GabrielaTerminé el horario laboral. Mis padres habían llegado hace dos días, y gracias a Dios no se dieron cuenta de lo sucedido con el carro. Solo lo del accidente de Rubí. Ya todo estaba listo para viajar mañana; por eso dejé todo listo desde hoy mis labores. Anoche hice la maleta para lucir varios vestidos de baño.No tenía medidas de reina, pero tenía lo mío con algunos kilitos de más en algunas zonas del cuerpo. Por eso era esclava de la dieta y el ejercicio, si no lo hago fuera una bolita de carne. No regresaré hasta el lunes en la noche. Guardé los nuevos casos de demandas familiares que tenía en trámite. Sonó el celular anunciando un mensaje.«Cachetona, te estoy esperando». —El corazón se aceleró.«¿Ese milagro?»«No te acostumbres a ellos, pero te tengo una sorpresa. Baja, me encuentro en el parqueadero».Terminé de guardar todo. Salí de la oficina y al pasar a despedirme de papá, me detuve. La puerta estaba entreabierta y sin querer escuché.—¡Lo sé, David! ¡Y también esto
Eugenia MaríaLlegué de la universidad. Mañana era el último parcial de la segunda carrera de administración en horas de la mañana. Ayer terminé los de ingeniería. Estaba agotada. Pero por fin tendré dos meses de descanso.—Hola, hija. —Me senté en la cama.—Hola, mami.—Mira lo que te compré.Mamá no cambiaba. La adoraba inmensamente. Me entregó una bolsa, la otra, supongo, era para Mapa. Jamás nos había regalado algo por separado, salvo en nuestros cumpleaños. Sonriente destapé la bolsa; eran dos preciosos vestidos de baño.—¡Están mortales! Son preciosos, pero ya tenía, no debiste gastar en otros.—Esos son viejos. Además… es de la nueva colección, estos colores contrastan de maravilla con tu piel canela.No podía discutirle eso, eran trajes completos: con su pareo, también una salida de baño, un par de pashmina para hacerme unos turbantes si lo deseaba.—Gracias, mami.—De nada. Hija, el día de la salida con Egan llegaste con la nariz roja. ¿Me puedes decir la razón?—Mami…—Los m
GabrielaMe mordí la mano para no gritar al escuchar a Samuel echando a la chica que se prestó para hacerme el favor. —¿Así que soy una chica que vale la pena rogar?— La convencí con dinero, pero eso no lo sabrá el cabeza de chorlito. Con cuidado cerré la puerta de la habitación del frente, a donde guardó las maletas y puse seguro.Vas a aprender, Samuel Abdala a darme mi lugar. A Bogotá regreso siendo su novia o nos vamos en blanco este fin de semana sin sexo. Lo hago, era para enseñarle. Sentí mucha rabia, pero también era cierto que me dio mi lugar. Ellas, al parecer, llegaron de atrevidas. Fueron muy honestas al decir la verdad.Las habían contratado el día de la fiesta del matrimonio de Maco. Y la cancelación fue hecha desde el miércoles, cuando nosotras confirmamos nuestra asistencia. Otro cantar sería si hubieran venido solos. Pero no iba a ponérsela tan fácil, hoy dormiremos cada uno en una cama.—Gabriela.—Hasta mañana, Samuel. Estoy cansada, disfruta tu noche.—¡¿Qué?!Apag
RubíEmmanuel me miraba diferente, no sé si para bien o para mal, pero sentía que algo había cambiado desde el día de la entrevista. Entregamos los pasabordos, no sé si era por decisión de parte de ellos, pero todos íbamos emparejados. Alexey con Mapa, quienes no dejan de reírse. Ernesto iba preocupado, pensativo al lado de su hermana. Egan y Euma se quedaron atrás hablando. Fue bello verlos tomados de las manos.—¿No tienes frío? —Su pregunta fue desconcertante.—No, vamos para la costa; brisa, arena, sol y playa. Pasaremos de catorce grados a un mínimo de treinta y cuatro. —Alzó una ceja, en zapatos tenis, quedaba muy pequeña a su lado.—¿Siempre contestas?—Me enseñaron a dar respuesta a los mayores. Tú preguntaste. —Afirmó, parecen contenerse las ganas de regañarme.Aun así, mandón y todo lo que parecía ser Emmanuel, deseaba besarlo, pero recuerdo lo sucedido el miércoles y se me revuelve el estómago. Además, no me atrevería nunca, con besarlo en mis sueños quedaba tranquila. Ingr
