Aquella mañana no comenzaba del todo bien a pesar de que el día anterior había pasado una agradable tarde de trabajo bien acompañado de la sexy señora Williams, y los pasteles que habían compartido juntos.—Basta ya Rebekah, estoy harto de tus estúpidos e injustificados ataques de celos, ¿Comprendes que solo me casaré contigo porque así me lo impuso mi padre? Que te quede bien entendido que yo te desprecio, eres la mujer mas banal, víbora y despreciable que he conocido, tu y yo no tenemos nada y nunca tendremos nada, tan solo eres mi prometida porque así me lo obliga mi deber familiar, pero jamás llegare a sentir nada más por ti que no sea odio — diciendo aquello, Bastián terminaba esa desagradable llamada de su impuesta prometida.Mientras se colocaba los zapatos, Bastián nuevamente sintió desprecio hacia su apellido, los Myers, la perfecta familia de famosos abogados cuyo apellido prominente era bien temido y respetado en todos los círculos sociales que había en la burda sociedad es
El agua fría que caía desde la regadera, no le ayudaba a calmar los pensamientos que lo mantenían perturbado desde la noche anterior. Apenas había logrado dormir un poco debido a toda la tribulación de emociones que parecían ir y venir sin control alguno.La había besado.Saliendo de la ducha, Bastián se acomodaba su ropa deportiva; necesitaba salir a correr, tenía que distraerse urgentemente, pues no había logrado dejar de pensar en ella, Adalet Williams realmente se le había clavado en medio de los pensamientos y eso, no era bueno él, en realidad, no era bueno para ambos, él no era para nadie, y ella tenía su propia historia en ese hijo, y en Enzo.Había una poderosa razón por la cual no se atrevía nunca a rebasar los límites entre el placer físico y las emociones comprometedoras: él era un hombre comprometido. Aun cuando despreciara por mucho a la mujer que había sido elegida para ser su esposa, él tenía un deber familiar que cumplir, deber que le habían inculcado casi desde que re
Mientras disfrutaba de su taza matutina de café, Adalet escuchaba con atención lo que Nick tenía para decir.—Ellos están usando materiales de baja calidad cuando en su contrato prometen usar de primera, esto es fraude Adalet por donde quiera que se mire, los tenemos en las manos, con todo lo que esta saliendo en las reparaciones del Nazaret tenemos más que suficiente evidencia para exponer a los Stone, con eso puedes derribar su imperio de un solo movimiento con la mano en la cintura — aseguraba Nick.Adalet bebió un sorbo de su café. Realmente, aquella información era invaluable, una bomba perfecta para sus planes, sin embargo, aún no era el momento de usar aquello, no cuando los Stone aun gozaban de gran reputación e influencias.—Es cierto Nick, con esto, podemos hacerles mucho daño, pero no, aún no es el momento — respondió.Niklaus la miró incrédulo.—¿Qué aún no es el momento? ¿Entonces cuando será eso? ¿Los tienes en las manos y aún no actuarás? — cuestiono el rubio.Adalet ne
—Yo soy Bastián, Bastián Myers, y es un placer conocerte Dante —Adalet tomaba a su pequeño hijo entre sus brazos, mientras miraba a Bastián frente a ellos. Había sido descuidada, se suponía que nadie debía de saber de Dante, pero era difícil mantener a un niño de casi cinco años dentro de un departamento.Bastián miraba el notable nerviosismo de Adalet, le resultaba muy fácil el entender que la mujer no quería a nadie cerca de su hijo, aunque sus razones, por supuesto, le eran desconocidas, pero notando los ojos algo enrojecidos de Adalet, dedujo que algo malo había ocurrido. Aun así, él no tenía ninguna intención de perturbar a la madre y a su hijo, así que, sonriendo, devolvía aquel balón en las manos del pequeño.—Aquí tienes pequeño, ten más cuidado con él, aquí hay mucha gente y puede que pierdas tu balón si lo arrojas demasiado lejos — dijo Bastián con una sonrisa que Dante le correspondió.—Gracias señor — respondió Dante.—Bueno Bastián, creo que es mejor que nos vayamos, fue
