Narra Dasha.
Mi padre se giró hacia mí y aproveché que me observaba. —Por favor padre te lo pido, por favor piedad haré lo que tú pidas te lo suplico no me cases con ese hombre—. Lo mire con dolor eso era lo que sentía.
—Bien te escuchó Dasha ¿con cuál de los dos? —. Tenía esperanzas que me dijera que sugiera estudiando y que después veríamos con cual me casaba, pero no él quería que contrajera matrimonio ya. —Estoy esperando Dasha responde—. Era obvio que no me iba casar con ese viejo gordo, además de eso me doblaba la edad él tenía cuarenta años y se había casado cinco veces y todas sus esposas fueron chicas de diecinueve años.
Yo no iba estar en su lista de divorciadas y maltratadas mi mejor opción era Melitón.
—Con el señor Michel Melitón papá prefiero mil veces ser su esposa que ser esposa de ese hombre horrible—. Preferí lo anticuado y de otra época, además que él me respeto en todo momento, mientras estuvimos frente a frente, en cambio el otro no había llegado Navidad y ya quería comer jamón.
—Espera—. Escuchar eso me dejó helada acaso no había escuchado bien. —Con él señor Wellington por favor... Oh ya veo... Si...
Decía mi padre mientras estaba en la línea rogaba a los ángeles y arcángeles que ese viejo regordete no tomara la llamada o que estuviera en otro lado.
—Si gracias yo me comunico con él después—. Mi padre había colgado después de esas palabras y me miro detalladamente.
Suspiré entre el hipo de mi llanto que aún no cesaba. —Ve a tu habitación voy a detallar todo con el señor Melitón—. Me levanté del piso y fui a mi habitación.
Me senté en la cama a tratar de contener mis lágrimas, quería huir, pero a donde no tenía escapatoria eran mis padres los que imponían un casamiento que yo no quería.
Horas después ya estaba calmada y esperando a mi padre para decirme cuándo el señor iba anunciar nuestro compromiso, pero claro que todo estaba en mi contra yo pensaba algo y siempre sucedía otra cosa, la noticia más nefasta me la darían tan solo en minutos después.
—Como ya elegiste con quien casarte te daremos fecha para cuando se celebrará la ceremonia—. Rogaba que fuera dentro de años y así poder escapar antes que todo eso se diera, pero mi padre, mi madre y hasta el mismo Melitón tenían todo planeado. —La boda será dentro de tres días—. Mi corazón dejó de latir, la sangre se me heló por lo tanto el pulso se me paró, mire a mi padre con odio jamás lo había mirado de esa manera, ni cuando me daba con el látigo.
—¿Qué? —. Fue lo único que puede emitir.
—Si mi amor cómo escuchaste a tu padre, desde el sábado eres una mujer casada—. Mi rostro tomo varias expresiones y colores que hasta sentí que el enojo se me había ido a la cabeza.
—¿Tan pronto? —. Salió de mis labios sin previo aviso.
Mi padre me miro de una manera tan despreciable como si lo que hubiera pronunciado hubiera sido la palabra más grotesca que una persona pudiera mencionar.
—Si el señor Melitón se irá de viaje pronto y no podemos aplazar la boda—. Era la excusa más barata que había escuchado en mi vida, pero no renegué ante lo dicho por mi padre.
—Mañana mismo vamos por tu vestido de bodas, tiene que ser el mejor de todos al igual que el mío—. Mi madre estaba mucho más feliz de lo que yo estaba.
Solo pedía con toda mi alma no equivocarme y que él señor Melitón no fuera un degenerado y respetará mis decisiones y respetará el hecho de que yo quería estudiar y sacar una carrera.
—El señor Melitón nos invitó a su casa está noche—. Asentí.
Al quedarme sola me acosté y lloré por todo, después de unas horas me levanté con un plan en mente me iba casar sí, pero no iba ser una mujer de casa desvelada por su marido esa no iba ser Dasha.
