La cabeza me palpitaba con un dolor incontrolable mientras abría con lentitud mis ojos intentando que se acostumbraran a la oscuridad de la habitación. Me encontraba sobre la cama y cuando intenté sentarme un mareo me hizo llevar las manos a mi cien. —Será mejor que no te sientes—la voz de Nikolas resonó desde algún lugar de la alcoba —te han intentado envenenar por suerte no has acabado la cena de hoy—añadió sorprendiéndome mientras llegaba junto a mi y se acomodaba a mi lado en la cama —¿Quién? ¿Por qué?—pregunté incrédula pero estaba segura que el no me daría las respuestas que buscaba, nunca lo hacía —¿Quieres saber la verdad?—cuestionó con sus ojos fijos en mí y yo asentí—Pues te diré la verdad pero…—hizo un corto silencio que aprovecho para acomodarse del todo en su lado de la cama— ten paciencia, lo haré después de la boda —No creo poder casarme contigo después de lo que vi—susurré —Te casaras conmigo y serás mi reina—por unos segundos sus ojos destilaban rabia y luego en
Las palabras de Arthur desbloquearon recuerdos que parecían sellados en mi memoria. Recuerdo a aquel niño, recuerdo lo mucho que había llorado por mi libro y todo lo que me había costado reunir el dinero para comprarlo. Sabía perfectamente que el segundo volumen tenía un forro que cubría la portada y contraportada y ahí había una dedicatoria que hacía años no leí.Los pasillos parecían interminables a pesar de ir corriendo lo más rápido que mis pies me permitían. Sentía los pasos de Arthur tras de mí pero en lo único que pensaba era en revisar aquel libro.—¡Señorita Andrea espera!—la voz de Arthur se escuchaba agitada tras de mí pero ni siquiera pensé en mirarlo —¡espera por favor!—casi suplicó sujetándome del antebrazo y me detuve—¿Por qué corres así?—suspiro intentando recuperar su aliento—Necesito…quiero ir a la habitación—mentí tras dudarlo por unos segundos—Andrea, él no debería...—trago grueso—no deberías decirle que te conté—susurró en un tono casi inaudible—¿Qué dices Arth
Estábamos en las puertas del palacio luego de desayunar en un silencio casi sepulcral mientras esperábamos el automóvil. El entreabrió en varias ocasiones los labios como si fuese a decir alguna cosa pero no se atrevió a hablar. En cambio posó su vista con curiosidad en el libro que yacía en mis manos pero yo fingí que no lo notaba.—Majestad, señorita—comenzó a hablar Arthur mientras el coche se estacionaba—ya todo está listo para que la Señorita Andrea viaje—concluyó y ambos asentimos—Andrea—me llamo cabizbajo en apenas susurros —gracias por…—tartamudeo como si le costara lo que estaba a punto de decirme—No tienes que agradecerme nada—lo interrumpí acabando con su sufrimiento y el asintió con una pequeña sonrisa ladeada—seré tu futura reina y mi deber es nunca dejarte solo—mentí para que confiara en mí y mi escape con Nain fuera más fácil— mi príncipe espérame para almorzar—concluí y el asintió mientras yo entraba en el automóvilNo tenía ni idea de cuando Nain planearía nuestra f
—¡Ve a nuestra alcoba!—ordenó una vez que el automóvil se detuvo frente a las enormes puertas del palacio y yo lo encaré lista para replicar—no es el mejor momento para un berrinche de niña consentida—Lástima que decidiste casarte con una—respondí de mala gana sintiendo un nudo en mi garganta y descendiendo del vehículo lo más rápido que podía.—Señorita Andrea—la voz de Arthur me detuvo a pocos pasos de las enormes puertas—Él no quería tratarla…—No lo justifiques más—lo interrumpí mirándolo fugazmente—para él yo soy solo basura como todos los que se encuentran en este palacio—las palabras salieron de mi boca con mi mirada fija en el príncipe.Me adentre sintiendo sus pasos lejos de mí pero negada a observarlo. Dolía su sequedad y esos cambios bruscos por su parte. Pero si creía que podía gobernarme como a todos estaba muy equivocado.Los pasillos estaban desiertos por lo que haciendo caso omiso a su estúpida orden entré en la biblioteca tomando un libro al azar y corrí al jardín com
