Llegaron a la mansión Mykolaiv, Y Katsumi sintió que el aire le faltaba. Mientras esperaban a que el portón eléctrico se abriera ante ellos, Yoshi se enfundó unos guantes blancos que eran parte de su uniforme de chofer.
Katsumi respiró profundo al verse parada por segunda vez frente a la imponente edificación. Era una casa con la que no podía ni soñar; una enorme mansión con tejado de estilo pizarra y balcones grandes. Miró atrás y se despidió de Yoshi agitando la mano, él le devolvió el gesto. Katsumi se había bajado del auto con tanta prisa, que no se habían despedido como se debía. Contó ocho escalones hasta la puerta de madera que se abrió antes de que pudiera atinarle un golpe.
—Adelante señora Kimura. Mi nombre es Fedora y le daré algunas indicaciones —se trataba de la misma mujer de pelo encanecido que ya había visto antes.
—Buenos días Fedora, puede llamarme Katsumi
—Katsumi, Sígueme, por favor.
Fedora guió a Katsumi hacia la cocina. Dónde le ofreció desayuno, café, té. Katsumi rechazó todo menos el té.
—El señor Mykolaiv ha amanecido hoy…—Fedora hizo una pausa —indispuesto.
—¡Oh! Sí, es normal que los pacientes en su estado tengan bajones de ánimo de vez en cuando. Pero estoy calificada para lidiar con ello —Fedora suspiró
—Nadie está preparado para lidiar con los… “bajones de ánimo” del señor Mykolaiv — Katsumi no supo qué responder a eso—. Afortunadamente, él está consciente de ello. Me ha pedido que le entregue esto —Puso tres folders sobre la encimera de mármol— Ahí está todo lo que necesita saber acerca de lo que le pasó en la pierna. Hoy solo se dedicará a estudiarlo. Deje por escrito todo lo que necesitará para iniciar la terapia mañana. Cuando termine puede irse. Puede trabajar aquí o ir al despacho si lo desea.
—Creo que iré al despacho. Necesito concentrarme.
—Está bien, la acompaño —Fedora apagó la estufa que acababa de encender.
—¡Oh! No, Fedora, no se preocupe, siga usted en lo que hacía. Ya estuve ayer en el despacho. Puedo llegar sola —Fedora asintió con la cabeza
Katsumi cogió las carpetas, le hizo una reverencia a Fedora, quien le respondió con una sonrisa. Salió de la cocina, caminó hacia el pasillo que llevaba al despacho, pero una vez en este, notó que había tres puertas, una seguida de la otra. No recordaba haber visto aquellas puertas antes. Acercó su oído a la primera. No escuchó el mínimo ruido, hizo lo mismo con las tres siguientes obteniendo el mismo resultado. Decidió entrar por la última puerta. Giró la manilla en cámara lenta, rogando que fuera el despacho. Cuando abrió la puerta, la poca luz que ingresó en la habitación le permitió ver una silueta en el piso.
Katsumi palpó la pared y encontró el interruptor. Encendió la luz y pudo ver con claridad el cuerpo de Adrick Mykolaiv tendido en el piso con nada más que un calzoncillo. La silla de ruedas estaba volcada cerca de él. Katsumi echó un vistazo a su alrededor. La habitación era pequeña, se notaba que habían improvisado en ella una alcoba para el señor Mykolaiv, lo cual era lógico, dado que no podía subir las escaleras. Todo estaba hecho un desastre. Había una bandeja tirada en el piso junto a comida y trozos de losa y vidrio. Más lejos había libros desparramados, una lámpara y una silla rotas.
El señor Mykolaiv despegó su mejilla del suelo y miró a Katsumi
—¿¡Qué demonios haces aquí!? —La voz que antes le había parecido seductora, ahora sonaba aterradora, cada palabra le pareció un rugido expulsado desde la garganta.
Katsumi parpadeó con la boca entreabierta. Estaba paralizada del miedo. Estaba a punto de dar media vuelta y salir corriendo de ahí, hasta que notó una mancha roja en la mano del señor Mykolaiv. Corrió hacia él y se agachó a su lado apoyándose sobre las rodillas. Cogió su mano herida, le dio una mirada, se puso de pie y salió de la habitación.
—¿Tiene algún tipo de botiquín? —Preguntó Katsumi a Fedora mientras entraba a la cocina. Su voz se sintió agitada.
Fedora estaba removiendo un guiso en la estufa. Se dio media vuelta y miró a Katsumi de pies a cabeza.
—¡Oh! ¡Por Dios! ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Quién está herido?
—¡Oh! ¡No! nadie está herido señora Fedora. Solo necesito revisar el botiquín y asegurarme de que cuenten con todo lo necesario.
Fedora suspiró de alivio y se dirigió a un estante, rebuscó entre varias cajas. Katsumi se dirigió al lavadero y aseó sus manos.
