Mi vestido color pastel rosaba el frio suelo una vez que mis pies entraron en contacto con el mismo por lo que me apresuré a colocarme mis sandalias doradas, tenía los hombros caídos y un discreto escote lleno de pequeñas mariposas que desaparecían a medida que se alargaba la falda.
Mi cabello suelto bailaba sobre mis hombros mientras caminaba apresuradamente tras una Mariantonieta hambrienta que corría suplicante de comida hacía la cocina. —Aunque esa decisión te afecte es la mejor para tú familia — el padre de Mary le decía a mi padre cuando entramos al comedor mientras este negaba con la cabeza clavando sus ojos en mí y por consiguiente su hermano se giraba notando finalmente mi presencia zanjando el tema con un ligero golpe de hombros. —¿Entonces es cierto?—preguntó mi conciencia quien aún no se quería creer del todo lo que mi prima me había contado y supongo mi cara delato mi decepción por la mirada fugaz que papá me lanzó. Sus labios se separaron como si fuese a decirme alguna cosa a la vez que sus pies dieron cortos pasos hacía mi pero mi madre y la de mi prima entraron en ese instante cortando cualquier intención de su parte. Papá tomo su lugar a la cabecera de la rectangular mesa con mi madre a su lado y mi tío ocupó la otra cabecera con su esposa a un lado igual que mamá, en cambio yo y mi prima nos sentamos juntas y frente a nosotras el hermano menor de Mariantonieta, el pequeño Cristopher. En apenas unos segundos las sirvientas entraron llenando la mesa de platos con manjares perfectamente presentados en sus bandejas y confeccionados casi todos por las delicadas manos de mi madre. Había jabalí asado con patatas, arroz con ganduas al vapor, bananos rellenos de queso que chorreaba, boniatos bañados en vino tinto y estofado de vegetales. Desprendiendo un olor que me obligó a cerrar los ojos para disfrutarlo verdaderamente. —Oye…pss— la voz de mi prima en solo susurros a mi lado me hizo abrir los ojos nuevamente para ladear la cabeza en su dirección —¿Qué pasa?— le cuestioné en apenas susurros para evitar que alguien más nos escuchara —¿Para quién es ese plato?— preguntó apuntando con la cabeza el plato que yacía al lado de su hermano pequeño en un puesto vacío de la mesa. Esa fue la primera vez que lo vi y no pude evitar preguntarme lo mismo que ella pero como si el destino respondiera a nuestra pregunta una voz a mis espaldas sació mi curiosidad. —Buenas noches— esa voz la conocía muy bien desgraciadamente pero para aclarar todas las dudas que pudiesen quedar me voltee ligeramente para fijar mi vista en el al igual que el resto quienes inmediatamente se pusieron de pie para recibirlo —Su majestad— se apresuró a decirle mi padre acercándose a recibirlo y mi prima a mi lado me toco haciéndome un gesto para que me pusiera de pie puesto que fui la única en quedarme sentada por la impresión. Este gesto de la pelirroja no paso desapercibido por el príncipe quien me regalo una sonrisa de lado y un pequeño guiño de ojo arrogante. Hice un amago de salir corriendo del comedor pero Mary me sujeto por el antebrazo deteniéndome en el acto. —Si te vas no sabrás lo que quiere o que vino verdaderamente— susurro y tenía razón; pero peor aún recordé lo que me contó en la tarde. ¡Este es tu lugar! ¡este es tu lugar!— me recordé a mí misma suspirando frustrada y reacomodándome en mi lugar. La vista de mi padre llegó hasta mí y fue cuando regresé a la realidad; todos habían hecho su correspondiente reverencia menos yo. Ni muerta la voy a hacer— bufó mi conciencia y yo me incliné para hacerla de mala gana bajo la presión que todos ejercían con la mirada sobre mí. Blanda—farfullo mi conciencia nuevamente. Mi rostro mostraba mi incomodidad y descontento por estar en su presencia y eso lo divertía. Por lo menos no se sentara a tu lad— mi propia conciencia se soltó a verlo tomar asiento en la silla contigua a la mía—¿Qué hace? Nadie lo entendió pero la servidumbre se apresuró a colocar su vajilla en el puesto que había elegido. —Por favor sentaros—se apresuró a decir y todos accedieron rápidamente con una sonrisa nerviosa —¿Puedes dejar de hacer el tonto y sentarte?— me susurro por lo bajo mi prima y me apresuré a sentarme con rapidez La cena trascurrió casi con normalidad; prácticamente lo único fuera de lo normal era que en lugar de las clásicas conversaciones de negocios que mi padre y mi tío mantenían siempre que cenaban ambas familias está noche parecía un interrogatorio hacía su alteza aquí presente. —¿Puedes disimular tu desagrado?—me susurro el príncipe sin mirarme mientras disimulaba que tomaba un sorbo de vino. —No me desagrada tu presencia, simplemente me da igual—le respondí mirándolo fugazmente imitando su tono de voz —¿Pues comunícaselo a tu rostro?