SamuelAlexey seguía muy arrepentido, era evidente en su rostro. Egan se fue a dormir en una de las habitaciones del apartamento del ruso. Eran pasadas las cinco de la mañana. Espero que esto no nos ponga en aprietos con nuestros padres. No era el momento de rebelar a lo que nos dedicábamos, pero con el gran montón de dinero ingresado ayer podríamos terminar nuestra meta muy pronto.—¿Vas a ir a ver a Rubí?—En un rato, ¿Mapa sigue con ella?—Todas se quedaron en el apartamento de Emmanuel. Nos vemos, voy a mirar cómo salimos de esta situación. ¿Qué mentira se les dirá a los Leal Calderón?, ¿Y cómo sacaremos el carro de Carlos?Salí del apartamento, al llegar al ascensor me topé con el figurín del abogado amigo de los Maldonado, a quien ellos desean se case con mi cachetona. Después de lo acontecido ayer, no quería que otro la tocara. Aún no sé lo que sentía, pero no podía engañarme a mí mismo. Pasé cabreado todo el puto día de ayer imaginando su cuerpo siendo tocado por otro… ¡Le cor
AngélicaAcababa de bañarme, llegué de la universidad hecha un desastre. Era la semana de parciales y no iba a trabajar en la empresa de mis papás. La ventaja de que ellos sean tus jefes, por ahora primaba mis notas. Estos días, después del susto vivido el domingo en la madrugada, todo parecía normal.No tenía idea cómo la libramos en dicha ocasión. Regina creyó en nuestras palabras, no cuestionó la sarta de mentiras dichas hace tres días. El carro del tío Carlos fue retirado en la tarde de ese lunes; los chicos pagaron la cuantiosa multa. En otras palabras, era como si no hubiera pasado nada.Rubí tenía nuevos anteojos, aunque no veía la hora de que sanara su irritación ocular, para poder volver a los de contacto. Mañana terminaré parciales, el resto de las chicas la otra semana. Solo faltaba un año y medio para terminar mi carrera. —La situación había estado tan calmada, dejándome un sinsabor extraño, era un no sé qué.Lo mejor de la semana era que nuestros padres ya sabían del viaj
EganQuedé de pasar por Euma a las tres de la tarde para invitarla al cine. Deseaba hablar con ella y abordar el tema principal del viaje. Mis amigos dijeron que era importante ponerla al tanto. Sam no quería que por ignorancia de ellas pasaba algo peor, además las carreras clandestinas o piques eran más riesgosas.Bajé del carro, caminé por el precioso jardín de la tía Patricia, toqué la puerta. Abrió Dilia, y el hogar de cada uno de nuestros padres se sentía diferente al resto de los que conozco de mis compañeros de universidad. La gente no cree que la calidez de un hogar era palpable. —Joven Katsaros, buenas tardes.—Hola, Dilia, ¿Eugenia María se encuentra?—Por supuesto.Mientras esperaba en la sala llegó el tío José Eduardo, y detrás de él a un Andrés Camilo con la nariz reventada.—A su cuarto jovencito, cuando llegue la mamá, hablaremos seriamente. Medita y hablamos al respecto.—No diré nada, papá.—Papá, nada, ahora estoy desconcertado con lo sucedido. Mañana te vas a traba
EmmanuelMientras Eros no se encuentra en la clínica, debía de quedar a cargo, por ser el subdirector. Lo desagradable de este trabajo de escritorio era eso, el escritorio. Me gusta la adrenalina del campo de urgencias, en cirugías, en el caos de la emergencia. Pero no era momento de quejarme.Cuando papá me dio una parte de la herencia, lo hizo con la intención de ingresar a este megaproyecto. En ese entonces apenas me encontraba estudiando. También puse mi propio aporte por el dinero ganado de las apuestas; ya sea ganado con las peleas de Alexey y las carreras de Egan. No tenía el 50%, pero sería una blasfemia quejarme por tener el treinta. El teléfono del despacho sonó.—Hola, Úrsula.—Doctor, lo solicita una joven sin cita.—Ya sabes la política, sin cita previa, no atiendo.—Sí, pero también ha dicho que para su familia no hay cita. Ella es una prima suya, que es la joven Rubí Leal Calderón. —Cerré mis ojos, cierto, le dije que viniera hoy.—Tienes razón. ¿Qué tiempo tengo antes
