KIARAReagan le lee un cuento animándola en el proceso que ella no deja de sonreír y reírse con las ocurrencias de la lectura, mientras que yo me mantengo en el umbral de la habitación cruzada de brazos. Su conexión es mágica, que no puedo evitar imaginarme que, si con Kelly es un amor de persona no siendo nada, con sus hijos que son de su propia sangre, lo serán aún más.Un cosquilleo aparece en mi abdomen y pongo mis manos en mi vientre. El miedo siempre esta, pero la felicidad a veces lo empaña dejándolo oculto, ya que esto es justo lo que quería vivir.Kelly comienza a parpadear lento, intenta no dormirse, pero el sueño le comienza a ganar.Hoy fue un día lleno de emociones y agitación, que me apena llevarle la contra mi hermana, y más en su situación actual, pero hicimos un trato de paz, en donde ella luchara y yo también. No nos daremos por vencido hasta obtener la victoria y salir invictas.—Mañana es el día —dice media adormilada—. Estoy nerviosa.—Tienes que ser muy fuerte —l
KIARAMe apuro en subir las escaleras del hospital llegando a la sala de Kelly, el cristal grande nos separa, pero cuando me ve, sus ojos grises se iluminan irradiando aquella felicidad que tiene pegada en su piel de porcelana y me vuelve a saludar con la mano. Esta muy pálida y más delgada, que me da miedo que se le rompa un huesito, pero esa sonrisa hermosa no la abandona nunca.El doctor James y una enfermera están preparando todo para su trasplante. Diviso los tubos que le sacaron a Reagan en la operación y ese cosquilleo no desaparece. Porque no puedo dejar de estar más agradecida con Dios de haber puesto a mi esposo en el camino. Reagan es el que le esta donando vida, a cambio de nada, que los ojos se me vuelven a humedecer, por ese corazón tan grande generoso que tiene con nosotras. La vida me quito a mis padres, pero también me recompenso con otra familia, que me ama, que me apoya y que están conmigo en las buenas y en las malas, por eso y más supongo que la vida no está si
KIARAReagan sale del ascensor, vistiendo con un traje azul rey, camisa blanca con colleras de plata y su corbata rayada azul. Luce unos zapatos café claro bien lustrado, que prácticamente brillan.Me quedo observándolo, porque esa estampa y postura sexy nunca desaparece. Camina con una seguridad que te hace temblar y una altivez superior a todos los que le rodean. Una mano en su bolsillo y se peina el cabello con la otra.Es un ser de otro planeta, que incluso algunas chicas que están en la sala de espera se dan vuelta a mirarlo, babeando sobre él. A veces los celos me invaden un poquito generándome esa sensación en medio del pecho, pero cuando me mira como lo hace ahora, todo enojo e inseguridad desaparece, ya que siempre me muestra que tan solo tiene ojos para mí.Me levanto a recibirlo y me cuelgo de su cuello en medio del pasillo. Su sonrisa me hace delirar y ansiarlo cada día más, que estampo mis labios en los suyos. Sus manos se enredan en mi cabello largo empuñando mis hebras
REAGANMe estaciono frente de la propiedad de los Armstrong con un nudo en la garganta, ya que desde que ocurrió todo, es que no he pisado este lugar que ya no me gusta, porque me trae malos recuerdos.Me bajo del McLaren y camino por aquellos caminos de piedras, que alrededor están los jardines llenos de rosales rojos, blancos y amarillos junto al césped verde, que el olor dulce de los pétalos se filtra por mis fosas nasales, mientras que llego a la entrada.Ahora que estoy en la terraza, me doy cuenta que todo este tiempo, aislé de mi memoria todo lo que me provocaba dolor, preferí enfocarme en el trabajo, en el pequeño departamento que aún no dejamos con Kiara, ni con Raven y en el centro oncológico de Kelly, rogando por su recuperación, que por fin ocurrió, dejándome más tranquilo.Pero todo lo demás lo dejé lado, aislé el dolor, aislé la frustración de no poder lidiar con las pérdidas y aislé la ira de saber que hay cosas que simplemente nunca voy a poder controlar.Gracias a Kia
