La pregunta del señor Mykolaiv tomó a Katsumi por sorpresa. Abrió la boca para responder, pero su cerebro no le enviaba la respuesta. Solo podía pensar en el por qué de esa pregunta. ¿Por qué se interesaba Adrick Mykolaiv en su vida personal? No había hablado durante toda la terapia, incluso la había mirado feo durante todo el proceso. Y de repente, le lanzaba esa pregunta.
—Once años señor
—¿¡Qué!? —espetó Mykolaiv con un gesto de desagrado que le desfiguró cada facción del rostro.
—Es decir, nos casamos hace cinco años, pero estamos juntos desde los doce así qué, llevamos once años juntos
Katsumi lo dijo con orgullo, estar con Yoshi era algo que la hacía sentirse orgullosa, no todo el mundo corría la suerte de vivir un amor tan especial como el de ella y Yoshi, y qui
“Cuando miro atrás, cuando veo todo lo que ha sucedido, solo puedo pensar en lo egoísta que fui. No solo por la forma en que la empujé a pagar por mis errores, antes de eso, ya había traicionado su confianza. Ahora sé que no la merezco más que él” YOSHI KIMURA miró el reloj en su muñeca; era hora de pasar por Madisson para llevarla a almorzar. El día había estado tranquilo.El día había estado tranquilo; pasar por Madison, llevarla a P&M, recoger algún paquete, llevar una valija a casa de algún ejecutivo. Yoshi solía ser el chofer personal de Adrick Mykolaiv, pero después del accidente, pasó a ser una especie de mensajero-asistente que tenía que ir y venir al ritmo de las necesidades de la empresa de Mykolaiv, pero el sustancioso aumento de sueldo le hacía justicia a todo el trabajo extra. Aparcó en el sitio reservado para el señor Mykolaiv y al ver al Madison a lo lejos, hizo sona
—Lo siento, tengo que contestar— Yoshi se alejó un poco de Chihiro— Hola cariño —dijo al teléfono mientras se alejaba unos pasos más. Pero al otro lado, Katsumi no dijo una palabra, solo se escuchaba su llanto— ¿Qué ocurre amor? ¿Dónde estás?—No es nada, lo siento, es solo que no sé si pueda hacerlo Yoshi, es el señor Mykolaiv, es…—Cariño, claro que puedes hacerlo, sé que es un poco insoportable, pero cambiará, solo está irritado porque tiene muchas cuestiones que atender, ya sabes, con la compañía…—No es solo insoportable Yoshi…él… —Katsumi respiró profundo y no pudo seguir hablando— ¿Dónde estás? Iré por ti—Voy camino a casa—Está bien, te veré allá &m
—¡Llama a emergencias! ¡Ahora!A Yoshi le volvió el alma al cuerpo, si Katsumi lo mandaba a llamar a emergencias, tenía que ser porque Akari estaba viva. Rebuscó en su bolsillo y al encontrar su teléfono, apenas logró marcar el nueve once con los dedos temblorosos.*****—¿Cómo te sientes? —Yoshi se acercó a la cama de Akari, el color no había vuelto del todo a la piel de su hermana, se sintió consternado de verla así y sus ojos empezaron a tornarse vidriosos.—Estoy bien —la voz de Akari apenas se escuchó. No ha sido nada Yoshi, solo me he sentido mareada, perdí el equilibrio y caí, debí haberme golpeado la cabeza.—¿Es la primera vez que te pasa esto? —preguntó Katsumi desde un rincón de la habitación—¡Joder!
