Un gran bullicio se escuchó en todo mi alrededor de pronto todo eso me empezó a molestar.
—No... No voy a ser la esposa de un hombre tan anticuado como usted, y no quiero ser esposa de nadie—. Me levanté y salí corriendo.
Yo no podía creer lo que me estaba sucediendo como se atrevían mis padres hacerme esto, sé que me castigarían, pero no me importaba no estaba dispuesta que jugaran así con lo que yo quería, quería ser diseñadora de joyerías tenía tres cuadernos llenos de bocetos de ellos.
Yo pensaba ser una diseñadora y mis padres pensaban en casarme, empecé a llorar de la impotencia, solo era una chica de casi dieciocho años que apenas está aprendiendo de la vida. Corrí a todo meter de repente la lluvia empezó a caer.
El pie se me doblo y el tacón del zapato se rompió, me los quite y los tire, ya me daba igual todo, yo había caminado el asfalto sin zapatos esta no sería la primera vez.
La lluvia camuflajo mis lágrimas, de pronto sentí que alguien me tomo del hombro deteniendo mis pasos.
—Dasha no lo tomes a mal por favor se lo pido—. Me gire hacia él para enfrentarlo.
—Y como quiere que lo tome señor Melitón si usted quiere casarse conmigo a mí nadie me dijo o pregunto si me quería casar—.
—Lo sé, pero yo no quiero que seas ve...
Paro de hablar era como si él quisiera decirme algo, pero no lo hizo en vez de decir algo más se quitó la chaqueta y me la colocó.
—Ven vamos a refugiarnos no querrás resfriarte—. Tomo mi mano y me llevo a una cafetería que había cerca.
—No puedo entrar—.
—Por favor no puedes quedarte aquí, estás empapada y necesitas algo caliente, un chocolate o un té lo que quieras—.
—Si quiero eso, pero es que estoy...
Mire mis pies, al igual que él lo hizo.
—Eso lo podremos arreglar—. Se agachó y quitó sus zapatos y medias quedando descalzo también. —Ahora no sentirás vergüenza de entrar descalza—. Sonreí por su acto tan amable.
Entramos a la cafetería y nos sentamos en una mesa, una camarera vino en seguida, el pidió un café negro y yo pedí un chocolate, y aunque la camarera nos vio de mala manera igual tomó el pedido.
Mire por la ventana y la lluvia se hacía más fuerte al paso de los minutos.
—¿Qué es lo que deseas Dasha? —. Me miró fijamente. —¿Por qué no aceptas mi propuesta? —.
—Es que no me quiero casar señor Michel, tengo ya casi dieciocho años lo único que quiero es estudiar y ser...
—¿Ser que Dasha? —.
—Ya no importa—.
—Si importa Dasha dime qué quieres ser—.
—Soñé con ser diseñadora de joyas me gusta dibujar anillos collares, alhajas, todo tipo de joyerías—.
—Pero puedes serlo Dasha—.
—No, no podré, un esposo me amarraría y me quitaría toda mi liberta—.
—Solo tú tienes la decisión Dasha, toma el chocolate para llevarte a casa—. Casa esa palabra me trajo a tocar fondo, había defraudado a mis padres y el castigo que vendría sería terrible por dejarlos en ridículo, tal vez me den con el látigo esta vez.
Me tomé el chocolate, Melitón término su café, se levantó a pagar y sonreí por su ropa, los tirantes lo hacían ver un hombre de otro milenio parecía de esos abuelos que usan esos tirantes en los pantalones.
Me levanté y fui junto con él. —Tenga señorita gracias por su atención que tenga una linda noche—. Su voz denotaba molestia, puse mi mano encima de la suya. —Puede quedarse con el cambio—. Y con eso tomo mi mano y me saco de la cafetería.
Unos hombres estaban esperando con paraguas, al vernos se acercaron y nos cubrieron, subimos a uno de los autos.
—Te llevaré a tu casa, discúlpame por la propuesta, no debí hacerlo, pero ten en cuenta que muchos otros vendrán y ninguno sera como yo—. Y cuanta verdad había en sus palabras solo que yo no lo sabía aún.
