REAGAN—¿Crees que pueda despedirme de él antes de su ejecución? —pregunta temerosa.Su pregunta es un llamado de atención para todos mis sentidos. Suspiro pesadamente y miro hacia el techo de cristal trasparente buscando alguna respuesta coherente.El cielo azul se ve despejado, sin nubes, pero se cómo mis padres pueden empañarlo todo en menos de un segundo, dejando una vida gris que te hunde en un pozo oscuro del cual después no ves salida.Una especie de agujero negro.—Reagan —me acuna el rostro trayéndome a la realidad y yo miro ese azul sincero y esperanzador—. Quiero cerrar ciclos y siento que la única forma de hacerlo es tener una conversación sincera y genuina con él, con el que fue mi padre y quien me apoyo a pesar de sus negativas. No puedo ser tan injusta. Además, si no lo intento, jamás me lo voy a perdonar. Quiero darle una ultima oportunidad, al menos que me explique sus razones y escucharlo de sus propios labios.Tuerzo los labios.—Bien —acepto a regañadientes—. Habla
REAGAN Llegamos a la prisión de máxima seguridad que está en medio de la nada, la misma a la cual lo tenían recluido hace semanas atrás. Son las once y media de la mañana. Raven no deja de moverse de un lado para otro y Kiara no vino ya que se quedó cuidando a Kelly. Entiendo a mi chica, ya que después del juicio y de todas las atrocidades que le hizo mi padre, ella no tenía nada que hacer aquí. Aun no se si Rogelio nos va a querer recibir. Tan solo pensarlo un malestar se toma mi abdomen. Estoy inquieto y una parte de mi tiene miedo a que me vuelva a rechazar. Entramos por la puerta de metal, tratando de ser firmes, pero apenas veo el mesón todo en mi flaquea. Una punzada se instala en mi nuca y me masajeo la sien tratando de disiparla. El estrés es el peor enemigo del hombre. Estoy tenso y me duele todo. —No sé si es lo correcto —me susurra Raven—. Después de todo él nunca pensó en nosotros. Fue un egoísta y ya no estoy segura de sí quiero verlo. La miro de reojos y frunzo el c
REAGANRaven ni yo somos capaces de ver cómo le aplican la inyección letal, que ambos decidimos salir de aquel lugar. Esperar en la antesala de la cárcel. Nos sentamos en los asientos que hay en un rincón, mientras observamos como va llegando el personal que prepara este tipo de ejecución.Un doctor, una enfermera y un ministro de fe, este último es un ente extraño que sirve como testigo para avalar que la ejecución fue realizada. A simple vista, son personas que tienen un temple de acero, fríos, altivos y sin ningún tipo de remordimientos, como si no les importara matar una vida humana, parece un trabajo más de su oficio, que me llega a dar escalofríos. Echo mi cabeza hacia atrás apoyándome en el muro de concreto y cierro los ojos, pero el sentimentalismo me ataca. Hay algo atascado en mi garganta que no me deja respirar bien, a pesar de que hoy no me puse camisa, tan solo llevo una playera negra y vaqueros negro con bototos, igualmente me siento enjaulado, asfixiado y con ganas de
UNA SEMANA DESPUESKIARAEl final de Don Rogelio fue devastador, doloroso e incluso extraño. Reagan me conto lo que sucedió en último momento y todo se removió dentro de mí.No puedo ser tan indolente ni indiferente, que tan solo lo escuche por horas que se desahogara y expulsara todo lo que tenía guardado por años.Esa conversación en el cementerio, cuando solo estábamos los dos, fue casi sanadora.Reagan lloró, gritó y maldijo soltando todo, pero al menos ahora es una mala etapa que estamos dejando atrás, libre de amenazas con una tranquilidad que se respira, pero con esa gota de melancolía que no se va. Es como si fuera un huésped que se quedó con nosotros por tiempo indefinido.Razón por la cual, con Reagan decidimos tomar terapia con una psicóloga y sin esperar más de lo necesario, ya que luego de conversar, ambos aceptamos que necesitamos ayuda de un especialista para sanar y volver a tener ese equilibrio que perdimos las últimas semanas.Soy de las que piensa que la salud menta
