Estoy muy tranquilo en el mundo de los sueños, cuando una repentina luz, que apuñala mi cerebro, me hace salir a la fuerza de mi merecido descanso.
- ¿Qué diablos?- comienzo a protestar completamente cabreado, porque además de la claridad, escucho un sonido de cajones abriéndose y cerrándose con fuerza, sin la más mínima consideración conmigo, un hombre que se ha pasado la noche entera en un club nocturno bailando y bebiendo y que necesita dormir, de preferencia, todo el día de hoy.
Pero no tengo que abrir los ojos para saber quién es la causante de todo, mi m*****a secretaria, la señorita Monroe, no sé qué inquina personal tiene esa mujer contra mí, pero juro que me odia.
Ya resignado a que no voy a poder dormir, abro finalmente los ojos y me incorporo como puedo, porque el dolor de cabeza me está matando y esta es la principal causa por la que no es bueno beber, no por la salud de tu cuerpo, ni nada de eso, sino porque al otro día, la resaca es horrible. Solo que cuando se te pasa, se te olvida.
No veo a la secretaria Monroe en mi gran cuarto, con estilo industrial y moderno, al igual que todo mi apartamento y yo diría que casi todas las construcciones, aquí en Manhattan, se hacen así, mucho acero, cristal por todas las ventanas y decoraciones simples y atemporales.
Pronto aparece la causante de la mayoría de mis males, sale de mi vestidor, con ese traje gris ejecutivo impecable, su pelo rojo recogido en un rígido moño bajo y sus característicos lentes de montura dorada, a través de los cuales se reflejaban sus ojos verde botella.
Esa actitud de que nunca se equivoca y siempre tiene todo bajo control, la muy santurrona.
- Tiene una reunión importante, hoy a las 11 de la mañana con un potencial socio, así que le sugiero que deje de mirarme con cara de odio y se prepare rápido para ir a la empresa- comienza a decirme de sopetón, sin unos buenos días ni nada, a veces me pregunto quién es el jefe de quién- Ya el traje que puede usar hoy está separado en el vestidor, lo espero afuera, por favor no demore.
- !Buenos días a ti también, secretaria Monroe y gracias por abrir mis cortinas tan amablemente! - le grito a su espalda cuando sale de mi habitación, sin ni siquiera darme la oportunidad de hablar.
Recuerdo que es cierto que hoy tengo una reunión súper importante. No quiero que nadie piense que soy un irresponsable en el trabajo, para nada, no mires esa actitud despreocupada que mantengo durante las noches, en mis momentos de ocio, cuando es tiempo de ser el responsable y exitoso Alan Kingsley, Presidente Ejecutivo de StellarTech Solutions, hago mi trabajo con seriedad y dedicación.
Nuestra empresa es líder en el sector de la tecnología y el software, con su principal cede en Manhattan, New York.
Es muy reconocida por su enfoque innovador y su capacidad, para desarrollar soluciones tecnológicas de vanguardia.
Puedo decir con orgullo que la he hecho crecer y alcanzar un nuevo nivel, después de que mi padre, forzosamente, me la heredó.
Y digo forzosa, porque casi no esperó a que cumpliera los 18 años, para auto jubilarse e irse con mi madre adoptiva, según ellos, a vivir su vida por el mundo.
Ajustándome la corbata, me miro en el espejo, para darme los últimos retoques. Debo decir que me considero un hombre bastante guapo, altura de 1.85 cm, cuerpo no excesivamente fuerte, pero con músculos trabajados y definidos, pelo ondeado castaño oscuro y los ojos color avellana, de mi madre.
Además, joven de 28 años y millonario, creo que en definitiva, estas últimas eran mis mejores ventajas y si no, pregúntales a todas las mujeres que querían trepar a mi cama por el dinero.
Saliendo finalmente de mi habitación, no con mucho ánimo que digamos, porque aún no he tomado nada para el dolor de cabeza y tengo el estómago revuelto, me encuentro con mi secretaria, que le está dando instrucciones al ama de llaves sobre como debe llevar algunas cosas de la casa.
Y sí, la secretaria Monroe, no solo maneja los asuntos de mi empresa, sino que prácticamente tiene más control sobre mi vida, de lo que hubiese tenido la madre que me parió.
Si algo debo decir a su favor, es que es extremadamente talentosa, profesional, hábil y que me conoce a la perfección, porque ha sido la única secretaria que he tenido desde que comencé a dirigir mi compañía.
Ella era un poco mayor que yo, de unos 23 años en aquel momento y no era tan genial cuando empezamos, a como es ahora, pero nunca, en tantos años, ha cometido ningún error imperdonable, así que por eso la aguanto, no me queda de otra.
