Katty es una chica matutina y muy puntual. Se despierta dos horas antes de que todo comience para tener siempre todo listo a la hora de llegar a su trabajo. No permite que nada se salga de su control; es muy exigente con lo que hace y con todo lo que tiene que cuidar. Esa es la razón por la que ha sido la secretaria de los Bill durante cuatro años.
Esta mañana, como todas las mañanas, se despertó, se cambió, se arregló como siempre y partió hacia la mansión de los Bill. Cuando llegó, el expresidente estaba en la puerta despidiendo a todos antes de marcharse a su vuelo.
¡Buenos días, señor! Espero que tenga un viaje muy lucrativo y que vuelva pronto con los mejores contratos del mundo.
¡JA, ja, ja! Esa es mi Kat, siempre sabe cómo desafiarme y motivarme con su positivismo. ¡Descuida, traeré lo mejor a casa! Serás la encargada de agilizar todo cuando vuelva, pero ahora estás con mi hijo. Tienes que estar siempre a su lado y atenta; él es muy rudo. Sé que puedes manejar todo. Por eso te elegí a ti.
¡Entiendo, señor! Puede estar tranquilo.
¡Ja, ja, ja! Eso lo sé, por eso estoy tranquilo.
¡Padre, no te preocupes! Manejaré todo bajo su cuidado y pensamiento.
¡Lo sé, hijo mío, lo sé!
El señor Bill subió a su limusina Chevrolet azul marino y lo llevaron al aeropuerto. Mientras tanto, Jack y Katty subieron a un Rolls-Royce negro muy potente. Quien viera ese carro en la calle sabía que su dueño era de patrimonio neto de billones; claro, era un auto muy caro y a los Bill no les faltaba dinero.
Jack era guapo y muy seductor. Estaba vestido con un esmoquin negro de Prada, un costoso Rolex bañado en oro y una camisa blanca de Prada, compuesta de marcas muy extravagantes.
Era un magnate millonario, dueño de los suburbios y de la calle Primavera. Atractivo, con ojos azules y cabello negro. Su camisa estaba ligeramente abierta, dejando al descubierto sus pectorales, para que solo los ojos de las chicas se mantuvieran en ellos. Era un demonio extremadamente sexy, así lo llamaban las que ya habían caído bajo sus garras asesinas de deseo erótico.
Era el típico hombre que todas desean, con el que todas quisieran pasar, aunque fuera solo una noche bajo sus caricias. Pero en los ojos de Katty, él era solo un millonario que solo sabía cómo gastar y ganarse la fama de un exquisito playboy.
Llegaron a la empresa, y todos estaban en la puerta para recibir al nuevo presidente.
Al bajar del Rolls-Royce, todas brillaban con los ojos y comenzaron a murmurar. Cuando Katty también bajó, todas quedaron sorprendidas. Sabían que era la secretaria del expresidente, pero no sabían si podían disfrutar de tales privilegios.
"Chicas, ¡qué guapetón!"
"Es un bombón."
"Mira esos pectorales, carnosos."
"Me están temblando las piernas, ese tipo flecharía a cualquiera y te debilitaría solo con su postura."
"No sé ustedes, pero este presidente será mío."
Las chicas de la empresa eran fogosas, muy atrevidas; todos sabían eso. Desde la fiesta, muchas lo marcaron como su territorio.
Esos comentarios resonaban por toda la empresa.
Jack tenía unos oídos de águila y escuchó todo. En su cara se dibujó una sonrisa malévola y seductora.
Como de costumbre, todos los empresarios y los inversionistas de la empresa estaban presentes para la reunión de bienvenida en la sala de juntas, para estar al tanto de todo y saber quién estaría a cargo en esos momentos. De eso se encargaba Katty.
