Narra Dasha.
Mi historia de amor empezó hace años atrás. Para ser precisos hace dieciséis años cuando me obligaron a casarme con él hombre más raro del universo entero, aunque después de su muerte pensé que todo había terminado para mí, lo llegué amar cómo una loca enamorada, con él era libre me sentía la dueña del mundo y del universo a decir verdad de todo.
Con él conocí cosas que jamás había imaginado su manera de amar era única.
Dieciséis años y cuatro meses antes.
—Buenos días hija—. Miro a mi padre que irrumpe en mi habitación con una gran sonrisa.
—Buenos días padres ¿cómo estas, como te fue? —. Él sonríe de gran manera.
—Muy bien hija tengo una gran noticia que darle a tu madre y a ti, ¿dónde está ella Por cierto? —. Me encojo de hombros.
—Supongo que es una gran noticia ya que sonríes de oreja a oreja—.
—Si que lo es mi amor—.
—Okey la dirás a la hora de la cena o me equivocó—.
—Si termina de hacer tus deberes para que vengas a preparar la cena—.
—Si padre—. Digo como niña obediente.
Hora y media después estaba poniendo la mesa para servir la cena, aunque no éramos una familia de una clase alta a la cual mis padres querían entrar a como diera lugar, ellos se comportaban como una y yo era como su empleada por así decirlo, mi madre se reunía con esas mujeres de alta sociedad al igual que mi padre se codeaba con los más grandes empresarios.
Yo no quería ser parte de su circo, pero a veces tenía que fingir ser una chica de esas torcidas y vacías de la cabeza.
No me imaginaba lo que mi padre tenía que decir, pensé que era una noticia de poca importancia, pero lo que se me venía era peor que ser la sirvienta de la casa.
—Todo te quedó decente hija te esforzaste como siempre—. Me adulo mi madre. —Ven amor siéntate vamos a degustar la comida de tu hija—. Sonreí con amargura.
Tome asiento mientras mi madre servía la cena.
Empezamos a cenar cuando papá carraspeó para dar la noticia, deje de comer mientras pensaba en mi prueba del día siguiente.
—La noticia que tengo que darles es que mañana tendremos la visita del señor Wellington, él quiere conocer a mi familia así que lo invite a cenar—. Mire a mi madre quien se le pinta una gran sonrisa.
—Él señor Wellington amor eso es un gran paso...
Lo único que cruzó por mi mente fue que yo tendría que cocinar para ese señor, no lo conocía y la verdad no quería conocer un estirado como esos que frecuentan mis padres.
—Dasha hija quiero que nos sorprendas quizás y logres conquistarlo con tus dotes en la cocina—. La mire sorprendida no quería casarme con ese señor y ni siquiera que me pretendiera, solo tenía diecisiete años, bueno solo faltaba una semana para mi cumpleaños número dieciocho.
Pero aun así no quería nada de eso yo les huía a los chicos con ellos solo era un “hola y adiós”.
La cena término en ello, no refute porque no servía de nada era la orden de mi madre y mi padre la apoyaba cien por ciento.
El nuevo día llego, después de presentar mi prueba regrese a casa de inmediato ya que tenía que ver que cocinaba para ese señor ya que la cena sería dedicada para él.
Además de cocinar tenía que arreglar la casa y dejarla impecable.
Mi padre me mandó a ponerme mi mejor atuendo así que lo obedecí sin protestar, mi madre me había maquillado y peinado, no entendía por qué tanto protocolo y no le preste importancia.
La hora de la cena llegó y mi padre y madre no sabían que hacer, al fin la puerta fue tocada, de inmediato mis padres se levantaron y fueron atender cuando antes nunca lo hacían.
Un minuto después por la puerta entre un señor un poco pasado de peso y con una pinta que decía tengo dinero y lo puedo comprar todo, pero algo no me parecía y era el ¿porque me miraba de esa manera?, esas miradas ya las conocía.
—¿Es ella? —. Pregunto el sin descaro.
—Si esa es mi hija, Dasha ven aquí—. Me llamo mi padre me levanté y fui con ellos. —Te presento al señor Wellington—.
—Mucho gusto señor—. Hice una reverencia, aunque estábamos en un siglo donde eso no era necesario pero mi madre me dijo que lo hiciera en cuanto mi padre me presentará.
—El gusto es todo mío Dasha—. Tomo mi mano y depósito un beso en ella.
Quise soltarme de inmediato pero mi padre hizo una mueca, así que estuve que dejar que el señor siguiera manoseando mi mano.
Mi madre saco un vino y le sirvió al señor Wellington así que así fue como me libre de él por ese momento.
Luego de media hora mi madre nos hizo pasar a la mesa.
