KIARA
A veces la vida nos pone oportunidades disfrazadas de obstáculos.
Cosas que creemos que no corresponde hacerlas, porque es inmoral, injusto, poco decente y un sinfín de comentarios negativos que nos opacan nuestros deseos más íntimos tachándonos de incapaz.
A veces nuestra mente es la propia destrucción de nuestros sueños.
Nos autosaboteamos pensando que no somos merecedoras de las cosas buenas que el destino trae para nosotros y eso es lo peor que puede pasarle a alguien. Te lo digo por experiencia propia.
Yo más que nadie lucho con los miedos que a cada nada se levantan como grandes dragones que me van a devorar rompiéndome en mil pedazos.
No es que este entera, pero aun rota sigo adelante, caminando por esta vía de rosas y espinas que se llama vida.
Por eso si me preguntas que es lo que pienso de respirar, te diría que no importa el mañana, sino que todo lo que tenemos es el hoy y con eso me que
KIARA Al cabo de unos minutos llegamos al edificio alto que tiene cincuenta y cuatro pisos, es un hotel de lujo que tiene el bar en la azotea. Sigo al lado de Reagan y este saluda al encargado del lugar, quien nos dirige al ascensor dorado. Cuando las puertas se abren la decoración elegante e íntima junto a la música de fondo suave de alguna cantante pop le dan el toque perfecto para tomarse unas copas con amigos y charlar. Me dejan boquiabierta las esculturas de los costados y luego mis ojos se fijan en la amplia terraza, que es uno de los atractivos de este bar, ya que las vistas son espectaculares, se puede apreciar todas las luces de la ciudad, el bajo Manhattan y el rio completo que lo cruza. —Nunca habías venido —dice en afirmación Reagan. —¿Tanto se me nota? Él vuelve a sonreír y se acerca a mi oído, que su aliento cálido a menta me cosquillea la piel y las manos por tocarlo. —Solo un poco, pero te ves t
REAGAN—Te escucho —mascullo esperando a oír que tipos de reglas tendré que zanjar y derribar.La condenada es demasiado inteligente y no se le escapa ninguna idea que la pueda perjudicar sus intereses personales. Jamás baja la guardia ante mí, que su defensiva me empieza aparecer atractiva. Pincho algunas papas y me las meto a la boca, que saboreo esa textura crujiente que tienen.Kiara tiene una mirada adictiva, sin embargo, la rodea una inocencia que me está volviendo loco. Esos labios rojos y carnosos que se mueven con dominio y elegancia, me activan la sangre que se acumula en un solo lugar.Solo quiero tocarla y depurarla de mi sistema. Ella suspira y apoya ambas manos en su rodilla, que el mero gesto me hace mirarle las tetas otra vez. Son perfectas y estoy seguro que caben perfectamente en mis manos.Kiara, Kiara «¿Qué me estás haciendo?» Si no
KIARA Me subo al vehículo negro de sillones de cuero. Reagan me presenta a Peter, y este último maneja hacia al hospital central. No sé porque confese eso, pero Reagan me da confianza. Una que nunca antes tuve. Lo miro de reojos, porque va concentrado en su celular tecleando no sé qué. Suspiro pesadamente. No puedo creer que haya aceptado, pero lo hice. Ahora solo debo afrontar todo lo que venga. Ocho meses que serán una montaña rusa de sentimientos. Lo sé, porque en menos veinticuatro horas ha pasado de todo. Reí, lloré, peleé, coqueteé y también me genero confianza para ser seria y hablar cosas de las cuales a mi si me importan. Vuelvo mi vista hacia la ventana. La ciudad iluminada y los recuerdos me golpean la mente, ese suceso sigue estando presente, que de los nervios juego con el anillo que tiene piedritas de circonio negro que llevo en el dedo medio. Es el único regalo que me dejo mi mamá. Su partida fue tremendamente d