Me duché y escogí uno de los vestidos que casi no usaba, el vestido era ceñido a mi cuerpo por eso no lo usaba, era de color verde olivo con escote corte corazón mangas de encaje y unos zapatos negros de tacón, me hice un moño alto y me pinté los labios color rojo oscuro mate.
Me eche algo de colonia y estaba lista para ser una mujer como tanto lo quisieron mis padres.
Salí de mi habitación y espere por ellos, no tardaron tanto en aparecer mamá me miro de arriba abajo al igual que mi padre.
—¡Dasha! esta preciosa—.
—Querían que fuera una mujer aquí me tienen, desde hoy seré una mujer que tomara sus decisiones por sí misma espero y mi futuro esposo no me mantengo cautiva en nuestro hogar—. Tomé el bolso y salí de casa.
—Dasha tendrás que comportarte como una señora vas a ser esposa de alguien muy importante—.
—No me importa, me casare como ustedes lo quieren y seré la esposa de un hombre que apenas conozco y ustedes serán parte de la sociedad que siempre han deseado, así que no se vayan a meter en mis asuntos después que contraiga matrimonio con el señor Melitón—. Los miro a ambos. —Yo viviré mi vida cómo me plazca y ustedes igual lo harán—. Subi al auto dejando a mis padres estáticos, jamás les había hablado así, siempre era “si mamá”, “mandé papá” pero ya no más, hoy soy una mujer de dieciocho años que en tres días será la esposa de un hombre raro.
Estamos empezando el siglo XXI y él se ve así Dios.
Mis padres no dijeron nada y claro que a ellos les convenía mi matrimonio con un hombre adinerado, lo que ellos no sabían y yo tampoco lo sabía claro, era que Melitón tenía más dinero que Wellington y todos esos estirados que había llevado a casa. Aunque eso no me importaba por mi hubiera sido el dueño del mundo y aun así por mí misma no hubiera aceptado ser su esposa.
Llegamos a una hermosa y muy lujosa casa, nos adentramos por la entrada de esta, después que las verjas se abrieran al llegar a la entrada una hermosa fuente confeccionada de querubines nos recibió, yo quedé fascinada con ello, pero no lo demostraría.
La puerta trasera fue abierta, tome la mano del hombre que me la extendió ya sabía de quién era, en cuanto salí lo mire con una sonrisa.
Sus facciones se relajaron y sus mejillas tomaron un sonrojó cosa que me llamo la atención, nunca había visto un hombre sonrojarse y ponerse nervioso.
—Buenas tardes señor Michel—. Lo saludé, pero él estaba en otro mundo, me observaba perplejo tal vez no le gustaba como me veía, pero eso era lo que era, una mujer que había dejado de ser una adolescente de la noche a la mañana de manera forzada.
—¡Dasha! —. Parpadeo varias veces. —Estas diferente—. Sus palabras apenas se escuchaban hasta, después fue que descubrí que él era tímido, pero igual en ese momento me pareció tierno. —Bienvenida a mi hogar hermosa doncella—.
—Gracias señor Melitón—. Sus manos temblaban, le di un apretón para que calmara sus nervios, al igual le sonreí, en unos días iba ser su esposa porque no ayudarlo ya.
—No hay de que—. Se irguió tomando esa postura de hombre imponente. —Señores Estévez bienvenidos a mi hogar—.
—Muchas gracias señor Melitón—. Mi madre miraba todo con enormes ojos.
