–Dante, ¿Estás bien? – preguntó Emma mientras entraba en la casa y veía con el ceño fruncido el semblante que tenía Dante. Solo había pasado alrededor de veinticuatro horas desde que ella lo vio la tarde anterior, sin embargo esa persona que estaba de pie allí en la mitad del recibidor parecía un hombre completamente diferente al que ella había dejado en la casa el día anterior. La barba de Dante estaba crecida, dándole un aspecto sombrío, sus ojos se veían cansados, estaban rojos y tenía un par de ojeras debajo de ellos. Su cabello se veía despeinado y su ropa no estaba tan ordenada como siempre. Los dos primeros botones de su camisa blanca estaban desabrochados y Emma juraría haber visto el ultimo botón mal colocado.–¿Te pasa algo? – insistió.–No pequeña, todo está bien – respondió, ahora que ella había regresado, el hombre se dio cuenta de que no todo estaba perdido, si tenía una posibilidad de vengarse de la forma en que lo deseaba. Quería que Ezra sudara sangre y la materiali
Henry, que esa mañana también salió de la gran casa, estuvo visitando y haciendo llamadas a cada una de las personas que conocía en todas las empresas en las que podían contratarlo. El hombre se vistió con su mejor traje, llenó su portafolio con currículos y se puso su mejor sonrisa, una que fuera lo suficientemente grande como para esconder la vergüenza que estaba viviendo últimamente.había pasado la mayor parte del día haciendo entrevistas, sin embargo todos le habían cerrado la puerta en la cara, lo habían tratado tan mal que lo único que había faltado era que le escupieran en la cara. Por supuesto en cuanto toda la verdad sobre Ezra y Valeria se supo, Axel se encargó de contarlo a los cuatro vientos, habló con todos sus amigos, que eran los mismos que los de Henry, a cerca de las desgracias que estaba viviendo el hombre, les contó de como su hija lo había dejado en ridículo, como había perdido todo en sus juegos de apuestas y por su supuesto, les advirtió de la poca confianza que
–¿Qué fue lo que te pasó? Creí que regresarías feliz – le preguntó Valeria a Emma que acababa de llegar a la cafetería en la que se reunirían para volver a casa.Emma estaba envuelta en lágrimas, tenía la ropa desacomodada y el pelo revuelto, sus ojos estaban hinchados de tanto que había llorado e incluso sus manos estaban temblando. La chica se veía realmente fatal.–No debí haber venido – ella sollozó. –¡Oh mi niña! – Valeria la abrazó y dejo que Emma llorara en su pecho.Tal vez no eran las mejores amigas, pero en ese momento Valeria era lo único que Emma tenía y para su suerte, Valeria conocía demasiado bien como se sentía un corazón roto, tenía muchas lecciones que podía darle a la pequeña a la que todavía le faltaba mucha experiencia en el amor.–No estoy lista para esto, debí haberlo sabido, soy una tonta por pensar que él… – dejo de hablar, recordando que la mujer con la que estaba era nada más y nada menos que la exnovia del hombre con el que había estado revolcándose. –N
Ezra detuvo a Henry porque sentía que el hombre no tenía el derecho moral de golpear a su hija, después de todo, Henry nunca fue un ejemplo a seguir para Valeria, todas las estupideces que la chica hacia era porque había visto a su padre haciendo lo mismo.–¿Ahora si la quieres? Esta mañana te vi muy tranquilo dándole la espalda y tratándola como si fuera un trapo sucio – gruño Henry mientras Ezra mantenía su mano sujeta.–Eso es diferente – respondió Ezra – ahora estas en mi casa, Henry y aquí se hace lo que yo diga, cuando yo lo diga y de la forma en que diga, ¿Estamos de acuerdo? No vas a venir a joderme la existencia ni a mí ni a nadie más – gruñó.–Tú no eres más que un niñito consentido, ni creas que vas a manipularme con un dedo – Henry se liberó del agarre de Ezra – no te tengo miedo.–Yo a ti tampoco – ambos hombres estaban viéndose frente a frente, prácticamente se estaban retando, y a pesar de que Valeria se sentía agradecida de que él la hubiera defendido, también sabía qu