—Debe estár por aquí. Lo usé hace un par meses, la última vez que Anya nos visitó. Le limpié un raspón que se hizo jugando en el patio… ¡Aquí está!
Fedora le entregó a Katsumi una caja de plástico del tamaño de una computadora portátil.
—Gracias. Volveré al despacho —dijo Katsumi cogiendo el botiquín.
Salió de la cocina con total calma, pero en lo que supo que había salido de la vista de Fedora, caminó tan rápido como pudo. Temía que el señor Mykolaiv se hiciera daño, no sabía si ese vidrio incrustado en su mano había sido producto de un accidente o había sido una forma de autoslesionarse. Se sintió enfadada. Este hombre tenía todo lo que cualquiera podía soñar, y se comportaba como un idiota por una pierna rota. Su actitud le parecía estúpida.
De vuelta en la habitación, Katsumi ayudó al señor Mykolaiv a sentarse, extrajo el vidrio de su mano, le limpió la herida y lo vendó. Mykolaiv la miró enojado durante todo el proceso pero no dijo ni una palabra.
—Necesitaré que ponga de su parte —dijo Katsumi guardando los utensilios en el botiquín.
Se levantó, alzó la silla y la puso a espaldas de Mykolaiv, se paró casi sobre él con las piernas, una a cada lado de su cuerpo, lo cogió pos las caderas con ambos brazos y se echó hacia tras aprovechando su propio peso. No logró levantarlo.
»Vamos señor Mykolaiv, una de sus piernas funciona de maravilla, si no me ayuda no podré levantarlo— Mykolaiv suspiró
—No te he pedido que me levantes
—No. No me lo ha pedido, pero no puedo dejarlo ahí, llorando como un bebé, tendido en su propio vómito y lamentándose de su existencia… —Katsumi se mordió el labio inferior. Le había hablado a su jefe en un tono para nada apropiado —Lo siento, yo…
—No estoy tendido sobre mi vomito —el señor Mykolaiv le interrumpió—ni siquiera he vomitado.
—Intentémoslo de nuevo —Katsumi volvió a sujetar al señor Mykolaiv entrelazando sus brazos por debajo de los suyos— A las tres. Uno…dos y… ¡Tres!
El cuerpo de Adrick Mykolaiv cayó de golpe sentado sobre la silla y jaló a Katsumi consigo. La distancia que separaba sus labios era peligrosamente corta. Adrick Mykolaiv miró los ojos de Katsumi y luego sus labios
Katsumi se alejó de inmediato y empezó a recoger lo que estaba tirado en el piso. Limpió y ordenó todo el lugar mientras el señor Mykolaiv reposaba con los ojos cerrados.—Estaré en el despacho estudiando su historial médico—¿y eso debería importarme porque..?Katsumi achicó la mirada, no comprendía como podía ser tan grosero después de lo amable que ella había sido con él. Cerró los ojos un momento, como si tratara de recuperar la compostura antes de hablar—Solo se lo decía por si necesitaba algo —dijo con voz trémula y salió de la habitación.A Katsumi le hervía la sangre, estaba enojada y a la vez, frustrada, quería que el señor Mykolaiv la tratara diferente. Su trabajo era una maravilla, excepto por la insolencia de su jefe. Cogió el m&oacu
—Está bien. Pero solo lo hago por ella. Quería pasar unos días contigo y ya sabes que no me gusta cómo se pone.—¿Necesitas unos días libres?—¡Maldición Adrick! ¿La he traído y me atacas?—Sí, estoy seguro de que la traes sin ningún interés—La traigo porque ella ha querido venir a verte. Pero la verdad aprovecharé para viajar unos días —Adrick Mykolaiv puso los ojos en blanco.— Después de tanto tiempo rogándote para que me dejaras ver a mi hija apareces así, de la nada, diciéndome que la traes porque no soportas verla triste; por supuesto que necesitas que la cuide mientras tú te das una escapada.—Por qué la he traído, no debería importarte Adrick. La he traído y ya está —el teléfono de Carlot
—Por supuesto que irá Yoshi —dijo Mykolaiv con naturalidad— si no ¿Quién conduciría? —Me refería a que… —Sí, entiendo Katsumi —Mykolaiv le interrumpió—Entonces será el domingo, no se hable más Mykolaiv puso unos cuantos billetes sobre la mesa sin molestarse en pedir la cuenta. Luego tomo su teléfono y lo manipuló por unos segundos. En pocos minutos Yoshi apareció, se acercó a la silla del señor Mykolaiv y los llevó hacia el auto. Anya se levantó enseguida y siguió a Yoshi dejando sobre la mesa la mitad de su comida. Katsumi no había alcanzado a darle más de dos mordiscos a su hamburguesa y no pensaba dejarla ahí tirada; la envolvió en servilletas y la guardó en su bolso. El trayecto de regreso se le hizo eterno. —Yoshi, lleve a la señora Kimura a su casa —ordenó Mykolaiv mientras Yoshi lo bajaba del auto. —Adiós Katsumi —gritó Anya alejándose del auto. Katsumi le dispensó una sonrisa forzada. —¿Y q
