ErnestoTocaron a la puerta de la próxima clínica odontológica. Debía de quedar lista para finales de la otra semana, tal vez antes. Por quedarme encerrado, dedicado a darle mi toque personal, no se inauguró antes. No logré estar presente en su construcción. Si Dios lo permite, diez colegas estarán trabajando conmigo.Tenía hambre, mamá dijo que me traerá el almuerzo, debe ser ella… —No me pongas esta prueba, Señor—. El viento ondeó su cabello, con esa sonrisa de inocencia. Se veía preciosa la mujer de mi vida, lástima que me sea prohibida.—Llegó el domicilio.¿La he evitado durante la semana y ahora es ella a quien mi madre envía? Porque de solo recordar lo hecho en el carro, se endurece el pene. Me hice a un lado, los implementos para equipar los consultorios seguían empacados en sus respectivos lugares. Faltaban desarmarlos y dejar cada área como lo diseñó la preciosa de ojos azules frente a mí.—Ángel, ¿qué haces aquí?—Mamá, tiene mucho trabajo, no pudo traerte el almuerzo, aunq
AngélicaToda la piel se me erizó. Su lengua llevaba varios minutos haciendo destrozos en mi cuerpo. Su dedo aumentaba aún más el placer, era la primera vez que sentía algo así. Lo que hacía conmigo había logrado llevarme a un punto en donde creo que iba a gritar, pero luego bajaba el ritmo, minimizaba mis revoluciones para una vez más arremeter, logrando hacerme enloquecer.Esto sin duda era conocer la gloria, jamás renunciaré a él. Nunca lo haré. En un momento su dedo empezó a trazar movimientos circulares en ese lugar específico, aumentando el placer. Su lengua le hacía competencia en el camino de hacerme estremecer. Quise contenerme, pero fue imposible…Mi explosión llegó, las convulsiones iniciaron, el vientre parecía derretirme en abundancia y, al parecer, a Ernesto le gustó, no dejó de disfrutarlo. Su lengua seguía regalándome pequeñas cargas de electricidad.—Sabes, delicioso Ángel.—Y luego mis padres piensan que eres homosexual.—¡¿Qué?!Me cubrí el rostro sin dejar de reír.
AlexeyHabía acudido a la casa de Vainilla por el llamado del tío. Me había contado lo sucedido con Andrés Camilo y me pidió ayuda para orientarlo, ayudarle por mi experiencia a controlar la ira. Acuden a mí porque viví lo mismo en la adolescencia, aunque las razones eran diferentes.Lo mío era solo la adolescencia y cambios fuertes por el desarrollo. Por eso, papá me dejó bajo la autoridad de Samuel, quien, para sorpresa de todos. Tenía un don para saber ayudarme a canalizar la ira. Desde mis quince años practicaba el boxeo. Bajé las escaleras después de hablar con el primo.Lo ocurrido, en su caso, yo habría hecho lo mismo, con la diferencia, de que, sin duda, mato a quien hable mal de mi sagrada madre. Yo sí ofrezco un velorio en alguna parte. Volví a ver a Vainilla con su pijama de helado de vainilla, había sabido ignorarme en estos días. Antes, era ella quien me escribía de manera constante para saber qué hacía y, desde la cagada por mi parte, era cortes, pero no demostraba más
Eugenia María.Salimos del restaurante. En el cine no comí mucho para poder cenar, no tenía el estómago como el de Mapa, quien podía comer una vaca entera y no engordaba. Su confesión no lo esperaba. Sabía que ellos escondían algo, con lo del boxeo clandestino de mi primo Alexey, ya lo había asumido.Pero ¿carreras clandestinas y a Egan como el piloto? Además, la ida a Santa Marta era parte de eso. Lo cual fue una gran coincidencia con la penitencia impuesta por David. Al menos fue sincero. Y mi hermano se lo tenía muy guardado.—Te has quedado muda. —Habíamos llegado al parqueadero.—No esperaba tales negocios. Es solo eso.—¿Podrán guardarnos el secreto?—Eso es lo de menos, no te preocupes, sus secretos están seguros con nosotras. Solo…—¡Egan! —Una preciosa morena movía su mano, corrió hasta donde él.—Daniela.—Debería darte un par de cachetadas, pero al verte me dan ganas de…Y lo besó, lo besó… y siguieron besándose. El corazón latía muy fuerte, tanto que le dije a Mapa: no te
