—Mamita, ¿Hoy también llegaras tarde? — cuestionaba un niño pequeño que se notaba de no más allá de los cuatro años de edad.
Acariciando los cabellos rojos de su amado hijo, Adalet sonrió con ternura hacia el pequeño.
—No cariño, regresare temprano y te llevare al parque como te he prometido, recuerda el valor de una promesa — respondió a su hijo mirando sus ojos grises, iguales a los de Enzo, mientras salía por la puerta de su lujosa mansión.
—Si mamita — dijo el pequeño mientras se abrazaba a su madre para despedirse.
Tomando aire, igual que todos los días, le era difícil apartarse de su pequeño hijo, pero era necesario. A Enzo no le diría jamás que tenían un hijo en común, para ella, Dante era solamente suyo.
Adalet recordaba todo lo que ella y su hijo habían tenido que sufrir en prisión durante ese único año que estuvo encarcelada. Esos recuerdos aun le provocaban pesadillas todas las noches. ¿Cómo habían sido capaces los Stone de aquel acto tan cruel y desalmado contra ella? La respuesta era simple: todos ellos eran unos malditos miserables que no merecían el perdón de nadie y ella los llevaría a probar el mismo infierno al que la sometieron junto a su amado hijo.
Su celular comenzaba a sonar, era aquel abogado, seguramente a esas horas ya había leído todo el contrato. Poniéndolo en altavoz, frunció el entrecejo.
—Señora Williams, no esperaba que respondiera a mi llamada, pero me alegra que lo haya hecho. He leído el contrato y me parece muy interesante, veo que en realidad ambas partes saldrán beneficiadas y no tengo objeción alguna, aun así, pasare mas tarde por su oficina para aclarar algunas dudas que tengo, le agradeceré su cooperación y nuevamente la invito a tomar un café, pude ver su colección de tazas en su oficina así que supongo que le gusta, conozco un buen lugar que ofrece una gran selección de postres…
—Señor Myers puedo ver que usted no acepta un no por respuesta, pero, aunque sea de esa manera, sigo diciendo que no, así que deje de insistir, lo veré más tarde — dijo terminando la llamada.
En su auto, Bastián sonrió. Esa mujer era dura de conquistar, pero, aun así, no se rendiría hasta entrar a su cama. Su celular comenzaba a vibrar de nuevo, aquella era una llamada de su padre. Molesto, ignoro aquella llamada; seguramente el viejo tan solo quería hablar de ese fastidioso tema del compromiso y no estaba de humor para lidiar con ello, él ya sabía lo que tenía que hacer.
Por ahora, tan solo quería centrar su atención en la candente señora Williams, quien le estaba suponiendo un reto, afortunadamente, ese día la tendría para el solo, pues las cosas no habían salido del todo bien en la cena de aniversario de Enzo y ahora su esposa estaba furiosa con él, por lo cual no podría presentarse a seguir hablando de negocios.
Todas las mujeres eran iguales: caprichosas, disgustadas y difíciles de complacer, por ello era que nunca tomaba una relación en serio, aunque sí que tendría que casarse; era el único hijo de su influyente y prestigiosa familia, debía tener una esposa para que papito no se enojara con el…aunque quizás, le habría gustado ser el quien la escogiera.
Negando en silencio, volvió su atención a la señora Williams y a aquellas torneadas piernas que había notado que poseía. La mujer con cabellos de fuego era ardiente, y la tendría en su cama.
Ya en su oficina, Adalet había terminado de hablar con Bernadette, su ángel guardián y la mujer que la había sacado de aquel infierno en prisión. Quizás, pronto podría ir a visitarla, aunque, por el momento, su prioridad era otra. Concentrada en aquellos papeles, escucho la puerta de su oficina abrirse, planear una venganza de esa magnitud no era sencillo.
—Charles, manda a traer mi café de siempre, también un trozo de tarta de limón, salí apresurada de casa y olvidé pasar a comprarlo yo misma — dijo sin mirar a quien había entrado.
Frente a ella y sobre su escritorio, habían dejado ya un vaso de café y trozo de su tarta favorita. Sorprendida, alzo la vista mirando al entrometido Myers mirándola con una sonrisa socarrona.
