De los muchos libros románticos que he tenido el placer de leer a lo largo de mi vida; puedo asegurar que en ninguno describían al amor como esa sensación amarga que te corta el apetito y te estruja el corazón dejándote sumida en una tristeza desgarradora. Jamás existieron en ellos un final tan fatídico como el mío, pero a decir verdad solo en las fábulas podía existir ese felices para siempre que inconscientemente todos buscamos, es técnicamente impensable que la caperucita terminara devorada por el lobo y menos aún que ella lograra enamorarlo.
Nikolas Crons era ese lobo feroz que esperaba cada noche a caperucita por la simple satisfacción de asustarla. Él había sido ese niño malcriado al que le cumplían cada uno de sus caprichos, el príncipe que el rey mostraba orgulloso y el que lograba sacar suspiros de cada doncella de este reino. Pero toda regla tiene su excepción y yo era la de Nikolas. Él se convertiría en mi verdugo pero yo no sería otra de sus esclavas que hacen lo que dice sin rechistar, si el príncipe quiere una esposa yo le daría una; pero jamás sería la sumisa que tanto deseaba. —Mi niña — la voz de mi madre unida a pequeños toques en la puerta de mi recamara me obligaron a apartar la vista de la ventana Mis ojos observaban el ajetreo de las calles pero mi mente estaba sumida en mis pensamientos —Adelante— hablé viéndola entrar con una amplia sonrisa que desencajaba totalmente con mi rostro —Tienes visita— su tono detonaba entusiasmo pero tan pronto como su sonrisa apareció se esfumó y supongo que debo agradecerle a mi expresión— la dejo pasar querida— continuó y yo asentí tragando grueso— ¿Va todo bien?— preguntó finalmente y yo volví a asentir aterrada de que fuera él. —¿Crees que sea el príncipe?— preguntó mi conciencia empeorando mi nerviosismo Mientras observaba a mamá asentir con pesar y alejarse de la puerta para cederle el paso a alguien más. Mi alma regresó a mi cuerpo en el momento en que aquellos mechones de cabello color fuego se asomaron con picardía en el umbral. Sus ojos café se conectaron con los míos pidiéndome pasar sin pronunciar palabra alguna. Mariantonieta; mi prima y única amiga había venido a verme. Por primera vez en días me di la oportunidad de sonreír sinceramente y moviendo la cabeza la incité a pasar. Mi gesto la hizo sonreír y entrando cerró la puerta tras ella para llegar junto a mí. Lucía uno de esos vestidos elegantes que tanto le gustaban, era verde limón con un escote muy pronunciado en sus pechos y lleno de pequeñas hojas bordadas; su cabello se mantenía suelto con una peineta dorada que resaltaba en el mismo. Cuando estaba frente a mi simplemente me abrazó, ella no lo sabía pero era mi curita al corazón. La única capaz de sacarme una sonrisa en mí peor momento. —Tú mamá me mandó a llamar— rompió el silencio después de varios minutos mientras yo perdía mi vista nuevamente en las personas que pasaban por las calles del reino—Sé que el matrimonio no es la mejor de las ideas— continuó hablando y le regalé una mirada de pocos amigos— bueno… es una pésima idea, pero sabes que no puedes hacer nada para evitarlo— acarició mi hombro con suavidad—además— hizo un breve silencio como si dudara de contarme y yo la mire con curiosidad incitándola con la mirada a continuar. —¿Además qué?— me animé a preguntar al ver que se mantenía en silencio —Nain … se fue anoche— dijo con pesar en un tono bajo y yo le sonreí dándole a entender que era lo mejor aunque por dentro sentía como cada célula de mí se desmoronaba — no tienes que fingir conmigo, lo sabes??— cuestionó aferrándome a ella en otro de sus reconfortantes abrazos y me limité a asentir dejando que una pequeña lagrima se escurriera por mi mejilla. —Es mejor así Mary— respondí después de unos segundos más para mí que para ella separándome y cortando el abrazo— sabes de lo que es capaz nuestro futuro rey—le recordé los rumores que habíamos escuchado en el pueblo sobre su narcisismo y arrogancia y que yo por desgracia ya había confirmado—¿Estoy mejor así?—finalicé secándome las mejillas con el dorso de mi mano —¿Segura?— cuestionó no muy convencida y asentí con la mirada en el suelo—Hay algo más que quiero contarte— su tono en apenas susurros como si temiera que alguien más la escuchara me preocupó. —¿Qué pasa?