Me hicieron sentar al lado del señor Wellington quien en toda la cena no dejo de propasarse conmigo, en una ocasión le doble uno de sus dedos para que mantuviera sus manos quietas.
La cena era una tortura para mí, no veía la hora que acabará quería irme a mi habitación a descansar.
—Está muy deliciosa la cena señora Estévez—.
—Gracias, todo esto lo preparo Dasha, la estoy preparando para que sea una buena esposa—.
—Él que tenga el privilegio de casarse con mi hija se llevará un gran premio—. Responde mi papá.
La verdad no tenía idea de lo que conllevaban esas palabras, yo era ajena a todo eso.
—Eso es bueno yo quisiera una esposa así—. Él me miraba como niño cuando le presentan una golosina.
La cena transcurrió muy incómoda para mí, en cambio mis padres estaban de lo más relajados.
Al terminar la cena recogí todo y limpié todo, fui a la sala, en cuanto aparecí mi madre me mandó hacer un té verde.
Lo prepare y cuando termine fui a pedirle a mi padre que me ayudara con la charola, pero en cambio el señor Wellington se ofreció.Mi padre según se opuso alegando que era un invitado, pero al final accedió que él me ayudase.No le creía su gesto de buena voluntad, pero no podía negarme a nada. En cuanto apareció en la cocina se acercó a mí y me acorraló contra el fregadero.—Pronto te convertirás en mi esposa, ya tengo todo un plan contigo—. Me quede perpleja ante su acto.Se acercó a mí y trato de besarme, pero increíblemente lo esquive para que sus labios no tocaran los míos.—Me encantan las niñas difíciles, y tú no te escaparas de mí—. Me presionó contra su panza y el mueble.Iba gritar, pero él intrépidamente me lo impidió tapando mi boca, su mano libre se introdujo dentro de mi vestido rozando mi muslo, mi cuerpo temblaba.—Me gustan las niñas sin experiencia y tu cuerpo me dice que no has sido tocada—. Mi corazón latía desbocado en mi mente llamaba a mi madre y a mi padre a gr
Esas palabras martillaban en mi cabeza, pero aún no le encontraba alguna razón por la cual mi madre me las decía, era tan inocente en ese aspecto que ni siquiera sospechaba de las tretas que estaba haciendo mi padre, como las iba sospechar. Mi padre entro por la puerta junto con un hombre de buen ver a simple vista, sus ojos color café eran atrayentes y su porte denotaba alguien con poder, pero a la vez mostraba un hombre sencillo. —Buenas tardes señora Estévez como ésta—. —Muy bien señor Melitón bienvenido a mi hogar—. —Te presento a mi hija Dasha—. —Es un placer conocerla linda doncella—. Solo escuchar esas palabras me traslado a otra época. —Es un gusto conocerlo señor Melitón—. —Tiene una linda hija señor Estévez—. —Lo sé, muy bien señor Michel—. Su mirada conecta con la mía. Pongo mi cara seria, aunque por dentro estoy algo desconcertada por su mirada atrayente. Y como siempre el vino no falto, mi padre gastaba lo poco que tenía para impresionar a esos hombres, siempre e
Un gran bullicio se escuchó en todo mi alrededor de pronto todo eso me empezó a molestar. —No... No voy a ser la esposa de un hombre tan anticuado como usted, y no quiero ser esposa de nadie—. Me levanté y salí corriendo. Yo no podía creer lo que me estaba sucediendo como se atrevían mis padres hacerme esto, sé que me castigarían, pero no me importaba no estaba dispuesta que jugaran así con lo que yo quería, quería ser diseñadora de joyerías tenía tres cuadernos llenos de bocetos de ellos. Yo pensaba ser una diseñadora y mis padres pensaban en casarme, empecé a llorar de la impotencia, solo era una chica de casi dieciocho años que apenas está aprendiendo de la vida. Corrí a todo meter de repente la lluvia empezó a caer. El pie se me doblo y el tacón del zapato se rompió, me los quite y los tire, ya me daba igual todo, yo había caminado el asfalto sin zapatos esta no sería la primera vez. La lluvia camuflajo mis lágrimas, de pronto sentí que alguien me tomo del hombro deteniendo mi
Narra Dasha.Mi padre se giró hacia mí y aproveché que me observaba. —Por favor padre te lo pido, por favor piedad haré lo que tú pidas te lo suplico no me cases con ese hombre—. Lo mire con dolor eso era lo que sentía.—Bien te escuchó Dasha ¿con cuál de los dos? —. Tenía esperanzas que me dijera que sugiera estudiando y que después veríamos con cual me casaba, pero no él quería que contrajera matrimonio ya. —Estoy esperando Dasha responde—. Era obvio que no me iba casar con ese viejo gordo, además de eso me doblaba la edad él tenía cuarenta años y se había casado cinco veces y todas sus esposas fueron chicas de diecinueve años.Yo no iba estar en su lista de divorciadas y maltratadas mi mejor opción era Melitón.—Con el señor Michel Melitón papá prefiero mil veces ser su esposa que ser esposa de ese hombre horrible—. Preferí lo anticuado y de otra época, además que él me respeto en todo momento, mientras estuvimos frente a frente, en cambio el otro no había llegado Navidad y ya quer
