A la mañana siguiente, el día parecía que iba a ser perfecto, el sol brillaba con intensidad en el cielo, Emma estaba contenta de que fuera su primer día allí después de tanto tiempo lejos, Ezra había podido descansar los golpes que le había dado Dante la noche anterior. Valeria despertó temprano para comenzar a organizar la que ella suponía que sería su boda perfecta. Todo parecía en orden, excepto para aquellos que no la estaban pasando tan bien, como Henry, que se preparaba para asistir a su ultimo día de trabajo o Antonia, que no dejaba de pensar en cómo haría para darle la cara a sus amigas de la alta sociedad, cuando su familia estaba quedándose en la banca rota. Y ni que decir de Dante, que había pasado la noche embriagándose por la amargura y no pudo dormir porque en cuanto cerraba los ojos lo único que podía ver era a su exnovia y a su ex mejor amigos revolcándose juntos a su espalda.
El panorama era muy diferente para cada una de las personas involucradas en la historia, a pesar de eso y lo que estuvieran viviendo, cada uno de ellos había despertado esa mañana con un propósito en particular. Por un lado, Ezra estaba buscando encontrar la forma de salvarse del matrimonio con Valeria aun cuando ella se había propuesto a tener la boda más pomposa y linda de toda la ciudad. Henry se había propuesto hacerle pagar a Ezra por todo lo que hizo. Dante estaba más seguro que nunca que debía cobrar venganza por la traición, y la pequeña Emma, estaba más que dispuesta a ir a tomar el café a casa de Dante, sin importar si eso pasaba por encima de la promesa que le había hecho a su hermano la noche anterior.
Y es que Emma no podía sentirse más emocionada porque la hora llegara, todo el día, la chica estuvo en una nube, esperando el momento perfecto para ir a arreglarse y asistir a su cita con Dante, de modo que en cuanto el reloj marcó la hora, ella se dio una ducha larga, se depiló completamente el cuerpo y se lavó el cabello. Cuando salió, se arregló primero el maquillaje, algo sutil, que no la hiciera ver recargada, pero al mismo tiempo algo que demostrara que ya no era una niña, después de eso, Emma peinó su melena rubia hacia atrás y entonces buscó algo para usar.
–¡Perfecto! – chilló emocionada la chica mirándose al espejo. Se puso una falda de seda color rosado a juego con una blusa blanca de escote pronunciado.
En cuanto estuvo lista, Emma se escabulló a través de los pasillos de la gran casa en que vivía con su hermano, por suerte, él estuvo sintiéndose muy mal como para andar deambulando por ahí, como hacia siempre. Así que fue más fácil para Emma poder escaparse.
Al salir, la chica tomó un taxi y le indicó la dirección de casa de Dante. Durante el camino, no pudo evitar sentirse nerviosa, sus manos estaban sudando y sus rodillas no dejaban de temblar, ¡Joder! Todavía no lo había visto y ya estaba hecha un manojo de nervios.
Cuando llegó, tuvo que respirar profundo antes de tocar el timbre de casa.
–Señorita Astley, el señor Neville la está esperando en el jardín trasero – avisó la sirvienta.
Emma tragó saliva y fue hasta allí inmediato, sabía que si lo pensaba mucho entonces se iba a arrepentir, esa era la primera vez que se encontraba a solas con Dante y el hecho de saber que lo estaba haciendo a escondidas de su hermano hacía que todo se sintiera aún más tensionante. Las veces anteriores en que habían tomado café, siempre estaban con Ezra o con Valeria, casi nunca solos.
–¡Me alegra que estes aquí! – Dante se dio la vuelta en cuanto escucho a Emma acercándose.
Ella sintió algo extraño en su entrepierna en cuanto lo vio, Dante se veía más guapo que de costumbre.
–Te dije que vendría y aquí estoy – ella le sonrío.
Dante la invitó a sentarse en la mesa frente a él y ella lo hizo sin rechistar, enseguida les sirvieron café y pasabocas variados para disfrutar.
–Quiero saber todo sobre tu viaje a España – dijo Dante, si quería conquistarla, lo primero que debía hacer era mostrarse interesado en ella.
–Conocí muchos lugares – ella comenzó a contarle de sus aventuras – aprendí mucho de arte, que fue mi razón principal para ir – sus ojos brillaron a medida que continuaba hablando – tuve la oportunidad de conocer a muchas personas.
