Estoy tomando un jugo de naranja mientras observo cómo Martín se mueve de un lugar a otro para irse a la empresa. Anoche, cuando llegó, él pensó que seguía enojada, pero intenté verme lo más tranquila posible.—Amor, ya me tengo que ir. Si gustas, almorzamos hoy para que no te sientas sola en casa —qué idiota.—Nos vamos hablando, ve tranquilo —Martín deja un casto beso en mis labios y luego se va.Estoy corriendo directo a la empresa de Salvatore Roldán. Me sentía algo nerviosa, sin embargo, estaba feliz de poder trabajar y sentirme útil.—Señora Ferrer —unos hombres me detienen en la salida de mi casa.—¿Ustedes son?—Somos unos guardaespaldas que el señor contrató para su protección —¿¡Qué!? ¿Martín hizo qué? ¿Por qué demonios no me dijo nada?—Oh, ya veo. Bueno, pues yo debo ir a trabajar, espero sean discretos en los lugares a los que vaya, no siempre me gusta que mi esposo sepa a dónde voy.—No se preocupe, señora, de nuestra parte tendrá discreción.—¿Cuáles son sus nombres?—Ja
Nunca había sentido tanto miedo de entrar a mi propia casa, y más porque no sabía con lo que me podía encontrar.-¿Martín? – camino lentamente por toda la entrada de la casa hasta que un ruido proveniente de la sala llama mi atención, me asomo y justo ahí lo veo viendo a la chimenea con un vaso de whisky en la mano -Martín.-Te lo he dado todo, Lisa. Te di mi corazón, te di riquezas y así me pagas – veo sobre la mesa unas fotos de Salvatore y mías cuando íbamos al cementerio.-Martín, no es lo que parece.-¡SIEMPRE ES NO LO QUE PARECE! – grita parándose bruscamente, lo cual me asusta – ¡¿ACASO ME CREES ESTÚPIDO?!-Es que no estábamos haciendo nada malo, te estás dejando cegar por los celos, Martín.-Erika los vio – ¡fue ella! Fue la m*****a asistente.-¿Y le vas a creer más a esa, que a mí que soy tu esposa? – digo ofendida.-Ya no sé qué pensar de ti – miro a Martín dolida y este lo nota porque su mirada se suaviza.-Yo no quería que lo supieras por ahora, pero en vista de este malent
Despierto tratando de imaginar que todo fue un sueño, pero al ver que estoy en la casa de Salvatore me doy cuenta de que fue verdad. Martín, el hombre que más de una vez me había dicho que me amaría toda la vida, me había traicionado cuando me dijo millones de veces que no tenía nada con esa mujer. ¡Qué estúpida fui!- Veo que ya estás despierta -Salvatore entra con una bandeja llena de comida, pero lo último que yo quiero es comer.- Salvatore, eres muy formal, pero no deseo comer.- Vamos, Lisa, así sea un huevo con jugo, debes alimentarte -suelto un suspiro.- Es que nada me entra. Todavía tengo la repugnante imagen de Martín y esa mujer en nuestra cama, ¡NUESTRA! -Me largo a llorar como nunca en brazos de Salvatore, mientras este acaricia mi espalda.- Ya, linda, déjalo ir. Aquí estoy.\- No entiendo, ¿por qué me hizo esto? Yo lo amo.- Es un imbécil, no sabe lo que se perdió -me separo de él.- ¿Tú no deberías estar en la oficina?- Debería, pero sé que me necesitas. No quería dej
Han pasado dos días desde que le pedí el divorcio a Martín. En el momento en que se lo dije, todo se volvió un descontrol total. El hombre comenzó a caminar de un lugar a otro como un animal enjaulado y luego empezó a suplicar que no lo hiciera. Hasta que empezaron los gritos y no me quedó más remedio que llamar a seguridad para que lo sacaran.—Amiga, Rox está aquí —mierda, lo que faltaba, la madre de Martín.—Ya bajo —tomé aire y salí de la habitación.—Querida —Rox se acercó dándome un abrazo reconfortante que no dudé en responder.—Es bueno verte, Rox —dije dedicándole una sonrisa—. Ojalá no hubiera sido en estas circunstancias.—No tengo palabras para lo que hizo mi hijo. Siento tanta vergüenza.—No es tu culpa, Rox. Martín es un hombre hecho y derecho que toma sus propias decisiones.—Es que no puedo creer lo que hizo. Tanto que habló de su padre y míralo.—Lo sé, Rox —ella tomó mi mano levantando mi cabeza.—Sé que estás mal, Lisa. No sabes cómo me duele verte así. Tú te has vue
