–Mañana nos reuniremos para hacer los preparativos de la boda, entre más rápido salgamos de esto, mejor – sentenció Henry Darcy.
Era imposible que alguien le llevara la contraria, Ezra y Valeria habían metido las patas hasta el fondo y les tocaba pagar las consecuencias, incluso aunque eso correspondiera a una tortura para Ezra.
–¡Lárguense todos de mi casa! ¡Ahora! – exclamó el hombre, que deseaba descansar de la locura que había sido esa noche.
Emma miró a su hermano esperando que él le diera la orden de que se fueran, sin embargo, no lo hizo, Ezra necesitaba hablar con Valeria antes de irse de su casa. Emma entendió la señal que él le hizo con la cabeza para que lo esperara en el recibidor.
–Ha sido un gusto verlos, señores Darcy, lamento las circunstancias – dijo la chica, tan educada como siempre, al tiempo en que daba media vuelta y volvía al recibidor a pensar en Dante, en el beso que le dio y en lo que se avecinaba para ella al dia siguiente cuando se reuniera con él.
Mientras Emma deliraba sobre Dante Neville, su hermano agarraba a Valeria por el brazo para llevarla a un lugar más privado en el que pudieran hablar.
–Hay cosas que necesitamos discutir – gruñó entre dientes.
Valeria tragó saliva y asintió con la cabeza – papá, Ezra y yo debemos hablar, estaremos en la biblioteca del segundo piso – avisó, pero a su padre no le interesaba mucho lo que esos dos hicieran juntos, después de todo, ya habían deshonrado el honor de la familia.
–No vayan a tardar demasiado – gruñó Antonia, quien no se podía creer todavía que su pequeña ya no fuera una mujer virgen.
Antonia era una mujer tradicional, chapada a la antigua, estaba acostumbrada a las tradiciones, ella esperaba que Valeria se guardara para la noche de bodas, pero estaba más que claro que Valeria no era una niña, si no una mujer que ya había dejado que dos hombres vieran su cuerpo completamente desnudo.
–Vamos a mi habitación – dijo Valeria a Ezra, en cuanto se alejaron lo suficiente de sus padres.
Ambas personas subieron las escaleras y entonces llegaron hasta la habitación de Valeria. Ezra miro alrededor porque era la primera vez que estaba allí, enseguida se pudo dar cuenta de que Valeria era una niña mimada y consentida, su habitación parecía el cuarto de una princesa, tenía un closet gigantesco en donde resaltaba un joyero que brillaba por la cantidad de piezas preciosas, tenía las paredes pintadas de un color azul cielo y en su cama había montones de peluches que había estado coleccionando con el pasar del tiempo, algunos de ellos eran los primeros regalos que Dante le había dado cuando recién se habían vuelto novios.
–¡Dios! – Ezra se llevó el dedo al puente de la nariz y sintió migraña enseguida – tenemos que detener esta locura, Valeria, tú y yo no podemos casarnos – le dijo, en cuanto ella cerró la puerta de la habitación.
–A mí no me parece descabellado – ella se sentó en la cama de forma provocativa, esa noche, Valeria estaba usando un vestido de color negro, el vestido no era ajustado, sin embargo, tenía una abertura a media pierna que dejaba al descubierto gran parde de su piel – lo que pasó entre nosotros fue algo inevitable, desde hace mucho tiempo que tú y yo queríamos que pasara esto entre nosotros, solo que nunca fuimos capaces de hacer nada al respecto, hasta ahora.
Después de que Dante golpeó a Ezra, a Valeria se le quitó todo el remordimiento de encima, aquella muestra de agresividad por parte de Dante solo demostraba que él no era el hombre para su vida. Lo que Valeria no sabía era que Ezra podía llegar a ser igual o más violento que el propio Dante.
–No nos digamos mentiras, hace mucho tiempo que yo dejé de amar a Dante, y hace mucho tiempo que tú me quieres…
–¿Qué yo te quiero? ¡Pero ¿De dónde sacas semejante estupidez?!
Valeria soltó una sonrisa de medio lado y se movió sutilmente hacia la derecha, haciendo que el fino tirante de su vestido se deslizara por su hombro de forma sugestiva. Ezra desvió la mirada a sus pechos, que sobresalían por el escote. Valeria no estaba usando sujetador y sus pezones resaltaban sobre la tela negra.