En la empresa, había muchos inversionistas que eran guapos y jóvenes de familias muy adineradas.Jack entró y todos se pusieron de pie para recibirlo como se merece. La silla con el encabezado de oro y cuero de león es la más codiciada de la empresa. Quien algún día no sea uno de los hijos de los Bill que maneje esta empresa. Todos sabían que Jack era un chico de pura disco.Sus ojos estaban iluminados, hasta que algunos hicieron comentarios provocativos, dejando en cuestión si Jack era un chico calificado para manejar la empresa, ya que solo se la pasa en discotecas y viajando para satisfacer sus deseos exóticos. No duraría mucho; la empresa iría a la bancarrota, ya que alguien más estaría disponible para manejar el negocio de los Bill.El carácter de Jack, aparte de ser atractivo y muy deseado, era fuerte. Cuando se trataba de negocios, su mirada penetrante te llenaba de un aura de nervios y temor. Nadie sabía el lado oscuro de él, ya que era la primera vez que aparecía en la compañí
Jack tenía en mente cambiar todo y hacer lo que le diera la gana.Justamente cinco minutos antes, Katty fue a la oficina para informar que la reunión comenzaría pronto._ "Señor, en cinco minutos es la hora de la reunión con los empleados. Todos están en el salón esperándolo."Muchos de los empleados estaban nerviosos; murmuraban: "¿Por qué el presidente pediría un reporte hoy?" "En su primera llegada pone a todos de punta."Las chicas, por su parte, estaban aún más nerviosas. Una de ellas dijo:_ "¿Crees que él escuchó nuestra conversación mientras lo deseábamos?"_ "No tengo idea. No creo que haya escuchado; hablamos muy bajo."_ "¡Eso espero! Que no vaya a echarnos antes de probarlo."Ellas rompieron en carcajadas. En ese instante, Jack y la secretaria Katty aparecieron.Su mirada cautivó a todas las chicas. Cuando entró, lanzó una mirada penetrante a cada una. En solo unos segundos, todas estaban embobadas, sin poder apartar sus miradas de él. Eso era su pasión: que lo miren, que l
La lista de la nueva política no era larga, pero no había nada sobre lo que Jack le dijo a Katty respecto a su atuendo. Las demás chicas vestían ropas que mostraban más de su cuerpo.Katty no; ella siempre vestía elegante, pero presentable en todo.Al caer la noche, como dijo Jack, su chofer traería una maleta. Katty no sabía lo que contenía esa maleta, pero suponía que nada sería decente.Sonó el teléfono de su apartamento; era la recepción._ "Señorita, alguien la busca. Dice que se llama Alejandro, lo envía el presidente Jack."_ "De acuerdo, dile que suba."Colgó el teléfono y se sentó en el sofá, esperando al invitado.Su timbre sonó y ella abrió la puerta._ "Buenas noches, señorita Katty. Esta maleta la envió el presidente. No pude dejarla en la recepción porque él me pidió entregarla personalmente."_ "Está bien, déjala aquí."_ "Buenas noches, señorita."_ "Buenas noches, Alejandro."El chofer se sonrojó al escuchar esas palabras; para él, eran música romántica en sus oídos.E
La penetraba con fuerza, sus gemidos lo excitaban más, dándole más motivo para que la poseyera con más fuerzas. _ ¡HAy, ay, Jack, por favor! _ ¿Quieres más? _¡Sí!!! Jack Bill Los gritos de ellas, eran melodía en mis oídos, era imposible parar, estaba tan excitado que la dome hasta escuchar mi nombre en grande en sus palabras. Hasta que me suplicara que no podía más, no me atrevería a soltar sus jugosos pezones. Gritaba mi nombre, como loba enjaulada, no suplicaba . Mis ojos estaban hipnotizados, solo veía la cara de Katty, como era ella mi fuerte deseo de domarla se aumentó. La dejé en un momento posicionándola en cuatro, postrándola con las manos detrás y tomando de su cabello. Esos gritos de gata me gustaban. Se movía complacidamente y su humedad era excitante. Llegue a mi punto y ella ya estaba corrida como cuatro veces, la solté y la desate para que reposara un poco, estaba cansada y lucia, lastimosa por los látigos, sus hermosos pares de nalgas están moraditas, aplique med
