RubíLo habíamos logrado. Eran las once en punto cuando Gaby apagó el motor del carro, vimos a Ernesto al lado de Emmanuel esperándonos. Nos miramos antes de bajar, pero en ese momento ingresó una llamada al celular de nuestra líder. Puso sus dedos en los labios.—Es el teléfono de los Villalobos.Mapa y Euma se miraron. Eso iba a pasar, no demoraban en hacerlo mis padres. Antes no lo entendíamos el porqué nos sobreprotegen tanto. Pero ahora teníamos una idea de eso y los amaba por cuidarnos tanto. Al inicio lo cuestionábamos mucho. Porque ni cuando éramos quinceañeras se ponían en estas.Por otro lado, lo dicho por Maco en la fiesta de su boda hace dos días: «Cuídense mucho entre ustedes, por favor, no salgan solas». Corroboró nuestras sospechas. Había algo a nuestro alrededor. Cuando por fin mis padres me lo confiesen, se los hago saber a mis amigas.—Hola, tío… Sí, viendo una película… Mujer Bonita, un clásico… ya te la paso. —El celular lo recibió Mapa.—Papi, acabas de dejarnos e
SamuelMe encerré con Gabriela en el contenedor reservado para preparar a Alexey. Tenía una salida hacia el exterior, de este lugar llegamos a donde tenemos nuestros autos. Y así podíamos salir cuando se presentara un problema. Ahora necesitaba aclarar algo con Gabriela, después me concentro en la pelea. Estoy seguro de que ganará, su técnica era mejor a la del peleador de Darío Pernía.—¿Puedes soltarme, Samuel?La llevé contra la pared del contenedor. Desde esta mañana estaba al borde de patear al que sea sin razón, no tenía ni puta idea de por qué no me gustó verla coqueteándole a ese maniquí de abogado. Quería decirle tantos improperios, pero tenerla tan cerca, recibiendo su delicioso aliento en la cara…Teníamos quince días, no tenemos sexo, de hecho, no he estado con nadie diferente a ella desde su entrega a mí. Y mi miembro la añoraba… Fui consciente de cómo se fue endureciendo… ¡A la mierda! Acuñé esos bellos cachetes entre mis manos para besarla. Por unos segundos se quedó qu
AlexeyCuando me dieron por ganador y la gente ovacionaba, yo solo busqué una mirada y sonreí al verla correr hacia el cuadrilátero. Sin importarme el evidente regaño de Emmanuel, corrí hacia ella. No le importó el sudor de mi cuerpo, se lanzó a abrazarme de una manera en la que jamás lo había hecho. Una vez más, su aroma a vainilla invadió todo mi entendimiento.—¡Ganaste, campeón!Me gusta escuchar ese apodo de parte de ella. La dejé en el piso. Al mirar a mis amigos, supe que la situación estaba candente.—Mapa, ayúdame rápido a quitarme los guantes.La gente seguía celebrando, y ella de rapidez soltó uno. Emmanuel llegó a nuestro lado, la recriminó con la mirada.—Alexey, ganamos una fortuna. Pernía tiene a mucha gente, es mejor salir rápido.El médico me quitó el otro guante. De su pantalón sacó la llave de mi auto. Los hombres de Pernía venían hacia nosotros. Por inercia quise mantener a Mapa a mi lado y se lo dejé ver a Emmanuel con la mirada cuando la tomé de la cintura y la p
AngélicaÍbamos por un camino destapado; a esta hora de la madrugada parecían ser potreros. Ernesto se desvió y luego aparcó en un lugar muy oscuro. Por las luces del carro había muchos árboles. Apagó el motor. No nos podíamos ni ver por lo oscura que estaba la noche y fría. Pero era palpable la energía entre nosotros. Lo ocurrido en la mañana, después de verme desnuda, se arregló y se fue, no volví a saber de él hasta esta noche. —¿Qué hacemos aquí?—Necesitamos hablar.—¿Por lo de la mañana? Solo me viste desnuda, eso fue un accidente.—No es solo eso. Ángel, me mostraste el culo. No voy a hablarte con sutilezas, no juegues con fuego. El dejar esta relación aquí es lo más sano.—¿Sano para quién? Tú y yo no tenemos la misma sangre. No eres hijo de mis padres, por lo tanto, solo somos hermanos de corazón.—¡Hay una ética moral!—¡Qué me la paso por la faja, Ernesto! —solté del cinturón de seguridad—. ¿Quieres vivir amargado?—Esto se nos pasará cuándo encuentres a otra persona, lo
