Capítulo 3

Mi vestido color pastel rosaba el frio suelo una vez que mis pies entraron en contacto con el mismo por lo que me apresuré a colocarme mis sandalias doradas, tenía los hombros caídos y un discreto escote lleno de pequeñas mariposas que desaparecían a medida que se alargaba la falda.

Mi cabello suelto bailaba sobre mis hombros mientras caminaba apresuradamente tras una Mariantonieta hambrienta que corría suplicante de comida hacía la cocina.

—Aunque esa decisión te afecte es la mejor para tú familia — el padre de Mary le decía a mi padre cuando entramos al comedor mientras este negaba con la cabeza clavando sus ojos en mí y por consiguiente su hermano se giraba notando finalmente mi presencia zanjando el tema con un ligero golpe de hombros.

—¿Entonces es cierto?—preguntó mi conciencia quien aún no se quería creer del todo lo que mi prima me había contado y supongo mi cara delato mi decepción por la mirada fugaz que papá me lanzó.

Sus labios se separaron como si fuese a decirme alguna cosa a la vez que sus pies dieron cortos pasos hacía mi pero mi madre y la de mi prima entraron en ese instante cortando cualquier intención de su parte.

Papá tomo su lugar a la cabecera de la rectangular mesa con mi madre a su lado y mi tío ocupó la otra cabecera con su esposa a un lado igual que mamá, en cambio yo y mi prima nos sentamos juntas y frente a nosotras el hermano menor de Mariantonieta, el pequeño Cristopher.

En apenas unos segundos las sirvientas entraron llenando la mesa de platos con manjares perfectamente presentados en sus bandejas y confeccionados casi todos por las delicadas manos de mi madre.

Había jabalí asado con patatas, arroz con ganduas al vapor, bananos rellenos de queso que chorreaba, boniatos bañados en vino tinto y estofado de vegetales. Desprendiendo un olor que me obligó a cerrar los ojos para disfrutarlo verdaderamente.

—Oye…pss— la voz de mi prima en solo susurros a mi lado me hizo abrir los ojos nuevamente para ladear la cabeza en su dirección

—¿Qué pasa?— le cuestioné en apenas susurros para evitar que alguien más nos escuchara

—¿Para quién es ese plato?— preguntó apuntando con la cabeza el plato que yacía al lado de su hermano pequeño en un puesto vacío de la mesa.

Esa fue la primera vez que lo vi y no pude evitar preguntarme lo mismo que ella pero como si el destino respondiera a nuestra pregunta una voz a mis espaldas sació mi curiosidad.

—Buenas noches— esa voz la conocía muy bien desgraciadamente pero para aclarar todas las dudas que pudiesen quedar me voltee ligeramente para fijar mi vista en el al igual que el resto quienes inmediatamente se pusieron de pie para recibirlo

—Su majestad— se apresuró a decirle mi padre acercándose a recibirlo y mi prima a mi lado me toco haciéndome un gesto para que me pusiera de pie puesto que fui la única en quedarme sentada por la impresión.

Este gesto de la pelirroja no paso desapercibido por el príncipe quien me regalo una sonrisa de lado y un pequeño guiño de ojo arrogante.

Hice un amago de salir corriendo del comedor pero Mary me sujeto por el antebrazo deteniéndome en el acto.

—Si te vas no sabrás lo que quiere o que vino verdaderamente— susurro y tenía razón; pero peor aún recordé lo que me contó en la tarde.

¡Este es tu lugar! ¡este es tu lugar!— me recordé a mí misma suspirando frustrada y reacomodándome en mi lugar.

La vista de mi padre llegó hasta mí y fue cuando regresé a la realidad; todos habían hecho su correspondiente reverencia menos yo.

Ni muerta la voy a hacer— bufó mi conciencia y yo me incliné para hacerla de mala gana bajo la presión que todos ejercían con la mirada sobre mí.

Blanda—farfullo mi conciencia nuevamente.

Mi rostro mostraba mi incomodidad y descontento por estar en su presencia y eso lo divertía.

Por lo menos no se sentara a tu lad— mi propia conciencia se soltó a verlo tomar asiento en la silla contigua a la mía—¿Qué hace?

Nadie lo entendió pero la servidumbre se apresuró a colocar su vajilla en el puesto que había elegido.

—Por favor sentaros—se apresuró a decir y todos accedieron rápidamente con una sonrisa nerviosa

—¿Puedes dejar de hacer el tonto y sentarte?— me susurro por lo bajo mi prima y me apresuré a sentarme con rapidez

La cena trascurrió casi con normalidad; prácticamente lo único fuera de lo normal era que en lugar de las clásicas conversaciones de negocios que mi padre y mi tío mantenían siempre que cenaban ambas familias está noche parecía un interrogatorio hacía su alteza aquí presente.

—¿Puedes disimular tu desagrado?—me susurro el príncipe sin mirarme mientras disimulaba que tomaba un sorbo de vino.

—No me desagrada tu presencia, simplemente me da igual—le respondí mirándolo fugazmente imitando su tono de voz

—¿Pues comunícaselo a tu rostro?—contraatacó esbozando una sonrisa ladeada pero aún sin colocar su vista en mí.

—¿Entonces cuando será la boda? —el hermano de mi padre quitándome la oportunidad de responderle por lo que solté un bufido doble tanto por la pregunta como por que creyera que había ganado una batalla.

—Lo más pronto posible, si el señor Sabash así me lo permite—dijo divertido mirándome por el rabillo del ojo mientras mi padre le asentía con una sincera sonrisa.

Lo odio— gritó mi conciencia con rabia como podía ser tan arrogante.

—¿Entonces podemos empezar con los preparativos?— preguntó mi madre que se había mantenido al margen durante toda la cena.

—Por supuesto, de hecho— hizo un breve silencio para darle cierto misterio a la situación; sacó un anillo de uno de sus bolsillos para entregármelo sin decir palabra alguna; clásico de un arrogante engreído como él— mi visita esta noche era para informarle a mí queridísima prometida que mañana mismo vendrán los modistas para comenzar con la confección de su vestido de novia— sentenció sonriente y yo me paralicé ante el hecho de que ya sería una certeza.

Tome el anillo con cuidado; tenía una piedra en forma de corazón de color roja, ese es mi color preferido y de no ser por el hecho que venía de su parte la joya me hubiese encantado porque verdaderamente es preciosa. La vista de todos los presentes recayó sobre mí, mi mente comenzó a viajar en mis recuerdos con Nain y pude sentir como mis ojos comenzaban a inundarse de lágrimas las que amenazaban con salir en cualquier segundo. Todos esperaban mi reacción pero mi garganta tenía un nudo que me dejaba sin habla asique mirando por última vez a mis padres me lo coloque con pesar en mi dedo.

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