicología. Mi corazón comenzó a palpitar a causa de la vergüenza. David me ha enseñado a ponerme en el lugar de las otras personas. Si lo ponía de esa perspectiva, ser
EmmanuelMiré con fijeza a Alexey de nuevo, desde hace rato tenía un cuento raro con Mapa. Aunque los dos se mantienen en que son amigos, pero se veían extraños.—Más te vale. Ya contraté la compañía femenina para dentro de ocho días. Tendremos a cinco bellas y despampanantes mujeres con sus preferencias.Choqué las cinco con Samuel, estos éramos nosotros. Un muro impenetrable de amistad sincera. Desde el mismo instante en que llegué a esta gran familia, me hicieron sentir eso… una familia. Pero no iba a permitir una falta hacia mis tesoros; mis hermanas eran sagradas. Y les he enseñado a Eduardo José y Camilo Andrés el respetarlas y defenderlas con nuestras vidas. No vendrá un aparecido a ofenderlas.—Alexey. —sonrió, advirtió mi llamado de atención—. Así me muelas a palo, sabes que también puedo causarte daño. Si Mapa sale lastimada mañana, una vez la ponga a salvo, escóndete. Solo por esta vez lo pasaré, a la segunda te la verás conmigo.Estaba a punto de reventarle la cara al rubi
GabrielaBuen punto. Volví a ponerme roja, y no sabía qué responderle… Piensa rápido, Gabriela. —Alexey, Egan y Emmanuel son los enamorados de mis amigas, no digas nada, por favor. Pero si les pido a ellos el favor y por alguna razón la vida los empareja a Mapa, Euma o Rubí con ellos, no podría de la vergüenza. Ellos quedan descartados. A Ernesto… él es un amor conmigo, nos tratamos como hermanos, lo veo de esa manera. Por eso solo quedas tú. —¿No me ves como tu hermanito? —Fuiste una caspa en nuestra infancia, jodías tanto la vida, hasta los trece te veía como una patada en el culo. —Su carcajada fue hermosa.—¿Y después?—¡Ya lo sabes!, te agarraste a golpe con todos los que me hacían acoso por la gordura, eso cambió mi perspectiva hacia ti, además ninguna de mis amigas es tu enamorada. Por eso puedo pedirte el favor. ¿Lo harás, sí o no? Bendita sonrisa preciosa, acunó mi rostro, presionó mis mejillas. He bajado de peso, pero mis cachetes seguían amortiguados. No lo vi venir has
AngélicaEl anzuelo estaba lanzado. Vamos a ver cuánto aguanta en su decisión de no ser nada. Por mi parte no voy a descansar hasta lograr tener nuestra relación, quiero alejarle el miedo y que pueda gritar a los cuatro vientos su sentimiento. Porque sé que Ernesto me amaba. En la noche, cuando nos aparezcamos en esa pelea clandestina, debo mantenerme firme. Muy seguro que él se encuentre en compañía de otra, juro que, si hace eso, lo haré picadillo.Terminé de comer el cereal, saqué la ropa, porque en la tarde quedamos en reunirnos con mis amigas para saber cuál escusa les damos a nuestros padres, debíamos de llegar a la pelea clandestina. Sea lo que sea, voy de zapatos bajitos. No sea y ocurra como en las películas, seríamos tan de malas si la policía llegara y nos toque salir corriendo. Me quité la bata, quedé en panti cuando la puerta se abrió…—Ernesto…—Angélica…Estaba casi como Dios me mandó a este mundo, su mirada recorrió mi cuerpo por completo y, aunque había deseado desnud
Eugenia MaríaPapá aparcó en el momento en que Samuel llegaba en su moto y Gabriela salía a despedir a José Saldarriaga. Anoche ella nos contó todo lo relacionado con su amorío con Sam. Solo Angélica no se sorprendió, del resto no pudimos dar crédito a que perdiera su virginidad en una cárcel.Esto era de telenovela. Tampoco soy quién para juzgarla, pero jamás me hubiera imaginado ese escenario. Desde mi asiento noté la cara de puño de mi primo Samuel Abdala. De una Mapa y yo intercambiamos mirada y sonreímos, ojalá le funcione el plan.—Esperemos que los planes de Fernanda y Carlos se hagan realidad. —Después de decir eso, papá se bajó del carro.—¿De qué plan habla nuestro padre? —Me encogí de hombros.—No lo sé, pero mira la cara de puño de Samuel. Por cierto, ¿qué haría aquí si ayer fue tan grosero con Gaby? —comenté.—El chisme está para alquilar un balcón. Vamos. Además, no demoraron en llegar Rubí y Angélica.Con una extraña adrenalina bajamos del carro, papá saludaba a nuestro
RubíLo habíamos logrado. Eran las once en punto cuando Gaby apagó el motor del carro, vimos a Ernesto al lado de Emmanuel esperándonos. Nos miramos antes de bajar, pero en ese momento ingresó una llamada al celular de nuestra líder. Puso sus dedos en los labios.—Es el teléfono de los Villalobos.Mapa y Euma se miraron. Eso iba a pasar, no demoraban en hacerlo mis padres. Antes no lo entendíamos el porqué nos sobreprotegen tanto. Pero ahora teníamos una idea de eso y los amaba por cuidarnos tanto. Al inicio lo cuestionábamos mucho. Porque ni cuando éramos quinceañeras se ponían en estas.Por otro lado, lo dicho por Maco en la fiesta de su boda hace dos días: «Cuídense mucho entre ustedes, por favor, no salgan solas». Corroboró nuestras sospechas. Había algo a nuestro alrededor. Cuando por fin mis padres me lo confiesen, se los hago saber a mis amigas.—Hola, tío… Sí, viendo una película… Mujer Bonita, un clásico… ya te la paso. —El celular lo recibió Mapa.—Papi, acabas de dejarnos e
SamuelMe encerré con Gabriela en el contenedor reservado para preparar a Alexey. Tenía una salida hacia el exterior, de este lugar llegamos a donde tenemos nuestros autos. Y así podíamos salir cuando se presentara un problema. Ahora necesitaba aclarar algo con Gabriela, después me concentro en la pelea. Estoy seguro de que ganará, su técnica era mejor a la del peleador de Darío Pernía.—¿Puedes soltarme, Samuel?La llevé contra la pared del contenedor. Desde esta mañana estaba al borde de patear al que sea sin razón, no tenía ni puta idea de por qué no me gustó verla coqueteándole a ese maniquí de abogado. Quería decirle tantos improperios, pero tenerla tan cerca, recibiendo su delicioso aliento en la cara…Teníamos quince días, no tenemos sexo, de hecho, no he estado con nadie diferente a ella desde su entrega a mí. Y mi miembro la añoraba… Fui consciente de cómo se fue endureciendo… ¡A la mierda! Acuñé esos bellos cachetes entre mis manos para besarla. Por unos segundos se quedó qu