- En la mesa del comedor está el desayuno- me dice de repente, interrumpiendo un momento su conversación con mi ama de llaves, para luego acto seguido continuar.
Esta es otra de las peculiaridades que me insultan de esta mujer, ella dice lo que quiere decir y punto, se gira a otra cosa, ¿y la respuesta de protesta que tengo que darle?, ¿y el sarcasmo que le tengo preparado?
Solo cuando estamos en la empresa y estoy en modo Presidente Ejecutivo es que se comporta como una verdadera secretaria, el resto del tiempo, hace lo que le venga en ganas.
Voy al comedor y sobre la amplia mesa de cristal y acero negro, para seis personas, encuentro tapado el desayuno con una charola de plata.
No estoy muy convencido de que pueda comer algo, porque mi estómago está muy malito, pero irse sin desayunar no era la idea. Destapo la charola y me encuentro con unos huevos revueltos con vegetales, unas tostadas integrales con aguacate, un batido de piña y frutas frescas cortadas en un plato.
Un desayuno nutritivo, balanceado y ligero. Justo lo que necesito ahora mismo. Al lado agua no muy fría y una pastilla que estoy seguro es para el dolor de cabeza. Y nada, esas son las razones por las cuales la señorita Monroe y yo mantenemos por años, esta relación de amor y odio.
¿Dónde puedo encontrar a una secretaria mejor que ella?, No creo que pueda existir.
Estoy sentado detrás de mi enorme escritorio de madera maciza, en mi amplia oficina, ubicada en el último piso del edificio donde está situada mi empresa.A mis espaldas, la bulliciosa vida de la ciudad de Manhattan, se desarrolla y la puedo observar con calma, a través de toda la pared acristalada que rodea mi oficina.Durante la reunión de la mañana hubiese querido quitarme la cabeza y cambiarla por la de otra persona del dolor que tenía, era insoportable a pesar del medicamento que tomé.Pero nada, todo era mi culpa por pasarme anoche de tragos, así que ahora me tocaba aguantarme.Tocan la puerta y pido que pasen adelante, continúo mientras tanto revisando unos documentos comerciales, que esperan mi firma de autorización.Enseguida entra la secretaria Monroe, pero yo sigo en mi trabajo y dejo que ella me diga el asunto que viene a tratar.- Presidente, ya el director de operaciones redactó el contrato de cooperación, con la compañía de juegos electrónicos para móvil, en la que uste
Finalmente, llegué a esta aburrida fiesta, que se me va a hacer eterna. Al final me descarté por un traje de esmoquin negro, de la marca Tom Ford, con un corte impecable y mucha atención en los detalles, unos zapatos de charol negro de alta gama de Church’s, los gemelos de oro blanco y onix de Tiffany & Co y como no podía faltar, el reloj heredado por mi abuelo, un Hublot Big Bang Unico Haute Joaillerie. Para rematar, me agregué un exquisito perfume de Tom Ford: Ombré Leather y engominé mi pelo elegantemente. La mansión de los Aron, era tan clásica y aburrida como siempre, si podía sacar algo divertido de esta casa, es al heredero de los Aron, Williams Aron, mi amigo y compañero de juegos de la infancia. Nuestras familias, tenías algo así, como una relación de amistad ancestral. Subí las anchas escaleras de mármol de la entrada, donde me había dejado el chofer, que fue a estacionar el Mercedes-Benz S-Class negro, que usualmente utilizaba para moverme en el trabajo. Saludé por aquí
- ¿Me estás diciendo que este cuadro es de tu negocio?- le pregunté a Williams con asombro mirando un gigante cuadro colgado en la pared de su estudio personal.- Sí- afirmó orgulloso- quería que subieras aquí también, porque sabía que te iba a interesar y no solo como comprador, te anuncio que estoy buscando un socio.- Tendrás que explicarme bien de que va todo esto- le digo mirando de nuevo al cuadro, que cubría gran parte de la pared. En él, se retrataba en colores blanco y negro, predominando más el color negro como de sombras, la imagen de una mujer sentada sobre un hombre, ambos de frente a la cámara.La mujer delante del hombre, con las piernas totalmente abiertas, sin mostrar al descubierto, su parte más íntima, solo por una delgada tanga de encaje blanco, que llevaba.Debajo de entre sus nalgas, se podía ver como sobresalía el miembro erecto y duro del hombre que estaba detrás, solo cubierto por la fina tela de la prenda interior masculina.En el torso, los senos de la mujer