La noche junto a Bastián había sido agradable, eso no podía negarlo. Adalet pensaba en lo ocurrido, y aun cuando seguía sintiendo temor porque aquel hombre dijera algo sobre su hijo, la tranquilizaba también el que él le hubiese hecho una promesa. Hacia demasiado tiempo que no pasaba un agradable momento junto a un hombre que no fuese Nick; era natural pues ella había dejado de confiar en el género masculino después de la traición de Enzo y sus terribles sufrimientos en la cárcel.Bastián parecía ser diferente, aunque ella había aprendido a no volver a confiar plenamente en nadie. Miraba a su pequeño Dante desayunando tranquilamente, mientras ella se preparaba para ir a la oficina y seguir con su plan maestro a flote.—Te ves muy animado hoy Dante, ¿Puedo preguntar a que se debe eso? — cuestionaba Adalet alegre de ver a su hijo contento. Dante miro a su madre y luego le mostro una enorme sonrisa de felicidad.—Es que me gusto mucho tu amigo, el que me compro helado, es amable, como
—¡¿Cómo te atreves a lastimarla?! — gritó Bastián que al mismo tiempo le propinaba un fuerte golpe a Enzo logrando derribarlo. Había alcanzado a ver como este lastimaba a la pelirroja.—Tu, maldito — respondió Enzo apenas logrando levantarse, estaba ebrio, enfurecido.Los golpes, los insultos y jaloneos, se intensificaban más y más conforme los minutos iban pasando, y Adalet, frustrada, intentaba intervenir para detener aquella pelea sin sentido.—¡Basta! ¡Ya deténganse! — gritaba la pelirroja intentando tomar del brazo a Bastián para forzarlo a detenerse.Las miradas curiosas comenzaban a amontonarse en el estacionamiento, y la sangre comenzaba a brotar de la nariz de Enzo después de recibir un tremendo puñetazo de parte del encolerizado Bastián.—¿Cómo fuiste capaz de poner tus manos encima de una mujer? ¿Acaso no eres un hombre? — cuestionaba Bastián mirando a Enzo con desprecio y decepción.Limpiándose la sangre de la nariz con la manga de su saco, Enzo dio una mirada furtiva y fe
—No puedes seguir de esta manera Ada —Aquella mañana comenzaba con un fuerte regaño de Niklaus hacia la pelirroja. Adalet bebía café, era fin de semana, no había oficina, y al menos por esos días, no estaba en peligro de encontrarse con su ex esposo, aunque realmente aquello no era lo que estaba dentro de su mente en esos momentos, no, era aquel beso tan intenso y pasional que ella y Bastián habían compartido, en todo lo que realmente quería pensar, al menos en ese momento.—Escúchame, ¡diablos! — se quejó Nick quitándole a Adalet la taza de café.—Hey, devuélveme eso — se quejo la pelirroja.—¿Qué diablos te pasa hoy? Estás muy distraída — reprocho Nick y la otra suspiró. —Bien, como sea, pero en verdad tienes que poner tierra de por medio. Ya tenemos el camino preparado para la caída de los Stone, tal cual, y como querías, pero es mejor que te vayas y te lleves contigo a Dante — termino de decir.Adalet frunció el ceño. —No voy a irme, no puedo irme, tengo que estar aquí, quiero ve
—Ada, estoy muriendo —Aquellas palabras habían logrado que Adalet Williams se quedara completamente helada, y que sus lagrimas salieran descontroladas para derramarse de sus ojos zafiro.—¿Q-que? — cuestiono con voz trémula la pelirroja esperando haberse equivocado con lo que acaba de escuchar.Adrienne negó. — Ada, el cáncer volvió, mucho más agresivo que antes…ya no hay nada que pueda hacerse — dijo la mujer con fatal sinceridad.Adalet sintió como su corazón se partía en mil pedazos. Estaba destrozada. Abrazándose a su madre en un doloroso impulso, se aferro a ella sin el deseo de dejarla irse; jamás estaría lista para verla partir, ella junto a Dante, era todo cuanto realmente tenía.—Tiene que poder hacerse algo, aquí en New York están los mejores doctores, ellos te darán otra opinión, ya lo veras mamá, todo va a estar bien, será como la última vez y ese maldito cáncer entrará en recesión, tengamos fe, mamita, tengamos fe — dijo Adalet sabiendo muy dentro de ella que no había má