Esas palabras martillaban en mi cabeza, pero aún no le encontraba alguna razón por la cual mi madre me las decía, era tan inocente en ese aspecto que ni siquiera sospechaba de las tretas que estaba haciendo mi padre, como las iba sospechar.
Mi padre entro por la puerta junto con un hombre de buen ver a simple vista, sus ojos color café eran atrayentes y su porte denotaba alguien con poder, pero a la vez mostraba un hombre sencillo.
—Buenas tardes señora Estévez como ésta—.
—Muy bien señor Melitón bienvenido a mi hogar—.
—Te presento a mi hija Dasha—.
—Es un placer conocerla linda doncella—. Solo escuchar esas palabras me traslado a otra época.
—Es un gusto conocerlo señor Melitón—.
—Tiene una linda hija señor Estévez—.
—Lo sé, muy bien señor Michel—. Su mirada conecta con la mía.
Pongo mi cara seria, aunque por dentro estoy algo desconcertada por su mirada atrayente.
Y como siempre el vino no falto, mi padre gastaba lo poco que tenía para impresionar a esos hombres, siempre eran hombres los que venían y solo hombres solteros y con suficiente dinero en sus chequeras.
Después de unas copas pasamos al comedor donde la misma acción anterior se dio, a excepción de que esté no se propaso es más se mantuvo quieto mientras yo estaba a su lado.
Después de la cena vino el té, estaba vez si no pedí ayuda no voy a cometer el mismo error dos veces.
—Dasha estudias—. Lo miro con algo de enojo, como si al le importara.
—Si dentro de un mes salgo—.
—Tu padre me dijo que te saltaste un año eso es cierto—.
—Si—. Me limité a responderle—.
—Vas a seguir con tus estudios me imagino—.
—Si—. Mis respuestas eran precisas.
—Eso es muy importante que una mujer se prepare no siempre pueden depender de un hombre—.
—Si se supone, pero a veces nos limitan a ello—. Miro a mis padre.
La plática continuó hasta que él señor Michel se marchó y la verdad de señor no tiene nada es un hombre de treinta años.
Me fui a mi habitación hasta que mi madre irrumpió en ella.
—¿Qué te pareció el señor Melitón?, Es un hombre de buen ver no lo crees cariño—.
—No lo sé mamá—.
—No tiene la misma posición que el señor Wellington, pero creo que es un gran partido, es más los dos son grandes prospectos—. Me le quedé mirando a mi madre.
Yo era una chica que apenas sabía de la vida, pero tiempo después comprendí esas simples palabras.
Hablaban de prospecto como si esos dos hombres fueran la más finas de las razas de caninos o equinos. Claro que yo ni por ahí lo entendía.
—¿No lo crees Dasha son buenos candidatos? —.
—¿Candidatos para que mamá? —.
—Para que más Dasha a veces me pregunto si en verdad eres tan inteligente como lo dices—.
—Si no me explicas como voy a entender mamá—.
—Olvídalo cariño pronto lo sabrás—. Asiento. — A quien prefieres al señor Wellington o al señor Melitón-.
—A ninguno mamá es obvio que a ninguno—. No sé ni para que le respondía a mi madre o a mi padre.
Me toma de la barbilla y me presiona con fuerza. —Siempre harás lo que te digamos Dasha, solo yo sé lo que te conviene por lo tanto harás lo que yo te diga—. Asentí, a veces mi madre era una mujer muy perversa y era mejor no contradecir sus mandatos.
Salió de mi habitación dejándome una gran incógnita en la mente ¿En que tendría que obedecer ahora que era "una mujer"?, Solo faltaban días para mí cumpleaños.
Los días siguientes paso de lo más tranquilo eso era lo que yo pensaba.
La puerta de la casa fue tocada y como estaba sola fui atender, al abrir la puerta un chico estaba con un ramo de flores, me quedé estática.
—Buenas tardes la señorita Estévez Dasha—. Parpadee.
—Si soy yo—. Le respondí.
—Este ramo es para usted y esta caja también firme aquí—. Tomé el papel y firme al devolvérselo al chico me entregó la caja y el ramo de flores.