—Un latte con leche descremada y tres sobres de azúcar morena y un trozo de tarta de limón servidos, es curioso, a pesar de que todos sus empleados parecen temerle, parecen también conocer muy bien sus gustos, y su joven secretario pudo decirme cuál es su cafetería favorita, pasé por allí así que le traje su gusto matutino, tómelo, necesita energía para ser una gruñona el resto del día — dijo en tono burlesco Bastián.
Mirándolo con ironía, Adalet noto que solo el abogado del diablo se había presentado.
—Definitivamente señor Myers usted es de los que no aceptan un no por respuesta, pero, tomare su ofrenda, tiene razón, el demonio gruñón necesita desayunar algo — dijo con un deje de sarcasmo la mujer.
Bastián sonrió. — Bien, su fiel lacayo esta listo para los litigios de hoy y solo hablar de negocios — respondió.
Adalet dejo escapar una risita, aunque de inmediato la reprimió, tenia que admitir que ese hombre tenia un sentido del humor bastante acido y había logrado hacerla reír.
—¡Vaya! Si puede reírse, eso es una sorpresa — dijo con animo el abogado.
—Guarde silencio, es usted tan molesto como puede esperarse, ahora, dígame de una vez que preguntas tiene sobre el contrato y terminemos con esto por hoy — dijo Adalet en tono serio, reírse había sido un error.
Retomando su postura, Bastián se sentó frente al escritorio y comenzaron a hablar de lo único que a aquella mujer fiera parecía interesarle, sin embargo, aquella risa que escucho de ella, se le había quedado grabada, quería más de ello.
En su mansión, Enzo miraba a su esposa maquillándose y alistándose para irse de compras con sus amigas tan huecas como ella. Después de ver a Adalet, se sentía desconcertado, intrigado. Había estado mentalmente ausente durante su cena de aniversario la noche anterior y eso había causado todo un drama con su esposa que ahora parecía haberlo olvidado.
Viéndola irse, encendió un cigarrillo. No lograba sacarse la imagen de la nueva Adalet de su cabeza y mil preguntas le rondaban la mente. ¿Qué había sido de ella todos esos años? En realidad, después de dejarla esa noche no había vuelto a saber de ella, inclusive había vuelto días después y la casa ya estaba vacía. También, alguna vez intento rastrearla, pero parecía haberse simplemente desvanecido y nadie sabia en donde estaba ella. Ahora, cinco años después, reaparecía de la nada y siendo una exitosa mujer de negocios.
Estaba intrigado en extremo, y no quería perderle el rastro. Se había vuelto tan interesante que deseaba saber más y más, no podía dejar de pensar en ella. Sentía volverse loco al no tener respuestas.
—Se ha puesto tan interesante y hermosa…
Enzo admitiría solo para si mismo, que se sentía locamente atraído por la misma mujer a la que abandonado tantos años atrás, aun cuando aquello fuese inaceptable.
En la oficina, Adalet y Bastián habían terminado.
—Bien, eso es todo, entonces, entiendo que será usted quien se encargue de seguir el proyecto en nombre del señor Stone — dijo la mujer en tono serio.
—Así es señora Williams, así que tendrá que verme la cara muy seguido, aunque no le agrade, ¿Imagino que sería Enzo quien estaría presente? Me parece que ustedes se conocen de antes, es curioso — cuestiono Bastián intrigado, Enzo en realidad no había querido decirle nada sobre esa mujer y parecía que había una gran historia en medio.
Adalet guardo silencio.
—Le agradeceré que no pregunte sobre mi vida privada señor Myers, pero le aseguro que no es lo que usted esta pensando, ahora, debo irme, si tiene alguna duda más mi secretario y asistente con gusto le resolverá, buenas tardes — respondió con frialdad Adalet.
Mirandola marcharse, Bastián nuevamente se preguntó que había detrás de aquellos dos.
Subiendo a sus autos, ambos se dirigieron a puntos diferentes. Regresando a su hogar, Adalet saludaba a su hijo. Aquel plan que tenía debía manejarlo con discreción, de lo contrario, terminaría perjudicando a Dante, y Enzo no debía saber de su existencia jamás. Saliendo con rumbo a Central Park, madre e hijo se disponían a pasar una agradable tarde de helados.
Mirando a su pequeño hijo jugar y sonreír, una vez más, Adalet se sentía abrumada. ¿Por qué ella y su pequeño hijo merecían sufrir tanto? Si no hubiese sido por aquella buena mujer que sin pedir nada a cambio la había ayudado, ¿Quién sabe que seria de ellos? Los Stone la habían humillado, la habían destruido, y tan solo deseaba vengarse.
