La iglesia estaba rodeada por paparazzis. Demetrio había anunciado la boda de su hijo en una rueda de prensa que le habían hecho unos días antes, y como no era presumido, invitó a todos los medios de comunicación. Por esa razón, además de todos los periodistas, había una cantidad de guardaespaldas rodeando el lugar, y sobre todo estaban a los lados de la alfombra roja que había dispuesto Demetrio para recibir a su nuera. —Quédate quieto hombre, deja de moverte —exclamó Fernando arreglando la corbata de su hermano. Andrea parecía, nervioso. Sus manos temblaban, y su corazón saltaba desbocado, tanto que podía oírlo.—¡En sus lugares, ya llegó, ya llegó la novia! —dijo con emoción Eva.Cuando Amber descendió de la limusina negra que había estado dispuesta para ella, casi lloraba al ver las cámaras firmarlas. Todo el país estaba enfocado en la mujer que había logrado que la familia Laureti hiciera semejante escándalo. En ese momento ella era la envidia de todo Estados Unidos, y hasta de
CAPITULO 1Eva miraba el eco con lágrimas en sus ojos sin poder creerlo. No sabía si llorar de felicidad o de dolor en ese momento.—¿Está segura de lo que dice aquí? —preguntó al médico que la miraba con una sonrisa—.—Sí, son trillizos —se quedó inmóvil—.Con el eco en la mano, aún sorprendida, salió a la sala de espera. Su mejor amigo Santino la esperaba sentado con impaciencia.—¿Qué te dijeron? —Estoy embarazada de trillizos —explicó Eva bajando la mirada—.—¡Joder, Eva! ¿Por qué no te cuidaste? ¿Cómo fuiste a salir embarazada de tu jefe?Bajo los rascacielos de Florida, para ser exactos, a la hora alba de un lunes primaveral, se encontraba Evangelina alistándose para presentarse en su primer día de trabajo. Se miraba en el espejo con desagrado y comenzó a aplastar su cabello hacía atrás, sin dejar ni un solo mechón suelto. Sus largas piernas son tapadas por unas horribles faldas desteñidas de color gris; y su enorme busto era cubierto por un suéter negro de cuello alto que no de
Demetrio abrió sus ojos de par en par al ver a la mujer frente a él; la sonrisa que llevaba en su rostro se fue convirtiendo en una mueca al darse cuenta de lo fea que era.—¿Y tú quién eres? —preguntó con una ceja alzada, haciendo que Eva apretara los puños detrás de su espalda—.—Mucho gusto, señor, mi nombre es Evangelina Anderson, y soy su nueva secretaria ejecutiva —Eva sonrió mostrando sus dientes atados a los alambres de su ortodoncia, mientras Demetrio parpadeó con asombro—.«Mi abuelo me va a oír» pensó.—¿Me permite su identificación, por favor? —pidió, aún incrédulo de lo que ocurría—.Definitivamente los planes de llevar a la mujer a la cama se habían ido a la basura en aquel momento.Eva abrió su anticuado bolso con nerviosismo bajo la mirada del italiano, que la detallaba de pies a cabeza.El cuerpo de Evangelina estaba estremecido, el hombre al frente de ella era tan hermoso que causaba que sus piernas temblaran como gelatinas. Con las manos temblorosas le tendió su iden
La expresión en la cara de Eva era de nervios, impresión, incredulidad.—Señor, yo...—susurró muerta de miedo, jamás en su vida había sentido la respiración de un hombre tan cerca, y más un hombre como Demetrio Laureti, sexi, hermoso, y con ese aliento de fresa mentolada.—Tranquila señorita Anderson —dijo Demetrio, acomodando un botón de su traje y sentándose en su enorme escritorio, ante la mirada de Evangelina, que parecía que había visto un espanto—. No sería capaz de tocarla, usted… —pensó por un momento para luego mirarla —. No es de mi tipo.Eva apretó los puños, molesta, ella no quería ser de su tipo. ¿ O si? Parpadeó varias veces y salió casi corriendo de la oficina de su jefe a la de ella.«¿Qué era eso?» Definitivamente muchas sensaciones en un solo día de trabajo.Se sentó en su escritorio y terminó de organizar los pendientes de ese día, realizando un informe detallado de todo lo que había hecho en aquel día, incluso, colocando los sentimientos y emociones que sintió al es
