Capítulo 2
Alan
No puedo decir que me siento traicionado, ese no es el caso porque estoy adaptado a las personas como los López, no se me ocurrió que pudieran ser tan osados; sin embargo, no me asombra. Veo a Diana, mi madrastra sentada sola en el salón- ¿fuiste tú? - le pregunto y ella se sobresalta al no haberme sentido llegar
- a lo mejor si me dices de qué hablas puedo responderte - hace como si no entendiera; sin embargo, estoy seguro de que es totalmente consciente
- hablo del espectáculo en mi boda - le refresco la memoria, ella se pone de pié
- ¿alguna vez te he dado motivos para creer algo como eso? ¿Acaso te trate mal o hice algo en tu contra? -me río de madera sarcástica
- en verdad debes creer que soy tonto, que no me doy cuenta de que me halagas delante de mi padre para que crea que soy mejor que él y me tenga más mala voluntad de la que ya me tiene. Para ti y tu hija y también tu querido sobrino, sería muy beneficioso si no puedo tener la herencia, así podría ser de ustedes
- trato de no meterme en problemas de herencia, prefiero ser parte de la empresa, así tengo mi propio poder sin tener ningún enemigo, pesando de esa forma llegue al lugar donde estoy, y de momento me conformo con ser presidenta de la Junta directiva -
me explica, aun así no le creo ni una palabra
- digamos que te creo, no quiero seguir discutiendo al respecto -
subo las escaleras y voy a mi habitación, cuando abro la puerta veo a mi esposa, la mujer con la que me acosté anoche, y de la que no se nada. Mirándose en el espejo, está admirando su vestido de novia y eso me molesta bastante, entro en la habitación
-desaparece-
esa palabra sale de mi boca sin poder evitarlo, ella obedece con la cabeza baja, camina a la puerta - detente - se frena en seco - ¿quién te dijo que podías irte? - me contradigo
- me acabas de decir que desaparezca -
me responde dándome la espalda
- te dije que desaparecieras, no que salieras de la habitación tienes prohibido salir de aquí -ahora se gira en mi dirección
- no creo que tengas el poder sobre mí como para prohibirme hacer algo -se enfrenta a mí
- te equivocas -me paro frente a ella - ahora eres mi esposa
- soy tu esposa, no tu propiedad -me río y la acorralo entre mi cuerpo y la puerta
- ya seas mi esposa o mi propiedad, eres mía, ahora entra en el baño, quitaré ese maldito vestido que no quiero volver a ver en mi vida y regresa, tenemos que hablar -estoy muy cerca de ella, me encantaría besarla y revivir lo que sucedió anoche, pero no puedo. Esta situación es muy diferente, la libero y casi corre al baño. Sale al instante, corre de un lugar a otro buscando algunas cosas y regresa dentro, yo voy a mi closet y tomó un pantalón de chándal, decido no poner nada en la parte superior de mi cuerpo, me siento en el butacón que utilizo para leer y espero tranquilamente a que salga
- ¿no puedes ponerte algo en tu cuerpo? -es lo primero que dice, me lanza el vestido. Lo hago una pelota y lo dejó caer al suelo
- estoy vestido, puedes estar segura -sonrío de medio lado
- ¿o es que acaso no recuerdas cómo luce mi cuerpo desnudo - ella sé sonroja hasta la raíz del cabello
- no lo recuerdo - me responde
- yo lo dudo, pero da igual - le señalo la cama
- toma asiento - para mi sorpresa obedece - comienza por decirme tu nombre
- soy Maite - responde
- entonces Maite, te voy a preguntar aunque no me voy a creer nada de lo que digas
- entonces no preguntes - me interrumpe
- voy a preguntar por qué me interesa la justificación que vas a darme -
hago una pausa mientras pienso cuál es la mejor manera de preguntarlo - ¿por qué te acostaste conmigo anoche? - me mira y sus ojos van directo a mí entre piernas - deja tu atención en mi cara
- ya sé que no me crees, pero anoche no sabía quién eras. Fui a ese bar porque me separé de mi prometido y estaba muy molesta
- ¿tenías un prometido? - le pregunto sin poder creérmelo
- si, hasta que mi hermana me mostró las cosas que hacía mi prometido es su tiempo libre, cosas que iban desde el juego hasta la bebida y pasando por una mujer nueva cada noche - asiento
- ya veo - increíblemente me siento dolido - yo fui tu premio de consolación
- no - casi grita - deja de tergiversa todo lo que digo. Sólo estaba tranquila en un rincón y te acercaste, está mañana cuando desperté me sentí muy asustada y por eso me fui sin despertarte - mira a su alrededor - ¿qué es ese lugar?
