Demetrio miraba a Evangelina sin poder creerlo, era ella, era su hermosa Eva. Aunque su rostro estaba marcado por una altivez que no podía creerlo, era la mujer con la que tanto soñó, era la mujer que busco como loco, desesperado por encontrarla, ahora estaba ahí, frente a él. Más hermosa que nunca, sus cabellos caían en su cintura ¡Sueltos! ¡Joder! El cuerpo de Demetrio, que pensó que estaba muerto, reaccionó enseguida, sintiendo como se estremecía, al punto de querer tomarla en sus brazos, y estrecharla, la extrañó tanto que no podía solo creer que estaba ahí.—Señora Evangelina —dijo sonriendo de lado. Él sabía quién era, él sabía que fue el puto hombre que logró besar cada parte del hermoso cuerpo de Evangelina Anderson, y aunque ella, ahora era una mujer muy distinta, no podía negar que fue feliz bajo sus brazos.—Me presento, señor Laureti, seré la nueva socia que trabajará con usted de la mano—los ojos de Eva se encontraron con los de Demetrio, que brillaban con intensidad.Deme
Después de dormir a los niños como todas las noches con un cuento; se encerró en su habitación, sentía su cuerpo estremecido, su piel erizada. Era como si ella hubiera nacido para amarlo.Resopló con pesadez al lanzarse a la cama. —Demetrio —sonrió al recordarlo, pero luego sintió su corazón estrujarse.—Y pensar que todo comenzó con una apuesta —recordaba esas palabras todos los días de su vida, no podía olvidar que estuvo con ella para cumplir una apuesta, una vil apuesta.Limpió la lágrima que rodó por su mejilla, y se envolvió en la manta para dormir.—Debes poder olvidarlo Eva, Demetrio tiene que sufrir igual o más de lo que tú sufriste —se dijo así misma....Apenas rayó el alba, Evangelina se levantó enseguida, su cuerpo estaba estremecido, sus pezones erizados y su entrepierna húmeda.—¿Otra vez has soñado con él, Eva? —mordió su labio con fuerza ¿Hasta cuándo iba a desearlo? Era una tortura para ella cada noche sentir sus besos en su piel, y a la mañana siguiente, solo desper
Demetrio tenía una ansiedad enorme por ver a Evangelina, aunque habían pasado solo un par de horas desde que la vio en la empresa, sentía un deseo profundo por volver a verla. Lo pensó por varios minutos, y después decidió ir a su casa.Apenas tocó la puerta, y vio a la pequeña niña, de cabellos negros y ojos azules, no supo cómo reaccionar.La niña lo observó con detenimiento, sin dejar de ver sus ojos.—Hola —dijo Demetrio, fue lo único que salió de sus labios—Hola señor, ¿a quién busca? —Laureti abrió un poco la boca al ver cómo la niña pronunciaba las palabras a pesar de verse tan pequeña.Por alguna razón, Demetrio sentía su corazón acelerado, y una corriente extraña que subía y bajaba por su estómago. Era una sensación que te hacía pensar que estabas asustado, y a la vez contento.—Busco a tu mami, Evangelina, ¿Ella es tu mami, verdad? —le preguntó a la niña que no dejaba de ver su rostro.—Sí, sí lo es señor, ya la llamo, espere aquí —la niña se volteó, era una versión pequeña
Apenas Evangelina entró a la casa, se pegó de la puerta suspirando. Se sentía nerviosa, como una adolescente enamorada, enamorada de su primer hombre y del padre de sus hijos.—Te amo Demetrio, te amo desde el primer momento que me besaste y me mostraste el placer de ser mujer —susurró tocando sus labios.—¿Qué haces Eva? ¿Y ese escándalo? —Eva brincó del susto al ver a Santino en la puerta de brazos cruzados.—Nada Santi, unos vecinos con un escándalo, pero ya se fueron, descansa —caminó, por un lado de él y subió a su habitación corriendo, como una niña cuando la descubren haciendo algo malo.Se lanzó en la cama y sonrió al recordar a Laureti, con esa cara de borracho, haciendo un gran especuló.—¿Será que es cierto que me ama? ¿O por lo menos siente algo lindo por mí? Si solo fuera capaz de decirle mis sentimientos, y explicarle que Santino es solo mi amigo y que mis hijos son de él —hablaba para sí misma en un susurro, deseando poder tener valentía y decirle a Demetrio en la cara,