—Pasen por favor—. Nos invitó de una forma muy amable, él aún sostenía mi mano y no me incomodaba ya para que.Entramos a su casa, esta era hermosa si por fuera se veía hermosa por dentro era mucho mejor y ese toque de antigüedad no falto.Pasamos al salón y enseguida fuimos atendidos por tres mujeres mayores.A mis padres le sirvieron champán mientras que a mí me sirvieron un jugo natural.Luego de ello vino la plática tan amena entre ellos, media hora después estábamos en la mesa comiendo la exquisitez que habían servido.Después de cenar fuimos nuevamente al salón donde el señor Melitón estaba más nervioso.—Dasha me permites ponerte el anillo de compromiso—. Se acercó a mí y se arrodilló. —Me permites tu mano—. Le extendí mi mano izquierda, la tomo con delicadeza y colocó un hermoso anillo en mi dedo, mi madre al ver el anillo le brillaron los ojos, lo miro con una expresión como si quisiera que se lo colocaran a ella.El anillo era de oro con un elegante diamante incrustado, este
Caminamos al altar donde me esperaba Melitón quien lucía todo de blanco se veía tan atractivo, sonreí al verlo. No me importaba cuánta gente estirada estuviera aquí, después de todo no conocía a nadie ni siquiera a mis padres.—Aún sigue en pie nuestro trato—. Le susurre para que solo él escuchara.—Soy un hombre de palabra Dasha—. La ceremonia dio inicio.Después de dar el sí acepto vino el festejó, yo pinte mi mejor sonrisa y mi cara de tonta enamorado y para demostrarlo le daba uno que otro beso a mi esposo y le sonreía, siempre sentía una sensación extraña que aún no conocía a que se debía.Después de unas palabras de parte de mi esposo nos retiramos ya que íbamos a nuestra supuesta luna de miel, en parte sí, pero en parte él iba hacer negocios.No tenía nada que reclamar después de todo yo misma se lo había pedido, en la noche cada quien durmió de su lado y al día siguiente despertamos abrasados.—Podremos hacer lo que quieras hoy, podemos ir a la playa o si quieres puedes ir so
—Conviérteme en tu mujer, en tu esposa quiero ser tu señora Michel, tengamos nuestra luna de miel hoy—. Su mirada mostraba el deseo que él sentía, pero a la vez mostraba contradicción.—Estas segura Dasha, no quiero que te arrepientas luego mi amor he deseado mucho esto, pero no quiero que me culpes luego—.—No lo haré Michel ya tenemos cinco meses de casados porque he de arrepentirme si lo que quiero es ser tu mujer como se debe—.—Si te convierto en mi esposa lo haré como se debe—. Me quedé en las nueve en ese instante, su voz era ronca y firme.Me suspendió y camino por el pasillo. —¿A dónde me llevas? —. Le pregunté confundida.—Si te convierto en mi mujer quiero que sea en nuestro aposento conyugal—. No dije nada más, mientras él siguió por el pasillo hasta llegar al fondo, ninguno de los dos dormía en la habitación matrimonial.Al llegar a la habitación él entró conmigo en brazos, me depósito en la cama con tanta delicadeza como si estuviera colocando un cristal en alguna superf
—Es que el señor está ocupado—. Suspiré para no gritarle.—Suelta ese teléfono, si me anuncias yo mismo te despediré—. Camine a la puerta con pasos firmes y un enojo por los cielos.Tomé la perilla de la puerta y abrí, al fondo se escuchaban voces.—Basta Cecilia tu padre me pidió que te diera trabajo, así que te comportas o te despido—. Le decía Michel.—Es que no puedo Michel me sigues gustando si quieres que me convierta en tu amante lo haré, se ve que esa mujer no te ama—. Ella no sabía en qué terreno se había metido.—Tú no sabes nada de mi matrimonio encárgate de los archivos que te di—. El alma me volvió al cuerpo sabía que Michel era solo mío, él era un hombre tímido, retacado y muy recto.—Por favor Michel sé que me quieres, se lo que sientes por mí, cometí un error perdóname—. Le decía ella sentada en su escritorio. —Te demostraré que aún nuestros corazones laten en sincronía como me lo decías—. Mi irá volvió a florecer, pero con mucha más fuerza la iba estrangular por meter