Evangelina salió corriendo a su oficina; estaba agitada, su respiración estaba entrecortada y sentía unos nervios descomunales. Tuvo que agarrar su pecho para calmarse. Lo que había visto era algo demasiado fuerte para ella.—¿Por qué quiere saber si soy virgen? —se preguntó dándose golpes en la cabeza.—. Y tú qué fuiste y le dijiste Eva que tonta —se reprochó ella misma.—Señorita Evangelina, ¡salga de ahí por dios! —gritaba su jefe tocando la puerta del otro lado de la oficina.Eva estaba temblando de miedo, sentía su cuerpo estremecido y casi no podía hablar.Después de que su jefe se fuera de la oficina, terminó de leer unos documentos. Había una reunión importante en la tarde donde ella estaría presente y no quería perder la oportunidad para empaparse más en su área.Salió a almorzar a las doce en punto. Había contratado un servicio de delivery que le entregaría personalmente la comida a su jefe, porque después de lo de esa mañana no quería verle la cara.Cuando llegó a la cafete
Apenas llegó a su casa, después de pasar una exhaustiva noche con Tamara, tomó la pequeña libreta de color rosa y comenzó a leer."Hoy conocí a mi jefe, es un hombre, hermoso, sexi y prepotente. Como me gustaría encontrar a alguien como él para por fin dejar de ser virgen"Demetrio abrió los ojos de par en par. Era cierto, ¡la fea era virgen!.. Sus manos comenzaron a sudar, y su amigo a despertar; la lujuria traspasaba su cuerpo."Hoy lo encontré teniendo sexo con la recepcionista, me da mucho asco, tantos lugares privados y el muy cochino lo hace en las oficinas… Aunque, como me hubiera gustado ser yo la que estuviera en el lugar de la odiosa de Tamara"Cerró la libreta de golpe. No podía leer más, su amigo estaba tieso cómo un palo, como si no acabará de tener pasión con su recepcionista. Era como si saber que Eva sentía algo de deseo por él, lo volviera loco. ¡¿Pero qué le pasaba? ¡Si fue él primero que dijo que no era de su tipo!Se dirigió al baño a calmar las ansias, para despué
La chica se llevó las manos a la boca. «Eso tenía que ser el gluten»Pensó.—Señorita, ¿está ahí? —preguntó la muchacha del otro lado de la línea—Sí, sí, ya voy para allá, me indica el nombre de la clínica, por favor —pidió mientras salía de su apartamento.La joven le dio la dirección, y enseguida Eva salió corriendo hasta ahí.—No debí dejarlo consumir gluten —se reprochaba como si fuera su culpa…Cuando llegó a la clínica, fue directo a recepción; le indicaron que Demetrio estaba recibiendo tratamiento para desintoxicarse.Eva firmó una autorización, y entró a una de las habitaciones.Demetrio estaba acostado, boca arriba, mientras recibía tratamientos por la vena.—¡Ahhh! —gritó Eva al verlo, asustada. La hermosa cara del italiano estaba hinchada, y parecía un monstruo.Demetrio la miró con odio, si pudiera en estos momentos hiciera una de sus muecas.—Está usted horrible señor Demetrio —dijo Eva sin dejar de mirarlo.—Manténgase al margen de su trabajo —respondió el italiano con
La rica brisa entraba por la ventana ese día domingo. Evangelina se levantó con los senos erguidos, y las bragas, sumamente, empanadas; había soñado con su jefe, soñaba que él le hacía el amor una y otra vez en las alfombras de su apartamento.«¡Por dios! Jamás en mi vida me había pasado algo igual» Pensó mirando su cuerpo estremecido, sabía que todo se había salido de control, y que el deseo por el señor arrogante crecía cada vez más.Se levantó y se miró en el espejo.—Cómo me gustaría gustarle, si solo me atreviera a cambiar un poco —dijo en voz alta viendo su cuerpo, no era tonta, ella sabía que tenía atributos extraordinarios que no mostraba.Mordió su labio mientras llevaba sus manos a la boca, recordando de nuevo el beso del día anterior, y todas las ocurrencias y peleas entre ellos, su jefe era, sin duda, un ser extravagante en todos los sentidos.«En qué momento la relación con tu jefe ya no es solo laborar Evangelina» Pensó.Sacudió la cabeza intentando sacar todos esos pensa