–¡¿Cómo que no sabes donde demonios está mi hermana?! – le gritó Ezra a la ama de llaves de su casa – ¿Entonces para que te pago? – él la zarandeó del brazo.
Emma no aparecía por ningún lado y Ezra estaba empezando a perder los nervios, no entendía donde demonios se podía meter una chica de diecinueve años, sin amigos y recién llegada a la ciudad.
–Lo siento señor, yo la vi salir en la tarde, pero no sé a dónde iba.
–¡Tú nunca sabes nada, bruta! – dijo, pero esas palabras no eran nuevas para la servidumbre, que estaba acostumbrada a escuchar cosas como esas y peores provenientes de Ezra.
–Lo lamento mucho, señor – ella bajó la cabeza, esperando que eso fuera suficiente para que él dejara de humillarla y le permitiera irse.
–¡Los quiero ver a todos aquí! – gritó tan alto, que el eco retumbó contra las paredes de la gran casa.
Enseguida cada uno de los sirvientes se acercaron y se formaron en una fila india frente a él.
–Emma Astley no puede volver salir de esta casa sin mi autorización, ¿Está entendido? Si ella da un paso a la derecha, quiero saberlo, si se mueve a la izquierda también, si se está dando una ducha, ustedes también deben saberlo, ¿He sido claro?
Todos asintieron con la cabeza y respondieron en coro – sí, señor.
–Espero que no se les olvidé. Mi hermana es lo más sagrado que tengo en la vida y como algo le suceda a ella los culparé a todos y cada uno de ustedes, los obligaré a pagar las consecuencias – las fosas nasales de Ezra se expandieron a medida que respiraba de forma agitada, igual que su pecho que subía y bajaba al ritmo de su ahogada respiración – pueden largarse todos, ya.
Los sirvientes salieron del salón principal mientras dejaban a solas a Ezra, quien ya se estaba planteando la idea de ir a buscar el mismo a su pequeña hermana, estaba claro que estaba rodeado de un montón de incompetentes que no le iban a servir para nada.
Con la sangre hirviendo y preocupado, Ezra fue hacia su bar y se sirvió una copa de whiskey escoces que se bebió de un solo tiro. Por alguna razón sentía que pensaba mucho mejor estando ebrio.
Al borde de la locura, Ezra escuchó que la puerta principal de la casa se abrió. Era Emma quien estaba entrando por ella, pero la chica estaba tan asustada porque su hermano se diera cuenta, que estaba tratando de moverse en el mayor silencio posible. El problema era que Ezra ya la había escuchado.
–¿Dónde demonios estabas metida, Emma? – Ezra se acercó dando zancadas hacia su hermana.
Emma unió sus manos frente a ella y se removió incomoda, su ropa interior estaba completamente mojada, sus rodillas temblaban. Estaba nerviosa, ansiosa y no sabía que responder. Ella nunca fue una buena mentirosa y no sabía cómo enfrentar a Ezra.
–¡Habla! ¿Dónde estabas metida? ¿Y vestida de esa forma? – él la miró de los pies a la cabeza, se fijó en la falda corta que estaba usando su hermana y en la blusa de escote que también llevaba.
–¿Qué tiene mi ropa? – ella se mordió el labio con miedo.
–¡Que pareces una puta, Emma! ¿De dónde sacaste estos trapos? – él la agarró con fuerza de la camisa, moviéndola bruscamente – ¿Por qué estás vestida de esta forma? – insistió.
–Yo… yo – Emma comenzó a titubear y estaba a punto de ponerse a llorar. Sabía que si le mentía a Ezra él se daría cuenta inmediatamente de que ella estaba ocultando algo.
–¡Habla! No quieras tratarme como a un imbécil – él la agarró de la barbilla y la obligó a mirarlo, Emma sintió el dolor en la mandíbula, pero no se atrevía a decirle a su hermano que la estaba lastimando, sobre todo, porque esa era una situación nueva para ella. Ezra siempre tuvo carácter y siempre la trató con rudeza y disciplina, sin embargo, esa noche se estaba comportando como alguien a quien ella no era capaz de reconocer.
–Hermano, lo siento, te juro que nunca más volveré a salir sin avisarte, lo prometo.