Demetrio se había mentalizado en que Evangelina iba a ganar la apuesta, pues la mujer era tan buena, que él mismo dudaba de sus habilidades; Cuando, en el último momento la muy perspicaz se dejó vencer. Así que el CEO, se quedó con las inmensas ganas de ahogarse con la flor de Eva.Eva estaba sentada en su escritorio, supervisando los nuevos proyectos, que sus ingenieros le habían enviado; aunque intentaba concentrarse, su mente no dejaba de vagar en Demetrio, y las palabras que le dijo apenas se dio cuenta de que había perdido:—Espero que cumplas con tu palabra, y dejes a Santino —dijo tan serio que Eva se quedó estática, parecía que al decir las palabras le dolía un poco saber que ella estaba con él.—Pero, mis hijos crecerán sin padre —Eva bajó la mirada, esperando la reacción de Demetrio.—Tus hijos son míos por el hecho de que eres la mujer que quiero en mi vida —Anderson, tragó grueso, en ese momento no supo cómo responder a lo que le estaba diciendo el italiano. Una sensación d
Sintió una corriente subir por su cuerpo. No sabía si llorar, reír, o gritar; había estado solo toda su puta vida, que saber que tenía tres hermosos hijos le causaba una alegría descomunal, pero también estaba ese dolor trasfondo de saber que Eva lo había ocultado.Miró a Evangelina, que estaba hecha un mar de lágrimas y con lágrimas él en sus ojos, la apuntó con el dedo preguntándole:—¿Por qué? ¿Por qué Eva? ¿Por qué me ocultaste esto? ¡Me dijiste que eran de Santino, de Santino! —gritó.—Tenía miedo Demetrio —susurró bajo.—¿Miedo? —bufó—¿Miedo de qué?—¡De que los rechazaras! De que…—¡Cállate! No tienes una puta excusa que decir, solo cállate —se acercó a ella con odio. No podía respirar y las lágrimas lo ahogaban —¡He estado solo toda mi m*****a vida, y vas a pensar que voy a rechazar a mis hijos! —Eva lo miró con odio, recordando lo que le hizo, la verdadera razón de haberse alejado.—¡Lo sé todo Demetrio! —Demetrio la miró confundido.—¡¿Qué sabes?! ¿¡De qué hablas?! ¡No te vi
Alina sonrió; era una mujer de dentadura perfecta y blanca; sus cabellos, de un color rubio ceniza. Tan alta que parecía una modeló; bonita, pero no tanto como Evangelina Anderson, que dejaba suspiros a su paso.Demetrio miró a la chica que lo miraba con una sonrisa, e hizo una mueca de desagrado; él ya no era el joven tonto de antes, ya no era el heredero más cotizado, ahora el puto CEO de las empresas Laureti; ella no podía intimidarlo, ni manipularlo como en el pasado.Desabotonó su saco, y sin ninguna expresión en su rostro tomó asiento sin ni siquiera mover la silla de Alina por cortesía. Ella solo era un fantasma del pasado, algo que no quería volver a recordar o vivir.—A lo que venimos, señora Robinson —dijo serio, sin ni siquiera mirar el menú en sus manos.—Demetrio, ¿No te da gusto verme? —preguntó con su voz dulce y falsa.—Me da igual Alina, puede ser que me sorprendí un poco porque no imaginé que eras la dueña de AndroiO, pero ahora que lo veo, me da igual —la miró sin e
Después de una jornada eufórica en la oficina, Demetrio se dirigió a casa de Antonio, quería despejar un poco su mente. Lo necesitaba.Paró su auto, y entró a la cómoda, y grande casa de su amigo, que quedaba en una buena zona de Florida.La música de fondo le indicó que estaban reunidos en el jardín, así, qué, dirigió sus pasos hasta ahí.Abrió los ojos de par en par, a ver la cantidad de personas, y la mayoría eran empleados de la empresa, que apenas vieron a Laureti, se quedaron estáticos y serios como si estuvieran dentro de la empresa.—Hermano, quita esa cara de amargado, has asustado a todos —se acercó Antonio con una sonrisa palmeando el hombro de Demetrio.—¿Por qué cojones no me dijiste que era una fiesta? ¡joder! ¡Me largo! —intentó voltearse para irse, pero una silueta conocida lo hizo quedarse estático, entre una combinación de rabia, y deseó.Evangelina, llegaba con un diminuto vestido de color rojo, y unos tacones, negro. Su cabello negro estaba suelto y su rostro perfec