Emma pensó en rogarle a su hermano para que no la hiciera atravesar por ese suplicio, pensó en arrodillarse allí donde estaba para que él la sacara de aquel sitio y no la obligara a entrar en el convento, pero sabía que eso solo demostraría su culpabilidad y no quería que Ezra pudiera sospechar de nada que estuviera mal con ella, así que, aunque no quería, la chica caminó detrás de la monja quien la llevó hasta la sala de ginecología para hacer la prueba a Emma.–Por favor, quítate la ropa y ponte esta bata, yo vendré en un rato – dijo la monja.Emma estaba sudando, sus manos estaban frías y su cuerpo estaba temblando completamente, tenía miedo de lo que iba a pasar a continuación.La chica se quitó la ropa tal como la monja le pidió, la dejo a un lado en un bulto y antes de ponerse la bata fue hasta el espejo de cuerpo completo que había a un lado de la sala, en él pudo darse cuenta de todos los moretones que tenía su cuerpo, algunos eran producto de los besos y las caricias de Dante
Emma observó con inocencia a Rebecca, quien hacia un rollito con una hoja y lo llenaba de marihuana.–¿Quieres? – preguntó Rebeca.–¿Está permitido aquí?–Por supuesto que no, ¡Dah! – hizo un gesto de obviedad – ¿Por qué crees que me asusté tanto cuando llegaste? Casi me matas de un susto, no vuelvas a hacer eso, te enseñaré la clave para que a la próxima te anuncies.–Seguro… – susurró Emma, mientras veía la habitación, era pequeña, demasiado para compartirla con otra persona, tenía barrotes en la ventana y parecía demasiado sucio para lo que ella estaba acostumbrada, este último defecto era culpa de Rebeca, quien, a decir verdad, jamás fue una chica muy aseada.–¡Joder! – el cigarrillo improvisado que estaba haciendo Rebeca se desarmó, haciendo que toda la hierba se escapara y volará regándose alrededor de todo el piso de alfombra gris – ¡Joder! ¡joder! ¡Joder! – la chica se agachó a recogerlo, sin embargo, se sobresaltó en cuanto alguien tocó a la puerta de su habitación. Emma mi
Emma no sabía que debía hacer, sabía que la visita de Dante podía generarle demasiados problemas, en primer lugar, porque él jamás debió haberse enterado que ella estaba ahí, y en segundo lugar, porque sabía que las monjas no dudarían en contarle a su hermano y entonces se formaría la tercera guerra mundial. Emma no deseaba eso en lo absoluto, las cosas ya estaban lo suficientemente tensas entre Ezra y Dante como para añadir más leña al fuego ardiendo.–¿Planeas hacer una zanja en la habitación? – Rebeca rodó los ojos al ver como Emma caminaba de izquierda a derecha. –¡Dante no puede aparecerse aquí! Mi hermano me matará si se entera que he estado en contacto con él – la chica estaba al borde de las lágrimas, completamente desesperada.–No me digas que siempre eres tan dramática, por favor – bufó Rebeca, poniéndose en pie – no todo es el fin del mundo, Emma. Vamos, yo te ayudaré a salir de estás – Rebeca se puso la parte superior del hábito, tomó la linterna que mantenía oculta deba
–¿Qué vienes a buscar a esta casa, Dante? – Valeria se hizo un nudo en la cintura y entonces bajo las escaleras.Dante la vio mover las caderas de derecha a izquierda, Valeria seguía siendo igual de sensual que siempre, era hermosa, casi parecía una diosa encarnada dirigiéndose hacia él.–Tengo que hablar con el imbécil de Ezra – gruñó, con los puños apretados, sabiendo que ese cuerpo hermoso que se contoneaba ya no era suyo, ya no lo podía tocar porque ella decidió serle infiel y joderle la vida con la persona que siempre fue su mejor amigo.–¿Sobre qué tienen que hablar?–¿Ahora eres su secretaria personal? – Dante se burló de la mujer – ¿Tan bajo te has rebajado, Valeria? – él fingió lastima por ella, a pesar de que sentía completamente lo contrario, y si tuviera que sentir lastima por alguien, seria por sí mismo, que seguía enamorado de una mujer que al parecer jamás lo había amado. –No soy su secretaria, pero pronto seré su esposa y uno de mis deberes como tal es atenderlo, eso