Sin poder aguantarse más, ella dejó que las primeras lagrimas comenzaran a caer de sus ojos, se sentía culpable por lo que había pasado con Dante, por la forma en que él la había tocado y además por estarle ocultando la verdad a su hermano.
El hecho de que Emma le estuviera dando tantas vueltas al asunto solo hizo que la rabia creciera dentro de Ezra. Jamás le había gustado que lo tratasen como a un tonto y sentía que eso era lo que estaba haciendo Emma.
–¡Vas a decirme ya donde estabas! – le habló con rabia.
–Estaba… con Dante – respondió tan bajito que salió como un murmuro.
El panorama de Ezra se nubló, se volvió ciego en cuanto escuchó el nombre de Dante, el culpable de que él fuera a casarse con Valeria. Con la rabia saliendo de sus poros, Ezra levantó la mano derecha y le dio una bofetada a Emma, haciendo que la mejilla de la chica comenzara a palpitar de dolor y que incluso de su nariz comenzara a sangrar.
Emma se llevó una mano a la mejilla y se quedó asombrada por lo que su hermano acababa de hacer, esa era la primera vez que él le ponía una mano encima para golpearla, y el problema era que Ezra no se sentía dispuesto a parar.
–¡Te encontraste con Dante aun cuando te lo prohibí! ¡Rompiste nuestra promesa, Emma, y no contenta con eso te fuiste a ver con él luciendo como una m*****a ramera! – Ezra le dio otro golpe a su hermana, quien enseguida cayó al suelo por el impacto.
–Ezra lo siento, tienes que parar – ella lo miró desde el suelo, completamente humillada.
–¿Esto es en lo que quieres convertirte? Porque si lo que quieres ser es una mujerzuela entonces no tendrías por qué estarte quejando. Así se trata a las mujerzuelas, como un trapo, ¡Porque no valen nada! – Emma no podía creer las palabras que estaba escuchando de su hermano, él sonaba tan machista…
–No me convertiré en esto, lo prometo – ella murmuró.
–¡Por supuesto que no lo harás! Porque estás castigada, a partir de hoy no vas a poder salir de esta casa a menos de que sea conmigo, ¿Me entendiste bien? Y mañana mismo iremos a inscribirte en el convento, en el cual te enseñen a no vestirte de esa forma, ni mucho menos a involucrarte con el primero que se atraviesa en tu camino – gritó – y ¡No vas a usar ropa como esta en mi casa!
Si no hubiera sido por el timbre de la casa que acababa de sonar, Ezra no se hubiera detenido y habría continuado maltratándola.
–¡Vete a tu habitación! – le gritó, mientras intentaba recuperar la compostura – ¿Quién es? – preguntó a la ama de llaves que abrió la puerta.
–Es la familia Darcy, señor – respondió la mujer.
Ezra rodó los ojos y fue con fastidio hasta la puerta principal, donde estaban Henry, Valeria y Antonia con todas sus maletas.
–¿Qué hacen aquí?
–Mi amor, papá ha decidido que vendremos a vivir contigo – Valeria chilló y se tiró al cuello de Ezra para abrazarlo.
–¡¿Que?! ¿Acaso se han vuelto locos? – él la apartó sin nada de tacto.
–Axel Neville nos ha embargado nuestra casa y en vista de que es por culpa tuya, vamos a quedarnos aquí, porque además de eso, no tenemos otro sitio al que ir – anunció Henry.
Enseguida la familia Darcy entró en casa de Ezra y comenzaron a meter todas sus pertenencias. Ezra los miro con rabia, pero sabía que no podía hacer nada para detener eso, más allá de encontrar una forma de no casarse con Valeria.
–Ayúdalos a instalarse, vigílalos de cerca – le dijo Ezra al ama de llaves antes de subir las escaleras para ir a su habitación.
Valeria subió a escondidas detrás de él y esperó hasta que su futuro esposo entrara en su habitación – ¿Así que este es tu espacio? ¿Aquí es donde dormiremos? – preguntó con esa voz chillona de ella.
Ezra miro a Valeria, estaba tan cansado y estresado que no tenía mente como para pelear, prefería hacer otro tipo de cosas, así que la jaló del brazo y cerró la puerta detrás de ellos.
–Ya sabes lo que tienes que hacer – soltó.