No se ciertamente por cuanto tiempo dormí, pero la luna se había alzado dejando la habitación sumida en una oscuridad casi tenebrosa. ¿Qué fue ese ruido?—me recordó mi conciencia el verdadero motivo por el que había despertadoTenía algunas mantas sobre mí y a diferencia de lo que recordaba ahora donde había un vestido rasgado estaba uno rosa claro precioso.Caminé hasta la puerta sintiendo cada vez más cerca aquellos gritos.—¿Qué pasa?—le pregunte curiosa a los guardias una vez que estuve frente a ellos en el pasillo pero ignoraron mi pregunta como si de sordos se tratara Perfecto…Llegué a las escaleras con intención de bajarlas pero los gritos resonaron nuevamente por todo el palacio y ahora sabía perfectamente que provenían del piso superior.La curiosidad siempre lo he considerado el más grave de mis defectos, pero jamás me ha metido en problemas demasiado graves por lo que espero de todo corazón que este no sea la primera vez. Yo también espero—me apoyo mi conciencia m
—Tú eres la mujer de mi hermano—dijo con pesar alejándose de míAllí donde sus manos estaban sentí un frio terrible, como si mi cuerpo se hubiese acostumbrado a él, pero era ilógico. ¿Cómo alguien como nosotras querría a alguien como él? —repitió mi conciencia y algo muy en mí interior se rompió—¿Por qué no me lo dijiste?—logré pronunciar observándolo a unos pasos de mí con la mirada fija en su espalda—Pero tú, entre tantas chicas en el reino, me notaste a mí, dejaste que calmara tu llanto, sin importar mi rostro sonreíste y…—Príncipe Nikolas—nos interrumpió Arthur— el rey solicita su presencia de inmediato—concluyó mientras los ojos de mi futuro esposo me observaban—¡Yo me quedó con ella!—se apresuró a decir y el trigueño asintió desapareciendo por los pasillosEl silencio reino por unos segundos, como si pensara las palabras correctas o el gesto adecuado para dirigirse a mí.—Escuche lo que pasó con el príncipe Nain—habló el primero y yo lo miré sin saber que decirle—No la
El camino a Dafferin me pareció eterno, quizás influyera el sepulcral silencio que nos acompañó todo el recorrido o que realmente era una larga distancia.Llegamos a un reino pequeño cuando la luna comenzaba a elevarse. Las calles perfectamente iluminadas que resaltaban las modestas casas con preciosos jardines que provocaba alucinar a todo el que lo mirase.El palacio era mucho más pequeño que habíamos dejado atrás pero no por ello dejaba de ser aún más hermoso. Sobre todo por estar minuciosamente pintado de blancoLa boda sería mañana en la tarde pero gran parte del palacio ya estaba decorado con rosas blancas que le daban un aire puro y elegante al lugar.—La boda será en la sala de bailes—comentó uno de los hombres que nos había recibido en la entrada y en cuanto lo miré noté que hablaba con Nikolas—Preferimos nuestra habitación—lo interrumpió fijando sus ojos en mi y yo me limité a asentirle—Por supuesto acompáñenme—se apresuró a responderle con una cálida sonrisa mientras nos
La tensión en la habitación era tan grande que podía ser palpada. Pero mis ojos se negaban a abandonar los de Nikolas a pesar de los constantes carraspeos de su hermano.—Cariño —la voz de una mujer llegó a la habitación y todos dirigimos nuestra mirada a ella —el sastre te espera para la última prueba de tu traje—añadió acercándose a Nain y una vez estuve junto a él recorrió la habitación con la vista deteniéndola en míUna sonrisa fingida se dibujó en su rostro y en sus ojos me dejaba ver un claro ¿Qué haces aquí?—Dalila él es mi hermano mayor Nikolas y su prometida—rompió finalmente el rubio aquel incomodo silencio apretando la mandíbula—Nikolas, Andrea ella es mi futura esposa Dalila—concluyó ahogándonos por unos minutos en otro agobiante silencio—Un placer—soltó indiferente mi prometido y yo asentí con una pequeña sonrisa amarga.—Lo mismo digo—colocó su mano por sobre los hombros de Nain sin apartar la mirada de mí—¿Andrea cierto?—indagó con aquella sonrisita falsa y yo asentí