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Capítulo 3 – ya no eres una niña.

A la mañana siguiente, el día parecía que iba a ser perfecto, el sol brillaba con intensidad en el cielo, Emma estaba contenta de que fuera su primer día allí después de tanto tiempo lejos, Ezra había podido descansar los golpes que le había dado Dante la noche anterior. Valeria despertó temprano para comenzar a organizar la que ella suponía que sería su boda perfecta. Todo parecía en orden, excepto para aquellos que no la estaban pasando tan bien, como Henry, que se preparaba para asistir a su ultimo día de trabajo o Antonia, que no dejaba de pensar en cómo haría para darle la cara a sus amigas de la alta sociedad, cuando su familia estaba quedándose en la banca rota. Y ni que decir de Dante, que había pasado la noche embriagándose por la amargura y no pudo dormir porque en cuanto cerraba los ojos lo único que podía ver era a su exnovia y a su ex mejor amigos revolcándose juntos a su espalda.

El panorama era muy diferente para cada una de las personas involucradas en la historia, a pesar de eso y lo que estuvieran viviendo, cada uno de ellos había despertado esa mañana con un propósito en particular. Por un lado, Ezra estaba buscando encontrar la forma de salvarse del matrimonio con Valeria aun cuando ella se había propuesto a tener la boda más pomposa y linda de toda la ciudad. Henry se había propuesto hacerle pagar a Ezra por todo lo que hizo. Dante estaba más seguro que nunca que debía cobrar venganza por la traición, y la pequeña Emma, estaba más que dispuesta a ir a tomar el café a casa de Dante, sin importar si eso pasaba por encima de la promesa que le había hecho a su hermano la noche anterior.

Y es que Emma no podía sentirse más emocionada porque la hora llegara, todo el día, la chica estuvo en una nube, esperando el momento perfecto para ir a arreglarse y asistir a su cita con Dante, de modo que en cuanto el reloj marcó la hora, ella se dio una ducha larga, se depiló completamente el cuerpo y se lavó el cabello. Cuando salió, se arregló primero el maquillaje, algo sutil, que no la hiciera ver recargada, pero al mismo tiempo algo que demostrara que ya no era una niña, después de eso, Emma peinó su melena rubia hacia atrás y entonces buscó algo para usar.

–¡Perfecto! – chilló emocionada la chica mirándose al espejo. Se puso una falda de seda color rosado a juego con una blusa blanca de escote pronunciado.

En cuanto estuvo lista, Emma se escabulló a través de los pasillos de la gran casa en que vivía con su hermano, por suerte, él estuvo sintiéndose muy mal como para andar deambulando por ahí, como hacia siempre. Así que fue más fácil para Emma poder escaparse.

Al salir, la chica tomó un taxi y le indicó la dirección de casa de Dante. Durante el camino, no pudo evitar sentirse nerviosa, sus manos estaban sudando y sus rodillas no dejaban de temblar, ¡Joder! Todavía no lo había visto y ya estaba hecha un manojo de nervios.

Cuando llegó, tuvo que respirar profundo antes de tocar el timbre de casa.

–Señorita Astley, el señor Neville la está esperando en el jardín trasero – avisó la sirvienta.

Emma tragó saliva y fue hasta allí inmediato, sabía que si lo pensaba mucho entonces se iba a arrepentir, esa era la primera vez que se encontraba a solas con Dante y el hecho de saber que lo estaba haciendo a escondidas de su hermano hacía que todo se sintiera aún más tensionante. Las veces anteriores en que habían tomado café, siempre estaban con Ezra o con Valeria, casi nunca solos.

–¡Me alegra que estes aquí! – Dante se dio la vuelta en cuanto escucho a Emma acercándose.

Ella sintió algo extraño en su entrepierna en cuanto lo vio, Dante se veía más guapo que de costumbre.

–Te dije que vendría y aquí estoy – ella le sonrío.

Dante la invitó a sentarse en la mesa frente a él y ella lo hizo sin rechistar, enseguida les sirvieron café y pasabocas variados para disfrutar.

–Quiero saber todo sobre tu viaje a España – dijo Dante, si quería conquistarla, lo primero que debía hacer era mostrarse interesado en ella.

–Conocí muchos lugares – ella comenzó a contarle de sus aventuras – aprendí mucho de arte, que fue mi razón principal para ir – sus ojos brillaron a medida que continuaba hablando – tuve la oportunidad de conocer a muchas personas.

–Estoy seguro de que si – Dante se acomodó hacia adelante, de modo que estuvo más cerca, haciendo que el corazón de Emma se acelerara – no dudo que todos quisieran estar sobre ti, principalmente los hombres. Eres una chica muy guapa, Emma – la alagó.

Ella miro hacia abajo y se acomodó un mechón de cabello tras la oreja.

