Samuel
Lavé mi rostro para pasar el malestar ocasionado por Gaby. Sé que fue una metida de patas garrafales haberme acostado con ella. ¡Mierda, m****a, m****a! Pero en esa abstinencia fue mi única salida. No iba a justificarme, estaba demasiado caliente y ella se ofreció. Fui muy claro que solo sería sexo. Miré mi verga.
—Esto es culpa tuya, por no mantenerte escondido.
Ahora, ¿cómo arreglaré la situación con ella?, Ya no había manera, ya nada será igual y la familia lo iba a notar. Donde se entere mi madrina… —volví a mirar mi pene.
» Te hace picadillo, ni desapareciendo del planeta te salvarás. Solo casándote y ni loco me casaba.
Salí del baño, en la habitación estaba Julián. Por su cara de estreñido avecino regaño seguro… Pero ¿yo qué hice?
De manera rápida busqué en mis recuerdos conversaciones, actitudes, gestos o acciones inapropiadas de mi parte desde la salida de la cárcel, pero nada, no había hecho nada, me he portado como un corderito.
—Sam. —señaló la puerta—. Vi salir a Gaby de tu habitación llorando. ¿Qué le hiciste? —¡Mierda, me jodieron!
—Nada.
—Samuel, es evidente el sentimiento de ella hacia ti.
Todo el mundo lo sabía. Su mirada era un megáfono diciendo, a cada nada, «te amo, Samuel».
—Es ella Julián. Yo no le he dado señales de nada.
—Pero la hiciste llorar, debes de tener más cuidado.
—Entonces, ¿qué quieres? ¿La engaño y finjo amarla cuando no es cierto?
—Ella te ama, sé más empático, te lo digo por experiencia. Después te puedes arrepentir.
—Mira, hermano. No voy a ilusionarla. Si está enamorada no es obligación para que yo deba sentir lo mismo. ¿Te parece justo estar a su lado sin sentir lo mismo? He sido claro de todas las maneras posibles. ¿Es culpa mía su enamoramiento? ¡No jodas, Julián, con esa m****a!
—Uno, deja la grosería. Dos, solo te pido ser un caballero. Llegará el momento en donde ella se dará cuenta de que no tiene esperanzas contigo y espero encuentre a otra persona y la haga sentir lo mucho que vale.
—Yo sé lo valerosa, fuerte e inteligente que es Gaby. Es una mujer preciosa, tiene un descomunal cuerpo, no tiene nada que envidiarle a ninguna de esas flacuchentas. Pero la amo como una hermana.
«Te acostaste con ella, le besaste todo el cuerpo, tu boca estuvo en cada rincón de su suave piel». M****a, sentí como si hubiera cometido incesto, vaya hora de pensarlo.
—Bien, tienes razón en eso.
—Julián, yo daría la vida por Gaby. Si le hacen daño con gusto, vuelvo a la cárcel después de haber matado a quien se atrevió a lastimarla. Pero una cosa es amarla de la misma manera en la que tú amas a Adara. ¿Lo comprendes? —¿Por qué se sintieron tan mal las palabras que salieron de mi boca? —Ahora vamos a la fiesta.
—Voy a mirar a Althaia, luego bajo.
En el pasillo él se dirigió a su antigua habitación, y yo regresé a la fiesta. La verdad era que sí me sentí un gran hijo de puta, por lo que le hice a Gaby. Tomé su virtud, recibí gustoso su inocencia, disfruté de momentos muy íntimos. Al llegar a la sala vi ingresar a Egan con David detrás. Mi padre salía de la cocina con un tetero para Deacon.
—César, ¿puedes prestarme tu despacho un momento? Por favor. —Crucé la mirada con Egan.
—La cagué, hermano.
—Y con creces, vamos, jovencito. Debo hablar seriamente con usted.
Papá y yo nos miramos. Era raro ver a David usar ese tono con sus hijos, ni con Salvador, que era tremendo y estaba en la edad cansona. Los vimos alejarse.
—Parece que la función de padres jamás termina.
—Es lo bueno de tenerlos a ustedes como padres. —dije.
Si él se entera hasta correazos, me da por primera vez sin importar que ya sea un adulto. —volvió a verificar la temperatura del tetero.
—Zalamero. Vamos, tu sobrino le está armando la guerra a tu madre. —sonreí.