María PaulaLa tensión estaba al máximo. Alexey conducía en dirección al edificio donde tenía su apartamento, aunque el punto de encuentro era el de Emmanuel. No podía evitar sentirme culpable por Rubí. La dejamos atrás y salió lastimada de este exabrupto que se formó. Y mañana tendríamos universidad. Como vamos, no asistiremos a ninguna.—¿Siempre pasa esto?—No siempre, con esta es la cuarta o quinta vez. Corremos más riesgos con los piques de Egan que con las peleas clandestinas.—¿Por qué no te dedicas al boxeo profesional? —aferró las manos en el volante—. Solo es un consejo, tómalo o déjalo.—Hay temas de los cuales no me gusta hablar con personas diferentes a las que estoy acostumbrado. Mapa, no te extralimites.—No te afanes. —¡Idiota! Su teléfono sonó, lo puso en altavoz.—Hola, hermosa.—Te estoy esperando. —Mi corazón comenzó a latir con más ímpetu—. Quedaste en pasar a darme muchos besos.—Lo sé, demoraré un poco.—Mis padres no están, pronto regresarán. —Me miró.—Llego e
María Eugenia—En la habitación, dormida. —afirmé, caminé hacia su cuarto.En efecto, estaba dormida, con una colcha suave sobre ella. Al acercarme, le acaricié el cabello; tenía el pómulo inflamado. Los chicos ingresaron.—En unas horas estará peor, ¿cierto?—Sí, luego se le pondrá el ojo negro. Ahora está sedada para que duerma y no sienta dolor, esa parte es delicada.—¡Mierda! —dije.—Jovencita.—¡Ay, Emmanuel!, ahora sin sermones. —sonrió—. ¡Nos van a matar a nuestros papás! ¿Cómo vamos a justificar la herida de Rubí sin decir la verdad?La verdad es que nosotras estábamos en problemas. Tocaron a la puerta, y el dueño se fue a abrir. Crucé la mirada con el griego.—Eso les pasa por no hacer caso. Nadie les dijo que fueran a ese lugar. —Otro listo para reprender.—¡No iba a dejar a Mapa sola!—¿Eso quiere decir que, para Santa Marta, María Paula te va a acompañar?—A donde me necesite mi hermana estaré yo.Llegó con los ojos rojos. Al mirarnos, supe de su fracaso de nuevo con el r
GabrielaRegresé a la mesa donde nos habíamos sentado las cinco luego de dar mi discurso por la boda. Mis amigas me recibieron con felicitaciones por mi oratoria. Ya Maco había salido del grupo de soltera. Y eso que yo era la mayor de todas, aunque Maco no lo parecía por lo centrada y anciana mental que era.Ella, que siempre tenía razón en lo que decía, nació con ese don de tener boca de santo. Mil veces me había dicho: no mires a Samuel como el hombre de tu vida. Lo amaba, pero no era un hombre para una sola mujer. Es mi hermano y lo conozco, podría hacerte daño si no te ama. Porque cuando lo haga, será el hombre más bello del mundo. Solo deben llegar a ese corazón escondido.Nunca le he hecho caso, y espero no haberme equivocado con lo sucedido entre los dos en estos últimos meses. Ya había apostado por Samuel y mi sentimiento, por eso me entregué a él en la cárcel. —Sonreí como una tonta enamorada, al recordar...—¡Estos pasteles están deliciosos! —exclamó Rubí, que tenía rato de
María EugeniaLe dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.—Ya me iba, tranquilos.Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.—Amiga, necesito otra.—¿Qué tienes?—Por favor.—Ya regreso.Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.—Es tu prima.—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté. —Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.—Euma. —alcé la mano.—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Q