—contraatacó esbozando una sonrisa ladeada pero aún sin colocar su vista en mí. —¿Entonces cuando será la boda? —el hermano de mi padre quitándome la oportunidad de responderle por lo que solté un bufido doble tanto por la pregunta como por que creyera que había ganado una batalla. —Lo más pronto posible, si el señor Sabash así me lo permite—dijo divertido mirándome por el rabillo del ojo mientras mi padre le asentía con una sincera sonrisa. Lo odio— gritó mi conciencia con rabia como podía ser tan arrogante. —¿Entonces podemos empezar con los preparativos?— preguntó mi madre que se había mantenido al margen durante toda la cena. —Por supuesto, de hecho— hizo un breve silencio para darle cierto misterio a la situación; sacó un anillo de uno de sus bolsillos para entregármelo sin decir palabra alguna; clásico de un arrogante engreído como él— mi visita esta noche era para informarle a mí queridísima prometida que mañana mismo vendrán los modistas para comenzar con la confección de su vestido de novia— sentenció sonriente y yo me paralicé ante el hecho de que ya sería una certeza. Tome el anillo con cuidado; tenía una piedra en forma de corazón de color roja, ese es mi color preferido y de no ser por el hecho que venía de su parte la joya me hubiese encantado porque verdaderamente es preciosa. La vista de todos los presentes recayó sobre mí, mi mente comenzó a viajar en mis recuerdos con Nain y pude sentir como mis ojos comenzaban a inundarse de lágrimas las que amenazaban con salir en cualquier segundo. Todos esperaban mi reacción pero mi garganta tenía un nudo que me dejaba sin habla asique mirando por última vez a mis padres me lo coloque con pesar en mi dedo.El compromiso con Nikolas ya era un hecho y alejado a la idea de que todo fuese una terrible pesadilla esa mañana un ostentoso carruaje real esa mañana en cuanto el alba se asomó se estacionaba frente a mí casa con los modistas más prestigiosos y reconocidos del reino.En un abrir y cerrar de ojos mi habitación estuvo repleta de maletas y baúles con muestras de telas blancas como la nieve y encajes tan finos como caros. Me mostraron bocetos de diseños de vestidos excesivamente despampanantes, era una ofensa hacia mi sencillez ver aquellos modelitos.—Esto debe ser una broma— bufe en un tono casi inaudible pero que capto la atención de todos los presentes —Creo que no lo dijiste tan bajito nada—me recriminó mi conciencia haciendo que mi vista se levantara del boceto que tenía entre mis manos a cada uno de los presentes que me observaban con preocupación.—¿No son de tu agrado los modelos que te han mostrado?— me preguntó finalmente Arthur, o creo que ese era su nombre.Se había pres
Mi pesadilla había comenzado, es como cuando te encuentras cómodamente acostada en la cama de tu habitación y estas teniendo uno de esos sueños magníficos del que no quieres despertar hasta que aparece un monstruo terrible para arruinarlo todo y despertarte de la forma más aterradora posible.Eso exactamente era lo que me estaba ocurriendo en este momento. Sentí como el bello de mi nuca se erizaba con esa sensación punzante que te da en esa misma zona cuando alguien tiene su mirada perdida justamente ahí. Me gire sobre mis talones lentamente suponiendo lo peor; bien dice mi madre “piensa mal y acertaras” y así fue. En cuanto estuve frente a él mis ojos se posaron sobre aquellos de diferente color. Ya había notado ese singular rasgo característico en él, algo que por alguna extraña razón me aterraba más todavía y si unido a eso sumamos su expresión seria y calculadora; debo admitir que pude sentir como cada centímetro de mi cuerpo se estremecía.El príncipe Nikolas Crons estaba parado
Al salir de la tienda de mis padres un automóvil nos esperaba frente a la misma dejándome congelada en mi lugar admirándolo. Había visto pasar alguno que otro por las y en las tutorías del profesor Peter habíamos hablado de ellos pero jamás había tenido el privilegio de entrar en uno. Eran algo comunes en esta era pero solo para aquellos de muy alta clase y por supuesto no podía esperarse menos del siguiente rey.Nikolas se percató de mí asombro y en lugar de decir algo me observaba divertido, como si se burlara de mi pobreza.—Ya podemos irnos o prefieres caminar tras él para seguir admirándolo— dijo finalmente ganándose una mirada molesta de mi parte y con un leve movimiento solté su mano disimulando que agarraba la falda de mi vestido—¡Vámonos!—su expresión se endureció y camino hasta el interior del vehículo mientras uno de los guardias sujetaba la puertaLo seguí sentándome frente a él y Arthur; quien ya nos esperaba. Me deleité por unos minutos con el interior. Todo estaba tapiz