El domingo, de lo que sería la semana próxima, a cuando se celebró la subasta en la mansión de los Aron, pude sacar por fin algo de tiempo para verme con Williams en el estudio.La señorita Monroe, generalmente no trabajaba los domingos, solo en ocasiones donde estábamos de proyectos hasta el cuello y no quedaba de otra.Llegué a la hora indicada y estacioné mi Porche 911 en el garaje subterráneo del edificio, en realidad no soy de los que me gusta andar lleno de guardaespaldas y choferes todo el tiempo.Necesito respirar de vez en cuando y a pesar de ser un millonario heredero y empresario exitoso, tampoco me considero una figura pública ni nada de eso, Manhattan está lleno de tipos como yo.Subí hasta el último piso, donde Williams me indicó que estaba el estudio, y la verdad es que como decía estudio privado y discreto, pensé que estaría en un subterráneo o algo así, tipo bar clandestino, por ejemplo.Pero me asombré al llegar y ver, lo que parecía ser un típico estudio muy normal
- ¿Presidente, me está escuchando lo que le estoy reportando del nuevo proyecto?- me pregunta la secretaria Monroe, sacándome de mis pensamientos- Déjeme los documentos aquí y yo los reviso después- le digo pasando mi mano por el entrecejo con pesadez. Admito que he estado un poco entretenido y también saturado de trabajo. Ella hace lo que le pido y sale de la oficina.Me recuesto en mi cómoda silla de cuero negra de oficina y la giro para quedar frente al cristal del piso al techo, que da a unas impresionantes vistas de Manhattan.Desde el día que llevaron el cuadro, muy bien empaquetado y protegido, a mi departamento, enseguida pedí que lo colocaran en mi oficina privada. Afortunadamente, la Srta. Monroe no estaba en mi casa a esa hora de la noche.Una vez fijado a la pared y que los técnicos se fueron. Me dispuse a ver con detenimiento, por lo que había pagado una sustanciosa cifra de dinero.Al ampliar tanto la fotografía, todos los detalles que antes no eran tan visibles, ahora
Finalmente, llegó el día que me pude liberar de tanto trabajo. Cuando llamé a la subdirectora, ya Williams le había comentado del asunto y la importancia de mantener mi total anonimato, al igual que tendría que mantenerse, el de los próximos interesados en esta inusual experiencia. Me pasaron a una discreta y pequeña habitación con una decoración donde predominaba el rojo burdeos, dándole un ambiente íntimo y hasta romántico, diría yo. Un mueble de cuero negro muy cómodo, con una mesita baja, rectangular, de madera oscura delante, donde habían preparado una pitillera de los cigarrillos que me gustaban, una botella de whisky Jamenson, con su vaso de cristal, para ser consumida en cualquier momento y hasta ahora la preparación meticulosa me parecía muy acogedora. Supongo que por eso, en el cuestionario que te hacen antes, preguntan sobre tus gustos personales. Este Williams lo tiene todo fríamente calculado. Después de sentarme cómodamente, abriendo la chaqueta de mi traje ejecutivo
Efectivamente, al poco rato se reanudó mi visión. La fotógrafa caminó a un lado de la cama, hablando con la pelirroja y esta asentía.Estaba sentada casi al borde de la cama, de espaldas a mí y entendí el porqué. La parte de arriba de su outfit había desaparecido y solo la tanga y las medias, con tacones, permanecían.Su hermoso y ondeado cabello rojo cubría su blanca espalda hasta la mitad y dejaba al descubierto esa estrecha y sexy cintura, muy manejable y perfecta para agarrar con las dos manos, mientras penetraba dentro de su cuerpo.¡Ejem!, mis pensamientos ya estaban vagando por sitios que no deberían, así que tomé otro sorbo de Jameson y me aclaré la mente, creo que llevaba un tiempo sin desahogarme y eso era lo que estaba jugando en mi contra.La fotógrafa tomó su posición sin tapar mi vista y la modelo se acostó en la cama boca arriba, con las piernas flexionadas en forma de M y abiertas hacia el cabecero, pero la vista que daba hacia mí era la de su rostro sensual cubierto p
Conversamos de tonterías Héctor y yo, porque como siempre, Jhon estaba en mute y de vez en cuando miraba hacia la pista de baile a través del humo del cigarrillo. - Oye Alan, en la mesa de allí, hay unas chicas que no nos quitan el ojo de arriba- me dijo el rubio señalando con la cabeza, hacia la mesa que estaba en una esquina del segundo piso, en diagonal a nosotros. En la mesa, como efectivamente él me había dicho, había varias chicas jóvenes vestidas provocativamente mirando descaradamente hacia nosotros. Y precisamente esa fue una de las razones por las que vine a este bar en específico. Era como una ley no hablada, que aquí asistían muchas mujeres en busca de pescar a los solteros ricos que venían a divertirse. Todos sabían lo que querían, ellas buscar oportunidades de ascender ligando a un milloneta y los hombres con dinero, pagar por diversión de una noche. Aunque también hubo sus excepciones locas y algunos encontraban al amor de su vida en sitios como este. Para mí eso e