AngélicaÍbamos por un camino destapado; a esta hora de la madrugada parecían ser potreros. Ernesto se desvió y luego aparcó en un lugar muy oscuro. Por las luces del carro había muchos árboles. Apagó el motor. No nos podíamos ni ver por lo oscura que estaba la noche y fría. Pero era palpable la energía entre nosotros. Lo ocurrido en la mañana, después de verme desnuda, se arregló y se fue, no volví a saber de él hasta esta noche. —¿Qué hacemos aquí?—Necesitamos hablar.—¿Por lo de la mañana? Solo me viste desnuda, eso fue un accidente.—No es solo eso. Ángel, me mostraste el culo. No voy a hablarte con sutilezas, no juegues con fuego. El dejar esta relación aquí es lo más sano.—¿Sano para quién? Tú y yo no tenemos la misma sangre. No eres hijo de mis padres, por lo tanto, solo somos hermanos de corazón.—¡Hay una ética moral!—¡Qué me la paso por la faja, Ernesto! —solté del cinturón de seguridad—. ¿Quieres vivir amargado?—Esto se nos pasará cuándo encuentres a otra persona, lo
María PaulaLa tensión estaba al máximo. Alexey conducía en dirección al edificio donde tenía su apartamento, aunque el punto de encuentro era el de Emmanuel. No podía evitar sentirme culpable por Rubí. La dejamos atrás y salió lastimada de este exabrupto que se formó. Y mañana tendríamos universidad. Como vamos, no asistiremos a ninguna.—¿Siempre pasa esto?—No siempre, con esta es la cuarta o quinta vez. Corremos más riesgos con los piques de Egan que con las peleas clandestinas.—¿Por qué no te dedicas al boxeo profesional? —aferró las manos en el volante—. Solo es un consejo, tómalo o déjalo.—Hay temas de los cuales no me gusta hablar con personas diferentes a las que estoy acostumbrado. Mapa, no te extralimites.—No te afanes. —¡Idiota! Su teléfono sonó, lo puso en altavoz.—Hola, hermosa.—Te estoy esperando. —Mi corazón comenzó a latir con más ímpetu—. Quedaste en pasar a darme muchos besos.—Lo sé, demoraré un poco.—Mis padres no están, pronto regresarán. —Me miró.—Llego e
María Eugenia—En la habitación, dormida. —afirmé, caminé hacia su cuarto.En efecto, estaba dormida, con una colcha suave sobre ella. Al acercarme, le acaricié el cabello; tenía el pómulo inflamado. Los chicos ingresaron.—En unas horas estará peor, ¿cierto?—Sí, luego se le pondrá el ojo negro. Ahora está sedada para que duerma y no sienta dolor, esa parte es delicada.—¡Mierda! —dije.—Jovencita.—¡Ay, Emmanuel!, ahora sin sermones. —sonrió—. ¡Nos van a matar a nuestros papás! ¿Cómo vamos a justificar la herida de Rubí sin decir la verdad?La verdad es que nosotras estábamos en problemas. Tocaron a la puerta, y el dueño se fue a abrir. Crucé la mirada con el griego.—Eso les pasa por no hacer caso. Nadie les dijo que fueran a ese lugar. —Otro listo para reprender.—¡No iba a dejar a Mapa sola!—¿Eso quiere decir que, para Santa Marta, María Paula te va a acompañar?—A donde me necesite mi hermana estaré yo.Llegó con los ojos rojos. Al mirarnos, supe de su fracaso de nuevo con el r
GabrielaFue evidente que no les gustó lo de nuestro viaje a Santa Marta. Samuel estaba que se lo llevaba el demonio.—¿Entonces te vas también para Santa Marta? ¿Ya llamaste a tu amiguito?—Sí, para las dos preguntas, y ya soy mayor de edad, puedo irme a donde se me dé la gana. —Salió del apartamento.Tenía mucha rabia con la actitud de Samuel. Aunque, acepto mi metida de patas. Pero ¿quién carajos iba a pensar que se formaría tremendo tropel? —Se la pasó regañándome desde que subimos a su auto. Emmanuel me dio un vaso con agua para bajar el enojo que era evidente de mi parte.Desde su salida no ha regresado. —miré el reloj—, eran las cuatro de la mañana. En la segunda habitación se acostaron Angélica y Euma. Egan salió a buscar al troglodita de Samuel. Mientras yo quedé bajo la observación de dos pares de ojos en la sala.—Gaby, deberías de descansar. —comentó el odontólogo.—Espero a Samuel para…—¿Cantarle la tabla? Por ahora no vendrá, se quedó con Egan en… —Se miraron los dos am
