La noche junto a Bastián había sido agradable, eso no podía negarlo. Adalet pensaba en lo ocurrido, y aun cuando seguía sintiendo temor porque aquel hombre dijera algo sobre su hijo, la tranquilizaba también el que él le hubiese hecho una promesa. Hacia demasiado tiempo que no pasaba un agradable momento junto a un hombre que no fuese Nick; era natural pues ella había dejado de confiar en el género masculino después de la traición de Enzo y sus terribles sufrimientos en la cárcel.Bastián parecía ser diferente, aunque ella había aprendido a no volver a confiar plenamente en nadie. Miraba a su pequeño Dante desayunando tranquilamente, mientras ella se preparaba para ir a la oficina y seguir con su plan maestro a flote.—Te ves muy animado hoy Dante, ¿Puedo preguntar a que se debe eso? — cuestionaba Adalet alegre de ver a su hijo contento. Dante miro a su madre y luego le mostro una enorme sonrisa de felicidad.—Es que me gusto mucho tu amigo, el que me compro helado, es amable, como
—¡¿Cómo te atreves a lastimarla?! — gritó Bastián que al mismo tiempo le propinaba un fuerte golpe a Enzo logrando derribarlo. Había alcanzado a ver como este lastimaba a la pelirroja.—Tu, maldito — respondió Enzo apenas logrando levantarse, estaba ebrio, enfurecido.Los golpes, los insultos y jaloneos, se intensificaban más y más conforme los minutos iban pasando, y Adalet, frustrada, intentaba intervenir para detener aquella pelea sin sentido.—¡Basta! ¡Ya deténganse! — gritaba la pelirroja intentando tomar del brazo a Bastián para forzarlo a detenerse.Las miradas curiosas comenzaban a amontonarse en el estacionamiento, y la sangre comenzaba a brotar de la nariz de Enzo después de recibir un tremendo puñetazo de parte del encolerizado Bastián.—¿Cómo fuiste capaz de poner tus manos encima de una mujer? ¿Acaso no eres un hombre? — cuestionaba Bastián mirando a Enzo con desprecio y decepción.Limpiándose la sangre de la nariz con la manga de su saco, Enzo dio una mirada furtiva y fe
—No puedes seguir de esta manera Ada —Aquella mañana comenzaba con un fuerte regaño de Niklaus hacia la pelirroja. Adalet bebía café, era fin de semana, no había oficina, y al menos por esos días, no estaba en peligro de encontrarse con su ex esposo, aunque realmente aquello no era lo que estaba dentro de su mente en esos momentos, no, era aquel beso tan intenso y pasional que ella y Bastián habían compartido, en todo lo que realmente quería pensar, al menos en ese momento.—Escúchame, ¡diablos! — se quejó Nick quitándole a Adalet la taza de café.—Hey, devuélveme eso — se quejo la pelirroja.—¿Qué diablos te pasa hoy? Estás muy distraída — reprocho Nick y la otra suspiró. —Bien, como sea, pero en verdad tienes que poner tierra de por medio. Ya tenemos el camino preparado para la caída de los Stone, tal cual, y como querías, pero es mejor que te vayas y te lleves contigo a Dante — termino de decir.Adalet frunció el ceño. —No voy a irme, no puedo irme, tengo que estar aquí, quiero ve
—Ada, estoy muriendo —Aquellas palabras habían logrado que Adalet Williams se quedara completamente helada, y que sus lagrimas salieran descontroladas para derramarse de sus ojos zafiro.—¿Q-que? — cuestiono con voz trémula la pelirroja esperando haberse equivocado con lo que acaba de escuchar.Adrienne negó. — Ada, el cáncer volvió, mucho más agresivo que antes…ya no hay nada que pueda hacerse — dijo la mujer con fatal sinceridad.Adalet sintió como su corazón se partía en mil pedazos. Estaba destrozada. Abrazándose a su madre en un doloroso impulso, se aferro a ella sin el deseo de dejarla irse; jamás estaría lista para verla partir, ella junto a Dante, era todo cuanto realmente tenía.—Tiene que poder hacerse algo, aquí en New York están los mejores doctores, ellos te darán otra opinión, ya lo veras mamá, todo va a estar bien, será como la última vez y ese maldito cáncer entrará en recesión, tengamos fe, mamita, tengamos fe — dijo Adalet sabiendo muy dentro de ella que no había má
