GabrielaLlegamos al apartamento a eso de las ocho de la noche después de cenar. La espalda me ardía por el sol de la tarde, aunque fui la que menos se quemó. Mis amigas estaban perores o eran de pieles más delicadas. Emmanuel fue a la farmacia a comprarles algo. Solo deseaba un baño y acostarme a ver televisión. Mientras los muchachos se quedaron en la sala hablando de lo de hoy.Aproveché para bañarme sin tener a la tentación de Samuel. Por eso me vestí antes de su ingreso a nuestra habitación, él era un manjar andante. No soporté ropa sobre los hombros, por eso me puse un top, un short de tela suave, recogí el cabello en una cola alta y busqué unas chanclas para estar en casa. Sam ingresó al cuarto.—Se siente delicioso el cuarto con el aire acondicionado. Hace un calor de los mil demonios en Santa Marta.—Sí. Menos mal, hoy no vamos a salir del apartamento.—Eso es un punto a favor Cachetona. Así quedo tranquilo. —Se metió al baño.Diez minutos después salió desnudo a desfilarme c
ErnestoLa tensión estaba a flor de piel. Desde nuestra llegada a la carretera, donde se llevarían a cabo los piques. Egan ya se encontraba en la carrera final. Para llevar a cabo el evento, se había cerrado una carretera no tan transitada. Era una de las estrategias utilizadas por los organizadores; con tiempo se informa a la ciudadanía por radio que tal trayecto estará cerrado por motivos de arreglos.Por eso era un tema ejecutado en un máximo de cuarenta minutos, pero nunca llegamos a ese límite. Al asar, se organizan en dos grupos de cuatro pilotos; de la primera carrera salen dos ganadores, quienes se enfrentan para quedar solo uno, y ese se enfrentaba al ganador del otro grupo. Los dos últimos eran los que competían por el botín de oro. En cada carrera se movían apuestas. Ya era la última; del grupo A ganó Egan y del grupo B era un piloto nuevo. —¿Cómo van las apuestas?Sam llegó a mi lado. Como nos ubicamos en una carretera poco transitada, los organizadores habían puesto sill
SamuelNos habíamos quedado callados luego del comentario de Emmanuel. Si le llegaba a pasar pasa algo a la Cachetona por mi culpa, no iba a perdonármelo. Mi tío David tenía razón y a mí se me fueron las luces. Porque tranquilamente Ernesto y Alexey pudieron haberse quedado a cuidarlas.No iba a excusarme, metí la pata. También le envié la información al tío de que Lina y sus amigas debieron de ser contratadas por la gente de Alonso. Ahora me era muy claro, ellas vinieron a este lugar para vigilarnos y no para molestarnos. Trabajaban para los malos; quedó clarísimo. El celular volvió a sonar. Ya estábamos ingresando a Taganga.—Gaby.—¿Sam se demoran? —Su voz me demostraba que estaba nerviosa.—¡¿Qué pasa?! —Egan aceleró más el carro.—No sé si estoy paranoica, pero acaban de ingresar diez hombres al lugar donde nos encontramos, y no dejan de mirarnos. Sam ven.En ese instante comprendí de manera literal: esta mujer me importaba no para pasar un rato de sexo, sino para compartir todo
EganNo era nada de gravedad, según dijo el médico; tenía la ceja partida, el labio hinchado y una fuerte contusión en el lado izquierdo; mañana saldrá el moretón a un lado del rostro. Puede que no sea de gravedad, pero esta mierda dolía con cojones. Nunca me había accidentado gracias a las oraciones de mamá, pero no tenía nada más por hacer que interponerme. De lo contrario se hubiesen llevado a mí Rizos y a Angélica. Estábamos en la acera de la calle. El brazo izquierdo era el más afectado por recibir el impacto del carro cuando intentaban escapar. De la fuerza ejercida, impacté contra la puerta del auto. En ese momento no me importó nada más que salvarlas, el miedo de que si no me interponía le pudieran hacer daño.Mis amigos estaban peleando con los hombres que salían y salían de la nada. Debíamos pagar el auto que arrastré con el mío, ese también quedó de chatarra. Pero no se llevaron a las chicas. Rubí llegó a mi lado. Euma le dio espacio para que pudiera ayudar a su hermano a