—cuestioné frunciendo el ceño y ella acaricio mis codos como si intentará agarrar valor en aquel tacto. —Escuche a mi padre hablando con el tuyo hace unos días— comenzó llevando su vista a la puerta para confirmar que aún estaba cerrada y regresándola a mi continuó—¿Prométeme que no dirás nada de esto? — cuestionó antes de decirme finalmente agarrando mis manos y yo asentí pero ella me incitó con la mirada a decírselo con palabras. —Vale no diré nada pero cuéntame ya— bufé con impaciencia y ella suspiró. —Tus padres están en bancarrota y tú matrimonio con el príncipe es lo que los sacara de la quiebra— sus palabras me congelaron eso no podía ser posible, ellos… nooo —¡Escuchaste mal! —fue lo primero que salió de mi boca— ellos… ellos me lo hubiesen dicho— tartamudee negada a la idea de que fuera cierta mientras ella apretaba su agarre en mis muñecas. —No te lo había dicho antes por qué no estaba segura pero hoy los escuche hablándolo nuevamente y tú padre parecía algo preocupado y…— se cortó intentando no echarle más sal a la herida — triste— finalizó acariciando mi rostro con suavidad. La tarde se me pasó volando entre pláticas y chismorreos con mi loca pelirroja favorita, pero lo que me había dicho me taladraba la cabeza. No puedo creer que estuviéramos tan mal y que mis padres me lo ocultaran. Siempre habíamos sido muy unidos pero ahora entiendo que hasta las personas más honradas e intachables como lo son mis padres pueden ocultar ciertas verdades para que yo no tuviera que cargar con ese peso. Y así sin darnos cuenta mamá llegó anunciando que la cena estaba lista y ya con un mejor estado de ánimo por mí excelente compañía decidí bajar para acompañarlos a cenar. Pésima decisión…Mi vestido color pastel rosaba el frio suelo una vez que mis pies entraron en contacto con el mismo por lo que me apresuré a colocarme mis sandalias doradas, tenía los hombros caídos y un discreto escote lleno de pequeñas mariposas que desaparecían a medida que se alargaba la falda. Mi cabello suelto bailaba sobre mis hombros mientras caminaba apresuradamente tras una Mariantonieta hambrienta que corría suplicante de comida hacía la cocina. —Aunque esa decisión te afecte es la mejor para tú familia — el padre de Mary le decía a mi padre cuando entramos al comedor mientras este negaba con la cabeza clavando sus ojos en mí y por consiguiente su hermano se giraba notando finalmente mi presencia zanjando el tema con un ligero golpe de hombros. —¿Entonces es cierto?—preguntó mi conciencia quien aún no se quería creer del todo lo que mi prima me había contado y supongo mi cara delato mi decepción por la mirada fugaz que papá me lanzó. Sus labios se separaron como si fuese a decirme algu
El compromiso con Nikolas ya era un hecho y alejado a la idea de que todo fuese una terrible pesadilla esa mañana un ostentoso carruaje real esa mañana en cuanto el alba se asomó se estacionaba frente a mí casa con los modistas más prestigiosos y reconocidos del reino.En un abrir y cerrar de ojos mi habitación estuvo repleta de maletas y baúles con muestras de telas blancas como la nieve y encajes tan finos como caros. Me mostraron bocetos de diseños de vestidos excesivamente despampanantes, era una ofensa hacia mi sencillez ver aquellos modelitos.—Esto debe ser una broma— bufe en un tono casi inaudible pero que capto la atención de todos los presentes —Creo que no lo dijiste tan bajito nada—me recriminó mi conciencia haciendo que mi vista se levantara del boceto que tenía entre mis manos a cada uno de los presentes que me observaban con preocupación.—¿No son de tu agrado los modelos que te han mostrado?— me preguntó finalmente Arthur, o creo que ese era su nombre.Se había pres
Mi pesadilla había comenzado, es como cuando te encuentras cómodamente acostada en la cama de tu habitación y estas teniendo uno de esos sueños magníficos del que no quieres despertar hasta que aparece un monstruo terrible para arruinarlo todo y despertarte de la forma más aterradora posible.Eso exactamente era lo que me estaba ocurriendo en este momento. Sentí como el bello de mi nuca se erizaba con esa sensación punzante que te da en esa misma zona cuando alguien tiene su mirada perdida justamente ahí. Me gire sobre mis talones lentamente suponiendo lo peor; bien dice mi madre “piensa mal y acertaras” y así fue. En cuanto estuve frente a él mis ojos se posaron sobre aquellos de diferente color. Ya había notado ese singular rasgo característico en él, algo que por alguna extraña razón me aterraba más todavía y si unido a eso sumamos su expresión seria y calculadora; debo admitir que pude sentir como cada centímetro de mi cuerpo se estremecía.El príncipe Nikolas Crons estaba parado
