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Capítulo 8

Alan

Me levanto a las siete de la mañana, me espera un día largo y me siento agotado por estar despierto hasta las cuatro gracias a mi querida esposa, la veo dormir y prefiero no despertarla, salgo de la habitación y bajo al comedor, o como me gusta llamarlo a mí. El campo de guerra de la familia Nuñes, mi abuelo es el primero en la mesa cada día, a pesar de que está enfermo y de que eso no es un secreto para nadie.

 - buenos días, abuelo - me acerco o y beso su blanco cabello

- no te esperaba todavía - me encojo de hombros, si le digo el motivo de mi regreso estoy seguro de que va a molestarme

- ¿dónde está tu esposa? - me pregunta mirándome serio

- está durmiendo, ayer llegamos muy tarde - asiente

- ya veo - se lleva el vaso de zumo a la boca- espero que ahora que te casaste no te demores en darme un bisnieto- entra directo en el tema, un tema complicado, ya que es difícil que le dé un nieto si ni siquiera lo intento, anoche estuve a punto, pero logré controlarme. No creo que sea en el mejor beneficio de nadie que haga algo como eso, menos para mí

  - ya veremos, no quiero forzar las cosas - lo miro fijo - y usted está siendo ambicioso, me pidió que me casará y lo hice - se encoge de hombros

 

- no lo hubieras hecho, así hubieras dejado que tus primos tuvieran la herencia - eso es un golpe bajo, y sé que tiene la razón - si ya lo hiciste debes comprender que lo único que quiero es dejar todo listo para ti, que nadie tenga un motivo para decir cosas que no deben

- cosas que incluso tú piensas de vez en cuando - le recuerdo, hace bastante que no me pregunta; sin embargo, antes lo hacía bastante, siempre tenía dudas de si usaba drogas, de si tenía alguna relación con la familia mafiosa de mi madre

- confío en ti Alan - me alegra saberlo

- ¿no es muy temprano para estar conspirando contra el mundo? - nos pregunta mi adorada madrastra

- no te voy a preguntar qué haces aquí porque ya lo sé, tu querida Cecilia - dijo la palabra querida con segunda intención

- creo un embrollo bien grande, si me preguntas creo que lo hizo a propósito para que regresaras - no creo que ella sea capaz de algo como eso - incluso no le dijo a nadie hasta que no te llamó - mi abuelo me mira, en sus ojos hay interrogación

- aún no se nada - le respondo a su pregunta no formulada

- firmó un contrato con una transnacional, uno que ella sabía no podríamos cumplir en tiempo ni en productos - dice Diana y mira a mi abuelo

- ¿cree que ella sea capaz de equivocarse con algo tan tonto? - no quiero prestarle más atención a sus insinuaciones así que me levanto de la mesa sin haber comido nada y me dispongo a salir

- buenos días - me chico con Gregorio en la entrada del comedor

- buenos días - me acerco más a él - y mantente alejado de mi esposa - le advierto

- no quiero - es su descarada respuesta - la chica me agrada - sonríe

- y desde mi punto de vista está algo falta de atención - respiro profundo para no partirle la cara

- ¿qué tanto murmuran? - nos pregunta mi abuelo

- nada, es que le decía a Alan que me agrada mucho su esposa -

salgo de allí, como siempre tengo que mantenerme alejado de la familia, no puedo lidiar con ellos, solo con mi abuelo, los demás me hacen perder la poca paciencia que tengo.

Entro en la compañía que pertenece a la familia Nuñes, o más bien a mi abuelo. Josema Nuñes es un arquitecto de renombre que creció de la nada y creó con sus propias manos está compañía y todo lo que es, por eso nadie puede meterse en lo que hace con ella, y precisamente por eso nadie se puede oponer directamente a su decisión de que sea yo quien la meneje

- buenos días, señor Nuñes - me salida mi asistente, me agrada porque es formal y sabe que amo el silencio

- buenos días Lain - la saludo - ¿puedes comenzar con los pendientes del día? - le pido

-  realmente no hay mucho - me informa - no lo esperaba por aquí hasta dentro de unos días - asiento

- es cierto, lo olvide - suspiro - de cierta forma me alegro, ya sé que tenemos problemas - hace una mueca, sabe que no quiero que nadie critique a Cecilia

- si señor - responde despacio y se que está escogiendo sus palabras - la señorita Santos tomo algunas decisiones que nos pusieron en un lugar un tanto incómodo - me siento y la miro, llevo mi mano a mi cuello para descargar tensión

- habla con sinceridad y todo lo claro posible - es lo que necesito si quiero encontrar una solución

- bien - suspira - teníamos un contrato con Sparcle hoteles - sé quienes son, utilizan nuestros servicios desde hace más de diez años por lo que son clientes importantes - el contrato tenía plazo para al menos un año, por lo que había tiempo de más para finalizar el proyecto

- lo sé, yo hice los plazos y firmé el contrato - reacomodo sus gafas

- pues la señorita Santos lo cambió, ahora el contrato tiene fecha para dentro de cuatro meses, eso es prácticamente imposible - ella tiene razón

- está mujer tiene que estar loca - resoplo

- bien Lain - acomodo mis ideas

- has que los jefes de departamento estén en la sala de juntas en media hora - ella asiente y se dirige a la puerta

- y por favor - le digo, ella se detiene y voltea - consigue un café para mí -

asiente y se marcha, marco el número de la causante de tanto desastre

- ven de inmediato - le digo sin dejar que me diga ni siquiera buenos días, cinco minutos después está abriendo la puerta de mi despacho, se ve avergonzada y tiene las manos cruzadas frente a su cuerpo, parece una niña a punto de ser reprendida

- antes de que digas nada - me dice cortando las palabras que me disponía a decir - lo siento, tenía mi cabeza en otro sitio y no estaba pensando con claridad

- ¿puedo saber dónde tenías tu cabeza que arriesgaste la reputación de esta empresa? - hablo un poco mas fuerte de lo que pretendía en realidad

- contigo, ¿crees que es agradable que el hombre que amo se case y se vaya de luna de miel -

me quedo sin saber que decir, ella continúa hablando - no me pude casar contigo, no porque no quisiera; sabes que si quería, así que ¿cómo crees que me siento? -

veo una lágrima caer de sus ojos y deprimo mis deseos de ir a limpiarla, la amo, no es un secreto para nadie; sin embargo, le di la oportunidad de ser mi esposa, de luchar junto a mí por lo que sentimos y no lo aceptó, así que no puedo demostrar flaqueza

- esa no es una excusa - aprieto mis dientes haciéndolos chirriar - y lo sabes

- no me estoy justificando - resoplo y tapo mis ojos

- prepararé para ir a la reunión a la que convoque en media hora, hay que arreglar este desastre lo más pronto posible - asiente y sale de la oficina, sigo controlandome para no ir tras de ella, cada cual toma si decisión y debe afrontarla, ella no es la excepción y yo tampoco, en la situación en la que estoy ahora no me deja consolarla ni ser blando. Por más que me duela.

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