La chica estaba excitada, ver a Ezra tan desesperado la prendía de formas que él no se alcanzaba ni a imaginar.
–No te hagas el santo, Ezra, he visto como me miras, lo has hecho desde hace muchos años atrás… – ella se puso en pie y caminó hasta estar tras de Ezra – incluida aquella noche en la habitación de Dante – susurró en su oído.
Enseguida la mente de Ezra viajó a aquella noche en que había llegado al departamento de Dante y Valeria lo había recibido usando únicamente una bata de seda, podía verse por la abertura en mitad de la bata color negro, que la chica estaba desnuda, él había podido apreciar su piel blanca y perfecta por algunos centímetros.
–Tú lo planeaste todo, ¿No es así? Esa noche solo querías provocarme – dijo Ezra con la voz entrecortada, mientras ella le daba pequeños mordiscos en la oreja.
–No sé de qué hablas.
Esa noche, Valeria invitó a Ezra a que siguiera, le dijo que Dante no tardaría en llegar y que mientras tanto ella se daría una ducha. La chica se metió en la habitación principal y dejó la puerta abierta, a sabiendas de que Ezra podía verla desde donde estaba. Sin ningún tipo de pudor, Valeria se quitó de encima la bata y se quedó completamente desnuda, se sentó en la cama y comenzó a ponerse exfoliante de baño allí afuera.
Esa fue la primera vez en que Ezra vio a Valeria como algo más que la novia de su mejor amigo, después de todo, ella no le había dejado otra opción. Valeria se había masturbado en la habitación y Ezra lo había visto todo, como se tocaba, como gemía y gritaba cuando estaba al borde de llegar al orgasmo.
–Vamos a casarnos y es lo mejor que nos va a pasar en la vida – dijo ella, haciéndolo caer en la realidad de nuevo.
Ezra se dio media vuelta, dispuesto a encarar a Valeria para decirle que ni en un millón de años se casaría con ella, sin embargo, en cuanto se volteó, abrió los ojos como platos. Ella acababa de quitarse completamente el vestido, se había quedado usando únicamente unas bragas miniaturas que ni siquiera la cubrían completamente.
Ezra enloqueció con sus pechos, con sus curvas y con esa sonrisa diabólica, y antes de pensar en lo que estaba haciendo, la tumbó sobre la cama y se echó encima de ella para follarla.
–Sabía que cambiarias de opinión – gimió ella mientras él se frotaba contra su centro.
El problema era, que Ezra no había cambiado de opinión respecto al matrimonio, seguía pensando lo mismo, pero sus instintos salvajes no le permitían desaprovechar una oportunidad como esa que tenía frente a sus narices. Valeria era una mujer muy sensual, y siempre y cuando mantuviera la boca cerrada entonces todo estaba bien. Justo como en ese momento, en que él la besaba para que no pudiera decir absolutamente nada que dañara el momento.
Ezra no se molestó en llevar las cosas despacio, él simplemente tuvo lo que quiso y cuando hubo descargado toda su frustración con Valeria, se levantó de su cama, se vistió como si nada hubiera pasado y se dispuso a irse.
–Nos vemos mañana, cariño – Valeria le sonrío y le tiró un beso al aire.
Él la miro de mala gana, pero no le dijo nada y simplemente fue al recibidor donde lo esperaba Emma.
–¿Por qué tardaste tanto?
Ezra la miro, Emma había crecido mucho en los dos años en que había estado lejos, definitivamente, ella era lo único bueno que él tenía en su vida.
–¡Me alegra mucho que estes de vuelta en casa! – la abrazó y le dio un beso en la frente que lo hizo soltar un gruñido. Lastimó el labio que Dante también se encargó de partirle.
–A mi también me alegra estar aquí, pero creo que hay muchas cosas que debes explicarme, ¡y ahora no me digas que son cosas de adultos! Porque ya no soy la misma niña que se fue de aquí – le recordó.
–Tienes razón – Ezra soltó un suspiro y entonces le contó a su hermana todo lo que pasó con Valeria y Dante.
Emma no podía creer todo lo que había sucedido en su ausencia, sin embargo, no podía dejar de pensar en que tal vez, el destino había permitido que todo eso sucediera justo en ese momento en que ella había regresado, porque ella iba a ser la encargada de consolar a Dante. Seguramente la estaba pasando muy mal por la traición de su novia.
–Todo lo que acabo de decirte, significa que no puedes estar en contacto con Dante.