—Pasen por favor—. Nos invitó de una forma muy amable, él aún sostenía mi mano y no me incomodaba ya para que.Entramos a su casa, esta era hermosa si por fuera se veía hermosa por dentro era mucho mejor y ese toque de antigüedad no falto.Pasamos al salón y enseguida fuimos atendidos por tres mujeres mayores.A mis padres le sirvieron champán mientras que a mí me sirvieron un jugo natural.Luego de ello vino la plática tan amena entre ellos, media hora después estábamos en la mesa comiendo la exquisitez que habían servido.Después de cenar fuimos nuevamente al salón donde el señor Melitón estaba más nervioso.—Dasha me permites ponerte el anillo de compromiso—. Se acercó a mí y se arrodilló. —Me permites tu mano—. Le extendí mi mano izquierda, la tomo con delicadeza y colocó un hermoso anillo en mi dedo, mi madre al ver el anillo le brillaron los ojos, lo miro con una expresión como si quisiera que se lo colocaran a ella.El anillo era de oro con un elegante diamante incrustado, este
Caminamos al altar donde me esperaba Melitón quien lucía todo de blanco se veía tan atractivo, sonreí al verlo. No me importaba cuánta gente estirada estuviera aquí, después de todo no conocía a nadie ni siquiera a mis padres.—Aún sigue en pie nuestro trato—. Le susurre para que solo él escuchara.—Soy un hombre de palabra Dasha—. La ceremonia dio inicio.Después de dar el sí acepto vino el festejó, yo pinte mi mejor sonrisa y mi cara de tonta enamorado y para demostrarlo le daba uno que otro beso a mi esposo y le sonreía, siempre sentía una sensación extraña que aún no conocía a que se debía.Después de unas palabras de parte de mi esposo nos retiramos ya que íbamos a nuestra supuesta luna de miel, en parte sí, pero en parte él iba hacer negocios.No tenía nada que reclamar después de todo yo misma se lo había pedido, en la noche cada quien durmió de su lado y al día siguiente despertamos abrasados.—Podremos hacer lo que quieras hoy, podemos ir a la playa o si quieres puedes ir so
—Conviérteme en tu mujer, en tu esposa quiero ser tu señora Michel, tengamos nuestra luna de miel hoy—. Su mirada mostraba el deseo que él sentía, pero a la vez mostraba contradicción.—Estas segura Dasha, no quiero que te arrepientas luego mi amor he deseado mucho esto, pero no quiero que me culpes luego—.—No lo haré Michel ya tenemos cinco meses de casados porque he de arrepentirme si lo que quiero es ser tu mujer como se debe—.—Si te convierto en mi esposa lo haré como se debe—. Me quedé en las nueve en ese instante, su voz era ronca y firme.Me suspendió y camino por el pasillo. —¿A dónde me llevas? —. Le pregunté confundida.—Si te convierto en mi mujer quiero que sea en nuestro aposento conyugal—. No dije nada más, mientras él siguió por el pasillo hasta llegar al fondo, ninguno de los dos dormía en la habitación matrimonial.Al llegar a la habitación él entró conmigo en brazos, me depósito en la cama con tanta delicadeza como si estuviera colocando un cristal en alguna superf
—Es que el señor está ocupado—. Suspiré para no gritarle.—Suelta ese teléfono, si me anuncias yo mismo te despediré—. Camine a la puerta con pasos firmes y un enojo por los cielos.Tomé la perilla de la puerta y abrí, al fondo se escuchaban voces.—Basta Cecilia tu padre me pidió que te diera trabajo, así que te comportas o te despido—. Le decía Michel.—Es que no puedo Michel me sigues gustando si quieres que me convierta en tu amante lo haré, se ve que esa mujer no te ama—. Ella no sabía en qué terreno se había metido.—Tú no sabes nada de mi matrimonio encárgate de los archivos que te di—. El alma me volvió al cuerpo sabía que Michel era solo mío, él era un hombre tímido, retacado y muy recto.—Por favor Michel sé que me quieres, se lo que sientes por mí, cometí un error perdóname—. Le decía ella sentada en su escritorio. —Te demostraré que aún nuestros corazones laten en sincronía como me lo decías—. Mi irá volvió a florecer, pero con mucha más fuerza la iba estrangular por meter
