Lo prepare y cuando termine fui a pedirle a mi padre que me ayudara con la charola, pero en cambio el señor Wellington se ofreció.
Mi padre según se opuso alegando que era un invitado, pero al final accedió que él me ayudase.
No le creía su gesto de buena voluntad, pero no podía negarme a nada. En cuanto apareció en la cocina se acercó a mí y me acorraló contra el fregadero.
—Pronto te convertirás en mi esposa, ya tengo todo un plan contigo—. Me quede perpleja ante su acto.
Se acercó a mí y trato de besarme, pero increíblemente lo esquive para que sus labios no tocaran los míos.
—Me encantan las niñas difíciles, y tú no te escaparas de mí—. Me presionó contra su panza y el mueble.
Iba gritar, pero él intrépidamente me lo impidió tapando mi boca, su mano libre se introdujo dentro de mi vestido rozando mi muslo, mi cuerpo temblaba.
—Me gustan las niñas sin experiencia y tu cuerpo me dice que no has sido tocada—. Mi corazón latía desbocado en mi mente llamaba a mi madre y a mi padre a gritos más sabía que ellos no vendrían a salvarme. —No es así nadie ha tocado tu piel, responde—. Me ordenó con voz severa.
Saco la mano de dentro de mi vestido y tomó mi cabello con fuerza.
Lo mire con terror ese hombre me estaba haciendo daño y mis padres no se daban cuenta y ni siquiera vendrían a la cocina y ver por qué tardamos en ir con el té.
De un manotazo y jalón me zafo de él y me aparto. —No sea atrevido—. Mi cabeza me dolía del jalón de cabello.
—No te hagas la difícil cariño pronto seremos esposos—. Lo miro perpleja.
Tomo la charola y salgo de la cocina la pongo en la mesa. —Padre me retiro mañana tengo que levantarme temprano—.
—Está bien hija descansa—.
—Nos vemos pronto señorita Dasha—. Le di una sonrisa más falsa que la chequera de mi padre.
Me fui a la habitación y me metí bajo las cobijas…
Días después en la entrada de mi colegio me encontré al señor Wellington. —Señorita Dasha vengo por usted—. Me dijo al verme.
—¿Disculpe? —.
—Si le dije a tu padre que venía por ti y él no se opuso—.
—Gracias por el gesto señor Wellington, caminaré con mi amiga, además tengo que pasar a la biblioteca —.
—Te llevo—.
—Gracias señor, supongo que usted tiene cosas que hacer, usted es un hombre muy ocupado y solo lo haría perder el tiempo llevándome—.
—No te vas escapar de mi Dasha—. Sube a su auto, exhalo el aire que estaba conteniendo.
—¡Dasha no me digas que ese señor te pretende! —. Miro a mi amiga.
—No es que él me pretenda, es amigo de papá solo eso—.
—Ten mucho cuidado, cuando ese hombre pone sus ojos en una mujer no hay quien pueda escapar de sus garras—.
—¿Tu lo conoces? —.
—No, pero he escuchado cosas de él—.
—¿Cosas como qué? —.
—Pues que a él le gusta pretender a chicas de nuestra edad, sobre todo señoritas inocentes que no saben nada de la vida y eso no es todo, escuche que a él le gusta maltratar a las mujeres, y por lo visto a puesto sus ojos en ti—. Y ella no se equivocaba, pero en ese entonces no lo sabía.
—Él no me pretende Anastasia—.
—Dasha te falta aprender de la vida si ese hombre vino aquí a buscarte fue porque él quiere algo contigo—. Niego, entramos a la biblioteca.
En la noche cuando mis padres llegaron me regañaron por despreciar al señor Wellington, me mandaron arrodillarme en una esquina por el acto tan descortés que había tenido con ese señor.
—¿Qué no ves que si ese hombre se fija en ti podremos formar parte de su círculo social? —.
—No quiero que ese hombre se fije en mí, yo quiero seguir estudiando—.
—No seas tonta hija con un hombre como él no tendrás necesidad de nada ni de trabajar—.
—No quiero una vida así—.
—Pues lo harás, por tu padre y por mí, de alguna forma tienes que retribuirnos todo lo que hemos hecho por ti, crees que ese colegio de señoritas al que asistes es barato—.
—Para eso estudio para poder mantener mi beca—.
—Y crees que ser una chica becada está bien—.
—No me importa como lo veas para mi es un orgullo tenerla—.
—Te callas harás lo que te diga y si ese señor te va recoger te vas con él y vas a ser obediente con él—.
Días después estaba preparando la cena para otro invitado de mi padre, y con respecto al señor Wellington no lo volví a ver por esos días y lo agradecía internamente.
—Ya está lista hija—.
—Si mamá solo falta la crema del estofado—.