–¿Conociste a algún chico que llamara tu atención?

–No, creo que soy alguien tímida.

–No deberías, alguien como tú no debería esconderse del mundo – él la miro de arriba abajo, las piernas de Emma se habían vuelto más gruesas, sus pechos habían crecido y su cintura era más estrecha – ¿sigues siendo virgen, Emma? – cuestionó, todos los cambios de su cuerpo le daban a entender que ya no era tan inocente.  

Emma se aclaró la garganta, amaba a Dante, pero no se sentía cómoda respondiendo a esa pregunta.

–Creo que ya debo regresar a casa – se levantó – gracias por el café y las galletas, estaba delicioso.

Dante no podía dejarla ir, así que se puso en pie para detenerla.

–¿He dicho algo que te ha molestado?

Ella negó con la cabeza – solo debo irme.

–Es muy temprano todavía – él la agarró de la muñeca – no te vayas, quédate un poco más.

Emma estaba entre la espada y la pared, muy en el fondo no quería irse, pero también era consciente que se estaba exponiendo a la furia de su hermano Ezra.

–Ezra me matará si llego muy tarde.

Dante haló a Emma del brazo, moviéndola hasta que la hizo quedar de espaldas contra la pared, ella se sorprendió por eso. Él nunca se había acercado así a ella.

–Ya no eres una niña, Emma – susurró acercándose, haciendo que los vellos del cuerpo de la chica se erizaran por completo – es hora de que dejes de escuchar a tu hermano y empieces a tomar tus propias decisiones. Lamento si te hice sentir incomoda, pero debes quedarte un poco más.

–¿Por qué quieres que me quede?

–Porque disfruto de tu compañía – él se acercó aún más y comenzó a respirar muy cerca al cuello de Emma, causándole escalofríos – y creo que tu también disfrutas estar aquí.

Emma nunca había sentido deseos por nadie, así que eso que estaba experimentado era nuevo para ella.

–¿O te asustaste por la pregunta que te hice? Sobre tu virginidad.

–No se trata de eso – contestó con la voz entrecortada – es que me avergüenza.

–¿Por qué? – Dante la agarró de la barbilla y la obligó a mirarlo – no tiene nada de malo si lo eres, mejor aún – sonrió – hay mucho que puedes aprender todavía.

Emma tragó saliva mientras sentía que Dante elevaba la rodilla y le abría sus piernas.  

–¿Ya te dije que esa falda te queda muy bien? Me gusta el color rosado en ti.

Emma no podía creer que eso estuviera pasando de verdad – Dante, ¿Qué haces?

–Solo enseñándote, pequeña – él levantó la pierna hasta que su rodilla chocó con el centro de Emma y comenzó a frotarla delicadamente.

La chica abrió la boca y gimió, la sensación era tan nueva, pero tan deliciosa que no quería que Dante se detuviera.

–¿Te gusta? – le preguntó Dante.

Ella asintió con la cabeza completamente excitada, Dante vio su boca abierta y entonces comenzó a deslizar su pulgar por las comisuras de la chica, hasta que metió su dedo en su boca.

–Chúpalo – le ordenó.

Ella rodeo su dedo con sus labios y entonces lo succionó, por alguna razón le gustaba como se sentía, aunque la situación no dejaba de ser menos extraña, ¿Por qué Dante la estaba tratando de esa forma? Él nunca había mostrado interés en ella.

–¿Por qué estás haciendo esto?

–Porque desde que te vi ayer, no he podido dejar de pensar en ti. Tuve un sueño anoche contigo, Emma – le mintió. No había descansado nada y sus ojeras lo delataban, pero Emma estaba demasiado excitada como para darse cuenta de eso – soñé que te besaba, que te desnudaba y te besaba todas partes – le dijo al oído.

Ella se mordió el labio, le daba vergüenza que Dante la escuchara gemir.

–¿Me vas a dejar hacerlo, pequeña? – Dante frotó con más fuerza el centro de Emma, haciendo que ella perdiera la cordura. Estaba al borde de alcanzar el orgasmo.

–¿Hacer qué?

–¿Me vas a dejar desnudarte?

La chica quería hacerlo, pero tenía miedo de lo que podía pasar, había escuchado demasiadas historias sobre el sexo y por desgracia no había tenido un adulto con quien hablar al respecto, sus padres murieron cuando ella era solo una niña y ni loca se atrevía a preguntarle algo semejante a su hermano.

–Tengo que irme – su pobre corazón no soportaba tanto.

–¿Regresaras mañana?

–Si – suspiró.

–Te estaré esperando – Dante la dejó libre y ella salió corriendo de la casa.

Había oscurecido y Ezra estaba como loco preguntando a todos sus sirvientes por Emma.

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