Papá caminó hacia la mesa donde se encontraba mamá con Adara, y yo caminé a la mesa compartida con mis amigos. Pero tenía un sinsabor en el pecho.
……***……
Ernesto
No dejaba de pensar en los labios de mi Ángel. Sin duda arrastro un lastre por los pecados de mis padres. ¡Mandinga sea! ¿Por qué no pude enamorarme de otra persona? Tenía que ser de mi hermanastra. Uno de los meseros llenó el vaso de whisky de nuevo, y cuál gaseosa ingerí un largo trago.
Sentí la quemazón al pasar por la garganta y ni así se pasa el trago amargo por haberle hecho entristecer. Pero así debía ser. Necesitaba poner fin a este sentimiento, no puedo jugar con ella. No podía agrandar más el problema, y eso pasaría si tomaba su virtud…
—Mierda, si yo estoy jodido por una metida de patas. Viejo, tú pareces haberte defecado por completo.
Samuel se sentó a mi lado. Todos ellos me contaban sus aventuras y yo debía hablar de otras chicas o inventaba para no revelar mis verdaderos sentimientos. No podía confesarle el amor que sentía por Angélica; ya teníamos dos años y manteníamos una relación a escondida; si no hubiera sido por la cárcel, ya la habría hecho mía.
Desde donde estaba la veía triste, y eso lastimaba mi alma. No era mi intención hacerle esto, a mí también me dolía el alma. Luego miré a mis padres… ¿Cómo iba a decirles que amaba a Angélica?
—¡Oye!
—No jodas, Samuel, ahora no.
—No lo hago por joderte, las cagué con Gaby. —Lo miré.
—¿No fuiste sutil para decirle que solo había sido sexo? —indagué.
—La hice llorar, viejo, eso está incomodándome. Pero siempre fui muy claro.
—Esperemos que todo pase pronto, ojalá le llegue un buen hombre, alguien capaz de ver lo valiosa y su belleza. —La mirada de Samuel me hizo alzar la ceja—. ¿No te es indiferente?
—Deja de joder con esa m****a. No la veo como mujer, pero sí me aseguraré de que no le llegue ningún hijo de su madre a dañarla.
—¡Aja! —salió el costeño de mi padre.
—Más bien, dime, ¿cómo vas con las apuestas de la pelea de mañana?
—Con eso bien, la gente ya sabe que Alexey regresó y ahora tenemos un 90% asegurado. Para regresar no está mal. También tenemos vía libre para la carrera de Egan el fin de semana.
—Excelente.
—Es un pique en Santa Marta para la madrugada del domingo.
—Emmanuel ya tiene todo listo para viajar desde el viernes.
Nos miramos, ya no tenía nada con Angélica. Por eso necesitaba volver a disfrutar de nuevo, había estado mucho tiempo en abstinencia, me la pasé usando la mano, pero desde el primer beso con mi Ángel no quise volver a besar a nadie más.
—¿Lindas viejas?
—Mira la hembrita con quien vino. Ella es la encargada de conseguir las mujeres. Esa cara de nerd se levanta unas… —Nos reímos a carcajada—. ¿Volviste al ruedo o seguirás guardando fidelidad a esa virgen escondida que tienes?
—Te lo dije, hoy terminaría con ella y eso hice.
—Estamos muy jóvenes para sentar cabeza.
—Concuerdo.
—Por cierto, el tío David se llevó a Egan para regañarlo. —Nos miramos.
—Algo pasó, hace unos minutos vi a Euma hablando con ellos, por su actitud estaban discutiendo.
—Esperemos a ver, por ahora mira a Alexey bailando con la conquista de Emmanuel. Organiza todo, Ernesto. Mañana debemos volver con toda a partirle la cara a ese estúpido de Pernía, vamos a recuperar nuestros dominios, si no se consolidó en nuestra ausencia, se jodió.
—Ya tengo todo listo, hermano. Nuestras apuestas son más seguras. Mañana volvemos al ruedo.