—Ve a ponerte bonita—.
Voy a mi habitación y me arreglo con un lindo vestido que me compro mi padre según él era mi regalo por adelantado de mis dieciocho años.
Salí de la habitación y fui con mi madre ya que mi padre llegaría con el nuevo invitado, le ayude a terminar con los arreglos.
—Se una buena hija compórtate con el señor Melitón y tal vez con este te valla mejor—.
—Mejor en que madre por que hacen esto—.
—Ya pronto serás toda una mujer Dasha y puedes contraer matrimonio con el hombre que nos pueda dar un buen estatus social—. En ese momento no sabía el significado de esas palabras.
Aunque esas palabras me quedaron resonando en la cabeza como eco. “Pronto serás toda una mujer y puedes contraer matrimonio”.
Esas palabras martillaban en mi cabeza, pero aún no le encontraba alguna razón por la cual mi madre me las decía…
Yo aún no sospechaba de las tretas que estaba haciendo mi padre.
Esas palabras martillaban en mi cabeza, pero aún no le encontraba alguna razón por la cual mi madre me las decía, era tan inocente en ese aspecto que ni siquiera sospechaba de las tretas que estaba haciendo mi padre, como las iba sospechar. Mi padre entro por la puerta junto con un hombre de buen ver a simple vista, sus ojos color café eran atrayentes y su porte denotaba alguien con poder, pero a la vez mostraba un hombre sencillo. —Buenas tardes señora Estévez como ésta—. —Muy bien señor Melitón bienvenido a mi hogar—. —Te presento a mi hija Dasha—. —Es un placer conocerla linda doncella—. Solo escuchar esas palabras me traslado a otra época. —Es un gusto conocerlo señor Melitón—. —Tiene una linda hija señor Estévez—. —Lo sé, muy bien señor Michel—. Su mirada conecta con la mía. Pongo mi cara seria, aunque por dentro estoy algo desconcertada por su mirada atrayente. Y como siempre el vino no falto, mi padre gastaba lo poco que tenía para impresionar a esos hombres, siempre e
Un gran bullicio se escuchó en todo mi alrededor de pronto todo eso me empezó a molestar. —No... No voy a ser la esposa de un hombre tan anticuado como usted, y no quiero ser esposa de nadie—. Me levanté y salí corriendo. Yo no podía creer lo que me estaba sucediendo como se atrevían mis padres hacerme esto, sé que me castigarían, pero no me importaba no estaba dispuesta que jugaran así con lo que yo quería, quería ser diseñadora de joyerías tenía tres cuadernos llenos de bocetos de ellos. Yo pensaba ser una diseñadora y mis padres pensaban en casarme, empecé a llorar de la impotencia, solo era una chica de casi dieciocho años que apenas está aprendiendo de la vida. Corrí a todo meter de repente la lluvia empezó a caer. El pie se me doblo y el tacón del zapato se rompió, me los quite y los tire, ya me daba igual todo, yo había caminado el asfalto sin zapatos esta no sería la primera vez. La lluvia camuflajo mis lágrimas, de pronto sentí que alguien me tomo del hombro deteniendo mi
Narra Dasha.Mi padre se giró hacia mí y aproveché que me observaba. —Por favor padre te lo pido, por favor piedad haré lo que tú pidas te lo suplico no me cases con ese hombre—. Lo mire con dolor eso era lo que sentía.—Bien te escuchó Dasha ¿con cuál de los dos? —. Tenía esperanzas que me dijera que sugiera estudiando y que después veríamos con cual me casaba, pero no él quería que contrajera matrimonio ya. —Estoy esperando Dasha responde—. Era obvio que no me iba casar con ese viejo gordo, además de eso me doblaba la edad él tenía cuarenta años y se había casado cinco veces y todas sus esposas fueron chicas de diecinueve años.Yo no iba estar en su lista de divorciadas y maltratadas mi mejor opción era Melitón.—Con el señor Michel Melitón papá prefiero mil veces ser su esposa que ser esposa de ese hombre horrible—. Preferí lo anticuado y de otra época, además que él me respeto en todo momento, mientras estuvimos frente a frente, en cambio el otro no había llegado Navidad y ya quer
—Pasen por favor—. Nos invitó de una forma muy amable, él aún sostenía mi mano y no me incomodaba ya para que.Entramos a su casa, esta era hermosa si por fuera se veía hermosa por dentro era mucho mejor y ese toque de antigüedad no falto.Pasamos al salón y enseguida fuimos atendidos por tres mujeres mayores.A mis padres le sirvieron champán mientras que a mí me sirvieron un jugo natural.Luego de ello vino la plática tan amena entre ellos, media hora después estábamos en la mesa comiendo la exquisitez que habían servido.Después de cenar fuimos nuevamente al salón donde el señor Melitón estaba más nervioso.—Dasha me permites ponerte el anillo de compromiso—. Se acercó a mí y se arrodilló. —Me permites tu mano—. Le extendí mi mano izquierda, la tomo con delicadeza y colocó un hermoso anillo en mi dedo, mi madre al ver el anillo le brillaron los ojos, lo miro con una expresión como si quisiera que se lo colocaran a ella.El anillo era de oro con un elegante diamante incrustado, este