–¡¿Que?! – chilló ella.
–Sé que es tu amigo, pero no creo que él te vea de la misma forma, no quiero que te haga daño, así que tienes prohibido verlo.
Emma hizo un puchero mientras ambos se subían en el auto que los llevaría a casa.
–Promete que no lo verás, Emma – pidió Ezra.
Emma asintió con la cabeza, sin embargo, esa era una promesa que ella no podría cumplir, sobre todo, porque esperaba ver a Dante al día siguiente. Ni en un millón de años se perdería su cita.
A la mañana siguiente, el día parecía que iba a ser perfecto, el sol brillaba con intensidad en el cielo, Emma estaba contenta de que fuera su primer día allí después de tanto tiempo lejos, Ezra había podido descansar los golpes que le había dado Dante la noche anterior. Valeria despertó temprano para comenzar a organizar la que ella suponía que sería su boda perfecta. Todo parecía en orden, excepto para aquellos que no la estaban pasando tan bien, como Henry, que se preparaba para asistir a su ultimo día de trabajo o Antonia, que no dejaba de pensar en cómo haría para darle la cara a sus amigas de la alta sociedad, cuando su familia estaba quedándose en la banca rota. Y ni que decir de Dante, que había pasado la noche embriagándose por la amargura y no pudo dormir porque en cuanto cerraba los ojos lo único que podía ver era a su exnovia y a su ex mejor amigos revolcándose juntos a su espalda.El panorama era muy diferente para cada una de las personas involucradas en la historia, a p
Aquella mañana, Henry no se tomó solo un café en el carrito que solía estacionarse en la esquina antes de entrar a Industrias Neville, el hombre se sentía tan frustrado por tener que enfrentar a Axel después de lo que había pasado la noche anterior, que tuvo que permanecer alrededor de una hora bebiéndose casi cuatro cafés negros que esperaba le dieran el suficiente valor para meterse dentro e ir a su oficina para enfrentarse a la humillación a la que su hija lo expuso.Sin duda alguna Valeria había hecho muchas estupideces a lo largo de su vida, pero esa era una que él jamás le iba a perdonar.Sin otra opción a su situación, Henry entró en el edifico como si nada hubiera sucedido, se montó en el ascensor y llegó hasta su piso, en el que estaba esperándolo su secretaria con noticias que seguramente no le iban a agradar.–Señor, el jefe Neville quiere verlo – le dijo la mujer con cara de preocupación. Algo le decía que tenía que comenzar a buscar un nuevo empleo – me pidió que le avisa
–¡¿Cómo que no sabes donde demonios está mi hermana?! – le gritó Ezra a la ama de llaves de su casa – ¿Entonces para que te pago? – él la zarandeó del brazo. Emma no aparecía por ningún lado y Ezra estaba empezando a perder los nervios, no entendía donde demonios se podía meter una chica de diecinueve años, sin amigos y recién llegada a la ciudad.–Lo siento señor, yo la vi salir en la tarde, pero no sé a dónde iba.–¡Tú nunca sabes nada, bruta! – dijo, pero esas palabras no eran nuevas para la servidumbre, que estaba acostumbrada a escuchar cosas como esas y peores provenientes de Ezra.–Lo lamento mucho, señor – ella bajó la cabeza, esperando que eso fuera suficiente para que él dejara de humillarla y le permitiera irse.–¡Los quiero ver a todos aquí! – gritó tan alto, que el eco retumbó contra las paredes de la gran casa.Enseguida cada uno de los sirvientes se acercaron y se formaron en una fila india frente a él.–Emma Astley no puede volver salir de esta casa sin mi autorizaci
Henry y Antonia organizaron sus cosas en una de las habitaciones del servicio de la gran casa de Ezra, mientras su hija y el dueño de la propiedad tenían relaciones en el piso superior. –Ya se han tardado demasiado Valeria y Ezra, ¿No lo crees? – preguntó Antonia nerviosa. La mujer sabía que Valeria no era una persona demasiado inteligente, alguien con el cerebro de Valeria no dudaría en embarazarse y eso era lo peor que podía pasarle a la familia. Había demasiados dramas como para sumar a un bebe a la ecuación.–¿Qué quieres que te diga, mujer? ¿Qué voy a irlos a buscar? Creo que ambos ya están lo suficientemente grandecitos como para perderse – soltó Henry frustrado. A él, por el contrario a Antonia, no le interesaba un comino nada de lo que le sucediera a Valeria, a partir del momento en que ella los había puesto en humillación, él comenzó a considerarla como muerta. La única razón por la que Henry seguía manteniendo cerca a Valeria era porque sabía que ella era la llave que los