Al llegar a casa él me acompaño, tocó la puerta y esta fue abierta por mi padre quien de inmediato mostró angustia en su rostro.
—Muchas gracias Melitón, gracias por traerla sana y salva—.
—No hay de que señor Estévez, nos vemos pronto Dasha—. Asentí.
Él se marchó dejándome con una angustia, sus palabras me dejaron pensativa, la mano de mi madre en mi mejilla me trajo de vuelta a la realidad de mi vida.
—Como te atreviste hacernos un desplante como ese Dasha, eres una ingrata, estamos haciendo todo lo posible por comprometerte con un hombre de buena posición y tu sales corriendo, que no piensas en tu futuro—. Sobaba mi mejilla y la mire con enojo.
—Pensando en mi futuro o en el de ustedes, no quiero ser parte de sus mentiras, no quiero ser parte de la sociedad de las que ustedes quieren pertenecer...
Otra garnatada más fuerte me dio mi madre, las lágrimas se desbordaban de mis ojos.
—No importa si es por nosotros o por ti, tienes que hacerlo eres nuestra hija y debes obedecer, no los agradecerás algún día, con un hombre como ellos no te hará falta nada—.
—No entienden que no quiero, yo solo quiero estudiar, no estar a la sombra de un hombre—.
—Lo harás niña ingrata te casaras con uno de esos dos prospectos tú eliges, Melitón o Wellington—. Sentenció mi padre ya cabreado.
—Esto es un negocio para ti no es así—. Le grite a mi padre con enojo.
Me tomo del antebrazo y me llevo a la habitación, pensé que me iba pegar como algunas veces lo hacía, pero en vez de eso solo salió y me dejó ahí.
Al día siguiente iba salir para ir al colegio, pero la puerta estaba cerrada.
Caí en cuenta que ese había sido mi castigo, no ir al colegio y no salir a ningún lado.
Estaba tan molesta por ello, además de eso pesqué un resfriado, todo el día la pasé con temperatura.
Tres días habían transcurriendo, por suerte Anastasia me había traído las tares y llevado las mía a los profesores.
Hoy al fin era mi cumpleaños, y mi regalo de cumpleaños ya estaba preparado.
—¿Hija ya estás preparada con tu decisión no es así? —.
—Papá por favor no me hagas esto, no quiero contraer matrimonio aún—.
—Todos estos días aquí encerrada no te sirvieron de nada—.
—Papá...
—Papá nada Dasha, si no eliges yo lo haré por ti y el mejor prospecto para mi es Wellington—. Escuchar ese nombre hizo que mi estómago se revolviera. —Le daré la noticia ya para empezar los preparativos—. Salió de mi habitación con pasos firmes y decidido a dar la noticia.
Yo no podía contraer matrimonio con ese hombre, había investigado de ellos mientras estuve encerrada en mi habitación, de Wellington se dice muchas cosas como el hecho de que fue acusado de golpear a una chica de mi edad hasta dejarla casi muerta, claro que nunca comprobaron nada y la familia de esta se mudó muy lejos. De Melitón no había mucho solo el hecho de que es un hombre de negocios el cual viaja mucho, no encontré más que eso.
Salí de mi habitación y vi a mi padre que esperaba en línea.
—Papá por favor no me cases con ese señor te lo pido por favor papá—.
—Te di a escoger Dasha y no me diste respuesta, ahora yo escojo por ti—.
—No papá por favor te lo suplico por favor—.
—Has silencio que estoy esperando en la línea—.
—Papá por favor—. Cada vez mis lágrimas eran más gruesas y amargas.
Si no funcionaba de la forma tradicional lo haría a la antigua, me puse de rodillas y camine hacia el así, uní las palmas de mi mano y le suplique, tome sus piernas y me incline más suplicándole que no hablara con ese señor.
Mi padre se giró hacia mí y aproveché que me observaba. —Por favor padre te lo pido por favor piedad...