REAGANMe voy al despacho del que fue mi padre y sin mirar más a mi alrededor, camino directo a donde me señalo. En la pared blanca que está detrás de su escritorio, esta colgado aquel cuadro familiar que nos tomaron cuando éramos muy pequeños. Raven tan solo tenía tres años, yo once y Robert quince.Mis padres salen abrazados, tan sonrientes que nunca podre dimensionar del todo la maldad que ocultaban esas sonrisas que creí sinceras. Mi abuelo Royer me está abrazando, mientras Robert le hace caras graciosas a Raven que llora en la falda de la abuela. Es la única fotografía que tenemos los seis juntos, como una familia aparentemente normal.El fotógrafo que saco aquella sesión nos hizo distintos ángulos y tomas, pero cada una de las imágenes terminaron guardadas en el baúl de la abuela, que cuando la esposa de mi abuelo murió, nos encontramos con todos sus tesoros más bonitos. Por eso papá decidió mandar a agrandar aquella fotografía haciendo alusión a la familia que siempre fuimos
KIARALlego con la hora justa a la oficina del abogado del señor Royer sosteniendo la carpeta con todos los documentos necesarios. Las puertas dobles de vidrio en el cual tiene el logo de su nombre me reciben. Es un estudio bastante grande, elegante y sofisticado. Camino por el pasillo de mármol y hay dos señoritas de traje negro que están detrás de un mesón de madera de nogal, que parece casi de chocolate. Me dirijo a la de cabello cobrizo, ya que la rubia se ve que esta más ajetreada con el teléfono que tiene en su oreja atendiendo quizás algún cliente malhumorado. —Buenas días ¿En qué puedo ayudarla? —pregunta amable.Me aclaro la garganta para contestarle.—Buenas días. Tengo una cita a las 10:00 de la mañana con el abogado Hamilton. Ella revisa el computador, teclea y verifica las horas en una agenda.—¿Usted es la señora Armstrong?—Si, soy yo. —Espéreme un momento. Hare una llamada para avisar de que usted esta aquí.Asiento, mientras me entretengo mirando los cuadros que
KIARAEl abogado Harris Hamilton me guía a otra sala, que está en el mismo piso y en el mismo edificio.Entramos a un despacho muy bonito, lleno de antigüedades que me recuerdan como a una casa de un abuelito que colecciona momentos. Hay muebles de roble que brillan y una amplia biblioteca que ocupa toda la pared. La alfombra persa roja ocupa toda la mini sala que hay en un costado y en la cual me lleva para sentarnos en los sillones de cuero blanco.Un tocadiscos hay en un rincón y lámparas de pie que le dan un aire sofisticado con las pantallas artesanales. El abogado me ofrece tomar un café, pero niego ya que con el agua que tome, me van a dar ganas de orinar.Un hombre de gafas y de avanzada edad llega a la sala cargando un maletín negro.El señor Harris me presenta, ya que él es el examinador que tomara la prueba del polígrafo, la cual consiste en un tipo de medición utilizado para el registro de respuestas fisiológicas, registra la variación de la presión arterial, el ritmo car
KIARAAun no lo asimilo.¿Multimillonaria yo? Es como si me hubiera sacado la lotería, pero con ese sabor amargo en la lengua. No se siente bien ser dueña de todo, bueno si es que paso aquella prueba. Estoy como en una especie de trance pensando y mirando a la vez, la lluvia que cae y golpea el cristal del ventanal. El cielo gris me da escalofríos en todo mi cuerpo y me abrazo a mí misma buscando calor, sin contar que mi mente no puede dejar se pensar en que el abuelo de Reagan desheredo a medio mundo. Fue como si todo su esfuerzo quisiera tirarlo por la borda.No le importo perder nada. Tan solo lo hizo con un solo fin y es que cada uno busque su propio futuro y trabaje por ello. No le veo otra explicación a donar todo su dinero y sus bienes a una extraña o a una fundación.Y ahora entiendo porque Renata insistía tanto en que Maite, fuera su esposa, si siempre detrás hubo un plan para quedarse con toda la herencia. Maite era manipulable y más fácil de quitarle toda una vez que se c