En la mañana katty se despertó, de muy buen humor, durmió bien, no tenía tanto apuro. Y documento que entregar. Su teléfono sonó, un mensaje de Jack, le cambio el humor en la cara. Cuando voltio la cara vio la maleta en el sofá, pues su buen humor había desaparecido.El mensaje, indicaba que era un ultimátum, que no se atreviera a parecer, sin una pieza de la ropa que le había enviado._ ¡AH, ese desgraciado, se cree mi padre para mandarme así!De nuevo apareció un mensaje," Por si acaso estás maldiciendo, solo tienes treinta minutos para aparecer frente a la cafetería primavera"._ ¡No, no puede ser, era a la ocho, ahora me da solo treinta minutos a que está jugando!Otro mensaje llegó. “Cambie de opinión, Alejandro te recogerá en los treinta minutos, ni un segundo más"._ ¡Maldito playboy quien crees que eres para jugar así conmigo!Katty no tenía más opción que vestirse con lo que le envió Jack. Eligio un short corto, lo combino con unas chaquetas de cuero que tenía, y unas botas
¡Mi cielo, no quiero que derrames sangre aquí! ¡Déjalo pasar, está bien!Las indicaciones eran claras: no debía mostrar piedad. Tenía que infundir miedo, hacer que todos allí dentro la codiciaran, despertar el deseo de tenerla. Con una mujer sin miedo a tu lado, nadie tendría el valor de intimidarte.La última chica que quedó al lado de Jack fue jalada por Katty del cabello, abofeteándola varias veces hasta que comenzó a sangrar.Jack se acercó, apartó a la chica y agarró la mano de Katty, deteniéndola con fuerza. Con una mezcla de seducción y autoridad en sus ojos, se inclinó hacia ella y le susurró:¡Lo estás haciendo bien, así me gustan: obedientes!Un aura de ira invadió a Katty, pero sabía que estaba en las calles de otoño, un lugar lleno de mafiosos. Jack había venido para reclamar territorio, y ella tenía que actuar junto a él hasta que todo terminara.Jack había planeado su entrada perfectamente: quería que su dama lo encontrara con otras mujeres y se pusiera celosa. Katty, aun
Al llegar a la empresa, descendieron de una limusina.Todo seguía como de costumbre, con los chismes habituales. Algunos empleados notaron a la secretaria Katty, que lucía un pantalón corto y una chaqueta de cuero. Muchos la confundieron con la novia del presidente, ya que nunca vestía de esa forma.—Chicos, ¿quién es esa chica? ¡Miren esas curvas! —¡Wow, mira eso! Tiene la postura de la secretaria Katty. ¡Miren bien! —¡No, no lo creo! Ella no se viste así. —¡La secretaria Katty es muy reservada con su cuerpo! Nunca muestra mucho, solo te deja deleitarte y adivinar cómo luce bajo esas faldas ajustadas y pantalones que destacan sus curvas enormes. —¡Chicos, es la secretaria Katty! Miren ese brazalete, ¡solo ella lo tiene! —¡Sí, es verdad! ¿Por qué se habrá vestido así? ¡Me gusta ese estilo!Los comentarios eran muchos. Algunos especulaban y otros insistían en que era la novia de Jack.Cuando llegaron al último piso, donde estaba la oficina del presidente, Katty se dirigió a su escr
Jack lanzaba miradas constantes a Katty, que estaba sentada en el sofá. Sus largas piernas y su cabello recogido dejaban entrever sus enormes pechos, que resaltaban bajo la chaqueta. Su cuerpo ardía de deseo por poseerla, pero sabía que no podía tocarla. Frunció el ceño, dejó caer los papeles que tenía en la mano y se recostó en su sillón de lujo.Katty, por su parte, no notaba nada. Estaba completamente concentrada en la computadora, haciendo su trabajo.Llegó la hora del almuerzo. Katty miró el reloj y notó que Jack la estaba observando fijamente. Al verse a sí misma, se sintió semidesnuda. Había llevado ese atuendo desde la mañana, cuando interpretó el papel de la bella y loca dama enamorada en las calles de otoño. Pero ahora, bajo la mirada penetrante de Jack, se sentía expuesta.—¿Tengo algo mal en mi cuerpo, señor? —preguntó ella, tratando de entender el motivo de su mirada.—Tal vez, pero solo yo puedo verlo —respondió Jack con una sonrisa que no ocultaba su falta de sinceridad.