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Capítulo 2 - Así estamos

María Eugenia

Le dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.

—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.

—Ya me iba, tranquilos.

Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.

—Amiga, necesito otra.

—¿Qué tienes?

—Por favor.

—Ya regreso.

Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.

—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.

—Es tu prima.

—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté. 

—Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.

—Euma. —alcé la mano.

—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Quise evitarlo, pero no pude. Mis ojos se humedecieron—. Responde algo Egan Katsaros. ¿También mi hermano Emmanuel es nadie para ti?

—Rizos, no digas…

—Qué hipócrita y falso eres. En la familia se habla tan bien de quién fue tu padre, de quien ahora continuó con esa imagen. Es muy decepcionante conocer realmente quién eres. Te pareces más a tu tío Athan que a Deacon o David.

—¿Se divierten? —David llegó por unos tragos.

—David…

—¿David? Euma, ¿desde cuándo dejé de ser tu tío?

El labio me tembló, eso era rectitud, eso era gentileza, eso era ser un hombre con convicciones de verdad. Las lágrimas se me salieron y en ningún momento dejamos de vernos Egan y yo.

—Pregúntale a tu hijo. Aunque… si yo soy nadie… ¿En qué concepto tienes a este hombre? —tenía mucha rabia—. ¿Dejó de ser tu padre? Eres pura mentira, Egan.

—¿Qué está pasando?

David estaba desconcertado. Egan seguía mirándome, no comprendía si lo hacía con odio, dolor o arrepentimiento.

—El daño ya está hecho. Ya sé quién eres, con permiso.

—¿Egan?

—Lo siento, papá.

……***……

María Paula

Terminé de bailar con Alexey. Aunque duela, la decisión de ser su amiga ha funcionado y desde hace cuatro meses no había vuelto a salirme con algún desprecio. Por lo menos una vez salió de la cárcel, llamó para hacerle una segunda. La cual consistió en sacar a la chica que le gustaba de su casa, fingiendo ser amigas de universidad, todo porque a sus padres no les gusta el ruso colombiano.

—Te debo una, Mapa.

—No fue nada. Además, Carolina parece ser una chica muy linda.

—Nada de eso, no intentes cuadrarme con nadie. Solo es la chica con la que follo, nada más. —Me puse roja, él se burló—. Lo siento, lo olvidé, eres virgen, casta y pura. —Le hice una mueca.

La canción terminó, pero antes de llegar a la mesa donde esperaban mis amigas, vi llegar a mi hermana hecha una furia.

» Dime, ¿cómo pago el favor?

—Quiero ir a una de las peleas tuyas o donde participan ustedes. —Se puso serio.

—¿Quieres que toda la familia se enoje conmigo y que el tío José Eduardo corte mis bolas? —reí a carcajada—. Y de ñapa, Emmanuel, corte mi hermosa hombría.

—¡Qué grosero eres!

Tal vez estaba labrando mi propia tumba, pero una vez tomé esta decisión de ser los mejores amigos, nos estamos volviendo inseparables. Por ahora me conformaba con eso.

—Eres mi amiga, este es quien soy. Delante de mis padres no me expreso de esta manera.

—Ese es el pago por mis servicios de celestina.

—¿Cómo se supone que te las arreglarás para perderte mañana en la noche?

—Solo pásame la dirección, ahí te caigo.

—Estará tu hermano.

—Entonces me esconderé de él.

—¿De dónde salió esa mujer arriesgada? No concuerda con tu esquema de virgen, casta y pura.

—Digamos que deseo dejar de serlo. Preséntame, a tus amigos que no son de la familia. —Su rostro cambió—. Mi entorno es solo familia, compañeros hijitos de papi y mami.

—Ni en sueños, a mí no me metas en tus cuentos. No pases el límite.

—Puedo hacer con mi vida lo que desee.

—No a mí consta. Si vas con esa intención, no te llevo a ninguna parte.

—Está bien. Espero la dirección para mañana.

—Vas a meterme en problemas, Mapa.

—¿Y desde cuándo les tienes miedo a ellos?

Le guiñé un ojo, caminé hasta llegar a la mesa donde Gabriela, Angélica y mi hermana parecían que se habían encontrado al mismo diablo.

……***……

Rubí

Tomé agua, acomodé mis lentes. Por la infección con mis lentes de contacto por unos tres meses, debía dejar descansar mis ojos; retomar mis lentes convencionales me había costado. Mapa se sentó a mi lado.

—¿De qué me perdí?

—No tengo idea, Angélica llegó con los ojos rojos y no ha dicho una sola palabra. Gaby está que mata y come del muerto; ya sabes, ella es un amor, pero si se enoja mucho le gana a la fama de la tía Fernanda. Y Euma acaba de llegar echando chispas.

—Mierda.

—Voy al baño, esta hermosa celebración va para largo.

Me lavé las manos una vez terminé, salí y me dirigí a la cocina de la casa de la tía Maju. Tenía mucha sed, acomodé mis lentes, extraje jugo de mora de la nevera, tomé asiento en la gran isla. Amaba a la gran familia creada de ese momento nefasto vivido por nuestros padres. Mamá nunca hablaba de ello y papá tampoco.