KIARABajamos en el ascensor y Reagan va todo el tiempo con el ceño fruncido, me aprieta la mano, mientras Kelly va viendo algo en el celular. No deja de estar tenso, que cuando pisamos la calle fuera del edificio, me suelto de su toque.Gira su rostro y me mira aún más mal. No sé qué le molesta tanto, pero voy averiguarlo.—No tenías que ser tan severo con ella —comento quedándome quieta al lado del McLaren negro.Kelly nos mira no entendiendo nada y Reagan le abre la puerta sugiriéndole que entre, cosa que hace sin rechistar absolutamente nada. Mi esposo cierra la puerta y queda frente a mi para encararme.—Kiara no intervengas —su voz tiene tintes de ira. Algo le molesta y mucho—. Es mi hermana y yo sé lo que es mejor para ella.—Y Julián es tu mejor amigo —replico.—¿Te das cuenta lo que me estas sugiriendo? ¡Joder Kiara! Julián le saca casi diez años. Raven es una niña aún que no sabe nada de la vida.—Nueve para ser exacto.Se pasa los dedos por el cabello y desvía sus ojos haci
REAGAN«Trillizos»«Trillizos»«Trillizos»Esto es todo lo que mi mente puede pensar.«¿Pero que carajo?»«¿Cómo demonios sucedió algo así?» Bueno si se, pero tan así. Nunca lo espere.La mano de Kiara la siento temblorosa, pero no sé si es por mi o es ella, que la termino soltando cuando siento que las piernas tampoco me sostienen y me alejo algunos metros de Kiara para sentarme. «No puede ser» Miro el suelo blanco, reluciente y limpio, buscando algo para volver mi atención a lo que dice la doctora, pero me es imposible.Desde que supe que mi esposa estaba embarazada, siempre me imaginé a una niña corriendo por la casa, alguien que alegrara mis mañanas y que en las noches le pudiera contar algún cuento de fantasía, siempre fue una niña, tan solo uno, no a tres.Tampoco es como si esta situación fuera lo más normal, pero a quien engaño, si desde que todo comenzó, nada ha sido normal.No con ella, que es la chica más impredecible, salvaje y a la vez recatada que conozco. Es una dualida
DOS SEMANAS DESPUÉSKIARAOficialmente cumplimos seis meses desde que nos casamos. El tiempo se ha pasado volando que ni cuenta me he dado, entre tantas cosas que he hecho, cada día es como una nueva aventura, pero sin perder que hemos vuelto a la rutina del día a día.Reagan se va a la oficina a las 7:30, luego almuerza con nosotras a las 14:00, y hay días que vuelve a la oficina y otros que en las tardes se queda trabajando desde casa. Hemos tenidos más sesiones psicológicas que no han permitido comunicarnos de mejor forma con los ejercicios que nos manda la psicóloga y mi esposo también me pidió que buscará una casa con jardín, pero todas las que he visto son carísimas.También puse a mi departamento en arriendo que incluso ya firme en la notaría para que mis inquilinos se mudaran, es un dinero que no está demás, ya que ahora que no estoy trabajando y estoy embarazada, con ese dinero pienso contribuir a la casa, aunque sea en algo. Reagan siempre se ha negado a que sea yo quien p
KIARANos sentamos en los sillones de cuero blanco, la luz del sol da en la terraza, pero la sombrilla nos cubre de su resplandor. El silbido del viento se hace presente ya que el otoño llego y las tardes están un poco más heladas que de costumbre.Mi hermana no deja de admirar la vista tan espectacular que hay en esta azotea y Reagan le pide al camarero decenas de platillos, que cuando los trae la mezcla de olores me hace gruñir el estómago. Terminamos picoteando de todo, entre filete a punto, papas fritas y ravioli con salasa roja y blanca.Mi esposo va al baño, mientras que nosotras pedimos el postre, que a mi hermana le traen la copa de helado que pidió y a mí me traen un té con un pedazo de torta de chocolate, que saboreo quedando muy satisfecha. Reagan vuelve y se mira con Kelly con una complicidad que me hace cosquillear la piel.—Ustedes algo se traen hace tiempo —musito limpiando las comisuras de mi boca con la servilleta.Ambos niegan y se ríen, pero cuando el atardecer ba