Había escuchado rumores de lo increíblemente ostentoso y bello que era el palacio y las pocas personas que había logrado adentrarse en él lo describían como la más alta expresión de riqueza y derroche. No era para menos en el reino más próspero de nuestra era y más aun teniendo un rey tan extravagante—por decirlo de algún modo.Aunque poco se sabía de la familia real o más bien nada, no eran los típicos monarcas que andaban pavoneándose por el reino a excepción del rey claro está y de la reina que hacía una que otra aparición en algunos bailes,; los rumores afirmaban que ella misma había decorado cada rincón del palacio y si eso era cierto era extremadamente buena en ello.Lo que mis ojos observaron desde que cruzamos las enormes rejas estrictamente vigiladas por guardias con trajes negros propios de la bandera del reino, fue otro mundo. Como si lo que se ocultaba detrás de aquellos muros no perteneciera a esta era en particular si no a una mucho más avanzada. Pero eso no se comparaba
Emily y Letty que es como se llaman la pelirroja y la trigueña se apresuraron a presentarse y yo casi las forcé a que no me trataran con formalidad.Todavía me rondaba por la cabeza el hecho de que Arthur omitiera mi pregunta.—¿A dónde llevan las escaleras?—les pregunté esperando una respuesta y ellas abrieron los ojos como botones mirándose entre siBien está claro que hay algo que no debo saber al subir esas escaleras.—El cuarto de las doncellas del prin…—comenzó a hablar la pelirroja y la trigueña le dio un codazo como si estuviera prohibido el tema—¿Del príncipe?—indagué haciendo presión con la mirada y ellas asintieron luego de varios minutos tragando en seco ambas Será mejor que dejes el tema de lado—me aseguró mi conciencia y por primera vez decidí escucharla Después de unos minutos de un incómodo silencio comenzaron a desempacar mis libros e ir ordenándolos por título sobre el oscuro sofá para luego dirigirse a un estante vacío que había frente a la cama.—¿Por qué pon
Al llegar al comedor lo encontré esperándome parado junto a un enorme ventanal, estaba de espalda a mí con los brazos cruzados perdido en sus pensamientos o al menos eso pensé hasta que hablo:—Te tardaste demasiado —gruño con algo de molestia en su voz girándose hacia mí pensé que diría algo más porque entreabrió sus labios pero los volvió a unir observándome de arriba abajo—Perdón, yo no, no sabía—tartamudee evitando mirarlo a los ojos—no sabía a qué horario servían la cena—dije finalmente tragando grueso—Está bien, intenta ser más puntual para la próxima—su tono era más relajado cosa que me sorprendió pero preferí no mencionar palabra algunaCamino hasta la mesa que era para mínimo 20 personas y se sentó en la cabecera.—Vas a sentarte o cenaras ahí parada—dijo con su mal genio de vuelta a la vez que indicaba con una d sus manos el asiento contiguo al suyoMe apresuré a sentarme y antes de poder decir algo más varias jóvenes con uniforme de la servidumbre llegaron colocando bande
El regreso a palacio fue demasiado rápido, admito que me gustaría que el camino hubiese sido más largo.Llegué a aquel castillo que horas atrás me había cautivado ahora me aterraba, no solo era su oscuridad si no que en el habitaba aquel monstruo. Uno que si no te devoraba con aquellos diferentes ojos lo hacía con su frio corazón.Caminé por los pasillos observando a los guardias reales dispersos en el mismo hasta que llegue a la escalera que me dirigía al tercer piso, esas con enormes ventanales de cristal que ahora quedaba oculto casi por completo dejando una abertura que sería imperceptible para cualquiera menos para mí que me quede embobada mirando la luna sobre aquel preciosos paisaje nocturno.—¿Piensas quedarte a dormir en la escalera?—cuestionó aquella voz ronca que conocía perfectamente ya sacándome un susto por lo que mi mirada llegó a la suya.Se mantenía sereno en lo más alto de las escaleras, todo de negro que daba la impresión que era una sombra más de este misterioso y l
Jamás había visto un hombre sin prenda alguna y aunque mi conciencia me aconsejaba a gritos que corriera de ahí antes de que el me viera mis pies no se movían y mis ojos recorrían cada parte de su cuerpo hechizados por él.—¿Quieres qué me dé la vuelta?? Aunque sería injusto que tú me veas y yo no a ti futura esposa—me miraba sobre su hombro y cuando hizo el amago de voltearse yo lo hice antes dándole la espalda.—Lo lamento, no sabía—tartamudee jugando nerviosamente con mis dedos, mi vista estaba perdida en el suelo y mis mejillas ardían por la vergüenza.No podía creer que me había quedado embobada mirándolo y peor aún; que el si se había dado cuenta.—Sabes que el reino espera que le demos herederos—esa última palabra la pronuncio con especial lentitud en aquel tono entre reclamo y burla mientras se acercaba cada vez más a mí.Por unos segundos el ambiente parecía más pesado, el silencio era incómodo y algo dentro de mi quemaba mientras me contenía para no voltearme a mirarlo nuevam