**LISA MOLINA**Aún siento las mariposas en mi estómago, los labios y las caricias de Martín en todo mi cuerpo. Aunque no lo quiera aceptar, mi cuerpo aún reacciona a él.—Dios, ¿ahora qué voy a hacer? —me siento hasta tonta hablando sola, desearía poder hablar con alguien en estos momentos. Como por arte de magia, mi teléfono suena y veo que es Ana.—Hola, Ana.—¿Con que estabas con tu esposito? —¿cómo lo supo?—¿Me estás espiando? —digo en tono de diversión.—Tengo informantes. —Jumm, ya sé quién es el dichoso informante.—¿De casualidad ese informante no se llama Salvatore? —Ana suelta una carcajada, lo que me indica que sí es.—Mejor cuéntame, ¿por qué estaba allá Martín?—Vino a traerme unas rosas —miro donde tengo las rosas, haciendo que una sonrisa se me escape—. Él quiere recuperar nuestro matrimonio.—¿Y tú qué piensas?—No sé qué hacer, me tiene muy confundida todo esto. Por una parte, siento que lo necesito en mi vida, que podemos superar esto, pero luego recuerdo todo lo qu
Han pasado una semana desde que Martín y yo decidimos darnos una oportunidad. Luego de varios días, al fin nos mudamos a la casa que escogimos. La casa es preciosa, con mucho espacio y un jardín enorme para que, en un futuro no muy lejano, nuestros hijos puedan jugar.—¿Estás emocionada? —dice Martín mientras rodea mi cintura con sus fuertes brazos.—Sí, no veo la hora de estar ya en nuestra casa, será como un nuevo comienzo para nosotros —me volteo y al hacerlo puedo ver un brillo especial en Martín. Levanto mi mano acariciando su rostro, Martín cierra sus ojos disfrutando de mi toque.—Amo sentir tus caricias —toma su mano y la posa en mi rostro, comenzando a dar leves caricias en mi mejilla, logrando que todo mi cuerpo se estremezca.—Yo también amo sentir tus caricias.Luego de veinte minutos de recorrido, al fin estamos en nuestro hogar. Todo estaba decorado tal como lo pedimos Martín y yo, era nuestra casa soñada.—Hogar, dulce hogar —susurro, Martín toma mi mano para recorrer me
Despierto al sentir unas caricias en mi espalda baja, seguidas de besos en el cuello.—Despierta, dormilona —me volteo con una sonrisa en el rostro al ver a mi flamante esposo como Dios lo trajo al mundo.—Qué buen despertar el que me acabas de dar —lo miro de forma pícara.—Y puede ser mejor —sin esperarlo, él me carga llevándome hasta el baño, metiéndonos en la ducha. Ni siquiera me dio tiempo de quitarme la pijama.—¡Oye!, mi pijama —él se ríe y posteriormente me la retira. Ambos juntamos nuestros labios y, en el momento que lo siento duro como una piedra, me carga haciendo que enrolle mis piernas en sus caderas. Gemimos cuando su miembro se pierde en mi interior de una sola estocada. Mis manos se aferran a su espalda mientras comienza a embestirme sin piedad.Mis piernas se aprietan más a sus caderas mientras me penetra. Gemimos. Muerde mi piel. Me aferro más fuerte a su cuello cuando siento mi orgasmo llegar. Ambos gemimos por última vez, mientras nos invade el placer.—Me encanta
Como le prometí a Martín, comencé a ir a terapia cada semana. Las primeras citas eran bastante dolorosas para mí y siempre salía con los ojos inflamados, pero con el paso del tiempo, ese peso que cargaba se fue desapareciendo.Hoy cumplo dos meses de estar en terapia. No puedo decir que estoy cien por ciento curada, pero tengo una gran mejoría. Lo único que ahora me tiene preocupada es que durante todo este tiempo no hemos tenido noticias de Celeste.—Hola, amiga, ¿qué haces?—Amiga, estoy terminando unos documentos que Salva me pidió.—¿Qué te parece si nos vemos a la hora del almuerzo?—Sí, claro.—Perfecto, te dejo para que sigas con tus labores. Bye.Estos documentos sí que están muy largos; me tienen hasta estresada, pero bueno, al fin logro completarlos. Cuando me levanto, creo que lo hice muy rápido porque todo a mi alrededor se mueve, haciendo que vuelva a sentarme en mi silla.—Lisa, ¿tienes los documentos? —Cuando Salva levanta su cabeza, se acerca rápidamente a donde estoy—.
