El regreso a palacio fue demasiado rápido, admito que me gustaría que el camino hubiese sido más largo.Llegué a aquel castillo que horas atrás me había cautivado ahora me aterraba, no solo era su oscuridad si no que en el habitaba aquel monstruo. Uno que si no te devoraba con aquellos diferentes ojos lo hacía con su frio corazón.Caminé por los pasillos observando a los guardias reales dispersos en el mismo hasta que llegue a la escalera que me dirigía al tercer piso, esas con enormes ventanales de cristal que ahora quedaba oculto casi por completo dejando una abertura que sería imperceptible para cualquiera menos para mí que me quede embobada mirando la luna sobre aquel preciosos paisaje nocturno.—¿Piensas quedarte a dormir en la escalera?—cuestionó aquella voz ronca que conocía perfectamente ya sacándome un susto por lo que mi mirada llegó a la suya.Se mantenía sereno en lo más alto de las escaleras, todo de negro que daba la impresión que era una sombra más de este misterioso y l
Jamás había visto un hombre sin prenda alguna y aunque mi conciencia me aconsejaba a gritos que corriera de ahí antes de que el me viera mis pies no se movían y mis ojos recorrían cada parte de su cuerpo hechizados por él.—¿Quieres qué me dé la vuelta?? Aunque sería injusto que tú me veas y yo no a ti futura esposa—me miraba sobre su hombro y cuando hizo el amago de voltearse yo lo hice antes dándole la espalda.—Lo lamento, no sabía—tartamudee jugando nerviosamente con mis dedos, mi vista estaba perdida en el suelo y mis mejillas ardían por la vergüenza.No podía creer que me había quedado embobada mirándolo y peor aún; que el si se había dado cuenta.—Sabes que el reino espera que le demos herederos—esa última palabra la pronuncio con especial lentitud en aquel tono entre reclamo y burla mientras se acercaba cada vez más a mí.Por unos segundos el ambiente parecía más pesado, el silencio era incómodo y algo dentro de mi quemaba mientras me contenía para no voltearme a mirarlo nuevam
Me encontraba corriendo al comedor para el almuerzo con toda intención de llegar a tiempo y evitarme otra amena conversación con el príncipe, nótese el sarcasmo. Sujetaba con fuerza el libro en una de mis manos a la vez que alzaba la falda de mi vestido para evitar caerme.Al llegar recorrí la habitación con la mirada y suspire aliviada al no encontrarlo ahí. Bien hecho—me felicitó mi conciencia y yo sonreí recuperando el aliento caminando a paso tranquilo para dejar el libro sobre la mesa.—¿Qué puntualidad?—la voz de Nikolas resonó por la habitación y yo sonreí satisfecha— ¿A qué se debe ese cambio tan brusco Señorita Sabash?—cuestionó llegando hasta su asiento con la mirada fija en mis ojos—Solo me atrase ligeramente una vez—expliqué tomando asiento con la vista fija en la cervillera que colocaba sobre mis muslos—Dice mucho de uno como persona la primera impresión que logre darle a otros y créame no me pareció nada puntual ayer—comenzó a zafar su cervillera del anillo dorado qu
Vagué por los pasillos del palacio con aquel tonto libro que definitivamente ya no me interesaba leer sin saber a dónde me dirigía verdaderamente, lo único que tenía claro en mi cabeza era que no podía mirarlo a la cara. No entendía como nos había descubierto y no dejaba de pensar en el modo de avisarle a Nain, su amenaza no era un juego y eso era lo que más me aterraba.Algo dentro de mí sabía que él era capaz de hacerlo.De repente unos sollozos llegaron a mis oídos, alguien suplicaba por su vida ahogada en quejidos mientras el sonido de latigazos se perdía entre ellos.Envuelta por la curiosidad y la pena caminé hasta quedar parada frente a una puerta completamente negra de donde suponía que provenían los lamentos. —Por favor deténgase, por favor— dijo en tono suplicante una chica mientras los latigazos aumentaban al igual que sus gritosMe quedé congelada con la manilla en la mano y tragando grueso abrí cuidadosamente la puerta dejando solamente un pequeña rendija para observar.
