Abrió la puerta despacio y entró con cautela a la habitación, no le hizo falta levantar el teléfono para iluminar sus pasos hacia la cama de Adrick Mykolaiv, tenía buena memoria quinestésica y ya conocía el sitio. Puso la pantalla del móvil hacia el rostro de su jefe y contempló su expresión de espanto, sus facciones estaban retorcidas como si hubiese estado enfrentándose al peor de sus miedos. Los párpados temblaban sobre sus ojos, lo que daba la impresión de que se esforzaba por despertarse y salir de su pesadilla. Gemía, se lamentaba, no era un gemido suave, no era para nada un murmullo, si no un sollozo atronador, no parecía el llanto de una persona adulta sino de un niño pequeño.
El primer impulso de Katsumi fue hacer un siseo, como un arrullo. Dejó caer el teléfono en la cama, sentó en el borde de esta y posó las palmas de la
—No he hecho nada—respondió Katsumi tajante—Solo he entrado a la habitación y he salido de inmediato, me han espantado sus gritos —mintió. No tenía la confianza suficiente con Fedora como para decirle que había dormido acurrucada con su jefe.—Ah, qué extraño —Fedora la miró con un gesto de incredulidad— Tal vez si pasó la noche en vela, pero sin salir de la habitación—Sí, tal vez—¿Qué huele tan delicioso? —La voz del señor Mykolaiv se mezclaba con el susurro que hacían las muletas al ser arrastradas por este —se podía percibir su buen humor. Katsumi notó que Fedora no cabía en sí de la emoción y dedujo que no era común ver al jefe en la cocina.—Veo que hoy está de muy buen humor —dijo Fedora mientras servía guiso en
—Me temo que hoy no podré cumplir con mi horario de trabajo. Me encuentro indispuesta —Trató de que su voz no se quebrara, pero fue inútil.—Puedes tomarte el resto del día. Pero abre la puerta. Me ha tomado una hora subir las putas escaleras y no pienso marcharme sin hablar contigo.Katsumi pensó por un breve instante que Adrick solo quería pedirle disculpas. Pero no imaginó a su jefe haciendo tal cosa.—Si tiene algo que decir, puede hacerlo ahora, no es necesario que abra la puerta.—¡Joder! ¡Qué abras la maldita puerta! —la voz de Adrick, parecía salir de una caverna. A su espeluznante grito le siguió una serie de golpes estruendosos. Le pegaba a la puerta con una de las muletas, podía escuchare la madera crujir cuando el metal impactaba en esta. Katsumi se aterrorizó. Pero comprendió que la única forma de q
Katsumi se había acercado lo suficiente como para que que Yoshi y su acompañante notaran su presencia, se detuvo en cuanto vio aAkari unirse al grupo. “¡Genial! La familia perfecta”, pensó y siguió acercándose. Pero una tercera mujer apareció en la escena y al reconocerla, Katsumi se detuvo en seco. La mujer, un poco más baja que Yoshi, de cabellos como plata avejentada y de estampa elegante, se despidió de la pelirroja con un beso en la mejilla, no se percibía ningún tono de hipocresía en su gesto. Podía sentir la sangre hervir mientras fluía por cada vena y arteria de su cuerpo. Tenía unos cuantos años sin ver a su madre, después de lo que le había hecho, Katsumi no había querido saber nada de ella y no esperaba un reencuentro, o al menos no en aquellas circunstancias. De pronto, las ganas de enfrentarse a Yoshiy a qui
“Sé bien lo que se siente que te usen una vez y luego te desechen como si fueses una m*****a toalla higiénica, sucia, manchada, estropeada, inservible. Así he quedado, así me ha dejado él. Pero cada día de mi vida ansío con vehemencia que me saque del cesto y me vuelva a usar, aunque fuera una vez” STACY JACKSON se encontraba dónde solía estar casi todas en las noches; trabajando. Todos los días a excepción de los domingos, desde lasonce de la noche hasta las dos de la mañana (a veces más, a veces menos) se hacía llamar “Venus”. El cabello rojo fantasía, contrastaba de forma exótica con sus ojos esmeraldas. Esa noche llevaba un corsé morado y negro y unas bragas a juego en las que ya tenía unos cuantos billetes. Su complexión atlética la hacía lucir increíble; mejor que las demás bail