Ya tendría tiempo para sacarla de su habitación más tarde, cuando hubiera cumplido con lo único para lo que era buena.
Henry y Antonia organizaron sus cosas en una de las habitaciones del servicio de la gran casa de Ezra, mientras su hija y el dueño de la propiedad tenían relaciones en el piso superior. –Ya se han tardado demasiado Valeria y Ezra, ¿No lo crees? – preguntó Antonia nerviosa. La mujer sabía que Valeria no era una persona demasiado inteligente, alguien con el cerebro de Valeria no dudaría en embarazarse y eso era lo peor que podía pasarle a la familia. Había demasiados dramas como para sumar a un bebe a la ecuación.–¿Qué quieres que te diga, mujer? ¿Qué voy a irlos a buscar? Creo que ambos ya están lo suficientemente grandecitos como para perderse – soltó Henry frustrado. A él, por el contrario a Antonia, no le interesaba un comino nada de lo que le sucediera a Valeria, a partir del momento en que ella los había puesto en humillación, él comenzó a considerarla como muerta. La única razón por la que Henry seguía manteniendo cerca a Valeria era porque sabía que ella era la llave que los
Esa noche Emma no fue capaz de pegar el ojo, pasó toda la madrugada en vela mientras ideaba en su cabeza formas de escapar de la casa, de enviar un mensaje a Dante o por lo menos enviarle señales de humo. La chica estaba tan desesperada que incluso había comenzado a plantearse ideas absurdas, se preguntó si quizá las palomas mensajeras funcionaban… Ella sabía que todo eso no eran más ideas ridículas, aun así, estaba desesperada por encontrar una forma de ver al hombre del que estaba enamorada. –¡Señorita Neville, despierte! – dijo el ama de llaves, tocando a la puerta de Emma.Ella se puso en pie como si fuera un zombi, caminó hasta el baño y se dio una ducha igual de aburrida, como si no fuera poco todo el agotamiento mental que tenía por no haber dormido, se sumaba el dolor físico por los golpes de Ezra y el fastidio que tenía por salir de casa esa mañana.–¡Me lleva el demonio! – dijo mirándose al espejo.Emma conocía a la perfección ese tipo de lugar al que Ezra la llevaría, sab
–Dante, ¿Estás bien? – preguntó Emma mientras entraba en la casa y veía con el ceño fruncido el semblante que tenía Dante. Solo había pasado alrededor de veinticuatro horas desde que ella lo vio la tarde anterior, sin embargo esa persona que estaba de pie allí en la mitad del recibidor parecía un hombre completamente diferente al que ella había dejado en la casa el día anterior. La barba de Dante estaba crecida, dándole un aspecto sombrío, sus ojos se veían cansados, estaban rojos y tenía un par de ojeras debajo de ellos. Su cabello se veía despeinado y su ropa no estaba tan ordenada como siempre. Los dos primeros botones de su camisa blanca estaban desabrochados y Emma juraría haber visto el ultimo botón mal colocado.–¿Te pasa algo? – insistió.–No pequeña, todo está bien – respondió, ahora que ella había regresado, el hombre se dio cuenta de que no todo estaba perdido, si tenía una posibilidad de vengarse de la forma en que lo deseaba. Quería que Ezra sudara sangre y la materiali
Henry, que esa mañana también salió de la gran casa, estuvo visitando y haciendo llamadas a cada una de las personas que conocía en todas las empresas en las que podían contratarlo. El hombre se vistió con su mejor traje, llenó su portafolio con currículos y se puso su mejor sonrisa, una que fuera lo suficientemente grande como para esconder la vergüenza que estaba viviendo últimamente.había pasado la mayor parte del día haciendo entrevistas, sin embargo todos le habían cerrado la puerta en la cara, lo habían tratado tan mal que lo único que había faltado era que le escupieran en la cara. Por supuesto en cuanto toda la verdad sobre Ezra y Valeria se supo, Axel se encargó de contarlo a los cuatro vientos, habló con todos sus amigos, que eran los mismos que los de Henry, a cerca de las desgracias que estaba viviendo el hombre, les contó de como su hija lo había dejado en ridículo, como había perdido todo en sus juegos de apuestas y por su supuesto, les advirtió de la poca confianza que
