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Capítulo 4: El orgullo herido

El dolor se hacía presente, nadie parecía escuchar sus gritos. Estaba allí, sola en una sala partos dentro de una prisión temiendo por la vida de su hijo. El llanto de su bebé se escuchaba de repente, y la burla de las oficiales que se negaron a llevarla a un hospital para que su hijo naciera decentemente. Luego, al ver como esas mujeres se lo llevaban y lo dejaban en los brazos de Ernest Stone quien seguía burlándose de ella, sintió caer en la desesperación mientras gritaba el nombre de su hijo.

 —Dante —

Despertando abruptamente de aquella pesadilla, sintió el sudor frio empapando su cuerpo. Otra noche de malos sueños plagados de recuerdos crueles mezclados con sus propios miedos le pasaba factura. Levantándose, Adalet se lavó el rostro en el baño y preparo la tina para ducharse. Tenia que cumplir su objetivo rápido, antes de que los malos sueños terminaran por devorarla.

—¿Te has vuelto loco? No vas a divorciarte de tu esposa, ¿Tienes idea del escandalo en que nos meterías? Los Stone no cometemos errores — gritaba Ernest Stone a su hijo Enzo en aquella discusión que sostenían en la mansión principal.

Al otro lado de la ciudad.

—¡Ella no puede darme hijos! Tengo cuatro años intentándolo y no tengo aun un heredero — gritaba Enzo en respuesta ante la negativa de su padre.

—No lo harás, no vas a divorciarte de Sara Lestrange, esa es mi última palabra, no permitiré que cometas otro error como el que cometiste al casarte con esa zorra Jones — dijo el imponente hombre para luego despedir a su hijo de su estudio.

—¡Maldición! — dijo Enzo golpeando el muro.

Acomodándose luego la corbata, el hombre camino fuera de la mansión de los Stone. Se sentía frustrado, furioso. Estaba convencido de que su mujer era estéril o estaba tomando anticonceptivos a espaldas de él, pues en el tiempo que tenían casados, aun no lograban tener hijos. Encendiendo un cigarrillo, nuevamente pensó en su ex esposa, quizás, con ella si habría logrado tener hijos. Subiendo a su auto, quemo las llantas en evidente molestia, iría a ver a Adalet. Deseaba verla.

En su departamento, Bastián aun meditaba sobre lo que había visto. Adalet era una mujer fría, de carácter fuerte y con un temperamento brutal, sin embargo, verla entregada como madre…lo había sorprendido. Por supuesto, también había sido una sorpresa enterarse de esa manera que la mujer tenia un hijo. Pocas o ninguna persona parecían saberlo, tampoco era una mujer casada, por lo cual sus pensamientos le hacían ver que era una madre soltera.

Ahora se sentía más intrigado que antes, ¿Quién podría haber sido el imbécil que la había dejado irse y con un hijo de por medio? Tomando su elegante saco, se lo puso para luego salir y subir a su auto. Quería conocer a esa mujer, quería saber todo de ella, esa era la primera vez que una mujer le había interesado tanto a Bastián Myers.

—Bien, ahora, llama a los agentes de la constructora Alianza, necesito que confirmen si serán parte del proyecto Estela para ver si los incluyó dentro de la agenda, y también debemos mandar a los inspectores para que verifiquen el material para la construcción de la plaza Esfera, no quiero que se pierda la calidad de ese trabajo pues será el alcalde quien de la ceremonia de inauguración — decía Adalet mientras gestionaba los muchos pendientes de la empresa.

—Wow, es simplemente impresionante como maneja a sus súbditos majestad — decía Bastián dejando su saco sobre una de las sillas.

Girándose para ver al dueño de la voz que la interrumpía, Adalet tropezó con una de las sillas que había en su oficina, siendo tomada a tiempo por los fuertes brazos de Bastián. Mirándose a los ojos, se quedaron en silencio por un momento.

—Llego temprano señor Myers, aunque debo admitir que no lo esperaba hoy — dijo Adalet notando en bonito color verde de los ojos de Bastián, así como sus risos castaños y su rostro hermoso, varonil. Era un hombre muy apuesto, lo admitiría.

—Que bueno que fue así, ¿No lo cree señora Williams? De lo contrario, ahora mismo estaría usted sobre el suelo, y prefiero sostenerla entre mis brazos que darle a el ese privilegio — respondió Bastián notando el hermoso color de los ojos de esa mujer.

Por un momento, ambos se miraron sin moverse, sin decir una sola palabra. Perdidos en los ojos del otro por tan solo ese instante sin saber exactamente porque razón.

—Ajam… ¿Interrumpo algo? — dijo con severa molestia Enzo, quien recién entraba a la oficina de su ex esposa tan solo para verla en los brazos del que consideraba casi un hermano.

Ambos salieron de su estupor sin comprender exactamente lo que había pasado.

Adalet se safo del agarre de aquel abogado endemoniado y lo miro con reproche. No entendía porque no lo había retirado de inmediato, pero no permitiría que aquello ocurriera de nuevo.