La cabeza me palpitaba con un dolor incontrolable mientras abría con lentitud mis ojos intentando que se acostumbraran a la oscuridad de la habitación. Me encontraba sobre la cama y cuando intenté sentarme un mareo me hizo llevar las manos a mi cien. —Será mejor que no te sientes—la voz de Nikolas resonó desde algún lugar de la alcoba —te han intentado envenenar por suerte no has acabado la cena de hoy—añadió sorprendiéndome mientras llegaba junto a mi y se acomodaba a mi lado en la cama —¿Quién? ¿Por qué?—pregunté incrédula pero estaba segura que el no me daría las respuestas que buscaba, nunca lo hacía —¿Quieres saber la verdad?—cuestionó con sus ojos fijos en mí y yo asentí—Pues te diré la verdad pero…—hizo un corto silencio que aprovecho para acomodarse del todo en su lado de la cama— ten paciencia, lo haré después de la boda —No creo poder casarme contigo después de lo que vi—susurré —Te casaras conmigo y serás mi reina—por unos segundos sus ojos destilaban rabia y luego en
Las palabras de Arthur desbloquearon recuerdos que parecían sellados en mi memoria. Recuerdo a aquel niño, recuerdo lo mucho que había llorado por mi libro y todo lo que me había costado reunir el dinero para comprarlo. Sabía perfectamente que el segundo volumen tenía un forro que cubría la portada y contraportada y ahí había una dedicatoria que hacía años no leí.Los pasillos parecían interminables a pesar de ir corriendo lo más rápido que mis pies me permitían. Sentía los pasos de Arthur tras de mí pero en lo único que pensaba era en revisar aquel libro.—¡Señorita Andrea espera!—la voz de Arthur se escuchaba agitada tras de mí pero ni siquiera pensé en mirarlo —¡espera por favor!—casi suplicó sujetándome del antebrazo y me detuve—¿Por qué corres así?—suspiro intentando recuperar su aliento—Necesito…quiero ir a la habitación—mentí tras dudarlo por unos segundos—Andrea, él no debería...—trago grueso—no deberías decirle que te conté—susurró en un tono casi inaudible—¿Qué dices Arth
Estábamos en las puertas del palacio luego de desayunar en un silencio casi sepulcral mientras esperábamos el automóvil. El entreabrió en varias ocasiones los labios como si fuese a decir alguna cosa pero no se atrevió a hablar. En cambio posó su vista con curiosidad en el libro que yacía en mis manos pero yo fingí que no lo notaba.—Majestad, señorita—comenzó a hablar Arthur mientras el coche se estacionaba—ya todo está listo para que la Señorita Andrea viaje—concluyó y ambos asentimos—Andrea—me llamo cabizbajo en apenas susurros —gracias por…—tartamudeo como si le costara lo que estaba a punto de decirme—No tienes que agradecerme nada—lo interrumpí acabando con su sufrimiento y el asintió con una pequeña sonrisa ladeada—seré tu futura reina y mi deber es nunca dejarte solo—mentí para que confiara en mí y mi escape con Nain fuera más fácil— mi príncipe espérame para almorzar—concluí y el asintió mientras yo entraba en el automóvilNo tenía ni idea de cuando Nain planearía nuestra f
—¡Ve a nuestra alcoba!—ordenó una vez que el automóvil se detuvo frente a las enormes puertas del palacio y yo lo encaré lista para replicar—no es el mejor momento para un berrinche de niña consentida—Lástima que decidiste casarte con una—respondí de mala gana sintiendo un nudo en mi garganta y descendiendo del vehículo lo más rápido que podía.—Señorita Andrea—la voz de Arthur me detuvo a pocos pasos de las enormes puertas—Él no quería tratarla…—No lo justifiques más—lo interrumpí mirándolo fugazmente—para él yo soy solo basura como todos los que se encuentran en este palacio—las palabras salieron de mi boca con mi mirada fija en el príncipe.Me adentre sintiendo sus pasos lejos de mí pero negada a observarlo. Dolía su sequedad y esos cambios bruscos por su parte. Pero si creía que podía gobernarme como a todos estaba muy equivocado.Los pasillos estaban desiertos por lo que haciendo caso omiso a su estúpida orden entré en la biblioteca tomando un libro al azar y corrí al jardín com