Tony y Tomy
El arrogante CEO, Demetrio Laureti, había resultado enamorado de la mujer que menos pensó en su vida. Una simple secretaría "fea"como él le decía. Había resultado loco por Evangelina Anderson, aquella chica que llegó a su vida para dañarlo todo con su presencia, resultó diferente, devolviéndole a Laureti la felicidad y calidez de una familia.

—¡Mira, papi, una estrella fugaz! —gritaron los niños emocionados, señalando al cielo.

—¡Pidan un deseo! —dijo Laureti, gritando.

Todos pidieron sus deseos, excepto Demetrio Laureti, que solo le agradeció a Dios, porque para él todo era perfecto en ese momento.

—Te amo, señor Demetrio —dijo Anderson con una sonrisa, mientras miraba las estrellas.

—Yo más —susurró el italiano.

Había oscurecido, y Demetrio había pagado un hermoso paseo por el río seda. Sería un insulto a París, si estás ahí y no visitas el lugar.

El paseo fue hermoso. Eva, viajaba maravillada, recostada del hombro de Laureti a su lado, mientras contemplaba las estrellas.

Su corazó
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