–¿Qué fue lo que te pasó? Creí que regresarías feliz – le preguntó Valeria a Emma que acababa de llegar a la cafetería en la que se reunirían para volver a casa.Emma estaba envuelta en lágrimas, tenía la ropa desacomodada y el pelo revuelto, sus ojos estaban hinchados de tanto que había llorado e incluso sus manos estaban temblando. La chica se veía realmente fatal.–No debí haber venido – ella sollozó. –¡Oh mi niña! – Valeria la abrazó y dejo que Emma llorara en su pecho.Tal vez no eran las mejores amigas, pero en ese momento Valeria era lo único que Emma tenía y para su suerte, Valeria conocía demasiado bien como se sentía un corazón roto, tenía muchas lecciones que podía darle a la pequeña a la que todavía le faltaba mucha experiencia en el amor.–No estoy lista para esto, debí haberlo sabido, soy una tonta por pensar que él… – dejo de hablar, recordando que la mujer con la que estaba era nada más y nada menos que la exnovia del hombre con el que había estado revolcándose. –N
Ezra detuvo a Henry porque sentía que el hombre no tenía el derecho moral de golpear a su hija, después de todo, Henry nunca fue un ejemplo a seguir para Valeria, todas las estupideces que la chica hacia era porque había visto a su padre haciendo lo mismo.–¿Ahora si la quieres? Esta mañana te vi muy tranquilo dándole la espalda y tratándola como si fuera un trapo sucio – gruño Henry mientras Ezra mantenía su mano sujeta.–Eso es diferente – respondió Ezra – ahora estas en mi casa, Henry y aquí se hace lo que yo diga, cuando yo lo diga y de la forma en que diga, ¿Estamos de acuerdo? No vas a venir a joderme la existencia ni a mí ni a nadie más – gruñó.–Tú no eres más que un niñito consentido, ni creas que vas a manipularme con un dedo – Henry se liberó del agarre de Ezra – no te tengo miedo.–Yo a ti tampoco – ambos hombres estaban viéndose frente a frente, prácticamente se estaban retando, y a pesar de que Valeria se sentía agradecida de que él la hubiera defendido, también sabía qu
Emma pensó en rogarle a su hermano para que no la hiciera atravesar por ese suplicio, pensó en arrodillarse allí donde estaba para que él la sacara de aquel sitio y no la obligara a entrar en el convento, pero sabía que eso solo demostraría su culpabilidad y no quería que Ezra pudiera sospechar de nada que estuviera mal con ella, así que, aunque no quería, la chica caminó detrás de la monja quien la llevó hasta la sala de ginecología para hacer la prueba a Emma.–Por favor, quítate la ropa y ponte esta bata, yo vendré en un rato – dijo la monja.Emma estaba sudando, sus manos estaban frías y su cuerpo estaba temblando completamente, tenía miedo de lo que iba a pasar a continuación.La chica se quitó la ropa tal como la monja le pidió, la dejo a un lado en un bulto y antes de ponerse la bata fue hasta el espejo de cuerpo completo que había a un lado de la sala, en él pudo darse cuenta de todos los moretones que tenía su cuerpo, algunos eran producto de los besos y las caricias de Dante
Emma observó con inocencia a Rebecca, quien hacia un rollito con una hoja y lo llenaba de marihuana.–¿Quieres? – preguntó Rebeca.–¿Está permitido aquí?–Por supuesto que no, ¡Dah! – hizo un gesto de obviedad – ¿Por qué crees que me asusté tanto cuando llegaste? Casi me matas de un susto, no vuelvas a hacer eso, te enseñaré la clave para que a la próxima te anuncies.–Seguro… – susurró Emma, mientras veía la habitación, era pequeña, demasiado para compartirla con otra persona, tenía barrotes en la ventana y parecía demasiado sucio para lo que ella estaba acostumbrada, este último defecto era culpa de Rebeca, quien, a decir verdad, jamás fue una chica muy aseada.–¡Joder! – el cigarrillo improvisado que estaba haciendo Rebeca se desarmó, haciendo que toda la hierba se escapara y volará regándose alrededor de todo el piso de alfombra gris – ¡Joder! ¡joder! ¡Joder! – la chica se agachó a recogerlo, sin embargo, se sobresaltó en cuanto alguien tocó a la puerta de su habitación. Emma mi