—¿Cuánto necesitas? —Yoshi sacó un fajo de billetes de su bolsillo —¿Con esto es suficiente? —preguntó antes de que Katsumi pudiera contestarle.—¿De dónde has sacado el dinero, Yoshi?—Eso no importa ahora. Toma el dinero y paga todo lo que haga falta. Dile al doctor que no escatimaremos en gastos para el tratamiento.—Yoshi ¿de dónde has sacado el dinero?—Le he pedido un préstamo a MykolaivAmbos susurraban, Akari estaba a unos pocos metros con la mirada hundida en la pantalla de su móvil, llevaba los audífonos puestos, pero aun así, Katsumi y Yoshi susurraban.—¿Y te ha prestado tanto dinero?—Sí. Ten —le entregó una bolsa de papel— guárdalo bien, llevaré el resto a casa —Los ojos de Katsumi se abrieron, se pusieron
—Cariño, espera afuera, por favor —Yoshi miró los ojos de su esposa con preocupación, no quería que estuviera ahí cuando Mykolaiv estallara.—No iré a ninguna parte —le respondió Katsumi con la voz temblorosa —Señor Mykolaiv, Yoshi le explicará lo que ha pasado en otro momento, cuando se sienta bien, por favor déjenos a so…—Creo que deberías obedecer a tu esposo, Katsumi. No te preocupes, no le haré daño, para eso están mis abogados —Katsumi salió de la habitación— Muy bien Yoshi, ¿qué has hecho con mi dinero?—Se lo pagaré todo señor Mykolaiv—Por supuesto que me lo pagarás —había un tono de satisfacción en el gesto de Mykolaiv, como si estuviera esperando sacar provecho de las circunstancia. Como si, en
Entrar a la mansión Mykolaiv se había vuelto un remolino de emociones de todo tipo; ansiedad, por tan esperada entrevista de trabajo, cólera al ser tratada de forma tan humillante, exasperación por la actitud infantil de un hombre adulto y, para qué negarlo; deseo, un inexplicable y ardiente apetito por él.Pero ese día, mientras subía a rastras su maleta por la rampa de minusválidos, Katsumi estaba inundada de decepción, tristeza, miedo. Aquella, no era para nada una experiencia nueva, estaba lejos de serlo. Sentía que parte de su pasado se desenterraba ante ella, en un espiral de acontecimientos que se repetían. Sin duda, unDejavu. No era la primera vez que se encontraba en esa situación, ya la habían usada antes como moneda de pago.Llamó a la puerta y esta se abrió de inmediato. Ver el rostro cálido de Fedora alivió un poco la
Abrió la puerta despacio y entró con cautela a la habitación, no le hizo falta levantar el teléfono para iluminar sus pasos hacia la cama de Adrick Mykolaiv, tenía buena memoria quinestésica y ya conocía el sitio. Puso la pantalla del móvil hacia el rostro de su jefe y contempló su expresión de espanto, sus facciones estaban retorcidas como si hubiese estado enfrentándose al peor de sus miedos. Los párpados temblaban sobre sus ojos, lo que daba la impresión de que se esforzaba por despertarse y salir de su pesadilla. Gemía, se lamentaba, no era un gemido suave, no era para nada un murmullo, si no un sollozo atronador, no parecía el llanto de una persona adulta sino de un niño pequeño.El primer impulso de Katsumi fue hacer un siseo, como un arrullo. Dejó caer el teléfono en la cama, sentó en el borde de esta y posó las palmas de la
—No he hecho nada—respondió Katsumi tajante—Solo he entrado a la habitación y he salido de inmediato, me han espantado sus gritos —mintió. No tenía la confianza suficiente con Fedora como para decirle que había dormido acurrucada con su jefe.—Ah, qué extraño —Fedora la miró con un gesto de incredulidad— Tal vez si pasó la noche en vela, pero sin salir de la habitación—Sí, tal vez—¿Qué huele tan delicioso? —La voz del señor Mykolaiv se mezclaba con el susurro que hacían las muletas al ser arrastradas por este —se podía percibir su buen humor. Katsumi notó que Fedora no cabía en sí de la emoción y dedujo que no era común ver al jefe en la cocina.—Veo que hoy está de muy buen humor —dijo Fedora mientras servía guiso en