ErnestoTocaron a la puerta de la próxima clínica odontológica. Debía de quedar lista para finales de la otra semana, tal vez antes. Por quedarme encerrado, dedicado a darle mi toque personal, no se inauguró antes. No logré estar presente en su construcción. Si Dios lo permite, diez colegas estarán trabajando conmigo.Tenía hambre, mamá dijo que me traerá el almuerzo, debe ser ella… —No me pongas esta prueba, Señor—. El viento ondeó su cabello, con esa sonrisa de inocencia. Se veía preciosa la mujer de mi vida, lástima que me sea prohibida.—Llegó el domicilio.¿La he evitado durante la semana y ahora es ella a quien mi madre envía? Porque de solo recordar lo hecho en el carro, se endurece el pene. Me hice a un lado, los implementos para equipar los consultorios seguían empacados en sus respectivos lugares. Faltaban desarmarlos y dejar cada área como lo diseñó la preciosa de ojos azules frente a mí.—Ángel, ¿qué haces aquí?—Mamá, tiene mucho trabajo, no pudo traerte el almuerzo, aunq
AngélicaToda la piel se me erizó. Su lengua llevaba varios minutos haciendo destrozos en mi cuerpo. Su dedo aumentaba aún más el placer, era la primera vez que sentía algo así. Lo que hacía conmigo había logrado llevarme a un punto en donde creo que iba a gritar, pero luego bajaba el ritmo, minimizaba mis revoluciones para una vez más arremeter, logrando hacerme enloquecer.Esto sin duda era conocer la gloria, jamás renunciaré a él. Nunca lo haré. En un momento su dedo empezó a trazar movimientos circulares en ese lugar específico, aumentando el placer. Su lengua le hacía competencia en el camino de hacerme estremecer. Quise contenerme, pero fue imposible…Mi explosión llegó, las convulsiones iniciaron, el vientre parecía derretirme en abundancia y, al parecer, a Ernesto le gustó, no dejó de disfrutarlo. Su lengua seguía regalándome pequeñas cargas de electricidad.—Sabes, delicioso Ángel.—Y luego mis padres piensan que eres homosexual.—¡¿Qué?!Me cubrí el rostro sin dejar de reír.
AlexeyHabía acudido a la casa de Vainilla por el llamado del tío. Me había contado lo sucedido con Andrés Camilo y me pidió ayuda para orientarlo, ayudarle por mi experiencia a controlar la ira. Acuden a mí porque viví lo mismo en la adolescencia, aunque las razones eran diferentes.Lo mío era solo la adolescencia y cambios fuertes por el desarrollo. Por eso, papá me dejó bajo la autoridad de Samuel, quien, para sorpresa de todos. Tenía un don para saber ayudarme a canalizar la ira. Desde mis quince años practicaba el boxeo. Bajé las escaleras después de hablar con el primo.Lo ocurrido, en su caso, yo habría hecho lo mismo, con la diferencia, de que, sin duda, mato a quien hable mal de mi sagrada madre. Yo sí ofrezco un velorio en alguna parte. Volví a ver a Vainilla con su pijama de helado de vainilla, había sabido ignorarme en estos días. Antes, era ella quien me escribía de manera constante para saber qué hacía y, desde la cagada por mi parte, era cortes, pero no demostraba más
Eugenia María.Salimos del restaurante. En el cine no comí mucho para poder cenar, no tenía el estómago como el de Mapa, quien podía comer una vaca entera y no engordaba. Su confesión no lo esperaba. Sabía que ellos escondían algo, con lo del boxeo clandestino de mi primo Alexey, ya lo había asumido.Pero ¿carreras clandestinas y a Egan como el piloto? Además, la ida a Santa Marta era parte de eso. Lo cual fue una gran coincidencia con la penitencia impuesta por David. Al menos fue sincero. Y mi hermano se lo tenía muy guardado.—Te has quedado muda. —Habíamos llegado al parqueadero.—No esperaba tales negocios. Es solo eso.—¿Podrán guardarnos el secreto?—Eso es lo de menos, no te preocupes, sus secretos están seguros con nosotras. Solo…—¡Egan! —Una preciosa morena movía su mano, corrió hasta donde él.—Daniela.—Debería darte un par de cachetadas, pero al verte me dan ganas de…Y lo besó, lo besó… y siguieron besándose. El corazón latía muy fuerte, tanto que le dije a Mapa: no te