- ¿qué lugar? - le pregunto por qué me quedé en el aire
- la casa donde desperté hoy - es lógico que tenga esa duda
- es mi casa, la casa donde crecí. Era de mi madre - dogo con más orgullo del que pretendo
- ¿así que estás diciendo que fue una coincidencia? - regreso al tema original
- entonces explica por qué estoy casado contigo y no con tu hermana - resopla
- cuando llegué a mi casa tenía planeado bañarme y asistir a tu boda, como dama de honor no como novia, pero resulta que la novia se fue a quien sabe donde y dejo a toda la familia en problemas, y mi hermano me convenció de que era algo que tenía que hacer -
me mira fijo
- y yo acababa de perder mi virginidad con un hombre al que no conocía de nada, así que no creí que fuera tan malo -
la miro asombrado
- ¿ahora me estás culpando?
- no Alan, la culpa es mía. La culpa de todo es mía - baja la cabeza
- no te creo una palabra de lo que has dicho - me pongo en pie y voy hasta la cama me acuesto y apago la luz de mi lado
- ¿dónde voy a dormir yo? - sabía que llegaría esa pregunta en algún momento, señalo la cama bacía.
- obvio que a mi lado, eres mi esposa - ella niega
- ambos estamos de acuerdo en que no queremos estar casados, no confías en mí y no te culpo. Si embargo ya es hora de que te detengas con tu tortura psicológica
- no te estoy torturando Maite querida esposa -
le digo sarcástico
- sólo te digo la realidad, mi abuelo quiere un nieto, y debe creer que estamos intentándolo. Así que solo acuérdate y deja de darme problemas -
me volteo y me acomodo, tapo mi cuerpo y la siento caminar de un lugar a otro como una loca.
Capítulo 3 Maite Él tiene que estar de broma, no me voy a acostar en su cama cuando está durmiendo en el otro lado - ya deja de dar vueltas y sólo acuérdate antes de que consigas molestarme en serio - me dice manteniendo la calma - me da igual si te molestas Alan querido esposo, no me acuesto y punto - si no te quieres acostar aquí duerme en el suelo, o encógete como una pasa y duerme en la butaca, ya verás. Pero deja de hacer estragos en el piso de mi m*****a habitación - tiene muy mal genio - duerme tú en el suelo - se ríe- me costó un millón casarme contigo, me timaron entre tú y tu familia, pague por una cosa y me dieron otra, y esperas que duerma en el suelo por ti - niega - eso no va a suceder - claro, porque soy una cosa, y además mercancía dañada - eso me dolió- algo así - es hiriente - ni siquiera llegaste Virgen
Capítulo 4 Decir que esta isla es hermosa es quedarse corto, para una pareja enamorada debe ser como estar en el cielo, pero para mí se parece más al infierno llegar aquí tres horas y ya quiero regresar a casa, en realidad desearía poder regresar en el tiempo a cuando no conocía a Alan.- ¿puedes dejar de torturarme? - le pregunto a punto de perder la paciencia - no te estoy torturando, simplemente te trato como lo mereces, además - sigue con sus explicaciones - no te hagas la susceptible, no me creo ese cuento - está haciendo todo lo posible por hacerme sentir mal, lo sé - sólo te pido tranquilidad Alan, no me tienes que prestar atención. No me tienes que mirar si no lo deseas. Sólo haste a la idea de que no existo - le pido rozando el límite de la desesperación, se levanta de la silla que estaba ocupando en la inmensa y espléndida terraza y camina hasta donde estoy yo - ojalá pudiera hacer que no
Capítulo 5 Alan No podía creerlo cuando me dijeron que la loca que está casada conmigo estaba en la playa. Bajé del hotel como alma que lleva el diablo, y cuando llego la veo en el agua - ¿por qué la dejaste ir al agua? - le grito al hombre de seguridad que como yo tuvo la mala suerte de encontrarla, se encoge de hombros y lo comprendo, ¿qué se suponía que hiciera? - puedes irte, yo me encargo - le digo y me quedo mirando donde está ella, sé que también me está mirando - Maite, regresa ahora - le di una orden clara y la ignoró, me quité los zapatos y la camiseta, la voy a sacar del agua aunque tenga que hacerlo a rastras, entro en el agua. Está lo suficientemente caliente como para ser agradable, comienzo a nadar, ella no se mueve de donde se encuentra, es como si quisiera que la atrape.- hola esposo - dice tranquilamente cuando llegué a su lado - te pedí que salieras del agua y me ignoraste - le recriminó