Luego de todo ese drama nos fuimos almorzar, los meses siguieron su curso sin más novedades, pero eso no significaba que nuestra vida era aburrida, no es más hacíamos de todo un poco fuera de casa como también nos encerrábamos en casa disfrutando de nuestro amor lejos de todo.Pero un día nuestra paz fue interrumpida por mis padres.—Dasha hija cuanto tiempo sin verte si nosotros no venimos a verte tu no vas a visitarnos—. Me abrazo y beso.—Madre que haces aquí porque no avisaron que venían—.—No necesitamos avisar Dasha somos tus padres—.—Señores Estévez bienvenidos—. Michel los saludo. —Mi amor disculpa por no decirte que tus padres venían hoy, pero ellos querían darte la sorpresa—. Y sí que me sorprendieron días después.Esa tarde los llevamos a cenar a un restaurante popular entre la raza pura.Al regresar ellos se fueron a la habitación de huésped y nosotros a la nuestra, no me gustaba su visita.Al día siguiente me levanté temprano para preparar el desayuno para Michel y para
—¿Estudios y disfrutar?, más bien digan que Dasha no quiere darle hijos, conozco muy bien a Dasha, yo la crie y cuando se le mete a la cabeza algo no hay quien se lo saque, es eso o me equivoco, Dasha no quieres darle hijos a Melitón—. Ira, impotencia y dolor era lo que sentía en ese momento, pero era más el dolor que sentía al escuchar a mi propia madre que yo no quería darle hijos al hombre que amaba y decir que ella me conocía ni siquiera a su propio esposo lo conocía.Michel vio mis intenciones de levantarme, tomo mi mano y le dio un apretón mostrándome que él estaba a mi lado.—No creo que usted quiere que la haga abuela suegra está usted muy joven para convertirla en abuela no lo cree—. Mi madre se llevó la mano al pecho.—Tienes razón aún no, esperen unos años más—. Michel me sonrió y beso mi mano.—Quería proponerles algo ya que me imagino que se sienten solos aquí, como ve Dasha y yo casi nos las pasamos fuera de casa y me gustaría darle una habitación en el hotel, ahí pueden
—Dasha has algo—. Vociferó Johan. Solo la mire. —Michel basta no vale la pena, sabes bien qué sería incapaz de si quiera corresponder algo con este hombre—. Su mirada conecto con la mía. Soltó al poco hombre de Rafael y se acercó a mí. —Lo se amor—. —Vamos a casa—. Le dije con un tono suave. Estaba tan decepcionada del acto de mi supuesto amigo. —¿Por qué seguiste manteniendo una amistad con él? —. Su lado posesivo había salido. —Porque fueron los únicos que se acercaron a mi sin intenciones de pretender algo—. —En este círculo social no sabes quiénes son tus verdaderos amigos amor, todo es competencia y más si los negocios son de la misma clase—. Y lo aprendí en tan solo unos meses. —Para la próxima tendré cuidado—. Le dije con angustia. —Lo se mi amor disculpa por hacerte semejante escandalo sabes que no soy un hombre de pleitos, pero no pude contenerme cuando te vi abrazada a él—. —Se supone que me estaba felicitando por haber llegado a las finales—. —Pasaste amor—. Ase
—Dame una pista—. Lo mire con suplica esa mirada nunca fallaba. —Es una nueva empresa—. Asintió, lo único que se me cruzo por la cabeza fue que tendría más compromiso. —Es una nueva empresa sí, pero para ti, de aquí saldrán las mejores joyas para las joyerías importantes del país y del mundo entero—. Hablaba con una visión que me hacía creer en ella. Él era así un gran visionario que si siguiera con vida quien sabe que hubiera logrado en estos cinco años de su ausencia, ausencia que cada día me pesa más, Pero la sobrellevó de la mejor manera posible. Regresando al pasado donde era sumamente feliz. Sus palabras se volvieron realidad al cabo de año y medio cuando la empresa Dasha Melitón recobró fuerza en el ámbito de joyerías de innovación, así fue como mi esposo la nombró con muchas objeciones de mi parte claro que primero se iba llamar Dasha Estévez, me opuse ante eso no quería darle una retribución al apellido que tanto me había pesado tener, quería a mis padres pero después de t