–Estoy seguro de que si – Dante se acomodó hacia adelante, de modo que estuvo más cerca, haciendo que el corazón de Emma se acelerara – no dudo que todos quisieran estar sobre ti, principalmente los hombres. Eres una chica muy guapa, Emma – la alagó.
Ella miro hacia abajo y se acomodó un mechón de cabello tras la oreja.
–¿Conociste a algún chico que llamara tu atención?
–No, creo que soy alguien tímida.
–No deberías, alguien como tú no debería esconderse del mundo – él la miro de arriba abajo, las piernas de Emma se habían vuelto más gruesas, sus pechos habían crecido y su cintura era más estrecha – ¿sigues siendo virgen, Emma? – cuestionó, todos los cambios de su cuerpo le daban a entender que ya no era tan inocente.
Emma se aclaró la garganta, amaba a Dante, pero no se sentía cómoda respondiendo a esa pregunta.
–Creo que ya debo regresar a casa – se levantó – gracias por el café y las galletas, estaba delicioso.
Dante no podía dejarla ir, así que se puso en pie para detenerla.
–¿He dicho algo que te ha molestado?
Ella negó con la cabeza – solo debo irme.
–Es muy temprano todavía – él la agarró de la muñeca – no te vayas, quédate un poco más.
Emma estaba entre la espada y la pared, muy en el fondo no quería irse, pero también era consciente que se estaba exponiendo a la furia de su hermano Ezra.
–Ezra me matará si llego muy tarde.
Dante haló a Emma del brazo, moviéndola hasta que la hizo quedar de espaldas contra la pared, ella se sorprendió por eso. Él nunca se había acercado así a ella.
–Ya no eres una niña, Emma – susurró acercándose, haciendo que los vellos del cuerpo de la chica se erizaran por completo – es hora de que dejes de escuchar a tu hermano y empieces a tomar tus propias decisiones. Lamento si te hice sentir incomoda, pero debes quedarte un poco más.
–¿Por qué quieres que me quede?
–Porque disfruto de tu compañía – él se acercó aún más y comenzó a respirar muy cerca al cuello de Emma, causándole escalofríos – y creo que tu también disfrutas estar aquí.
Emma nunca había sentido deseos por nadie, así que eso que estaba experimentado era nuevo para ella.
–¿O te asustaste por la pregunta que te hice? Sobre tu virginidad.
–No se trata de eso – contestó con la voz entrecortada – es que me avergüenza.
–¿Por qué? – Dante la agarró de la barbilla y la obligó a mirarlo – no tiene nada de malo si lo eres, mejor aún – sonrió – hay mucho que puedes aprender todavía.
Emma tragó saliva mientras sentía que Dante elevaba la rodilla y le abría sus piernas.
–¿Ya te dije que esa falda te queda muy bien? Me gusta el color rosado en ti.
Emma no podía creer que eso estuviera pasando de verdad – Dante, ¿Qué haces?
–Solo enseñándote, pequeña – él levantó la pierna hasta que su rodilla chocó con el centro de Emma y comenzó a frotarla delicadamente.
La chica abrió la boca y gimió, la sensación era tan nueva, pero tan deliciosa que no quería que Dante se detuviera.
–¿Te gusta? – le preguntó Dante.
Ella asintió con la cabeza completamente excitada, Dante vio su boca abierta y entonces comenzó a deslizar su pulgar por las comisuras de la chica, hasta que metió su dedo en su boca.
–Chúpalo – le ordenó.
Ella rodeo su dedo con sus labios y entonces lo succionó, por alguna razón le gustaba como se sentía, aunque la situación no dejaba de ser menos extraña, ¿Por qué Dante la estaba tratando de esa forma? Él nunca había mostrado interés en ella.
–¿Por qué estás haciendo esto?
–Porque desde que te vi ayer, no he podido dejar de pensar en ti. Tuve un sueño anoche contigo, Emma – le mintió. No había descansado nada y sus ojeras lo delataban, pero Emma estaba demasiado excitada como para darse cuenta de eso – soñé que te besaba, que te desnudaba y te besaba todas partes – le dijo al oído.
Ella se mordió el labio, le daba vergüenza que Dante la escuchara gemir.
–¿Me vas a dejar hacerlo, pequeña? – Dante frotó con más fuerza el centro de Emma, haciendo que ella perdiera la cordura. Estaba al borde de alcanzar el orgasmo.
–¿Hacer qué?
–¿Me vas a dejar desnudarte?