Cerré la puerta y caminé a la sala, aún no me atrevía abrir nada, y cuando tomé la iniciativa por la puerta entró mi madre con una gran sonrisa.
—Hola cariño—.
—Hola mamá—.
—Y eso cariño quien lo envío dame déjame revisar—. Por poco y me arrebató todo de las manos. —Mira son hermosas estas flores serán de algún admirador secreto—.
—¡Mamá! —.
—Lo se cariño, pero una nunca sabe—. Empezó a revisar las flores en cuanto dio con la nota me miro. —Son para ti déjame ver de parte de quien... Oh mira Melitón te las envía—.
—¿A mí y por qué me enviaría esto? —. Pregunté con la palabra ingenua tatuada en mi frente.
Si no era más que una tonta y me sobraba lo inocente, no tenía malicia alguna en ese tiempo.
—Hay Dasha ese hombre quedó enamorado de ti—.
—No mamá, estas demente ese hombre debe tener alguna novia que se yo—.
—No nena él no tiene a nadie ni padres tiene—. Interfirió mi padre.
—¡Mira cariño un vestido para para ti! —. Y nuevamente me hice la misma pregunta, pero esta vez no la saqué de mi boca.
—Lo usarás en la cena de esta noche, Melitón nos invitó a comer—. Mire a mi madre, pero ella estaba tan dichosa como mi padre. —Te daremos una noticia muy importante—. Si la gran noticia del año y la que cambiaría mi vida, pero no para mal si no para bien.
—Ve hija, ve a embellecerte tienes que verte esplendida—. Tome la caja y las flores.
El vestido era hermoso y tenía los zapatos justos con los que lo podía combinar, pero no sabía por qué el señor Melitón me mando esos regalos, claro que lo averiguaría en la noche precisamente en la cena.
Horas después ya estaba esperando a mis padres en la sala, espere casi quince minutos por ellos, mi madre lucia como una mujer de alta sociedad cosa que no era y mi padre no se quedaba atrás.
—Te ves hermosa Dasha pareces toda una mujer—. Me quedé como ¿qué?, si ya no lo era o que parecía antes, preferí callar y guardar mis palabras.
Salimos de casa y papá condujo hasta un restaurante muy lujoso, por fuera gritaba no aceptamos personas de bajos recursos.
Al llegar un hombre se acercó al auto y como todo caballero me abrió la puerta, sus ojos impactaron con los míos de inmediato, era el señor Melitón quien me abrió la puerta, me extendió la mano y aunque temí en tomarla estuve que hacerlo por el sermón que ya me habían dado mis padres.
Tome su mano y baje del auto algo en mi se estremeció fue como un escalofrío que hizo que mi piel se me pusiese como gallina pelona.
Me guío dentro del restaurante y pasamos enseguida, no le preguntaron si tenía reservación o tenía que ver si se la podían dar para dentro de un mes nada de eso.
El abrió la silla para que tomara asiento y así mismo lo hizo mi padre con mi madre cuando nunca lo había hecho, a menos que estuviéramos fingiendo ser de los rabí blancos ósea de la alta sociedad.
Lo primero que fue servido fue un vino que ni vendiendo mis dos riñones en el mercado negro podría costear.
Para mí el señor Melitón pidió un extracto de frutas al que llamó granizado de frutas y la verdad que estaba delicioso.
Luego vino el aperitivo, el plato de entrada y así continuaron desfilando los platillos, al igual que la conversación de mis padres y el señor Melitón iba en todo su apogeo, en cuanto llegamos al postre un silencio inundó la mesa.
—Dasha esta cena tiene un objetivo—. Escuchar a mi padre hizo que mi estómago sufriera un retortijón. —Melitón tiene algo que proponerte—. Miré a mis padres y luego al señor Melitón, tal vez me iba dar trabajo pensé para mis adentros.
—Así es Dasha ya no quiero esperar más, como dicen por ahí él que espera pierde y yo no quiero esperar—. Se mete la mano al bolsillo. —Dasha Estévez sería tan amable de aceptarme como tú futuro esposo...