EmmanuelTerminé de revisar la nariz de Ernesto, y por poco, casi llegó a ser una fractura. Samuel hace unos minutos le pidió a Angélica hablar un momento. Desde entonces se encontraban en el balcón intercambiando información simulando algo con los celulares, pero sabíamos que él le estaba tocando el tema de la inclinación sexual de nuestro amigo.—Emmanuel, con cuidado, me duele.—Lo sé, viejo, fue en la nariz.Hace un rato me tocó suturar dos puntos en la ceja a Sam, luego Rubí terminó de hacer la labor de enfermera. Para ser honesto, con pocas enfermeras me había sentido bien trabajando. Me gustaba que se adelantaran a lo que podía pedir y la pequeña caja de pandora parecía leerme el pensamiento.—Doctor, el sedante está listo. —La miré. No pude ocultar una genuina sonrisa.—Gracias. —Al mirar de nuevo a Ernesto, él alzaba su ceja—. Cállate.Sé la razón de su asombro. Sonrió por cortesía, pero la de hace un segundo fue muy espontánea. Había sido agradable su eficiencia, y lo sé, er
AngélicaEran las cinco de la mañana. Aún seguía pensando en toda la situación alrededor de Ernesto, mis padres fueron enfáticos en no dejarlo solo, su temor era porque se sentirá culpable de lo ocurrido, y terminé entregándose a las garras de esa desgracia de hombre que no ha podido engendrar otro hijo.Ahora se había ensañado con alejarnos de él. Alonso debía de ser un hombre enfermo o un ser lleno de orgullo y no soportó perder. El temor de papá era muy válido, casi me secuestran. Donde los chicos no hubieran llegado, le habría dado la oportunidad a ese hombre para doblegar a Ernesto. Menos mal, Emmanuel lo sedó. Las palabras de mamá anoche siguen dándome vueltas y vueltas.—Hija, a partir de ahora no te expongas, no podrás salir sola a ninguna parte, no solo serás tú, yo tendré guardaespaldas, debemos de minimizar las posibilidades de ser un blanco para Alonso, no quiero que por nosotras obliguen o puedan chantajear a Ernesto. ¿Cree que él no se entregará por nosotras?—Tienes raz
GabrielaRegresé a la mesa donde nos habíamos sentado las cinco luego de dar mi discurso por la boda. Mis amigas me recibieron con felicitaciones por mi oratoria. Ya Maco había salido del grupo de soltera. Y eso que yo era la mayor de todas, aunque Maco no lo parecía por lo centrada y anciana mental que era.Ella, que siempre tenía razón en lo que decía, nació con ese don de tener boca de santo. Mil veces me había dicho: no mires a Samuel como el hombre de tu vida. Lo amaba, pero no era un hombre para una sola mujer. Es mi hermano y lo conozco, podría hacerte daño si no te ama. Porque cuando lo haga, será el hombre más bello del mundo. Solo deben llegar a ese corazón escondido.Nunca le he hecho caso, y espero no haberme equivocado con lo sucedido entre los dos en estos últimos meses. Ya había apostado por Samuel y mi sentimiento, por eso me entregué a él en la cárcel. —Sonreí como una tonta enamorada, al recordar...—¡Estos pasteles están deliciosos! —exclamó Rubí, que tenía rato de
Eugenia MaríaLe dio un beso en los labios, eso no se sintió bien.—Mi prima está presente. —llamarme prima tampoco fue agradable.—Ya me iba, tranquilos.Di media vuelta, necesitaba alejarme. En ese momento Angélica llegó con los ojos rojos y me quitó la bebida.—Amiga, necesito otra.—¿Qué tienes?—Por favor.—Ya regreso.Al volver a la mesa de los licores, Egan daba la espalda para quien se acerque y abrazaba por la cintura a su novia.—¡Qué no tengo nada con ella!, ¿de dónde sacas eso? Acaso no la viste, no es mi tipo, no es atractiva.—Es tu prima.—Tampoco lo es. Bueno, por cariño y por la gran amistad entre nuestros padres, desde pequeños nos enseñaron a verlas de esa manera, pero para mí no es nada. Ella no es nadie. —Eso dolió demasiado, mucho más, los ojos me picaron, no me aguanté. —Vaya. —dije, al girarse vi la vergüenza en su mirada.—Euma. —alcé la mano.—Ese apelativo es para las personas de la familia y verdaderos amigos. Creo haberte escuchado decir: no soy nadie. —Qu