La chica quería hacerlo, pero tenía miedo de lo que podía pasar, había escuchado demasiadas historias sobre el sexo y por desgracia no había tenido un adulto con quien hablar al respecto, sus padres murieron cuando ella era solo una niña y ni loca se atrevía a preguntarle algo semejante a su hermano.
–Tengo que irme – su pobre corazón no soportaba tanto.
–¿Regresaras mañana?
–Si – suspiró.
–Te estaré esperando – Dante la dejó libre y ella salió corriendo de la casa.
Había oscurecido y Ezra estaba como loco preguntando a todos sus sirvientes por Emma.
Aquella mañana, Henry no se tomó solo un café en el carrito que solía estacionarse en la esquina antes de entrar a Industrias Neville, el hombre se sentía tan frustrado por tener que enfrentar a Axel después de lo que había pasado la noche anterior, que tuvo que permanecer alrededor de una hora bebiéndose casi cuatro cafés negros que esperaba le dieran el suficiente valor para meterse dentro e ir a su oficina para enfrentarse a la humillación a la que su hija lo expuso.Sin duda alguna Valeria había hecho muchas estupideces a lo largo de su vida, pero esa era una que él jamás le iba a perdonar.Sin otra opción a su situación, Henry entró en el edifico como si nada hubiera sucedido, se montó en el ascensor y llegó hasta su piso, en el que estaba esperándolo su secretaria con noticias que seguramente no le iban a agradar.–Señor, el jefe Neville quiere verlo – le dijo la mujer con cara de preocupación. Algo le decía que tenía que comenzar a buscar un nuevo empleo – me pidió que le avisa
–¡¿Cómo que no sabes donde demonios está mi hermana?! – le gritó Ezra a la ama de llaves de su casa – ¿Entonces para que te pago? – él la zarandeó del brazo. Emma no aparecía por ningún lado y Ezra estaba empezando a perder los nervios, no entendía donde demonios se podía meter una chica de diecinueve años, sin amigos y recién llegada a la ciudad.–Lo siento señor, yo la vi salir en la tarde, pero no sé a dónde iba.–¡Tú nunca sabes nada, bruta! – dijo, pero esas palabras no eran nuevas para la servidumbre, que estaba acostumbrada a escuchar cosas como esas y peores provenientes de Ezra.–Lo lamento mucho, señor – ella bajó la cabeza, esperando que eso fuera suficiente para que él dejara de humillarla y le permitiera irse.–¡Los quiero ver a todos aquí! – gritó tan alto, que el eco retumbó contra las paredes de la gran casa.Enseguida cada uno de los sirvientes se acercaron y se formaron en una fila india frente a él.–Emma Astley no puede volver salir de esta casa sin mi autorizaci
Henry y Antonia organizaron sus cosas en una de las habitaciones del servicio de la gran casa de Ezra, mientras su hija y el dueño de la propiedad tenían relaciones en el piso superior. –Ya se han tardado demasiado Valeria y Ezra, ¿No lo crees? – preguntó Antonia nerviosa. La mujer sabía que Valeria no era una persona demasiado inteligente, alguien con el cerebro de Valeria no dudaría en embarazarse y eso era lo peor que podía pasarle a la familia. Había demasiados dramas como para sumar a un bebe a la ecuación.–¿Qué quieres que te diga, mujer? ¿Qué voy a irlos a buscar? Creo que ambos ya están lo suficientemente grandecitos como para perderse – soltó Henry frustrado. A él, por el contrario a Antonia, no le interesaba un comino nada de lo que le sucediera a Valeria, a partir del momento en que ella los había puesto en humillación, él comenzó a considerarla como muerta. La única razón por la que Henry seguía manteniendo cerca a Valeria era porque sabía que ella era la llave que los
Esa noche Emma no fue capaz de pegar el ojo, pasó toda la madrugada en vela mientras ideaba en su cabeza formas de escapar de la casa, de enviar un mensaje a Dante o por lo menos enviarle señales de humo. La chica estaba tan desesperada que incluso había comenzado a plantearse ideas absurdas, se preguntó si quizá las palomas mensajeras funcionaban… Ella sabía que todo eso no eran más ideas ridículas, aun así, estaba desesperada por encontrar una forma de ver al hombre del que estaba enamorada. –¡Señorita Neville, despierte! – dijo el ama de llaves, tocando a la puerta de Emma.Ella se puso en pie como si fuera un zombi, caminó hasta el baño y se dio una ducha igual de aburrida, como si no fuera poco todo el agotamiento mental que tenía por no haber dormido, se sumaba el dolor físico por los golpes de Ezra y el fastidio que tenía por salir de casa esa mañana.–¡Me lleva el demonio! – dijo mirándose al espejo.Emma conocía a la perfección ese tipo de lugar al que Ezra la llevaría, sab
