El arrogante CEO, Demetrio Laureti, había resultado enamorado de la mujer que menos pensó en su vida. Una simple secretaría "fea"como él le decía. Había resultado loco por Evangelina Anderson, aquella chica que llegó a su vida para dañarlo todo con su presencia, resultó diferente, devolviéndole a Laureti la felicidad y calidez de una familia.—¡Mira, papi, una estrella fugaz! —gritaron los niños emocionados, señalando al cielo.—¡Pidan un deseo! —dijo Laureti, gritando.Todos pidieron sus deseos, excepto Demetrio Laureti, que solo le agradeció a Dios, porque para él todo era perfecto en ese momento.—Te amo, señor Demetrio —dijo Anderson con una sonrisa, mientras miraba las estrellas. —Yo más —susurró el italiano.Había oscurecido, y Demetrio había pagado un hermoso paseo por el río seda. Sería un insulto a París, si estás ahí y no visitas el lugar.El paseo fue hermoso. Eva, viajaba maravillada, recostada del hombro de Laureti a su lado, mientras contemplaba las estrellas. Su corazó
Evangelina veía las marcas en su cuerpo después de la nueva dosis de sexo que había tenido la noche anterior con el italiano. El hombre había sido tan rudo, que había dejado múltiples marcas alrededor de sus senos y brazos.Anderson tocó cada parte de ellos, y suspiró, «este hombre es el puto dios del sexo» Aunque no había tenido una experiencia anteriormente con otro hombre, estaba segura que Demetrio tenía sin duda, diez de diez en el área; aunque el hombre la dejaba tan exhausta que casi no podía caminar al día siguiente.Salió del baño envuelta en una toalla, para vestirse. Estaba segura que si el hombre la veía desnuda iba a volver a arrastrarla a la cama. Parecía que no se saciaba con nada, y eso a Eva le encantaba, puesto que, si no tuviera muchos correos de sus socios y jefes en Rusia pidiendo algunos avances del proyecto, lo hubiera despertado para comérselo.Volteó su cuerpo para vestirse, colocando un vestido corto de color lila, una chaqueta de color beige, y unos tacones d
—¡Te vas de mi empresa! —le gritó tomándola por el brazo con fuerza. Tamara abrió los labios con sorpresa ¿Quién se creía ella para correrla?—¡Suéltame! —gritó Tamara soltándose de su agarre—. No eres nadie para correrme de esta empresa—bufó—. Ni siquiera eres mi jefa.Evangelina sintió que la sangre le hervía, esta mujer era un dolor de culo.—¡Soy la mujer del dueño de esta empresa, y eso me convierte en tu jefe, así que recoge tus cosas y vete de mi empresa! —gritó con furia arrastrándola a la salida.Demetrio salió, con el ceño fruncido para ver qué pasaba.—¿Qué pasa aquí? —preguntó con las venas de su frente marcadas.—Señor, Eva me quiere despedir de la empresa, no se lo permita, señor, tengo años trabajando para usted —suplicó arrodillada en sus piernas.Qué mujer tan miserable pensó Eva, mirándola con odio.Demetrio la miró con desdén, para quitar sus manos de su pierna, y dirigirse a Eva.Tamara sonrió pensando que el italiano iba a arremeter con Evangelina, pero en vez de e
Demetrio estaba exhausto de tanto trabajo. Alina no se reportaba por ningún lado, y eso lo tenía atrasado con la entrega de las máquinas que ella le facilitaría para la implementación de sus sistemas.—¿Dime Filibert, que lograste hablar con ella para que firme el envío? —preguntó, apenas entró el asistente por la puerta, con cara de preocupación.En ese momento Laureti sintió que algo no estaba bien, y se levantó de la silla para acercarse a Filibert que estaba totalmente asustado.—¿Qué pasa hombre? No me asustes, ¿algún problema con las máquinas? — preguntó sintiendo el miedo ahora él. Era mucho dinero que estaba en juego.—Señor, fui hasta la empresa, y está cerrada, desde hace algunos meses, por falta de capital, además, que la señora Alina está desaparecida —Demetrio se volvió a sentar en ese momento, agarrando su cabeza con frustración. ¡Dios mío! Era mucho dinero invertido ¿Por qué Alina fue capaz de estafarlo?La cabeza del italiano se nubló a tal punto que no lograba escuchar