—Gracias señor Myers, pero en lo futuro absténgase de poner sus manos sobre mí, ahora, señor Stone, no lo esperaba por aquí tampoco, este no es un buen momento — dijo con frialdad la mujer.

—Bastián, ¿Te importaría? Hay algo que necesito hablar con la señora Williams en privado — dijo con tono molesto.

—Señores, parece que ninguno comprende que este no es un buen momento, así que les sugiero que si tienes dudas sobre el proyecto las hablen con mi asistente, Charles está al tanto de todo — dijo invitando a salir a ambos.

Molesto, Enzo salió primero seguido por Bastián que se mostraba confundido por aquello que acababa de pasar entre el y la mujer que lo miraba con fingida indiferencia.

—¿Qué diablos hacías con ella? — reprocho Enzo con un deje de celos que se esforzaba por disfrazar en su haber.

—Eso no te importa amigo, iré a comprarle un café, creo que ella está un poco estresada — respondió Bastián. Necesitaba aire, no le había agradado aquello que había sentido momentos atrás.

Retomando su postura, Adalet siguió revisando aquellos papeles ignorando lo que había ocurrido momentos atrás con el abogado del diablo. Escuchando el sonido de la puerta de su oficina abriéndose, alzo su vista para mirar a Enzo frente a ella.

—¿No conoces el camino hacia la salida Enzo? Recuerdo muchas cosas de ti, pero no el ser un estúpido — dijo con frialdad la mujer.

Azotando sus manos sobre el fino escritorio de su ex esposa, Enzo se sintió frustrado.

—¿Qué hacías con él? ¿Por qué estás aquí y como es que ahora eres la dueña de una empresa? ¡Explícame! Quiero saberlo, me carcome la duda de no entender lo que esta pasando — cuestiono Enzo.

Adalet miro con ironía a su ex esposo. Pronto, el y toda su familia pagarían por lo que le habían hecho sufrir, les haría pagar por sus pesadillas.

—Yo dejé de ser tu asunto hace ya cinco años Enzo, supe que te casaste con la mujer por la cual me abandonaste, estoy segura de que lograste la felicidad que estabas buscando con, ¿Cómo fue que lo dijiste? A si, con “tu nueva mujer que es fina, demasiado hermosa, y la hija de una familia con mucho dinero”, o corrígeme, ¿No es de esa manera? — respondió en tono burlón la mujer.

Enzo apretó los puños. ¿Ella se estaba burlando de él? Mirandola, noto el escote en su saco dejando ver el nacimiento de sus senos. Noto la aparente suavidad de su piel cremosa, así como los caireles de seda roja que conformaban su cabellera sedosa. Sin embargo, eran aquellos ojos azules como el zafiro, que lo miraban con tanto odio y desprecio, lo que lograban hacerlo desearla como si fuera un demente.

—¿Estas saliendo con alguien? ¿Te gusta Bastián? M*****a sea, dime que no te has acostado con nadie después de mi — cuestiono casi con desesperación.

Adalet sonrió con burla.

—¿Creíste que iba a esperarte? No seas ridículo, he tenido amantes, y todos mucho mejores que tu — respondió sabiendo que aquello heriría el orgullo de su ex esposo.

Sintiendo el deseo de tomarla allí mismo y demostrándole que nadie sería mejor que él. Enzo se acerco mas a ella, sin embargo, el sonido de la puerta abriéndose lo detuvo en seco.

—Señora Williams, le he traído un café como muestra de paz, me iré, pero se lo dejo sobre su escritorio, la vere mañana — dijo Bastián notando la tensión que había.

—Gracias señor Myers, lo veré mañana, y, señor Stone, dejemos esta aburrida charla aquí, soy una mujer de negocios, no tengo tiempo para tonterías, Charles, escolta a los señores a la salida, se que ambos tienen mejores cosas que hacer — dijo con aires de orgullo la hermosa pelirroja.

Enzo salió hecho una furia, y Bastián, mirando a la mujer y a su amigo, nuevamente se pregunto que era lo que realmente había pasado entre ellos. Luego de ello, salió con muchas dudas que respuestas, aquello parecía ser una mala historia, y, sin embargo, aun sentía el cuerpo de aquella pelirroja entre sus manos, y aquello lo hizo estremecerse.

Viendo marcharse a su ex esposo desde los ventanales de su oficina, Adalet sonrió, aquello era solo el comienzo de su venganza, lo volvería loco, y luego, se lo arrebataría todo, sin embargo, sus ojos azules no pudieron evitar desviarse hacia aquel hombre que la había sostenido en sus brazos solo por un momento, sin embargo, se negó a pensar en ello. 

—Señor Stone, lo lamentamos, pero hemos decidido no renovar contrato con ustedes, encontramos a un mejor proveedor, espero pueda comprenderlo —

Aquella era ya la tercera ocasión en que alguien rompía contrato con los Stone y el viejo Ernest comenzaba a enfurecerse. ¿Quién estaba interfiriendo con sus clientes? ¿Quién se atrevía a ponerse en su camino?

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