–Dante, ¿Estás bien? – preguntó Emma mientras entraba en la casa y veía con el ceño fruncido el semblante que tenía Dante. Solo había pasado alrededor de veinticuatro horas desde que ella lo vio la tarde anterior, sin embargo esa persona que estaba de pie allí en la mitad del recibidor parecía un hombre completamente diferente al que ella había dejado en la casa el día anterior. La barba de Dante estaba crecida, dándole un aspecto sombrío, sus ojos se veían cansados, estaban rojos y tenía un par de ojeras debajo de ellos. Su cabello se veía despeinado y su ropa no estaba tan ordenada como siempre. Los dos primeros botones de su camisa blanca estaban desabrochados y Emma juraría haber visto el ultimo botón mal colocado.–¿Te pasa algo? – insistió.–No pequeña, todo está bien – respondió, ahora que ella había regresado, el hombre se dio cuenta de que no todo estaba perdido, si tenía una posibilidad de vengarse de la forma en que lo deseaba. Quería que Ezra sudara sangre y la materiali
Henry, que esa mañana también salió de la gran casa, estuvo visitando y haciendo llamadas a cada una de las personas que conocía en todas las empresas en las que podían contratarlo. El hombre se vistió con su mejor traje, llenó su portafolio con currículos y se puso su mejor sonrisa, una que fuera lo suficientemente grande como para esconder la vergüenza que estaba viviendo últimamente.había pasado la mayor parte del día haciendo entrevistas, sin embargo todos le habían cerrado la puerta en la cara, lo habían tratado tan mal que lo único que había faltado era que le escupieran en la cara. Por supuesto en cuanto toda la verdad sobre Ezra y Valeria se supo, Axel se encargó de contarlo a los cuatro vientos, habló con todos sus amigos, que eran los mismos que los de Henry, a cerca de las desgracias que estaba viviendo el hombre, les contó de como su hija lo había dejado en ridículo, como había perdido todo en sus juegos de apuestas y por su supuesto, les advirtió de la poca confianza que
–¿Qué fue lo que te pasó? Creí que regresarías feliz – le preguntó Valeria a Emma que acababa de llegar a la cafetería en la que se reunirían para volver a casa.Emma estaba envuelta en lágrimas, tenía la ropa desacomodada y el pelo revuelto, sus ojos estaban hinchados de tanto que había llorado e incluso sus manos estaban temblando. La chica se veía realmente fatal.–No debí haber venido – ella sollozó. –¡Oh mi niña! – Valeria la abrazó y dejo que Emma llorara en su pecho.Tal vez no eran las mejores amigas, pero en ese momento Valeria era lo único que Emma tenía y para su suerte, Valeria conocía demasiado bien como se sentía un corazón roto, tenía muchas lecciones que podía darle a la pequeña a la que todavía le faltaba mucha experiencia en el amor.–No estoy lista para esto, debí haberlo sabido, soy una tonta por pensar que él… – dejo de hablar, recordando que la mujer con la que estaba era nada más y nada menos que la exnovia del hombre con el que había estado revolcándose. –N
Ezra detuvo a Henry porque sentía que el hombre no tenía el derecho moral de golpear a su hija, después de todo, Henry nunca fue un ejemplo a seguir para Valeria, todas las estupideces que la chica hacia era porque había visto a su padre haciendo lo mismo.–¿Ahora si la quieres? Esta mañana te vi muy tranquilo dándole la espalda y tratándola como si fuera un trapo sucio – gruño Henry mientras Ezra mantenía su mano sujeta.–Eso es diferente – respondió Ezra – ahora estas en mi casa, Henry y aquí se hace lo que yo diga, cuando yo lo diga y de la forma en que diga, ¿Estamos de acuerdo? No vas a venir a joderme la existencia ni a mí ni a nadie más – gruñó.–Tú no eres más que un niñito consentido, ni creas que vas a manipularme con un dedo – Henry se liberó del agarre de Ezra – no te tengo miedo.–Yo a ti tampoco – ambos hombres estaban viéndose frente a frente, prácticamente se estaban retando, y a pesar de que Valeria se sentía agradecida de que él la hubiera defendido, también sabía qu