María PaulaAlexey ingresó, traté de disimular el que no estaba pendiente de su regreso. —Pero sí, me molestó mucho el que esas chicas estuviesen aquí. Y eso que él ya me había puesto al tanto. Pero qué lanzadas. Sin embargo, lo que le comentó mi hermano a esas tontas, me agradó—. Ya habíamos saludado al par de tórtolos de los anfitriones. Gaby se encontraba en traje de baño negro con su salida blanca.—No se demoren, vamos a almorzar y luego a bañarnos.—Voy. —dije—. ¿Podemos tomar cualquier habitación?—Deben compartirla. —miré a Euma—. Los muchachos también. Solo quedan cuatro habitaciones grandes con dobles camas cada una.Explicó Samuel, quien tenía entre sus brazos a Gabriela. Hacían pareja muy linda. Me dirigí a la habitación, entramos en la primera a disposición, fui directo al baño para cambiarme de ropa. Los vestidos de baño comprados por mamá eran preciosos. Uno era un estampado azul rey con flores amarillas y el otro era rojo. Me decidí por ese último, en cuestión de horas
SamuelVi a esa linda Cachetona ingresar a la playa, aún no terminaba de perdonarme, pero al menos ya podía abrazarla, besarla y hablarle. Era consciente de cómo me estaba jodiendo Gabriela, no tenía idea en qué momento pasó, pero solo deseaba acostarme, hablar, salir, escucharle la voz por celular. Cómo dirían mis hermanos. Estaba jodido.—Ernesto, ¿todo está listo para las diez de la noche?—Todo en perfecto orden, a las seis inician las apuestas de los pilotos inscritos, ya programé la inscripción de Egan.—También tienes las claves de nuestras cuentas bancarias para hacer las apuestas. —ordené.—También lo tengo controlado.Ernesto nació con esa sagacidad innata para las apuestas. Alguna vez comentó que podría ser herencia de su padre biológico. En dos ocasiones nos pidió no apostar por Egan, porque no ganaría y, en efecto, así pasó. Lo cierto, era que nunca perdíamos dinero. Al contrario, ganamos y ganamos. Todo por ese objetivo en conjunto. Miré a Emmanuel, quien escondía su mir
GabrielaLlegamos al apartamento a eso de las ocho de la noche después de cenar. La espalda me ardía por el sol de la tarde, aunque fui la que menos se quemó. Mis amigas estaban perores o eran de pieles más delicadas. Emmanuel fue a la farmacia a comprarles algo. Solo deseaba un baño y acostarme a ver televisión. Mientras los muchachos se quedaron en la sala hablando de lo de hoy.Aproveché para bañarme sin tener a la tentación de Samuel. Por eso me vestí antes de su ingreso a nuestra habitación, él era un manjar andante. No soporté ropa sobre los hombros, por eso me puse un top, un short de tela suave, recogí el cabello en una cola alta y busqué unas chanclas para estar en casa. Sam ingresó al cuarto.—Se siente delicioso el cuarto con el aire acondicionado. Hace un calor de los mil demonios en Santa Marta.—Sí. Menos mal, hoy no vamos a salir del apartamento.—Eso es un punto a favor Cachetona. Así quedo tranquilo. —Se metió al baño.Diez minutos después salió desnudo a desfilarme c
ErnestoLa tensión estaba a flor de piel. Desde nuestra llegada a la carretera, donde se llevarían a cabo los piques. Egan ya se encontraba en la carrera final. Para llevar a cabo el evento, se había cerrado una carretera no tan transitada. Era una de las estrategias utilizadas por los organizadores; con tiempo se informa a la ciudadanía por radio que tal trayecto estará cerrado por motivos de arreglos.Por eso era un tema ejecutado en un máximo de cuarenta minutos, pero nunca llegamos a ese límite. Al asar, se organizan en dos grupos de cuatro pilotos; de la primera carrera salen dos ganadores, quienes se enfrentan para quedar solo uno, y ese se enfrentaba al ganador del otro grupo. Los dos últimos eran los que competían por el botín de oro. En cada carrera se movían apuestas. Ya era la última; del grupo A ganó Egan y del grupo B era un piloto nuevo. —¿Cómo van las apuestas?Sam llegó a mi lado. Como nos ubicamos en una carretera poco transitada, los organizadores habían puesto sill