pasado inoportuno
Sintió una corriente subir por su cuerpo. No sabía si llorar, reír, o gritar; había estado solo toda su puta vida, que saber que tenía tres hermosos hijos le causaba una alegría descomunal, pero también estaba ese dolor trasfondo de saber que Eva lo había ocultado.

Miró a Evangelina, que estaba hecha un mar de lágrimas y con lágrimas él en sus ojos, la apuntó con el dedo preguntándole:

—¿Por qué? ¿Por qué Eva? ¿Por qué me ocultaste esto? ¡Me dijiste que eran de Santino, de Santino! —gritó.

—Tenía miedo Demetrio —susurró bajo.

—¿Miedo? —bufó—¿Miedo de qué?

—¡De que los rechazaras! De que…

—¡Cállate! No tienes una puta excusa que decir, solo cállate —se acercó a ella con odio. No podía respirar y las lágrimas lo ahogaban —¡He estado solo toda mi m*****a vida, y vas a pensar que voy a rechazar a mis hijos! —Eva lo miró con odio, recordando lo que le hizo, la verdadera razón de haberse alejado.

—¡Lo sé todo Demetrio! —Demetrio la miró confundido.

—¡¿Qué sabes?! ¿¡De qué hablas?! ¡No te vi
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