SamuelAlexey seguía muy arrepentido, era evidente en su rostro. Egan se fue a dormir en una de las habitaciones del apartamento del ruso. Eran pasadas las cinco de la mañana. Espero que esto no nos ponga en aprietos con nuestros padres. No era el momento de rebelar a lo que nos dedicábamos, pero con el gran montón de dinero ingresado ayer podríamos terminar nuestra meta muy pronto.—¿Vas a ir a ver a Rubí?—En un rato, ¿Mapa sigue con ella?—Todas se quedaron en el apartamento de Emmanuel. Nos vemos, voy a mirar cómo salimos de esta situación. ¿Qué mentira se les dirá a los Leal Calderón?, ¿Y cómo sacaremos el carro de Carlos?Salí del apartamento, al llegar al ascensor me topé con el figurín del abogado amigo de los Maldonado, a quien ellos desean se case con mi cachetona. Después de lo acontecido ayer, no quería que otro la tocara. Aún no sé lo que sentía, pero no podía engañarme a mí mismo. Pasé cabreado todo el puto día de ayer imaginando su cuerpo siendo tocado por otro… ¡Le cor
AngélicaAcababa de bañarme, llegué de la universidad hecha un desastre. Era la semana de parciales y no iba a trabajar en la empresa de mis papás. La ventaja de que ellos sean tus jefes, por ahora primaba mis notas. Estos días, después del susto vivido el domingo en la madrugada, todo parecía normal.No tenía idea cómo la libramos en dicha ocasión. Regina creyó en nuestras palabras, no cuestionó la sarta de mentiras dichas hace tres días. El carro del tío Carlos fue retirado en la tarde de ese lunes; los chicos pagaron la cuantiosa multa. En otras palabras, era como si no hubiera pasado nada.Rubí tenía nuevos anteojos, aunque no veía la hora de que sanara su irritación ocular, para poder volver a los de contacto. Mañana terminaré parciales, el resto de las chicas la otra semana. Solo faltaba un año y medio para terminar mi carrera. —La situación había estado tan calmada, dejándome un sinsabor extraño, era un no sé qué.Lo mejor de la semana era que nuestros padres ya sabían del viaj
EganQuedé de pasar por Euma a las tres de la tarde para invitarla al cine. Deseaba hablar con ella y abordar el tema principal del viaje. Mis amigos dijeron que era importante ponerla al tanto. Sam no quería que por ignorancia de ellas pasaba algo peor, además las carreras clandestinas o piques eran más riesgosas.Bajé del carro, caminé por el precioso jardín de la tía Patricia, toqué la puerta. Abrió Dilia, y el hogar de cada uno de nuestros padres se sentía diferente al resto de los que conozco de mis compañeros de universidad. La gente no cree que la calidez de un hogar era palpable. —Joven Katsaros, buenas tardes.—Hola, Dilia, ¿Eugenia María se encuentra?—Por supuesto.Mientras esperaba en la sala llegó el tío José Eduardo, y detrás de él a un Andrés Camilo con la nariz reventada.—A su cuarto jovencito, cuando llegue la mamá, hablaremos seriamente. Medita y hablamos al respecto.—No diré nada, papá.—Papá, nada, ahora estoy desconcertado con lo sucedido. Mañana te vas a traba
EmmanuelMientras Eros no se encuentra en la clínica, debía de quedar a cargo, por ser el subdirector. Lo desagradable de este trabajo de escritorio era eso, el escritorio. Me gusta la adrenalina del campo de urgencias, en cirugías, en el caos de la emergencia. Pero no era momento de quejarme.Cuando papá me dio una parte de la herencia, lo hizo con la intención de ingresar a este megaproyecto. En ese entonces apenas me encontraba estudiando. También puse mi propio aporte por el dinero ganado de las apuestas; ya sea ganado con las peleas de Alexey y las carreras de Egan. No tenía el 50%, pero sería una blasfemia quejarme por tener el treinta. El teléfono del despacho sonó.—Hola, Úrsula.—Doctor, lo solicita una joven sin cita.—Ya sabes la política, sin cita previa, no atiendo.—Sí, pero también ha dicho que para su familia no hay cita. Ella es una prima suya, que es la joven Rubí Leal Calderón. —Cerré mis ojos, cierto, le dije que viniera hoy.—Tienes razón. ¿Qué tiempo tengo antes