Un vidrio se había roto en medio de la noche en aquella casita de madera en medio de las praderas irlandesas. El sonido de los cristales rompiéndose, había alertado a los, hasta ese momento, durmientes inquilinos quienes alarmados se habían levantado para revisar lo que sea que hubiera pasado.Un par de hombres desconocidos se habían colado dentro de la propiedad, buscando a la mujer de quien debían deshacerse; para ello les habían pagado una para nada despreciable cantidad de dólares, y moviéndose en la oscuridad intentando ser silenciosos como un gato, buscaban desesperadamente a su desconocida víctima.—¿Quién está allí? —Adalet Williams, armada con un pesado bate, cuidaba cada uno de sus pasos temiendo enfrentarse sola al intruso. La puerta trasera tenia un cristal roto; lo habían quebrado con la intención de abrir la puerta e ingresar por esta. Los cristales rotos yacían sobre el suelo, y la pelirroja miraba a duras penas en la oscuridad, intentando ubicar al desconocido.El cru
“Se ha ido”Entre nubes blancas y sueños de arcoíris, las almas inocentes descansan. Entre el mundo de los ángeles y el reino de los cielos, aquellos cuya luz se ha extinto, se olvidan de todo sufrimiento si llegaron a conocerlo. La muerte es solo paz, la muestra de amor más grande, pues todo aquello que nos ha herido será olvidado.Sin embargo, para aquellos ángeles que nunca conocieron el mundo antes de cruzar el puente de arcoíris y no conocieron dolor alguno, hay un sitio especial. Rodeado de nubes de oro y fuentes de plata, en donde solo juegos y paz existe, en donde, un soleado día, aquellas madres que perdieron a aquel que representaba sus sueños, han de reunirse con su razón de ser. En ese dulce paraíso, descansan las almas de los inocentes que no llegaron a nacer, esperando aquella reunión de lo que no pudo ser.Adalet sollozaba casi en silencio, sintiendo su vientre vacío y el alma rota con aquellas promesas y sueños que ya no serían más. Mirando a la luz que se colaba entre
El sol brillaba en lo alto aquel hermoso día de primavera. Las flores blancas dejaban sentir sus delicadas fragancias en aquel hermoso jardín cuyos arboles y preciosos rosales, eran bañados por cálidos rayos de luz.Un año y medio había pasado, un año de difíciles luchas en donde la aceptación había marcado una diferencia. Todos aquellos tormentos del pasado habían quedado atrás, y aun cuando el dolor había estado presente dejando cicatrices que jamás se podrían borrar, el cielo celeste con nubes blancas de esa mañana, traía consigo mil promesas en un futuro esperanzador.—Ha sido un año muy duro — decía Bastián mirando al hermoso cielo de esa mañana.—Lo ha sido, hijo, pero creo que ahora, todo estará bien — respondía Bernard Myers a su hijo.Se habían reconciliado un tiempo atrás, y el hombre finalmente se había disculpado con la mujer de su hijo por haber sido participe de aquellas crueles maquinaciones que Stone había hecho en su contra. Adalet, aprendiendo de su venganza, le habí
—Me voy, y no me importa decir la verdad, esa mujer es mucho más hermosa de lo que tu lo eres, es toda una belleza, además, de buena familia, en cambio tú, ciertamente, has perdido tu belleza, te has vuelto aburrida — decía el hombre mientras colocaba el resto de su ropa en aquella maleta negra. Dispuesto a abandonar para siempre a aquella mujer a la que le había prometido un día su vida entera, la miro de soslayo con un deje de burla notando el aspecto desalineado y las lagrimas que le resbalaban por el rostro a su ahora ex esposa.La mujer miraba a aquel hombre que le había prometido ante Dios estar con ella el resto de sus días, ser su compañero de vida y quien la haría feliz el resto de ella. Sentía su corazón romperse en mil pedazos. Al comienzo, habría querido creer que él no la había traicionado, sin embargo, al verlo tomar aquella maleta ya dispuesto a marcharse, corrió para aferrarse a su brazo y no dejarle ir.—No te vayas, por favor, tu me prometiste que estaríamos juntos p
