Ezra detuvo a Henry porque sentía que el hombre no tenía el derecho moral de golpear a su hija, después de todo, Henry nunca fue un ejemplo a seguir para Valeria, todas las estupideces que la chica hacia era porque había visto a su padre haciendo lo mismo.–¿Ahora si la quieres? Esta mañana te vi muy tranquilo dándole la espalda y tratándola como si fuera un trapo sucio – gruño Henry mientras Ezra mantenía su mano sujeta.–Eso es diferente – respondió Ezra – ahora estas en mi casa, Henry y aquí se hace lo que yo diga, cuando yo lo diga y de la forma en que diga, ¿Estamos de acuerdo? No vas a venir a joderme la existencia ni a mí ni a nadie más – gruñó.–Tú no eres más que un niñito consentido, ni creas que vas a manipularme con un dedo – Henry se liberó del agarre de Ezra – no te tengo miedo.–Yo a ti tampoco – ambos hombres estaban viéndose frente a frente, prácticamente se estaban retando, y a pesar de que Valeria se sentía agradecida de que él la hubiera defendido, también sabía qu
Emma pensó en rogarle a su hermano para que no la hiciera atravesar por ese suplicio, pensó en arrodillarse allí donde estaba para que él la sacara de aquel sitio y no la obligara a entrar en el convento, pero sabía que eso solo demostraría su culpabilidad y no quería que Ezra pudiera sospechar de nada que estuviera mal con ella, así que, aunque no quería, la chica caminó detrás de la monja quien la llevó hasta la sala de ginecología para hacer la prueba a Emma.–Por favor, quítate la ropa y ponte esta bata, yo vendré en un rato – dijo la monja.Emma estaba sudando, sus manos estaban frías y su cuerpo estaba temblando completamente, tenía miedo de lo que iba a pasar a continuación.La chica se quitó la ropa tal como la monja le pidió, la dejo a un lado en un bulto y antes de ponerse la bata fue hasta el espejo de cuerpo completo que había a un lado de la sala, en él pudo darse cuenta de todos los moretones que tenía su cuerpo, algunos eran producto de los besos y las caricias de Dante
Emma observó con inocencia a Rebecca, quien hacia un rollito con una hoja y lo llenaba de marihuana.–¿Quieres? – preguntó Rebeca.–¿Está permitido aquí?–Por supuesto que no, ¡Dah! – hizo un gesto de obviedad – ¿Por qué crees que me asusté tanto cuando llegaste? Casi me matas de un susto, no vuelvas a hacer eso, te enseñaré la clave para que a la próxima te anuncies.–Seguro… – susurró Emma, mientras veía la habitación, era pequeña, demasiado para compartirla con otra persona, tenía barrotes en la ventana y parecía demasiado sucio para lo que ella estaba acostumbrada, este último defecto era culpa de Rebeca, quien, a decir verdad, jamás fue una chica muy aseada.–¡Joder! – el cigarrillo improvisado que estaba haciendo Rebeca se desarmó, haciendo que toda la hierba se escapara y volará regándose alrededor de todo el piso de alfombra gris – ¡Joder! ¡joder! ¡Joder! – la chica se agachó a recogerlo, sin embargo, se sobresaltó en cuanto alguien tocó a la puerta de su habitación. Emma mi
Emma no sabía que debía hacer, sabía que la visita de Dante podía generarle demasiados problemas, en primer lugar, porque él jamás debió haberse enterado que ella estaba ahí, y en segundo lugar, porque sabía que las monjas no dudarían en contarle a su hermano y entonces se formaría la tercera guerra mundial. Emma no deseaba eso en lo absoluto, las cosas ya estaban lo suficientemente tensas entre Ezra y Dante como para añadir más leña al fuego ardiendo.–¿Planeas hacer una zanja en la habitación? – Rebeca rodó los ojos al ver como Emma caminaba de izquierda a derecha. –¡Dante no puede aparecerse aquí! Mi hermano me matará si se entera que he estado en contacto con él – la chica estaba al borde de las lágrimas, completamente desesperada.–No me digas que siempre eres tan dramática, por favor – bufó Rebeca, poniéndose en pie – no todo es el fin del mundo, Emma. Vamos, yo te ayudaré a salir de estás – Rebeca se puso la parte superior del hábito, tomó la linterna que mantenía oculta deba