EmmanuelDespués de cenar, hablo de lo acontecido con Andrés Camilo en el colegio, de la intervención de mi padre en casa de esos hijos de su madre. De los entrenamientos de Eduardo subí a mi antigua recámara. Mamá, no la había cambiado, me di un baño, ya eran las diez de la noche, saqué un pantalón de pijama e ingresé a la cama para revisar las respuestas de Rubí. Pero mi mente volvió a revivir lo que pasó hace unas horas.Después de la reunión se presentaron tantos inconvenientes, por horas pasé por fuera del área administrativa. Estuve de urgencias en urgencias. Hasta cuando el celular no dejaba de sonar. —Al mirar la hora, es tarde—. El número del hospital que tenía una llamada entrante. De seguro, Úrsula le dio el automático, para que los números de la familia pasen a nuestros teléfonos. Debe ser familiar. Contesté.—Hola.—Dime que aún estás con mi niña.—Hola, Regina. ¡Mierda! Se me había olvidado, Rubí. Aún debe estar en el despacho, tengo su bolso bajo llave.—La he estado l
GabrielaTerminé el horario laboral. Mis padres habían llegado hace dos días, y gracias a Dios no se dieron cuenta de lo sucedido con el carro. Solo lo del accidente de Rubí. Ya todo estaba listo para viajar mañana; por eso dejé todo listo desde hoy mis labores. Anoche hice la maleta para lucir varios vestidos de baño.No tenía medidas de reina, pero tenía lo mío con algunos kilitos de más en algunas zonas del cuerpo. Por eso era esclava de la dieta y el ejercicio, si no lo hago fuera una bolita de carne. No regresaré hasta el lunes en la noche. Guardé los nuevos casos de demandas familiares que tenía en trámite. Sonó el celular anunciando un mensaje.«Cachetona, te estoy esperando». —El corazón se aceleró.«¿Ese milagro?»«No te acostumbres a ellos, pero te tengo una sorpresa. Baja, me encuentro en el parqueadero».Terminé de guardar todo. Salí de la oficina y al pasar a despedirme de papá, me detuve. La puerta estaba entreabierta y sin querer escuché.—¡Lo sé, David! ¡Y también esto
Eugenia MaríaLlegué de la universidad. Mañana era el último parcial de la segunda carrera de administración en horas de la mañana. Ayer terminé los de ingeniería. Estaba agotada. Pero por fin tendré dos meses de descanso.—Hola, hija. —Me senté en la cama.—Hola, mami.—Mira lo que te compré.Mamá no cambiaba. La adoraba inmensamente. Me entregó una bolsa, la otra, supongo, era para Mapa. Jamás nos había regalado algo por separado, salvo en nuestros cumpleaños. Sonriente destapé la bolsa; eran dos preciosos vestidos de baño.—¡Están mortales! Son preciosos, pero ya tenía, no debiste gastar en otros.—Esos son viejos. Además… es de la nueva colección, estos colores contrastan de maravilla con tu piel canela.No podía discutirle eso, eran trajes completos: con su pareo, también una salida de baño, un par de pashmina para hacerme unos turbantes si lo deseaba.—Gracias, mami.—De nada. Hija, el día de la salida con Egan llegaste con la nariz roja. ¿Me puedes decir la razón?—Mami…—Los m
GabrielaMe mordí la mano para no gritar al escuchar a Samuel echando a la chica que se prestó para hacerme el favor. —¿Así que soy una chica que vale la pena rogar?— La convencí con dinero, pero eso no lo sabrá el cabeza de chorlito. Con cuidado cerré la puerta de la habitación del frente, a donde guardó las maletas y puse seguro.Vas a aprender, Samuel Abdala a darme mi lugar. A Bogotá regreso siendo su novia o nos vamos en blanco este fin de semana sin sexo. Lo hago, era para enseñarle. Sentí mucha rabia, pero también era cierto que me dio mi lugar. Ellas, al parecer, llegaron de atrevidas. Fueron muy honestas al decir la verdad.Las habían contratado el día de la fiesta del matrimonio de Maco. Y la cancelación fue hecha desde el miércoles, cuando nosotras confirmamos nuestra asistencia. Otro cantar sería si hubieran venido solos. Pero no iba a ponérsela tan fácil, hoy dormiremos cada uno en una cama.—Gabriela.—Hasta mañana, Samuel. Estoy cansada, disfruta tu noche.—¡¿Qué?!Apag