Narra Dasha.Mi padre se giró hacia mí y aproveché que me observaba. —Por favor padre te lo pido, por favor piedad haré lo que tú pidas te lo suplico no me cases con ese hombre—. Lo mire con dolor eso era lo que sentía.—Bien te escuchó Dasha ¿con cuál de los dos? —. Tenía esperanzas que me dijera que sugiera estudiando y que después veríamos con cual me casaba, pero no él quería que contrajera matrimonio ya. —Estoy esperando Dasha responde—. Era obvio que no me iba casar con ese viejo gordo, además de eso me doblaba la edad él tenía cuarenta años y se había casado cinco veces y todas sus esposas fueron chicas de diecinueve años.Yo no iba estar en su lista de divorciadas y maltratadas mi mejor opción era Melitón.—Con el señor Michel Melitón papá prefiero mil veces ser su esposa que ser esposa de ese hombre horrible—. Preferí lo anticuado y de otra época, además que él me respeto en todo momento, mientras estuvimos frente a frente, en cambio el otro no había llegado Navidad y ya quer
—Pasen por favor—. Nos invitó de una forma muy amable, él aún sostenía mi mano y no me incomodaba ya para que.Entramos a su casa, esta era hermosa si por fuera se veía hermosa por dentro era mucho mejor y ese toque de antigüedad no falto.Pasamos al salón y enseguida fuimos atendidos por tres mujeres mayores.A mis padres le sirvieron champán mientras que a mí me sirvieron un jugo natural.Luego de ello vino la plática tan amena entre ellos, media hora después estábamos en la mesa comiendo la exquisitez que habían servido.Después de cenar fuimos nuevamente al salón donde el señor Melitón estaba más nervioso.—Dasha me permites ponerte el anillo de compromiso—. Se acercó a mí y se arrodilló. —Me permites tu mano—. Le extendí mi mano izquierda, la tomo con delicadeza y colocó un hermoso anillo en mi dedo, mi madre al ver el anillo le brillaron los ojos, lo miro con una expresión como si quisiera que se lo colocaran a ella.El anillo era de oro con un elegante diamante incrustado, este
Caminamos al altar donde me esperaba Melitón quien lucía todo de blanco se veía tan atractivo, sonreí al verlo. No me importaba cuánta gente estirada estuviera aquí, después de todo no conocía a nadie ni siquiera a mis padres.—Aún sigue en pie nuestro trato—. Le susurre para que solo él escuchara.—Soy un hombre de palabra Dasha—. La ceremonia dio inicio.Después de dar el sí acepto vino el festejó, yo pinte mi mejor sonrisa y mi cara de tonta enamorado y para demostrarlo le daba uno que otro beso a mi esposo y le sonreía, siempre sentía una sensación extraña que aún no conocía a que se debía.Después de unas palabras de parte de mi esposo nos retiramos ya que íbamos a nuestra supuesta luna de miel, en parte sí, pero en parte él iba hacer negocios.No tenía nada que reclamar después de todo yo misma se lo había pedido, en la noche cada quien durmió de su lado y al día siguiente despertamos abrasados.—Podremos hacer lo que quieras hoy, podemos ir a la playa o si quieres puedes ir so
—Conviérteme en tu mujer, en tu esposa quiero ser tu señora Michel, tengamos nuestra luna de miel hoy—. Su mirada mostraba el deseo que él sentía, pero a la vez mostraba contradicción.—Estas segura Dasha, no quiero que te arrepientas luego mi amor he deseado mucho esto, pero no quiero que me culpes luego—.—No lo haré Michel ya tenemos cinco meses de casados porque he de arrepentirme si lo que quiero es ser tu mujer como se debe—.—Si te convierto en mi esposa lo haré como se debe—. Me quedé en las nueve en ese instante, su voz era ronca y firme.Me suspendió y camino por el pasillo. —¿A dónde me llevas? —. Le pregunté confundida.—Si te convierto en mi mujer quiero que sea en nuestro aposento conyugal—. No dije nada más, mientras él siguió por el pasillo hasta llegar al fondo, ninguno de los dos dormía en la habitación matrimonial.Al llegar a la habitación él entró conmigo en brazos, me depósito en la cama con tanta delicadeza como si estuviera colocando un cristal en alguna superf