Caminamos al altar donde me esperaba Melitón quien lucía todo de blanco se veía tan atractivo, sonreí al verlo. No me importaba cuánta gente estirada estuviera aquí, después de todo no conocía a nadie ni siquiera a mis padres.—Aún sigue en pie nuestro trato—. Le susurre para que solo él escuchara.—Soy un hombre de palabra Dasha—. La ceremonia dio inicio.Después de dar el sí acepto vino el festejó, yo pinte mi mejor sonrisa y mi cara de tonta enamorado y para demostrarlo le daba uno que otro beso a mi esposo y le sonreía, siempre sentía una sensación extraña que aún no conocía a que se debía.Después de unas palabras de parte de mi esposo nos retiramos ya que íbamos a nuestra supuesta luna de miel, en parte sí, pero en parte él iba hacer negocios.No tenía nada que reclamar después de todo yo misma se lo había pedido, en la noche cada quien durmió de su lado y al día siguiente despertamos abrasados.—Podremos hacer lo que quieras hoy, podemos ir a la playa o si quieres puedes ir so
—Conviérteme en tu mujer, en tu esposa quiero ser tu señora Michel, tengamos nuestra luna de miel hoy—. Su mirada mostraba el deseo que él sentía, pero a la vez mostraba contradicción.—Estas segura Dasha, no quiero que te arrepientas luego mi amor he deseado mucho esto, pero no quiero que me culpes luego—.—No lo haré Michel ya tenemos cinco meses de casados porque he de arrepentirme si lo que quiero es ser tu mujer como se debe—.—Si te convierto en mi esposa lo haré como se debe—. Me quedé en las nueve en ese instante, su voz era ronca y firme.Me suspendió y camino por el pasillo. —¿A dónde me llevas? —. Le pregunté confundida.—Si te convierto en mi mujer quiero que sea en nuestro aposento conyugal—. No dije nada más, mientras él siguió por el pasillo hasta llegar al fondo, ninguno de los dos dormía en la habitación matrimonial.Al llegar a la habitación él entró conmigo en brazos, me depósito en la cama con tanta delicadeza como si estuviera colocando un cristal en alguna superf
—Es que el señor está ocupado—. Suspiré para no gritarle.—Suelta ese teléfono, si me anuncias yo mismo te despediré—. Camine a la puerta con pasos firmes y un enojo por los cielos.Tomé la perilla de la puerta y abrí, al fondo se escuchaban voces.—Basta Cecilia tu padre me pidió que te diera trabajo, así que te comportas o te despido—. Le decía Michel.—Es que no puedo Michel me sigues gustando si quieres que me convierta en tu amante lo haré, se ve que esa mujer no te ama—. Ella no sabía en qué terreno se había metido.—Tú no sabes nada de mi matrimonio encárgate de los archivos que te di—. El alma me volvió al cuerpo sabía que Michel era solo mío, él era un hombre tímido, retacado y muy recto.—Por favor Michel sé que me quieres, se lo que sientes por mí, cometí un error perdóname—. Le decía ella sentada en su escritorio. —Te demostraré que aún nuestros corazones laten en sincronía como me lo decías—. Mi irá volvió a florecer, pero con mucha más fuerza la iba estrangular por meter
Luego de todo ese drama nos fuimos almorzar, los meses siguieron su curso sin más novedades, pero eso no significaba que nuestra vida era aburrida, no es más hacíamos de todo un poco fuera de casa como también nos encerrábamos en casa disfrutando de nuestro amor lejos de todo.Pero un día nuestra paz fue interrumpida por mis padres.—Dasha hija cuanto tiempo sin verte si nosotros no venimos a verte tu no vas a visitarnos—. Me abrazo y beso.—Madre que haces aquí porque no avisaron que venían—.—No necesitamos avisar Dasha somos tus padres—.—Señores Estévez bienvenidos—. Michel los saludo. —Mi amor disculpa por no decirte que tus padres venían hoy, pero ellos querían darte la sorpresa—. Y sí que me sorprendieron días después.Esa tarde los llevamos a cenar a un restaurante popular entre la raza pura.Al regresar ellos se fueron a la habitación de huésped y nosotros a la nuestra, no me gustaba su visita.Al día siguiente me levanté temprano para preparar el desayuno para Michel y para