Un año después.- Lisa, ¿ya tienes lo que te pedí? – M****a, mi jefe me matará.- Señor, ya subo – cuelgo el teléfono y tomo los papeles que me pidió, aunque falta alguna información, ya que anoche me quedé dormida por lo cansada que estaba.- Adelante – tomo aire y entro a la oficina – espero tenga lo que le pedí, señorita Molina.- Señor García, con respecto a eso – él levanta su vista esperando lo peor.- ¿No tienes lo que le pedí? – su voz suena irritada y su rostro irradia molestia.- Señor, es que... – da un golpe fuerte a su escritorio, mientras toma todo el trabajo que hice anoche haciéndolo añicos.- ¡ERES UNA INCOMPETENTE!- Señor, solo falta unos datos, lo puedo hacer ahora.- Escúcheme bien, señorita Molina. Va a ir a su m*****a oficina, va a volver a realizar su maldito trabajo y lo quiero en una hora aquí completo. ¿¡Una hora!? Es muy poco.- Está bien, señor.- Ahora lárgate – salgo de su oficina molesta, mientras veo cómo las personas de la oficina me miran con una sonr
LISALlego a la oficina con unas notorias ojeras; anoche no dormí absolutamente nada por terminar lo que el imbécil del señor García pedía, aunque no entiendo su capricho, ya que todo lo que le había dado estaba bien.- Señorita Molina, espero tenga lo que le pedí hoy - tomo aire tratando de controlar mi furia.- Aquí tiene, señor García - le extiendo la carpeta y este la toma de mala gana.- Los revisaré. Ahora, tenga estos análisis, revíselos, y espero que esta vez sí lo haga bien - llego a mi oficina y doy un fuerte portazo, con ganas de acabar con todo lo que hay a mi alrededor, pero el sonido de mi celular interrumpe mis pensamientos destructivos.- Hola, Salva.- ¿Ya te has olvidado de los amigos?- No, ¿cómo crees? Es que aquí hay mucho trabajo y... - en ese momento me llega un fuerte mareo, haciendo que me tenga que agarrar con fuerza del escritorio.- ¿Lisa, todo bien? - trato de recobrar la compostura.- Sí, estoy bien. Mejor cuéntame, ¿cómo estás tú?- Extrañándote. ¿Cuándo
Estaba arreglándome para ir a la empresa, ya que tenía que ir a recoger mis cosas. Martín, luego de tanta insistencia suya y de Ana, me convencieron de volver a México, pero le dije que no trabajaría para ir. La sola idea de encontrarme con Erika me producía malestar.-Si ese imbécil te dice algo, te juro que lo muelo a golpes - amenazó Martín.-Cálmate - entré a mi oficina y comencé a recoger con su ayuda mis cosas, pero la tranquilidad se fue cuando apareció el señor García.-Veo que ya se va, señorita Molina - dijo el señor García.-Así es, señor García - metí las últimas cosas en las cajas - Gracias por todoSalimos de la empresa y al fin logré respirar tranquilidad. Ahora que lo pienso bien, durante este año que estuve aquí no tuve la oportunidad de conocer bien Londres.-¿En qué piensas? - preguntó Martín, sacándome de mis pensamientos.-En nada-Lisa, te conozco. Sé que algo ronda por tu cabeza - solté una pequeña risa.-Llevo un año viviendo aquí en Londres, aunque jamás he ido
MARTÍN FERREREsto era increíble, resultó ser que el idiota de Salvatore es gay. Ahora me siento más idiota que nunca, todo este tiempo pensé que él estaba detrás de mi esposa, pero la realidad era otra: ellos son solo amigos.—¿Todavía sigues impactado? —Marcos está con dos vasos de whisky en la mano—. Supuse que necesitabas uno de estos —tomé el trago que me ofreció y me lo bebo de golpe.—Me siento un imbécil. Destroce mi matrimonio acostándome con Erika por celos, pensé que Lisa me estaba traicionando con Salvatore y ahora resulta que es gay —voy al bar que tengo en mi despacho y me sirvo otro trago.—Sé que debe ser difícil para ti, hermano, pero debes hacer todo lo posible para reconquistar a tu esposa, debes recuperarla.—No sé cómo lo voy a lograr, Lisa está muy dolida y está en todo su derecho de estarlo, me porté como un idiota.La rabia y la impotencia se apoderan de mí, haciendo que estrelle el vaso contra la pared.—¡Soy un imbécil! Yo no merezco a esa mujer, pero soy tan