Esa noche Emma no fue capaz de pegar el ojo, pasó toda la madrugada en vela mientras ideaba en su cabeza formas de escapar de la casa, de enviar un mensaje a Dante o por lo menos enviarle señales de humo. La chica estaba tan desesperada que incluso había comenzado a plantearse ideas absurdas, se preguntó si quizá las palomas mensajeras funcionaban… Ella sabía que todo eso no eran más ideas ridículas, aun así, estaba desesperada por encontrar una forma de ver al hombre del que estaba enamorada. –¡Señorita Neville, despierte! – dijo el ama de llaves, tocando a la puerta de Emma.Ella se puso en pie como si fuera un zombi, caminó hasta el baño y se dio una ducha igual de aburrida, como si no fuera poco todo el agotamiento mental que tenía por no haber dormido, se sumaba el dolor físico por los golpes de Ezra y el fastidio que tenía por salir de casa esa mañana.–¡Me lleva el demonio! – dijo mirándose al espejo.Emma conocía a la perfección ese tipo de lugar al que Ezra la llevaría, sab
–Dante, ¿Estás bien? – preguntó Emma mientras entraba en la casa y veía con el ceño fruncido el semblante que tenía Dante. Solo había pasado alrededor de veinticuatro horas desde que ella lo vio la tarde anterior, sin embargo esa persona que estaba de pie allí en la mitad del recibidor parecía un hombre completamente diferente al que ella había dejado en la casa el día anterior. La barba de Dante estaba crecida, dándole un aspecto sombrío, sus ojos se veían cansados, estaban rojos y tenía un par de ojeras debajo de ellos. Su cabello se veía despeinado y su ropa no estaba tan ordenada como siempre. Los dos primeros botones de su camisa blanca estaban desabrochados y Emma juraría haber visto el ultimo botón mal colocado.–¿Te pasa algo? – insistió.–No pequeña, todo está bien – respondió, ahora que ella había regresado, el hombre se dio cuenta de que no todo estaba perdido, si tenía una posibilidad de vengarse de la forma en que lo deseaba. Quería que Ezra sudara sangre y la materiali
Henry, que esa mañana también salió de la gran casa, estuvo visitando y haciendo llamadas a cada una de las personas que conocía en todas las empresas en las que podían contratarlo. El hombre se vistió con su mejor traje, llenó su portafolio con currículos y se puso su mejor sonrisa, una que fuera lo suficientemente grande como para esconder la vergüenza que estaba viviendo últimamente.había pasado la mayor parte del día haciendo entrevistas, sin embargo todos le habían cerrado la puerta en la cara, lo habían tratado tan mal que lo único que había faltado era que le escupieran en la cara. Por supuesto en cuanto toda la verdad sobre Ezra y Valeria se supo, Axel se encargó de contarlo a los cuatro vientos, habló con todos sus amigos, que eran los mismos que los de Henry, a cerca de las desgracias que estaba viviendo el hombre, les contó de como su hija lo había dejado en ridículo, como había perdido todo en sus juegos de apuestas y por su supuesto, les advirtió de la poca confianza que
–¿Qué fue lo que te pasó? Creí que regresarías feliz – le preguntó Valeria a Emma que acababa de llegar a la cafetería en la que se reunirían para volver a casa.Emma estaba envuelta en lágrimas, tenía la ropa desacomodada y el pelo revuelto, sus ojos estaban hinchados de tanto que había llorado e incluso sus manos estaban temblando. La chica se veía realmente fatal.–No debí haber venido – ella sollozó. –¡Oh mi niña! – Valeria la abrazó y dejo que Emma llorara en su pecho.Tal vez no eran las mejores amigas, pero en ese momento Valeria era lo único que Emma tenía y para su suerte, Valeria conocía demasiado bien como se sentía un corazón roto, tenía muchas lecciones que podía darle a la pequeña a la que todavía le faltaba mucha experiencia en el amor.–No estoy lista para esto, debí haberlo sabido, soy una tonta por pensar que él… – dejo de hablar, recordando que la mujer con la que estaba era nada más y nada menos que la exnovia del hombre con el que había estado revolcándose. –N