Un gran bullicio se escuchó en todo mi alrededor de pronto todo eso me empezó a molestar. —No... No voy a ser la esposa de un hombre tan anticuado como usted, y no quiero ser esposa de nadie—. Me levanté y salí corriendo. Yo no podía creer lo que me estaba sucediendo como se atrevían mis padres hacerme esto, sé que me castigarían, pero no me importaba no estaba dispuesta que jugaran así con lo que yo quería, quería ser diseñadora de joyerías tenía tres cuadernos llenos de bocetos de ellos. Yo pensaba ser una diseñadora y mis padres pensaban en casarme, empecé a llorar de la impotencia, solo era una chica de casi dieciocho años que apenas está aprendiendo de la vida. Corrí a todo meter de repente la lluvia empezó a caer. El pie se me doblo y el tacón del zapato se rompió, me los quite y los tire, ya me daba igual todo, yo había caminado el asfalto sin zapatos esta no sería la primera vez. La lluvia camuflajo mis lágrimas, de pronto sentí que alguien me tomo del hombro deteniendo mi
Narra Dasha.Mi padre se giró hacia mí y aproveché que me observaba. —Por favor padre te lo pido, por favor piedad haré lo que tú pidas te lo suplico no me cases con ese hombre—. Lo mire con dolor eso era lo que sentía.—Bien te escuchó Dasha ¿con cuál de los dos? —. Tenía esperanzas que me dijera que sugiera estudiando y que después veríamos con cual me casaba, pero no él quería que contrajera matrimonio ya. —Estoy esperando Dasha responde—. Era obvio que no me iba casar con ese viejo gordo, además de eso me doblaba la edad él tenía cuarenta años y se había casado cinco veces y todas sus esposas fueron chicas de diecinueve años.Yo no iba estar en su lista de divorciadas y maltratadas mi mejor opción era Melitón.—Con el señor Michel Melitón papá prefiero mil veces ser su esposa que ser esposa de ese hombre horrible—. Preferí lo anticuado y de otra época, además que él me respeto en todo momento, mientras estuvimos frente a frente, en cambio el otro no había llegado Navidad y ya quer
—Pasen por favor—. Nos invitó de una forma muy amable, él aún sostenía mi mano y no me incomodaba ya para que.Entramos a su casa, esta era hermosa si por fuera se veía hermosa por dentro era mucho mejor y ese toque de antigüedad no falto.Pasamos al salón y enseguida fuimos atendidos por tres mujeres mayores.A mis padres le sirvieron champán mientras que a mí me sirvieron un jugo natural.Luego de ello vino la plática tan amena entre ellos, media hora después estábamos en la mesa comiendo la exquisitez que habían servido.Después de cenar fuimos nuevamente al salón donde el señor Melitón estaba más nervioso.—Dasha me permites ponerte el anillo de compromiso—. Se acercó a mí y se arrodilló. —Me permites tu mano—. Le extendí mi mano izquierda, la tomo con delicadeza y colocó un hermoso anillo en mi dedo, mi madre al ver el anillo le brillaron los ojos, lo miro con una expresión como si quisiera que se lo colocaran a ella.El anillo era de oro con un elegante diamante incrustado, este
Caminamos al altar donde me esperaba Melitón quien lucía todo de blanco se veía tan atractivo, sonreí al verlo. No me importaba cuánta gente estirada estuviera aquí, después de todo no conocía a nadie ni siquiera a mis padres.—Aún sigue en pie nuestro trato—. Le susurre para que solo él escuchara.—Soy un hombre de palabra Dasha—. La ceremonia dio inicio.Después de dar el sí acepto vino el festejó, yo pinte mi mejor sonrisa y mi cara de tonta enamorado y para demostrarlo le daba uno que otro beso a mi esposo y le sonreía, siempre sentía una sensación extraña que aún no conocía a que se debía.Después de unas palabras de parte de mi esposo nos retiramos ya que íbamos a nuestra supuesta luna de miel, en parte sí, pero en parte él iba hacer negocios.No tenía nada que reclamar después de todo yo misma se lo había pedido, en la noche cada quien durmió de su lado y al día siguiente despertamos abrasados.—Podremos hacer lo que quieras hoy, podemos ir a la playa o si quieres puedes ir so