La pregunta del señor Mykolaiv tomó a Katsumi por sorpresa. Abrió la boca para responder, pero su cerebro no le enviaba la respuesta. Solo podía pensar en el por qué de esa pregunta. ¿Por qué se interesaba Adrick Mykolaiv en su vida personal? No había hablado durante toda la terapia, incluso la había mirado feo durante todo el proceso. Y de repente, le lanzaba esa pregunta.—Once años señor—¿¡Qué!? —espetó Mykolaiv con un gesto de desagrado que le desfiguró cada facción del rostro.—Es decir, nos casamos hace cinco años, pero estamos juntos desde los doce así qué, llevamos once años juntosKatsumi lo dijo con orgullo, estar con Yoshi era algo que la hacía sentirse orgullosa, no todo el mundo corría la suerte de vivir un amor tan especial como el de ella y Yoshi, y qui
“Cuando miro atrás, cuando veo todo lo que ha sucedido, solo puedo pensar en lo egoísta que fui. No solo por la forma en que la empujé a pagar por mis errores, antes de eso, ya había traicionado su confianza. Ahora sé que no la merezco más que él” YOSHI KIMURA miró el reloj en su muñeca; era hora de pasar por Madisson para llevarla a almorzar. El día había estado tranquilo.El día había estado tranquilo; pasar por Madison, llevarla a P&M, recoger algún paquete, llevar una valija a casa de algún ejecutivo. Yoshi solía ser el chofer personal de Adrick Mykolaiv, pero después del accidente, pasó a ser una especie de mensajero-asistente que tenía que ir y venir al ritmo de las necesidades de la empresa de Mykolaiv, pero el sustancioso aumento de sueldo le hacía justicia a todo el trabajo extra. Aparcó en el sitio reservado para el señor Mykolaiv y al ver al Madison a lo lejos, hizo sona
—Lo siento, tengo que contestar— Yoshi se alejó un poco de Chihiro— Hola cariño —dijo al teléfono mientras se alejaba unos pasos más. Pero al otro lado, Katsumi no dijo una palabra, solo se escuchaba su llanto— ¿Qué ocurre amor? ¿Dónde estás?—No es nada, lo siento, es solo que no sé si pueda hacerlo Yoshi, es el señor Mykolaiv, es…—Cariño, claro que puedes hacerlo, sé que es un poco insoportable, pero cambiará, solo está irritado porque tiene muchas cuestiones que atender, ya sabes, con la compañía…—No es solo insoportable Yoshi…él… —Katsumi respiró profundo y no pudo seguir hablando— ¿Dónde estás? Iré por ti—Voy camino a casa—Está bien, te veré allá &m
—¡Llama a emergencias! ¡Ahora!A Yoshi le volvió el alma al cuerpo, si Katsumi lo mandaba a llamar a emergencias, tenía que ser porque Akari estaba viva. Rebuscó en su bolsillo y al encontrar su teléfono, apenas logró marcar el nueve once con los dedos temblorosos.*****—¿Cómo te sientes? —Yoshi se acercó a la cama de Akari, el color no había vuelto del todo a la piel de su hermana, se sintió consternado de verla así y sus ojos empezaron a tornarse vidriosos.—Estoy bien —la voz de Akari apenas se escuchó. No ha sido nada Yoshi, solo me he sentido mareada, perdí el equilibrio y caí, debí haberme golpeado la cabeza.—¿Es la primera vez que te pasa esto? —preguntó Katsumi desde un rincón de la habitación—¡Joder!
—¿Cuánto necesitas? —Yoshi sacó un fajo de billetes de su bolsillo —¿Con esto es suficiente? —preguntó antes de que Katsumi pudiera contestarle.—¿De dónde has sacado el dinero, Yoshi?—Eso no importa ahora. Toma el dinero y paga todo lo que haga falta. Dile al doctor que no escatimaremos en gastos para el tratamiento.—Yoshi ¿de dónde has sacado el dinero?—Le he pedido un préstamo a MykolaivAmbos susurraban, Akari estaba a unos pocos metros con la mirada hundida en la pantalla de su móvil, llevaba los audífonos puestos, pero aun así, Katsumi y Yoshi susurraban.—¿Y te ha prestado tanto dinero?—Sí. Ten —le entregó una bolsa de papel— guárdalo bien, llevaré el resto a casa —Los ojos de Katsumi se abrieron, se pusieron