EganPapá había cerrado la puerta y caminaba de un lado a otro. La verdad no se sintió muy bien al ver la carita de Euma al borde del llanto. —Rasqué mi cabeza—. No era mi intención que ella escuchara, de hecho, no debí decir eso. Una cosa era que ella como mujer no me inspira ese un mal pensamiento, y otra era el tema familiar. Y en eso la defequé con creces.Se sentó frente a mí, sus manos apoyadas en su rodilla, su mirada fija. No decía nada y ya me sentía como un miserable, tampoco pensaba en decirme una mala palabra para no ofender a mi santa madre.—¿Te he tratado como si no fueras mi hijo?—¡¿Qué?! ¡No, papá! —Algo extraño se sintió en el pecho.—No encuentro motivo para tu ofensa hacia Euma, como si no la apreciaras como una prima de sangre. Eso me hace pensar que en mí no ves el amor de un padre, Egan.Él y su psicología. Mi corazón comenzó a palpitar a causa de la vergüenza. David me ha enseñado a ponerme en el lugar de las otras personas. Si lo ponía de esa perspectiva, ser
EmmanuelMiré con fijeza a Alexey de nuevo, desde hace rato tenía un cuento raro con Mapa. Aunque los dos se mantienen en que son amigos, pero se veían extraños.—Más te vale. Ya contraté la compañía femenina para dentro de ocho días. Tendremos a cinco bellas y despampanantes mujeres con sus preferencias.Choqué las cinco con Samuel, estos éramos nosotros. Un muro impenetrable de amistad sincera. Desde el mismo instante en que llegué a esta gran familia, me hicieron sentir eso… una familia. Pero no iba a permitir una falta hacia mis tesoros; mis hermanas eran sagradas. Y les he enseñado a Eduardo José y Camilo Andrés el respetarlas y defenderlas con nuestras vidas. No vendrá un aparecido a ofenderlas.—Alexey. —sonrió, advirtió mi llamado de atención—. Así me muelas a palo, sabes que también puedo causarte daño. Si Mapa sale lastimada mañana, una vez la ponga a salvo, escóndete. Solo por esta vez lo pasaré, a la segunda te la verás conmigo.Estaba a punto de reventarle la cara al rubi
GabrielaBuen punto. Volví a ponerme roja, y no sabía qué responderle… Piensa rápido, Gabriela. —Alexey, Egan y Emmanuel son los enamorados de mis amigas, no digas nada, por favor. Pero si les pido a ellos el favor y por alguna razón la vida los empareja a Mapa, Euma o Rubí con ellos, no podría de la vergüenza. Ellos quedan descartados. A Ernesto… él es un amor conmigo, nos tratamos como hermanos, lo veo de esa manera. Por eso solo quedas tú. —¿No me ves como tu hermanito? —Fuiste una caspa en nuestra infancia, jodías tanto la vida, hasta los trece te veía como una patada en el culo. —Su carcajada fue hermosa.—¿Y después?—¡Ya lo sabes!, te agarraste a golpe con todos los que me hacían acoso por la gordura, eso cambió mi perspectiva hacia ti, además ninguna de mis amigas es tu enamorada. Por eso puedo pedirte el favor. ¿Lo harás, sí o no? Bendita sonrisa preciosa, acunó mi rostro, presionó mis mejillas. He bajado de peso, pero mis cachetes seguían amortiguados. No lo vi venir has
AngélicaEl anzuelo estaba lanzado. Vamos a ver cuánto aguanta en su decisión de no ser nada. Por mi parte no voy a descansar hasta lograr tener nuestra relación, quiero alejarle el miedo y que pueda gritar a los cuatro vientos su sentimiento. Porque sé que Ernesto me amaba. En la noche, cuando nos aparezcamos en esa pelea clandestina, debo mantenerme firme. Muy seguro que él se encuentre en compañía de otra, juro que, si hace eso, lo haré picadillo.Terminé de comer el cereal, saqué la ropa, porque en la tarde quedamos en reunirnos con mis amigas para saber cuál escusa les damos a nuestros padres, debíamos de llegar a la pelea clandestina. Sea lo que sea, voy de zapatos bajitos. No sea y ocurra como en las películas, seríamos tan de malas si la policía llegara y nos toque salir corriendo. Me quité la bata, quedé en panti cuando la puerta se abrió…—Ernesto…—Angélica…Estaba casi como Dios me mandó a este mundo, su mirada recorrió mi cuerpo por completo y, aunque había deseado desnud