—¿No estás en la fiesta?

Cerré mis ojos, el doctor Emmanuel hizo exactamente lo mismo que yo, servirse un poco de jugo. Era tan bello, no solo el físico, el cual parece un modelo caramelizado; era esa inteligencia, su seriedad, su porte. Como una tonta, una vez más caí embelesada.

» Nunca te había visto con gafas.

—Tengo una infección que ya está controlada, no tengo el ojo rojo, pero no puedo usar lentes de contacto hasta no pasar los tres meses.

—Hablaste. — Sentí el rostro rojo, el doctor sonrió, sin duda esa era su arma mortal. Tenía una preciosa sonrisa—. Rubí, he pospuesto esta solicitud de parte de Eros, pero quiero ser claro contigo. De antemano me disculpo si es equivocada dicha apreciación, espero que me refutes de estar equivocado. —Sus ojos oscuros solo emanaban seguridad, ni se te ocurra suspirar, Rubí.

—¿Qué sucede? —Llevé el vaso de jugo de mora a la boca.

—Eros te quiere como pupila. —Casi me ahogo. Logré calmarme.

—¿A mí? Estoy terminando el segundo semestre.

—Eso mismo le dije, pero él insiste. Te espero el lunes en la clínica para hacerte las evaluaciones de conocimientos.

—Gracias.

—A mí no. Agradécele a Eros. Pero quiero ser claro en algo.

—Lo que sea. —Eso se escuchó tonto, pero no importaba nada, estaré más cerca de Emmanuel, eso para mí era ganancia—. ¿Dime?

—Deja de mirarme como niña enamorada. —Sentí que los ojos se me salieron de mis órbitas, ahora debía botar fuego por el rostro—. Por eso te dije: si era equivocada mi apreciación, házmelo saber. He notado cómo me miras y eso incómoda. No quiero… Eres una niña. —tierra ábrete y trágame.

» El semestre entrante serás mi alumna. Yo, Emmanuel Villalobos L`Charme no mezclo trabajo, menos me involucro con alumnas. —Quería hablar, pero no pude—. Por el enrojecimiento hasta el cuello, asumo que no estaba equivocado. Te llevo más de siete años, niña. Otra cosa. Cuando seas mi alumna, nadie sabrá que somos familia.

—No somos familia.

—Difiero en eso. Yo te veo como una prima. Nos vemos el lunes, señorita Leal. Si pasa el examen, serás pupila de Eros y mía en el proyecto en el campo neuronal. Sería una gran oportunidad para ti. Permiso.

No sé cómo sentirme, si llorar esa manera tan decente de restregarme mi tonto enamoramiento o gritar de felicidad por lo de trabajar con ellos. Por ahí dicen: el éxito laboral no era compatible con el éxito amoroso. ¡Mierda! No le refuté, eso quiere decir que ahora él sabe lo enamorada… —Me cubrí el rostro.

—¿Qué haces aquí?

—Mami, ya me conoces, lo mío son mis libros. La fiesta está preciosa, pero…

—Emmanuel salió de la cocina. —Esconde todo, Rubí, sonreí.   

—¡Siiiiii! Vino a decirme que el lunes me espera en Mente y Alma para hacerme un examen de admisión. ¡Eros quiere tenerme como pupila! —Mamá abrió los ojos.

—Es una gran noticia, hija, yo no entiendo nada de esas vainas que tanto a ti te gustan, pero como nos dijimos Gustavo y yo. Jamás nos meteremos en los deseos de ustedes, queremos solo verlos felices.

—Gracias, mami. Regreso a ver a mis amigas. ¡Estaré con la eminencia del doctor Eros Orjuela trabajando!

Regresé a la mesa donde ahora todas estaban comiendo, y sonreí como tonta. No sé si esto será lo mejor o no. Estaré con él trabajando y en la universidad. En tres meses será mi profesor.

—¿Qué te causa tanta felicidad?

—Eros quiere que sea su pupila. —Todos abrieron los ojos.

—¿Eso quiere decir que estarás trabajando con mi hermano? —afirmé ante el comentario de Euma.

Todas ellas sabían de mi tonto enamoramiento. Encogí mis hombros, miré hacia donde estaba él abrazando por la cintura a semejante mujer: alta, esbelta, con miles de curvas plásticas, pero sin duda ese era su estilo.

—Amigas, mañana tendré la dirección donde peleará Alexey. —Todas miramos a Mapa—. ¿Quieren acompañarme? Recuerden que nuestros padres no deben saberlo.

—¿Estarán todos? —Gaby se interesó.

—Ese quinteto es igual al nuestro. —miramos a Angélica—. Cuando tengas la dirección, la pasas al chat.

—Vale, entonces, ¿me acompañarán? —El corazón latía como nunca, jamás había realizado nada fuera de lo común.

—Yo también voy. —dije antes de pensar.

—Es un hecho, iremos todas. —decretó la futura abogada del grupo.

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