Estoy sentado al lado de la camilla donde se encuentra mi esposa. En ningún momento he dejado de tomar su mano; quiero que al despertar sea lo primero que vea.- Perdóname, cariño, debí protegerlos más.Por primera vez desde que el médico nos dio la noticia del embarazo, poso mi mano en su vientre aún plano. Una parte de mí se emociona al pensar que al fin se cumplió lo que tanto deseábamos, pero, por otro lado, estoy lleno de miedo porque no era el momento.- Hijo o hija, te prometo que esta vez sí los voy a proteger. No dejaré que ni a tu madre ni a ti les hagan daño.Dejo un beso en su vientre, pero unos quejidos me hacen separarme de golpe.- ¡Nena! Dios, al fin despertaste - ella abre sus ojos, pero estos se llenan de pánico.- ¡Ana, el bebé! - cuando intenta pararse, hace una mueca de dolor, así que la detengo.- Tranquila, ellos están bien, todo gracias a ti.- ¿Me lo juras? - dice ella con sus ojos cristalizados - Yo los tenía que salvar, Ana, no merecía pasar por lo que yo pas
Estaba más que feliz con la noticia de mis bebés, siento tantas emociones que no podría describirlas, ahora no paro de ver cosas de bebé o de decirle a Ana que me acompañe al centro comercial por cosas para los bebés, estoy maravillada con esto.-nena, llegue - corro prácticamente tirándome a los brazos de mi flamante esposo - alguien me extraño - dice con una sonrisa-te extrañé mucho, pero para esto - junto nuestros labios en un beso apasionado, ya que desde la mañana me urgía por estar así con él, pero se tuvo que ir rápido.Comienzo a quitarle su traje y sin pensarlo rasgó su camisa-nena,
LISA MOLINA- ¿En serio hiciste eso? - Ana se carcajea cuando le cuento lo que le hice a Martín hace unas noches.- Se lo tenía merecido, me molesta que piensen que porque estamos embarazadas somos unas locas hormonales.- Es verdad, a veces me provoca hacerle lo mismo a Marcos.- Pues deberías, bien merecido se lo tiene por arruinar mi noche ese día.- Créeme, está arrepentido, llegó bastante traumado después de verle las bolas a su hermano.Ambas nos volvemos a reír como locas tomando nuestro café.- Tengo que mostrarte algo - dice ella regalándome una sonrisa.- ¿Qué cosa? - Ella levanta un poco su camisa dejándome ver su vientre un poco abultado.- Ya va creciendo.- ¡Oh, por Dios! Es magnífico.- ¿Tú no sientes deseos de que ya se note? - suelto un suspiro al pensar en lo expuestas que quedamos.- La verdad, no. Cuando la prensa se enteró de mi embarazo todo empezó a ser una locura y facilitó las cosas para Celeste, aunque ella ya lo sabe, no quiero que nadie más lo sepa.- Debe s
Estoy sentado al lado de la cama donde se encuentra Lisa, ella ahora está sedada, pero a veces parece tener pesadillas porque se empieza a mover inquieta.- Hijo, ¿cómo está? - Tomé una fuerte respiración al recordar las palabras del médico.- Los bebés están bien, pero ese infeliz abusó de ella - mi madre se tapa la boca ahogando un sollozo, me acerco a ella abrazándola con fuerza.- Me casé con un monstruo, hijo, lo siento tanto.- Mamá, no fue tu culpa. Ahora lo que debemos hacer es rodear mucho a Lisa, iniciar de nuevo con terapias psicológicas, ayudar con su trauma y rezar para que mi esposa vuelva a ser la misma de siempre.- Ella es fuerte, sé que se va a sobreponer de este duro golpe - miro hacia donde se encuentra mi mujer y sonrío con algo de tristeza.- No lo sé, mamá.- Ten fe, hijo.Escuchamos unos quejidos que de inmediato me alertan.- Cariño - ella abre sus ojos, pero en ellos solo puedo ver miedo.- ¡Mis bebés! - toca su vientre repetidas veces, pero yo la tranquilizo.