Era el amanecer de un nuevo día, y Adalet no se sentía con animo de enfrentarse al mundo ese lunes por la mañana. Su madre dormía en la otra habitación, y ella apenas había logrado dormir pensando en ¿Cuánto tiempo les quedaba con ella?Levantándose de la cama, se aseo los dientes, se dio un baño, y escogió la ropa que usaría para ese día de trabajo pensando seriamente en no asistir para pasar otro agradable y feliz día en compañía de la mujer que le salvo la vida y su hijo.Aquella noticia que le había dado Adrienne, le había caído de peso en un momento delicado de su vida. Se sentía sola, realmente sola, y aun cuando Nick era un punto de soporte, sentía que no podía decir todo lo que estaba sintiendo realmente, era doloroso.—Mami, la abuela ya me cambio, dice que no se nos haga tarde para la escuela — dijo Dante apareciendo en la entrada de la habitación de Adalet, logrando arrebatarla un instante de aquellos oscuros pensamientos.Sonriendo apenas, la pelirroja caminó hacia su hijo
—Cof, cof —Aquella tos persistente no dejaba de escucharse, y Adrienne agradecía estar sola en ese momento, pues sabía que, si Adalet la escuchaba, se preocuparía demasiado por ella.—Señora Williams, ¿Se encuentra bien? — cuestionaba el hombre al otro lado de la línea al escuchar a la mujer tosiendo fuertemente.—Si, si, ahora lo que es realmente importante es que eso quede antes de que…tu sabes, el testamento debe de quedar en regla, mañana espero tu llegada para firmar todos los documentos y que todo quede en regla, me queda poco tiempo — decía puntualizando aquello ultimo la pobre mujer.—Lo se señora Williams, y no debe de preocuparse, todo esta en regla, ya solo faltaría que usted firme y en un par de horas salgo hacia New York, ya me encuentro en el aeropuerto — aseguro el abogado.—Bien, mañana terminaremos con esto señor Ramsay, se lo agradezco — dijo la mujer terminando la llamada.Sentándose en el cómodo sofá que su hija había comprado para ella, se sintió un poco aliviada
Una semana había transcurrido desde aquella noche tranquila en el parque, y Adalet se sentía más tranquila que nunca. Enzo no se había aparecido para molestarla, y todo lo que estaba relacionado con su venganza contra los Stone, marchaba como viento en popa. Además de todo ello, todo entre ella y Bastián había progresado, se volvían cada día más cercanos, y compartían cada vez más tiempo juntos. —Dante, date prisa, no olvides ponerte tu gorro de sol — decía Adalet sonriendo tranquilamente. Aun no tenia suficiente confianza con Bastián, por supuesto, y todavía no le había hablado con la verdad sobre lo ocurrido entre ella y Enzo, sobre los Stone, ni mucho menos sobre su madre y sus graves problemas de salud. Sabía que en algún punto debía de ser sincera, pero su miedo le impedía serlo. No era fácil volver a confiar en un hombre después de sufrir la peor de las traiciones, no era fácil abrir el corazón cuando un golpe tan duro lo había cerrado por completo, y, si era completamente ho
El sonido de una botella quebrandose, rompía el silencio que reinaba en aquella mansión casi vacía. Los sirvientes miraban hacia otra parte, o simplemente se concentraban en hacer sus deberes, sin prestar atención intencionalmente a lo que sea que estuviese aconteciendo con los señores de la casa. Ya no era extraño escucharlos discutir, como tampoco eran extraños aquellos terribles arrebatos de ira que el señor Stone sufría todos los días. Limpiando, cocinando, cualquier deber o pequeña tarea, era mucho mejor que escuchar lo que los amos tenían para decir.—¡Maldición! — gritaba de ira Enzo una vez más, aunque, esta vez, era tanta la rabia y el odio que estaba sintiendo, que realmente quería destrozarlo todo a su paso.Una hoja arrugada yacía en el suelo, una copa de cristal era lanzada al fuego, cada cachivache que había sobre el escritorio, era arrojado con violencia, y las frágiles sillas eran una presa fácil de destruir ante aquella ira tan atroz que Enzo no se estaba conteniendo.