Capítulo 6 MaiteAdemás de tener que lidiar con las locuras de Alan y con sus maniás de trabajo, no suelta la m*****a computadora ningun momento, he pasado un rato agradable, el sol de Italia a bronceado, mi piel y mi cuerpo agradece el reposo, después de la discusión en nuestra habitación me he dedicado a molestarle a cada momento. Si se quiere comportar como un pagan pues yo no tengo problemas en tratarlo como tal. - no pienses que no sé lo que haces, pero se te terminó la fiesta - me dice, está trabajando mientras yo tomo sol en la terraza - mañana se acaba nuestra semana en este hotel y vamos a regresar a la vida real- en casa también hay hombre esposo - lo enfrento - ¿no puedes dejar de trabajar al menos hoy? - le pregunto - como dijiste es eo último día - Maite, cuando llegues a casa vas a estar bastante ocupada con tu nuevo trabajo, difícilmente puedas
Capítulo 7 La casa está en calma, no es de extrañar cuando llegamos a las dos de la madrugada, subimos a la habitación- te recomiendo que duermas en la cama, no puedes dormir en el suelo hasta que se acabe nuestro acuerdo - sé que tiene razón; sin embargo, no pienso admitirlo- no te preocupes por mí, estoy bien - le digo - ¿mañana tengo que ir a mi casa, no tengo nada mío aquí - cambio de tema- hay dos valijas más en el armario - me informa mientras se quita su camiseta dejando su torso desnudo - no son cosas mías, son de mi hermana - antes de irme le heche un ojo y sé que las cosas que quedan don demasiado reveladoras, quien las empacó estaba decidido a que ella lo sedujera, y a mí no me va a quedar más remedio que utilizarlas por hoy - solo úsalas y no seas tan quisquillosa - dice sin saber de qué habla, me voy al armario, tomo el primer conjunto para dormir que veo y voy a cambiarme, cuando salgo de
Capítulo 8 Alan Me levanto a las siete de la mañana, me espera un día largo y me siento agotado por estar despierto hasta las cuatro gracias a mi querida esposa, la veo dormir y prefiero no despertarla, salgo de la habitación y bajo al comedor, o como me gusta llamarlo a mí. El campo de guerra de la familia Nuñes, mi abuelo es el primero en la mesa cada día, a pesar de que está enfermo y de que eso no es un secreto para nadie. - buenos días, abuelo - me acerco o y beso su blanco cabello - no te esperaba todavía - me encojo de hombros, si le digo el motivo de mi regreso estoy seguro de que va a molestarme - ¿dónde está tu esposa? - me pregunta mirándome serio - está durmiendo, ayer llegamos muy tarde - asiente - ya veo - se lleva el vaso de zumo a la boca- espero que ahora que te casaste no te demores en darme un bisnieto- entra directo en el tema, un tema complicado, ya que es difíci
Capítulo 9 Maite Despierto en una cama que huele por completo a él, me trae recuerdos de otra mañana que desperté en su cama y de inmediato caigo en la realidad de la total diferencia entre esta mañana y esa. Me levanto con el ánimo por el suelo, tomo uno de los vestidos de Luci y me lo llevo conmigo al baño me doy una dicha rápida y me visto, hoy debo buscar mis cosas, bajo las extensísimas escaleras que dan al baño.- señora Nuñes - dice una de las empleadas y me demoro en comprender que se dirige a mi, sonrío para mitigar mi desconcierto - ¿si? - le pregunto - el señor Josema quiere verla - me informa- la está esperando en la terraza - ¿la terraza? No tengo idea de donde está la terraza - sígame - ofrece y yo me alegro, me lleva a una terraza que es tan grande que se podría construir una casa en ella, cada lugar de esta casa muestra cuanto dinero tienen, no tratan de ocultarlo, el señor mayor e
Capítulo 10. Alan ¿Amo a Maite? Pues no, obvio no la amo; sin embargo, está casada conmigo, yo fui su primer hombre y no quiero que esté con nadie más mientras esté casada conmigo, principalmente si ese alguien es mi primo, la primera vez que los vi juntos me moleste, pero ahora estoy tres veces más molesto, entro a la oficina, dejo que ella pase y cierro la puerta.- ¿tienes que ponerte esa ropa de prostituta? - le grito, ella se sobresalta.- es todo gracias a ti, está es ropa de mi hermana, acabo de recoger la mía - se justifica.- ¿estás segura de que no es para mostrarle a Gregorio que tan linda eres? - ella niega con descaro. - no creo que lo necesite, él lo ve por si solo - me acerco con paso amenazante hasta donde está. - no juegues conmigo, no me conoces - sonríe a pesar de que se ve asustada. - tu reputación de gánster está bien ganada, no es necesario que te esfuerces más - que