Eugenia MaríaPapá aparcó en el momento en que Samuel llegaba en su moto y Gabriela salía a despedir a José Saldarriaga. Anoche ella nos contó todo lo relacionado con su amorío con Sam. Solo Angélica no se sorprendió, del resto no pudimos dar crédito a que perdiera su virginidad en una cárcel.Esto era de telenovela. Tampoco soy quién para juzgarla, pero jamás me hubiera imaginado ese escenario. Desde mi asiento noté la cara de puño de mi primo Samuel Abdala. De una Mapa y yo intercambiamos mirada y sonreímos, ojalá le funcione el plan.—Esperemos que los planes de Fernanda y Carlos se hagan realidad. —Después de decir eso, papá se bajó del carro.—¿De qué plan habla nuestro padre? —Me encogí de hombros.—No lo sé, pero mira la cara de puño de Samuel. Por cierto, ¿qué haría aquí si ayer fue tan grosero con Gaby? —comenté.—El chisme está para alquilar un balcón. Vamos. Además, no demoraron en llegar Rubí y Angélica.Con una extraña adrenalina bajamos del carro, papá saludaba a nuestro
RubíLo habíamos logrado. Eran las once en punto cuando Gaby apagó el motor del carro, vimos a Ernesto al lado de Emmanuel esperándonos. Nos miramos antes de bajar, pero en ese momento ingresó una llamada al celular de nuestra líder. Puso sus dedos en los labios.—Es el teléfono de los Villalobos.Mapa y Euma se miraron. Eso iba a pasar, no demoraban en hacerlo mis padres. Antes no lo entendíamos el porqué nos sobreprotegen tanto. Pero ahora teníamos una idea de eso y los amaba por cuidarnos tanto. Al inicio lo cuestionábamos mucho. Porque ni cuando éramos quinceañeras se ponían en estas.Por otro lado, lo dicho por Maco en la fiesta de su boda hace dos días: «Cuídense mucho entre ustedes, por favor, no salgan solas». Corroboró nuestras sospechas. Había algo a nuestro alrededor. Cuando por fin mis padres me lo confiesen, se los hago saber a mis amigas.—Hola, tío… Sí, viendo una película… Mujer Bonita, un clásico… ya te la paso. —El celular lo recibió Mapa.—Papi, acabas de dejarnos e
SamuelMe encerré con Gabriela en el contenedor reservado para preparar a Alexey. Tenía una salida hacia el exterior, de este lugar llegamos a donde tenemos nuestros autos. Y así podíamos salir cuando se presentara un problema. Ahora necesitaba aclarar algo con Gabriela, después me concentro en la pelea. Estoy seguro de que ganará, su técnica era mejor a la del peleador de Darío Pernía.—¿Puedes soltarme, Samuel?La llevé contra la pared del contenedor. Desde esta mañana estaba al borde de patear al que sea sin razón, no tenía ni puta idea de por qué no me gustó verla coqueteándole a ese maniquí de abogado. Quería decirle tantos improperios, pero tenerla tan cerca, recibiendo su delicioso aliento en la cara…Teníamos quince días, no tenemos sexo, de hecho, no he estado con nadie diferente a ella desde su entrega a mí. Y mi miembro la añoraba… Fui consciente de cómo se fue endureciendo… ¡A la mierda! Acuñé esos bellos cachetes entre mis manos para besarla. Por unos segundos se quedó qu
AlexeyCuando me dieron por ganador y la gente ovacionaba, yo solo busqué una mirada y sonreí al verla correr hacia el cuadrilátero. Sin importarme el evidente regaño de Emmanuel, corrí hacia ella. No le importó el sudor de mi cuerpo, se lanzó a abrazarme de una manera en la que jamás lo había hecho. Una vez más, su aroma a vainilla invadió todo mi entendimiento.—¡Ganaste, campeón!Me gusta escuchar ese apodo de parte de ella. La dejé en el piso. Al mirar a mis amigos, supe que la situación estaba candente.—Mapa, ayúdame rápido a quitarme los guantes.La gente seguía celebrando, y ella de rapidez soltó uno. Emmanuel llegó a nuestro lado, la recriminó con la mirada.—Alexey, ganamos una fortuna. Pernía tiene a mucha gente, es mejor salir rápido.El médico me quitó el otro guante. De su pantalón sacó la llave de mi auto. Los hombres de Pernía venían hacia nosotros. Por inercia quise mantener a Mapa a mi lado y se lo dejé ver a Emmanuel con la mirada cuando la tomé de la cintura y la p