Levantándose de aquella banca, la mujer camino hacia su pequeño para cubrirlo de besos y de mimos, si percatarse que los curiosos ojos de Bastián Myers la miraban con asombro y curiosidad, sin saber que el destino había puesto en marcha su camino, mientras tanto, en la mansión Stone una pelea daba comienzo.
El dolor se hacía presente, nadie parecía escuchar sus gritos. Estaba allí, sola en una sala partos dentro de una prisión temiendo por la vida de su hijo. El llanto de su bebé se escuchaba de repente, y la burla de las oficiales que se negaron a llevarla a un hospital para que su hijo naciera decentemente. Luego, al ver como esas mujeres se lo llevaban y lo dejaban en los brazos de Ernest Stone quien seguía burlándose de ella, sintió caer en la desesperación mientras gritaba el nombre de su hijo. —Dante —Despertando abruptamente de aquella pesadilla, sintió el sudor frio empapando su cuerpo. Otra noche de malos sueños plagados de recuerdos crueles mezclados con sus propios miedos le pasaba factura. Levantándose, Adalet se lavó el rostro en el baño y preparo la tina para ducharse. Tenia que cumplir su objetivo rápido, antes de que los malos sueños terminaran por devorarla.—¿Te has vuelto loco? No vas a divorciarte de tu esposa, ¿Tienes idea del escandalo en que nos meterías? Los Sto
—Muy bien, entonces, nos reuniremos a las tres en el Lasalle para firmar el contrato, le aseguro señor Dupont, que no se arrepentirá de hacer negocios con nosotros —La mañana daba comienzo y recién comenzando el día, Adalet había sellado otra firma de contrato. Una sonrisa se dibujaba en su rostro, era natural, un cliente más de la larga lista de los Stone se sumaba a la suya propia decidiendo cortar relaciones laborales con aquella despreciable familia.Entrando a la ducha, repaso sus dedos por aquella cicatriz en el abdomen que hablaba de viejos recuerdos; recuerdos tan terribles que aun asaltaban sus sueños por las noches y la hacían despertar abruptamente. Había sido una mañana nublada como era la presente, cuando habían dado comienzo aquellos dolores que avisaban que su hijo estaba por nacer.Las lagrimas se le derramaban sobre las mejillas camufladas por el agua que caía de la regadera, sus recuerdos, su dolor, aquello que era imposible de olvidar y mucho más de perdonar. Recor
—Lo lamento mucho señor Stone, pero no he logrado reunir suficiente información sobre la señora Adalet Williams, ni tampoco he logrado obtener los registros con su apellido Jones, todo parece indicar que han sido borrados, no hay mucho para decirle, lo único que tengo es un informe de que radico un tiempo en Londres en donde estudio su especialidad administrativa y luego de ello consiguió algunos buenos socios para iniciar su compañía actual, por el momento eso es todo, viajare a Londres mañana para ver si allí puedo averiguar algo más señor — decía el hombre con seriedad.Enzo apretó el celular en las manos. — Averigua, no importa lo que hagas o lo que cueste esa información, la quiero, así que obtenla — respondió enfurecido.—Así será señor — dijo el detective para luego terminar aquella llamada.Furioso, Enzo arrojó al suelo todo lo que tenia sobre el escritorio de su estudio. Era ya más de una semana y aun no sabia nada más sobre lo ocurrido con Adalet, se sentía sumamente frustra
El timbre de su departamento sonaba como si un niño con sobredosis de chocolate y caramelo estuviese jugando con él y Bastián, molesto, se apresuraba a salir de la ducha para golpear al infame que estaba irrumpiendo la tranquilidad de su hogar esa mañana.Ni siquiera había tenido el tiempo suficiente para disfrutar de los recuerdos que tenia de la agradable “casi cita” que tuvo con la elegante y ardiente señora Williams la tarde anterior. Poniéndose encima solo la ropa interior y una playera, apenas se había secado algo el cabello cuando acudió a abrir la puerta y conocer el rostro de quien lo había fastidiado tanto.—Bien, bien, ya voy, maldita sea — dijo con evidente fastidio cuando abrió la puerta.Inmediatamente después de hacerlo, Bastián se vio a si mismo siendo empujado contra una de las paredes de su departamento mientras un furioso Enzo lo sostenía con firmeza de la playera que llevaba puesta.—¿Quién demonios te crees que eres para salir con Adalet como si yo no existiera? —