Al salir de la tienda de mis padres un automóvil nos esperaba frente a la misma dejándome congelada en mi lugar admirándolo. Había visto pasar alguno que otro por las y en las tutorías del profesor Peter habíamos hablado de ellos pero jamás había tenido el privilegio de entrar en uno. Eran algo comunes en esta era pero solo para aquellos de muy alta clase y por supuesto no podía esperarse menos del siguiente rey.Nikolas se percató de mí asombro y en lugar de decir algo me observaba divertido, como si se burlara de mi pobreza.—Ya podemos irnos o prefieres caminar tras él para seguir admirándolo— dijo finalmente ganándose una mirada molesta de mi parte y con un leve movimiento solté su mano disimulando que agarraba la falda de mi vestido—¡Vámonos!—su expresión se endureció y camino hasta el interior del vehículo mientras uno de los guardias sujetaba la puertaLo seguí sentándome frente a él y Arthur; quien ya nos esperaba. Me deleité por unos minutos con el interior. Todo estaba tapiz
Había escuchado rumores de lo increíblemente ostentoso y bello que era el palacio y las pocas personas que había logrado adentrarse en él lo describían como la más alta expresión de riqueza y derroche. No era para menos en el reino más próspero de nuestra era y más aun teniendo un rey tan extravagante—por decirlo de algún modo.Aunque poco se sabía de la familia real o más bien nada, no eran los típicos monarcas que andaban pavoneándose por el reino a excepción del rey claro está y de la reina que hacía una que otra aparición en algunos bailes,; los rumores afirmaban que ella misma había decorado cada rincón del palacio y si eso era cierto era extremadamente buena en ello.Lo que mis ojos observaron desde que cruzamos las enormes rejas estrictamente vigiladas por guardias con trajes negros propios de la bandera del reino, fue otro mundo. Como si lo que se ocultaba detrás de aquellos muros no perteneciera a esta era en particular si no a una mucho más avanzada. Pero eso no se comparaba
Emily y Letty que es como se llaman la pelirroja y la trigueña se apresuraron a presentarse y yo casi las forcé a que no me trataran con formalidad.Todavía me rondaba por la cabeza el hecho de que Arthur omitiera mi pregunta.—¿A dónde llevan las escaleras?—les pregunté esperando una respuesta y ellas abrieron los ojos como botones mirándose entre siBien está claro que hay algo que no debo saber al subir esas escaleras.—El cuarto de las doncellas del prin…—comenzó a hablar la pelirroja y la trigueña le dio un codazo como si estuviera prohibido el tema—¿Del príncipe?—indagué haciendo presión con la mirada y ellas asintieron luego de varios minutos tragando en seco ambas Será mejor que dejes el tema de lado—me aseguró mi conciencia y por primera vez decidí escucharla Después de unos minutos de un incómodo silencio comenzaron a desempacar mis libros e ir ordenándolos por título sobre el oscuro sofá para luego dirigirse a un estante vacío que había frente a la cama.—¿Por qué pon
Al llegar al comedor lo encontré esperándome parado junto a un enorme ventanal, estaba de espalda a mí con los brazos cruzados perdido en sus pensamientos o al menos eso pensé hasta que hablo:—Te tardaste demasiado —gruño con algo de molestia en su voz girándose hacia mí pensé que diría algo más porque entreabrió sus labios pero los volvió a unir observándome de arriba abajo—Perdón, yo no, no sabía—tartamudee evitando mirarlo a los ojos—no sabía a qué horario servían la cena—dije finalmente tragando grueso—Está bien, intenta ser más puntual para la próxima—su tono era más relajado cosa que me sorprendió pero preferí no mencionar palabra algunaCamino hasta la mesa que era para mínimo 20 personas y se sentó en la cabecera.—Vas a sentarte o cenaras ahí parada—dijo con su mal genio de vuelta a la vez que indicaba con una d sus manos el asiento contiguo al suyoMe apresuré a sentarme y antes de poder decir algo más varias jóvenes con uniforme de la servidumbre llegaron colocando bande
El regreso a palacio fue demasiado rápido, admito que me gustaría que el camino hubiese sido más largo.Llegué a aquel castillo que horas atrás me había cautivado ahora me aterraba, no solo era su oscuridad si no que en el habitaba aquel monstruo. Uno que si no te devoraba con aquellos diferentes ojos lo hacía con su frio corazón.Caminé por los pasillos observando a los guardias reales dispersos en el mismo hasta que llegue a la escalera que me dirigía al tercer piso, esas con enormes ventanales de cristal que ahora quedaba oculto casi por completo dejando una abertura que sería imperceptible para cualquiera menos para mí que me quede embobada mirando la luna sobre aquel preciosos paisaje nocturno.—¿Piensas quedarte a dormir en la escalera?—cuestionó aquella voz ronca que conocía perfectamente ya sacándome un susto por lo que mi mirada llegó a la suya.Se mantenía sereno en lo más alto de las escaleras, todo de negro que daba la impresión que era una sombra más de este misterioso y l