—Es que el señor está ocupado—. Suspiré para no gritarle.—Suelta ese teléfono, si me anuncias yo mismo te despediré—. Camine a la puerta con pasos firmes y un enojo por los cielos.Tomé la perilla de la puerta y abrí, al fondo se escuchaban voces.—Basta Cecilia tu padre me pidió que te diera trabajo, así que te comportas o te despido—. Le decía Michel.—Es que no puedo Michel me sigues gustando si quieres que me convierta en tu amante lo haré, se ve que esa mujer no te ama—. Ella no sabía en qué terreno se había metido.—Tú no sabes nada de mi matrimonio encárgate de los archivos que te di—. El alma me volvió al cuerpo sabía que Michel era solo mío, él era un hombre tímido, retacado y muy recto.—Por favor Michel sé que me quieres, se lo que sientes por mí, cometí un error perdóname—. Le decía ella sentada en su escritorio. —Te demostraré que aún nuestros corazones laten en sincronía como me lo decías—. Mi irá volvió a florecer, pero con mucha más fuerza la iba estrangular por meter
Luego de todo ese drama nos fuimos almorzar, los meses siguieron su curso sin más novedades, pero eso no significaba que nuestra vida era aburrida, no es más hacíamos de todo un poco fuera de casa como también nos encerrábamos en casa disfrutando de nuestro amor lejos de todo.Pero un día nuestra paz fue interrumpida por mis padres.—Dasha hija cuanto tiempo sin verte si nosotros no venimos a verte tu no vas a visitarnos—. Me abrazo y beso.—Madre que haces aquí porque no avisaron que venían—.—No necesitamos avisar Dasha somos tus padres—.—Señores Estévez bienvenidos—. Michel los saludo. —Mi amor disculpa por no decirte que tus padres venían hoy, pero ellos querían darte la sorpresa—. Y sí que me sorprendieron días después.Esa tarde los llevamos a cenar a un restaurante popular entre la raza pura.Al regresar ellos se fueron a la habitación de huésped y nosotros a la nuestra, no me gustaba su visita.Al día siguiente me levanté temprano para preparar el desayuno para Michel y para
—¿Estudios y disfrutar?, más bien digan que Dasha no quiere darle hijos, conozco muy bien a Dasha, yo la crie y cuando se le mete a la cabeza algo no hay quien se lo saque, es eso o me equivoco, Dasha no quieres darle hijos a Melitón—. Ira, impotencia y dolor era lo que sentía en ese momento, pero era más el dolor que sentía al escuchar a mi propia madre que yo no quería darle hijos al hombre que amaba y decir que ella me conocía ni siquiera a su propio esposo lo conocía.Michel vio mis intenciones de levantarme, tomo mi mano y le dio un apretón mostrándome que él estaba a mi lado.—No creo que usted quiere que la haga abuela suegra está usted muy joven para convertirla en abuela no lo cree—. Mi madre se llevó la mano al pecho.—Tienes razón aún no, esperen unos años más—. Michel me sonrió y beso mi mano.—Quería proponerles algo ya que me imagino que se sienten solos aquí, como ve Dasha y yo casi nos las pasamos fuera de casa y me gustaría darle una habitación en el hotel, ahí pueden
—Dasha has algo—. Vociferó Johan. Solo la mire. —Michel basta no vale la pena, sabes bien qué sería incapaz de si quiera corresponder algo con este hombre—. Su mirada conecto con la mía. Soltó al poco hombre de Rafael y se acercó a mí. —Lo se amor—. —Vamos a casa—. Le dije con un tono suave. Estaba tan decepcionada del acto de mi supuesto amigo. —¿Por qué seguiste manteniendo una amistad con él? —. Su lado posesivo había salido. —Porque fueron los únicos que se acercaron a mi sin intenciones de pretender algo—. —En este círculo social no sabes quiénes son tus verdaderos amigos amor, todo es competencia y más si los negocios son de la misma clase—. Y lo aprendí en tan solo unos meses. —Para la próxima tendré cuidado—. Le dije con angustia. —Lo se mi amor disculpa por hacerte semejante escandalo sabes que no soy un hombre de pleitos, pero no pude contenerme cuando te vi abrazada a él—. —Se supone que me estaba felicitando por haber llegado a las finales—. —Pasaste amor—. Ase