Santino estaba colgado de una cuerda, mientras pataleaba a punto de asfixiarse.— ¡No! —gritó Eva desesperada al verlo rojo, casi ahogado.— ¡Por favor Santi! ¡Aguanta por dios! —gritó corriendo a la cocina para tomar unos cuchillos, y cortar la cuerda.Las manos de Evangelina comenzaron a sudar ¿Por qué Santino era capaz de hacer eso? Comenzó a culparse por la sencilla razón de que él hacía eso por ella, sin ni siquiera imaginar que era una vil manipulación.Tomó un cuchillo que estaba en la mesa de la cocina (¿Qué casualidad no?). Y corrió de nuevo a la habitación, para montarse en una silla y cortar la cuerda de prisa.Santino cayó al piso, respirando con dificultad a la misma vez que comenzaba a llorar.Eva estaba asustada. Comenzó a llorar en un estado de shock, aterrada.¿Qué tenía él en la cabeza? ¿Acaso era su culpa?Abrazó a Santi por la espalda, pegándose a él a la misma vez que seguía llorando.—No hagas esto, ¡Santino, por dios! ¿Por qué hiciste esto? —lloraba preocupada.—
Evangelina había decidido ayudar a Santino en todo el proceso de terapia con el psicólogo. Demetrio se había mantenido distante a toda la situación, pero no dejaba para nada que sus hijos fueran a casa de Eva, cosa que Evangelina le molestaba un poco, pero era el progenitor de los niños y no quería quebrantar su autoridad, e incluso Ramona se había ido a la mansión Laureti, dónde junto a la otra niñera los cuidaba. —¿Crees que soy exagerado Antonio? Pero Santino manipula a Evangelina y temo que esto termine por separarnos en algún momento —dijo Laureti, mientras llevaba una copa de champaña a sus labios.—No sé qué decirte, Eva y Santino han sido amigos por mucho tiempo, imagino que debe ser difícil para ella alejarse de él, y creerlo un peligro —respondió con paciencia Antonio, que intentaba ponerse en la posición de Eva.—También lo he pensado, y a veces pienso que exagero, no creas que no lo hago, pero, algo dentro de mí me lo dice. Me dice que Santino está obsesionado con Eva y no
A horas de la madrugada Evangelina se levantó para ver a Demetrio dormir a su lado, lo despertó con un beso en los labios para irse.—Tengo que irme, mi amor —besó sus labios con ternura.—¿Ya? —preguntó entredormido.—Sí, quiero irme temprano para volver lo antes posible, además, recuerda que voy a ir con Alexander y él es un problema con el horario —dijo acariciando su rostro.—¡Cuidado con el ruso! —bufó con burla.—Soy solo tuya, Demetrio —dijo sonriendo mostrando los hoyuelos que se marcaban en las mejillas.Demetrio la miró con amor, Evangelina detalló su hermoso rostro, largas pestañas y ojos tan azules que la hacían estremecer.—Sé que soy hermosa, pero no me acoses —soltó su arrogancia como siempre.Eva golpeó un poco su estómago —Eres un prepotente —bufó.—Ja, ja, ja, lo sé —dijo Demetrio en medio de un bostezo.—Cuida a los niños, voy a traerles regalos a todos, no sabes la sorpresa enorme que te tengo —besó sus labios y con una extraña sensación se metió en la ducha.Una h
Cuando Evangelina llegó a la clínica, estaba asustada, con las manos temblorosas y el corazón acelerado. Demetrio Laureti era el único hombre que ella había amado e incluso que amaba.—¿Massimo, dime que Demetrio está bien? —le preguntó a su suegro que estaba en la sala de espera, sentada con las manos en la cabeza, mirando al piso.—Está fuera de peligro —Eva suspiró sintiendo que el alma volvía a su cuerpo en ese momento.—¿Puedo verlo? —preguntó ansiosa.—Eva, Demetrio sufrió una explosión y gran parte de su rostro quedó desfigurado —musitó Mássimo con dolor.Evangelina llevó las manos a su boca sorprendida. Demetrio era un hombre vanidoso con su cuerpo, que le encantaba mostrar sus atributos y que amaba cada parte de él, y seguramente verse desfigurado le causaría un gran shock emocional.Eva notó como una lágrima espesa salía de sus ojos; en ningún momento pensó en ella, en cómo lo vería ahora, a ella no le importaba el aspecto físico de Demetrio, todo lo contrario, a ella le impo