La mañana daba comienzo con un timbre de celular conocido que le resultaba muy agradable. Levantándose de la cama de su pequeño hijo, Adalet tomaba su teléfono para ver el nombre de aquel viejo amigo que la ayudo en muchos aspectos de su vida actual, su mejor amigo.—Vaya ¿Pero mira quien esta llamando? El desaparecido Niklaus Parker, esta si que es una sorpresa — respondió Adalet con un deje de sarcasmo.Escuchándose una risa masculina del otro lado de la línea, Adalet sonrió.—Eso debería decirlo yo, apenas has mandado un misero correo y algunos mensajes de texto desde que te fuiste de Londres, ¿Cómo estas Ada? Llegare a New York mañana, ya sabes, Vincent tiene una exposición de su arte y no pretendo pasar todo el día en un aburrido museo, así que, que tal, ¿Salimos por unos tragos? Igual que en los viejos tiempos — decía el joven de cabello rubio al otro lado.Adalet sonrió.—Por supuesto Nick, salgamos, como en los viejos tiempos, pero por favor, no dejes solo a Vincent, eso no te
Aquella mañana no comenzaba del todo bien a pesar de que el día anterior había pasado una agradable tarde de trabajo bien acompañado de la sexy señora Williams, y los pasteles que habían compartido juntos.—Basta ya Rebekah, estoy harto de tus estúpidos e injustificados ataques de celos, ¿Comprendes que solo me casaré contigo porque así me lo impuso mi padre? Que te quede bien entendido que yo te desprecio, eres la mujer mas banal, víbora y despreciable que he conocido, tu y yo no tenemos nada y nunca tendremos nada, tan solo eres mi prometida porque así me lo obliga mi deber familiar, pero jamás llegare a sentir nada más por ti que no sea odio — diciendo aquello, Bastián terminaba esa desagradable llamada de su impuesta prometida.Mientras se colocaba los zapatos, Bastián nuevamente sintió desprecio hacia su apellido, los Myers, la perfecta familia de famosos abogados cuyo apellido prominente era bien temido y respetado en todos los círculos sociales que había en la burda sociedad es
El agua fría que caía desde la regadera, no le ayudaba a calmar los pensamientos que lo mantenían perturbado desde la noche anterior. Apenas había logrado dormir un poco debido a toda la tribulación de emociones que parecían ir y venir sin control alguno.La había besado.Saliendo de la ducha, Bastián se acomodaba su ropa deportiva; necesitaba salir a correr, tenía que distraerse urgentemente, pues no había logrado dejar de pensar en ella, Adalet Williams realmente se le había clavado en medio de los pensamientos y eso, no era bueno él, en realidad, no era bueno para ambos, él no era para nadie, y ella tenía su propia historia en ese hijo, y en Enzo.Había una poderosa razón por la cual no se atrevía nunca a rebasar los límites entre el placer físico y las emociones comprometedoras: él era un hombre comprometido. Aun cuando despreciara por mucho a la mujer que había sido elegida para ser su esposa, él tenía un deber familiar que cumplir, deber que le habían inculcado casi desde que re
Mientras disfrutaba de su taza matutina de café, Adalet escuchaba con atención lo que Nick tenía para decir.—Ellos están usando materiales de baja calidad cuando en su contrato prometen usar de primera, esto es fraude Adalet por donde quiera que se mire, los tenemos en las manos, con todo lo que esta saliendo en las reparaciones del Nazaret tenemos más que suficiente evidencia para exponer a los Stone, con eso puedes derribar su imperio de un solo movimiento con la mano en la cintura — aseguraba Nick.Adalet bebió un sorbo de su café. Realmente, aquella información era invaluable, una bomba perfecta para sus planes, sin embargo, aún no era el momento de usar aquello, no cuando los Stone aun gozaban de gran reputación e influencias.—Es cierto Nick, con esto, podemos hacerles mucho daño, pero no, aún no es el momento — respondió.Niklaus la miró incrédulo.—¿Qué aún no es el momento? ¿Entonces cuando será eso? ¿Los tienes en las manos y aún no actuarás? — cuestiono el rubio.Adalet ne