—¿Ya la viste? Es realmente hermosa —El sonido de los altos tacones resonaba en aquel pasillo mientras las miradas masculinas se concentraban en la hermosa mujer que con altivez y una mirada fría, caminaba con dirección a las oficinas. Era hermosa, realmente bella y de porte elegante, su piel era levemente morena, su cabello parecía un homenaje al fuego, y sus ojos no se dignaban a mirar a nadie en el sitio.—Señora Williams, nos hemos puesto en contacto con nuestro cliente nuevamente y ha decidido aceptar la oferta para el proyecto con la constructora Ajax, el de las casas de super lujo, quieren que lo más pronto posible se comunique con ellos para agendar una cita y verse en persona y así aclarar los términos del acuerdo — decía un joven secretario que caminaba apresurado tras la bella mujer que no disminuía la velocidad de sus firmes pasos y que sonreía de manera genuinamente maliciosa, como si hubiese estado esperando que aquella propuesta fuese aceptada.Abriendo la puerta de aq
—A… ¿Adalet? — cuestiono Enzo sintiendo como se le cerraba la garganta.—Hola Enzo, tiempo sin verte, ahora señores, ¿Vamos a tener una charla melancólica? ¿O nos enfocamos directamente en lo que es realmente es importante? Hablemos de negocios.Enzo trago duro. Era el mismo color y forma de aquellos ojos ya conocidos, pero estos eran tan fríos que parecían dos dagas de hielo que parecían apuñalarle el alma. Su rostro era el mismo, pero sin las marcas del cansancio y completamente rejuvenecido, tan hermoso como aquel primer día en que la conoció, su cabello fuego lucia sedoso y perfectamente ondulado. Estaba delgada, con sus curvas intactas y perfectas, alcanzaba a notarlas en aquella falda y saco ejecutivos en color azul zafiro que hacia juego con sus bellos ojos. Aquella era Adalet Jones, la mujer a la que años atrás había abandonado por su actual esposa.—Adalet, yo… — dijo Enzo con voz trémula y entrecortada.—Vamos Enzo, no estamos aquí para nada más que hablar de negocios, así q
—Mamita, ¿Hoy también llegaras tarde? — cuestionaba un niño pequeño que se notaba de no más allá de los cuatro años de edad.Acariciando los cabellos rojos de su amado hijo, Adalet sonrió con ternura hacia el pequeño.—No cariño, regresare temprano y te llevare al parque como te he prometido, recuerda el valor de una promesa — respondió a su hijo mirando sus ojos grises, iguales a los de Enzo, mientras salía por la puerta de su lujosa mansión.—Si mamita — dijo el pequeño mientras se abrazaba a su madre para despedirse.Tomando aire, igual que todos los días, le era difícil apartarse de su pequeño hijo, pero era necesario. A Enzo no le diría jamás que tenían un hijo en común, para ella, Dante era solamente suyo.Adalet recordaba todo lo que ella y su hijo habían tenido que sufrir en prisión durante ese único año que estuvo encarcelada. Esos recuerdos aun le provocaban pesadillas todas las noches. ¿Cómo habían sido capaces los Stone de aquel acto tan cruel y desalmado contra ella? La r
El dolor se hacía presente, nadie parecía escuchar sus gritos. Estaba allí, sola en una sala partos dentro de una prisión temiendo por la vida de su hijo. El llanto de su bebé se escuchaba de repente, y la burla de las oficiales que se negaron a llevarla a un hospital para que su hijo naciera decentemente. Luego, al ver como esas mujeres se lo llevaban y lo dejaban en los brazos de Ernest Stone quien seguía burlándose de ella, sintió caer en la desesperación mientras gritaba el nombre de su hijo. —Dante —Despertando abruptamente de aquella pesadilla, sintió el sudor frio empapando su cuerpo. Otra noche de malos sueños plagados de recuerdos crueles mezclados con sus propios miedos le pasaba factura. Levantándose, Adalet se lavó el rostro en el baño y preparo la tina para ducharse. Tenia que cumplir su objetivo rápido, antes de que los malos sueños terminaran por devorarla.—¿Te has vuelto loco? No vas a divorciarte de tu esposa, ¿Tienes idea del escandalo en que nos meterías? Los Sto