REAGANEl sol de la mañana se refleja en los ventanales grande que dan vista a los cientos de edificios. Notando como mi rascacielos es el más alto y moderno de esta zona empresarial. Sorbo el café de grano, pensando en aquella chica de ojos grises salvaje que el destino decidió que conociera, por alguna extraña razón pienso que ella apareció en mi vida para enseñarme algo.Es tan distinta a las demás, que me provoca una real curiosidad.Sin embargo, soy tan cobarde, que llevo seis días sin llamarla ni mandarle un mensaje. Perdí la cuenta de cuantas veces he abierto el whassapp para escribirle, pero nada me convence.No se como escribirle, sin sonar ansioso.Y no sé porque putas me cuesta tanto, decirle que nos veamos otra vez. Tengo la excusa perfecta, sin embargo, no me sabe bien el mentirle tan descaradamente. No con la chica que voy a pasar m&aa
KIARADesde el miércoles que no he sabido nada de Reagan. No es como si me importara, pero se siente raro no tener ni siquiera un mensaje de él o alguna instrucción por cumplir, se supone que este sábado es la subasta y cena de beneficencia que hacen para juntar recursos económicos para la fundación, pero ya estamos a martes y aun no me dice nada.Es casi una semana de ausencia, pero le quito interés y sigo en lo mío, realizando mi rutina diaria, pero de vez en cuando a mi mente le gusta divagar en esa propuesta tan descabellada.Propuesta que me alborota un poco las hormonas poniéndome muy nerviosa, es que odio la seducción del Ceo, una que es de temer. Tiene un encanto difícil de ignorar, porque su sonrisa perfecta y esos ojos azules, te guían al mismo paraíso.Cierro los ojos y me intento concentrar, pensando en mi fin de semana.El doming
KIARASus labios son suaves, a pesar de la fuerza que ejerce contra mí. Reagan me muerde el labio inferior, que suelto un jadeo de la impresión, cosa que aprovecha para saquear mi boca, juega con mi lengua, que se niega a responderle.Mis manos se presionan en su pecho firme y duro e intento alejarlo con todas mis fuerzas, pero no se detiene, sino que lo empeora, cuando baja sus manos grandes acariciándome la espalda y pasa su brazo por detrás pegándome más a su cuerpo. Con una rodilla me separa las piernas y me alza como una pluma a su regazo, que por inercia mis muslos aprisionan sus caderas y mi espalda se golpea con la pared.El bulto de su entrepierna se roza contra mi intimidad, la cual percibo como aflora aquella humedad que me niego a sentir, pero me acalora todo con ese beso ardiente y voraz que me está dando logrando lo inevitable.Lo alejo para tomar aire, pero Reagan me besa el
REAGANLos rayos solares de la mañana se filtran por la ventana dándome en el rostro, que me doy vuelta en la cama para evadirlos porque me molestan, pero termino cayendo al piso con un sonido sordo.—¡Maldita sea! —vocifero cuando me he pegado en todas las costillas. Me siento en el suelo y parpadeo varias veces acostumbrándome a la luz incandescente del lugar, dándome cuenta de que estoy en un sitio desconocido.Una habitación modesta la cual no conozco ni en sueños, pero se que es de mujer por la decoración tan femenina.Hay una cama sencilla de una plaza con cobertores morados y grises. La ventana de la pared izquierda tiene un marco blanco que le dan aspecto angelical y ni de decir del escritorio de madera que está lleno de libros y tubos de pinturas con pinceles desparramados para todos lados.Block de hojas en un rincón, junto a lienzos en blanc
REAGANKiara llega diez minutos después solo con un vestido rojo de tirantes. Sus piernas torneadas, bronceadas y gruesas y el que vaya descalza le dan un aire de inocencia y a la vez picardía que nunca la abandona. Tiene una dualidad exquisita que me hace mirarla como un baboso.—Deja de mirarme así —espeta molesta sentándose en el taburete.—No me darás las gracias —frunzo la frente y muevo mis manos hacia los platillos gourmet de comida—. Mira lo que me esmere en prepararle la cena a mi futura esposa.Se ríe y niega.—Tú definitivamente no tienes remedio.—Soy un chico básico —me encojo de hombros.Su mirada gris me encandila y luego se pasea por mi torso desnudo mordiéndose el labio, que me pongo aún más erguido quedándome de pie al frente de ella. Solo la encimera de la cocina es la