—Conviérteme en tu mujer, en tu esposa quiero ser tu señora Michel, tengamos nuestra luna de miel hoy—. Su mirada mostraba el deseo que él sentía, pero a la vez mostraba contradicción.—Estas segura Dasha, no quiero que te arrepientas luego mi amor he deseado mucho esto, pero no quiero que me culpes luego—.—No lo haré Michel ya tenemos cinco meses de casados porque he de arrepentirme si lo que quiero es ser tu mujer como se debe—.—Si te convierto en mi esposa lo haré como se debe—. Me quedé en las nueve en ese instante, su voz era ronca y firme.Me suspendió y camino por el pasillo. —¿A dónde me llevas? —. Le pregunté confundida.—Si te convierto en mi mujer quiero que sea en nuestro aposento conyugal—. No dije nada más, mientras él siguió por el pasillo hasta llegar al fondo, ninguno de los dos dormía en la habitación matrimonial.Al llegar a la habitación él entró conmigo en brazos, me depósito en la cama con tanta delicadeza como si estuviera colocando un cristal en alguna superf
—Es que el señor está ocupado—. Suspiré para no gritarle.—Suelta ese teléfono, si me anuncias yo mismo te despediré—. Camine a la puerta con pasos firmes y un enojo por los cielos.Tomé la perilla de la puerta y abrí, al fondo se escuchaban voces.—Basta Cecilia tu padre me pidió que te diera trabajo, así que te comportas o te despido—. Le decía Michel.—Es que no puedo Michel me sigues gustando si quieres que me convierta en tu amante lo haré, se ve que esa mujer no te ama—. Ella no sabía en qué terreno se había metido.—Tú no sabes nada de mi matrimonio encárgate de los archivos que te di—. El alma me volvió al cuerpo sabía que Michel era solo mío, él era un hombre tímido, retacado y muy recto.—Por favor Michel sé que me quieres, se lo que sientes por mí, cometí un error perdóname—. Le decía ella sentada en su escritorio. —Te demostraré que aún nuestros corazones laten en sincronía como me lo decías—. Mi irá volvió a florecer, pero con mucha más fuerza la iba estrangular por meter
Luego de todo ese drama nos fuimos almorzar, los meses siguieron su curso sin más novedades, pero eso no significaba que nuestra vida era aburrida, no es más hacíamos de todo un poco fuera de casa como también nos encerrábamos en casa disfrutando de nuestro amor lejos de todo.Pero un día nuestra paz fue interrumpida por mis padres.—Dasha hija cuanto tiempo sin verte si nosotros no venimos a verte tu no vas a visitarnos—. Me abrazo y beso.—Madre que haces aquí porque no avisaron que venían—.—No necesitamos avisar Dasha somos tus padres—.—Señores Estévez bienvenidos—. Michel los saludo. —Mi amor disculpa por no decirte que tus padres venían hoy, pero ellos querían darte la sorpresa—. Y sí que me sorprendieron días después.Esa tarde los llevamos a cenar a un restaurante popular entre la raza pura.Al regresar ellos se fueron a la habitación de huésped y nosotros a la nuestra, no me gustaba su visita.Al día siguiente me levanté temprano para preparar el desayuno para Michel y para
—¿Estudios y disfrutar?, más bien digan que Dasha no quiere darle hijos, conozco muy bien a Dasha, yo la crie y cuando se le mete a la cabeza algo no hay quien se lo saque, es eso o me equivoco, Dasha no quieres darle hijos a Melitón—. Ira, impotencia y dolor era lo que sentía en ese momento, pero era más el dolor que sentía al escuchar a mi propia madre que yo no quería darle hijos al hombre que amaba y decir que ella me conocía ni siquiera a su propio esposo lo conocía.Michel vio mis intenciones de levantarme, tomo mi mano y le dio un apretón mostrándome que él estaba a mi lado.—No creo que usted quiere que la haga abuela suegra está usted muy joven para convertirla en abuela no lo cree—. Mi madre se llevó la mano al pecho.—Tienes razón aún no, esperen unos años más—. Michel me sonrió y beso mi mano.—Quería proponerles algo ya que me imagino que se sienten solos aquí, como ve Dasha y yo casi nos las pasamos fuera de casa y me gustaría darle una habitación en el hotel, ahí pueden