–¿Qué vienes a buscar a esta casa, Dante? – Valeria se hizo un nudo en la cintura y entonces bajo las escaleras.Dante la vio mover las caderas de derecha a izquierda, Valeria seguía siendo igual de sensual que siempre, era hermosa, casi parecía una diosa encarnada dirigiéndose hacia él.–Tengo que hablar con el imbécil de Ezra – gruñó, con los puños apretados, sabiendo que ese cuerpo hermoso que se contoneaba ya no era suyo, ya no lo podía tocar porque ella decidió serle infiel y joderle la vida con la persona que siempre fue su mejor amigo.–¿Sobre qué tienen que hablar?–¿Ahora eres su secretaria personal? – Dante se burló de la mujer – ¿Tan bajo te has rebajado, Valeria? – él fingió lastima por ella, a pesar de que sentía completamente lo contrario, y si tuviera que sentir lastima por alguien, seria por sí mismo, que seguía enamorado de una mujer que al parecer jamás lo había amado. –No soy su secretaria, pero pronto seré su esposa y uno de mis deberes como tal es atenderlo, eso
Ezra salió de la casa completamente furioso, no podía entender porque su hermana insistía en desobedecerlo, por otra forma no comprendía la estupidez de las monjas del convento. Se suponía que la había internado allí porque tendría toda la seguridad necesaria, porque la aislarían del mundo y el único contacto que tendría era con las compañeras y el mismo Ezra, pero tal parecía que estaba completamente equivocado, y eso solo le dejaba una opción al hombre, sacar a su hermana de allí y encontrar algún otro sitio más recóndito en el que pudiera esconderla de la verdad y de los hombres, sobre todo, de uno en particular… Dante.–¡Ezra! No puedes irte así como si estuvieras loco – le gritó Valeria, pero ya era demasiado tarde, el hombre acababa de meterse en su auto y estaba pisando el acelerador de su lujoso deportivo negro, iba tan deprisa y tan furioso que no se dio cuenta que su mayor enemigo, Dante, aún estaba dentro de su auto en el estacionamiento de la mansión – ¡¿Por qué nadie me e
–¡Ezra! Pero ¿Por qué no? Él no es una mala persona – las lágrimas salían de los ojos de Emma y surcaban su carita que se encontraba roja de tanto llorar. No sabía a donde la estaba llevando su hermano y aunque jamás creyó decir aquello, deseaba volver al convento, seguramente eso era mejor que cual fuera el lugar al que la estaba llevando Ezra.–¡Te dije que no! – le gritó furioso, tratando de agudizar la vista para poder conducir.Acababa de comenzar a caer un aguacero torrencial que le impedía ver con claridad a través del cristal del auto.–¡Maldita lluvia! – Ezra le dio un golpe al volante y entonces aceleró, por algún motivo creyó que era una buena idea acelerar para llegar más rápido a casa y decidir qué demonios iba a hacer con Emma – ¿Por qué me haces las cosas tan difíciles, Emma? Solo te pedí una cosa, ¡Una puta cosa! Que me obedecieras, ¿Era muy difícil?Emma esnifó y se agarró con fuerza del asiento, Ezra iba tan rápido que su espalda se pegaba contra el cuero del auto.–
Dante sacó su celular para llamar al número de emergencias o a alguien que lo pudiera ayudar, sin embargo, donde se encontraba la señal era muy débil y su celular no funcionaba correctamente. Completamente frustrado, Dante tiró el celular al suelo, viendo la forma en la que el aparato se hacía añicos.Enseguida, se armó de valor e intentó mover el cuerpo de Emma, tenía miedo porque sabía que no era prudente moverla, podía causarle un daño aún mayor si llegaba a hacer un movimiento indebido, pero tampoco podía quedarse ahí de brazos cruzados, así que, con todo el cuidado, la cargó en sus brazos y la llevó hasta el auto. –Vamos, Emma, espérame un poco más – le dijo, cuando la depositó en el asiento trasero de su auto.Emma se encontraba en peor condición que su hermano, de su cabeza salía sangre y no se veía nada bien, y aunque Ezra también estaba malherido, por lo menos soltaba sonidos de queja, cosa que no hacia Emma, quien estaba completamente inconsciente.Dante miró a Ezra que se