—Buenos días señorita Anya —Yoshi saludó con una sonrisa espléndida en el rostro, como si hubiese pasado la noche en el cielo y hubiese amanecido flotando entre las nubes. Su expresión cambió cuando notó que Anya estaba sola. —Buenos días Yoshi —respondió Anya con el ánimo de siempre. Yoshi le abrió la puerta del auto yechó una mirada hacia la entrada de la casa. —No vendrá —dijo Anya mientras subía, respondiendo a la pregunta que Yoshi se estaba haciendo para sus adentros— está enferma —agregó, una vez sentada dentro, contestando a la otra pregunta interna de Yoshi, como si este la hubiera planteado en voz alta. —¡Oh! Es una pena —dijo Yoshi demostrando menos preocupación de la que en realidad sentía. Si Katsumi estaba tan enferma como para no cump
Ahí estaba Katsumi, acostada en la cama de Adrick Mykolaiv, con la mitad inferior de su cuerpo envuelto en sábanas y la otra mitad completamente desnuda. Katsumi se giró hasta ponerse de espaldas y sus pechos quedaron cubiertos. Yoshi no se lo acababa de creer. No podía imaginar cómo Katsumi había sido capaz de acostarse con su jefe. Le dio un golpe a la puerta con la intención de que Katsumi despertara, tuvo éxito. Yoshi no imaginaba que Katsumi lo había visto con Madison la noche anterior. Katsumi abrió los ojos despacio y se los frotó, lo miró como quien veía un fantasma, pero su expresión de sorpresa pronto cambió y sus ojos fulguraban en ira. —¿Qué haces aquí, Yoshi? —¿Qué demonios haces tú aquí? —Estoy aquí porque tú me has vendido para pagar tu deuda—sabía que Yoshi no se refería a eso. Yoshi se quedó perplejo, frunció el ceño mientras veía a Katsumi taparse los pechos con las sábanas —Por favor vete —le dijo e
Había objetos de todo tamaño, cogió uno rosado que parecía un cable con dos extremos redondeados, uno de los extremos tenía un botón, lo oprimió y todo el aparatito que era de un material flexible, empezó a vibrar con más fuerza de la que parecía que podía tener. No tenía idea de cómo usar la mayoría, aunque a ella le gustaban los juegos, Yoshi jamás le hubiese planteado usar alguno de esos juguetes. Cogió una gran polla de plástico, se veía muy relista, incluso podía ver las venas hinchadas como en un verdadero pene erecto. Ojeó un poco todo lo que había, cogió una tablet, no paarecía tener conexión con todo lo demás hasta que la encendió. Tenía W******p, el único número guardado, tenía la foto de un miembro tan grande como el de plástico que acababa de sostener entre sus manos. Había un mensaje sin leer. En cuanto firmes me envías
Katsumi observaba a Stacy moverse con gracia en el agua, se desplazaba de un extremo a otro de la piscina con tanta agilidad que lo hacía parecer fácil. Llevaba puesto un traje de baño entero morado, un gorro a juego y lentes para nadar. Cuando Anya se sumergió, Stacy se quedó parada en un rincón de la parte más baja. Salía y entraba, seguía los movimientos de Anya, gritando cosas como: “mejora ese viraje”, “cuida tu postura”, “no levantes la cabeza”. Stacy era una mujer imponente, alta y atlética, su voz era autoritaria. Katsumi imaginó que debía ser una chica independiente, determinada. —Tres vueltas y terminamos —gritó Stacy después de salir del agua. Cogió su bolso y sacó de este una toalla. Caminó hacia Katsumi —¿Eres la niñera? —le preguntó. —No… no soy niñera, soy la enfermera de Adrick —respondió Katsumi con timidez. Se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja. Ella estaba sentada en una de las sillas de extensión que rode