Había objetos de todo tamaño, cogió uno rosado que parecía un cable con dos extremos redondeados, uno de los extremos tenía un botón, lo oprimió y todo el aparatito que era de un material flexible, empezó a vibrar con más fuerza de la que parecía que podía tener. No tenía idea de cómo usar la mayoría, aunque a ella le gustaban los juegos, Yoshi jamás le hubiese planteado usar alguno de esos juguetes. Cogió una gran polla de plástico, se veía muy relista, incluso podía ver las venas hinchadas como en un verdadero pene erecto.
Ojeó un poco todo lo que había, cogió una tablet, no paarecía tener conexión con todo lo demás hasta que la encendió. Tenía W******p, el único número guardado, tenía la foto de un miembro tan grande como el de plástico que acababa de sostener entre sus manos. Había un mensaje sin leer. En cuanto firmes me envías
Katsumi observaba a Stacy moverse con gracia en el agua, se desplazaba de un extremo a otro de la piscina con tanta agilidad que lo hacía parecer fácil. Llevaba puesto un traje de baño entero morado, un gorro a juego y lentes para nadar. Cuando Anya se sumergió, Stacy se quedó parada en un rincón de la parte más baja. Salía y entraba, seguía los movimientos de Anya, gritando cosas como: “mejora ese viraje”, “cuida tu postura”, “no levantes la cabeza”. Stacy era una mujer imponente, alta y atlética, su voz era autoritaria. Katsumi imaginó que debía ser una chica independiente, determinada. —Tres vueltas y terminamos —gritó Stacy después de salir del agua. Cogió su bolso y sacó de este una toalla. Caminó hacia Katsumi —¿Eres la niñera? —le preguntó. —No… no soy niñera, soy la enfermera de Adrick —respondió Katsumi con timidez. Se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja. Ella estaba sentada en una de las sillas de extensión que rode
Entraron en la habitación y Katsumi fue directo al closet, trató de alcanzar una valija vieja en la que guardaba la ropa de verano, incluido el traje de baño. Quería aceptar la invitación de Anya de nadar con ella y Stacy, no sabía nadar y pensó que podía aprovechar la ocasión para aprender, aunque esto implicara soportar un poco de frio. La valija estaba en la repisa más alta del closet. Katsumi se paró de puntillas y extendió ambos brazos hacia arriba haciendo un gran esfuerzo, apenas rozó la maleta. Yoshi se acercó y cogió la maleta por el aza. Su perfume le hizo suspirar. Se percató de que, aunque seguía algo resentida con él, aun lo extrañaba. Se sentía tan bien estar cerca de él. —Déjala —le dijo Katsumi a Yoshi antes de que bajara la maleta. Él bajó los brazos y la miró a los ojos —ya la bajarás luego Cuando estuvieron frente a frente, se le abalanzó encima, cuando sus labios rozaron, Katsumi sintió un vacío en el estómago, no era una sensación b
Katsumi había entrado en la mansión a hurtadillas. Todo estaba oscuro y se dirigía a tientas hacia la escalera, cuando la luz de una lámpara se encendió y la voz de Adrick retumbó —¿Sabes qué hora es? —¡Por Dios! Me has dado un susto —No deberías estar en la calle a estas horas —¿De verdad? ¿Me dirás a qué hora volver a casa? —Tengo derecho a hacerlo. Trabajas para mí. —Pedí permiso para salir “papá” —protestó Katsumi con tono burlón —Se supone que saldrías con Stacy, una salida de chicas, solo eso —Y eso ha sido, ha sido una salida de chicas —Joder, Katsumi, no soy idiota —cogió ambas muletas que estaban recostadas a un lado del sillón en el que se encontraba sentado— Te has ido a acostar c
“Saber que la persona que debía protegerte se marchó, es duro, es realmente doloroso. Pero lo que la vida me regaló en cambio, es mucho mejor que cualquier cosa que pudo haberme faltado. Si las cosas no hubiesen ocurrido como ocurrieron, tal vez mi vida no sería tan maravillosa como lo es. KATHERINA JOHANSON acostumbraba a ayudar a su madre a atender el negocio; una pequeña florería ubicada en el centro del pueblo. Un día como cualquier otro, Katherina atendía en el mostrador —Seis —gritó su madre desde el depósito, preparaba veinte arreglos florales que le habían encargado para el matrimonio de Ivy Mcgregor, la hija mayor del reverendo Mc Gregor, a la que Katherina había notado algo pálida y subida de peso cuando había ido a encargar la f
—¿Anya? ¿Anya qué? —preguntó Katherina con los ojos vidriosos. Sabía que se trataba de su madre. No podía ser casualidad que el viejo Berg lo hubiera mandado a la florería por Anya. Tenía que tratarse de su madre. Su madre era la Anya de Jasper. —No lo sé…nunca supe su apellido —¡Katherina Johansson Mykolaiv! Te dije claramente que cerraras la puerta y que no le abrie… —Anya se quedó fría cuando Jasper se dio la vuelta para mirarla. Dejó caer los paquetes de follaje y hortensias que había cargado con dificultad. Sus ojos desorbitados miraban a Katherina y a Jasper, ambos de piel blanca y mejillas rosadas, cabello ondulado castaño oscuro, casi negro, ojos grises, pestañas tupidas y cejas pobladas. Parecían dos gotas de agua frente a ella. Sentía que su pasado la abofeteaba de repente en la cara. Y
ADVERTENCIA. CONTENIDO +18 Queridos lectores y lectoras. Les aviso que este capítulo contiene escenas explícitas de sexo. Yoshi abrió los ojos al escuchar su celular. Le costó desenrollarse de las sábanas, pero el sonido de la música mesclado con el zumbido que emitía el teléfono al vibrar sobre la mesa, era irritante. Además, tenía que levantarse, pues la alarma que sonaba, indicaba que ya casi era hora de que Akari tomara sumedicamento. Yoshi no trabajaba los sábados, lo que le resultaba un poco agridulce; tenía tiempo para dedicarle a Akari, pero no veía a Katsumi, tampoco veía a Madison, no comprendía cómo podía estar loco por dos mujeres a la vez. Las deseaba a ambas. Puso el pie en el piso de madera y una corriente fría entró a su cuerpo, de pronto, sintió una presión en la cabeza, una sensación de zozobra y angustia, cómo si algo estuviera a punto de salir mal. Se sacudió el temor que lo invadió por un instante y fue a la cocina a p
—Esta es de cuando tenía cinco. Fui a visitar a mis padres —dijo Yoshi con una sonrisa en los labios mientras señalaba con su dedo índice una de las fotos del álbum —Uuuuy.. ¡Qué cosita tan tierna! —respondió Madison con ojos chispeantes. Llevaban dos horas hablando de esto y de aquello. Yoshi le había contado cosas acerca de Akari; anécdotas, recuerdos. Madison lo había escuchado atenta.Le hacía preguntas, se mostraba interesada. —Sí, le sentaba bien tener las mejillas regordetas —Yoshi sonrió melancólico. Madison tomó las tazas de té que estaban sobre la pequeña mesa de madera que yacía frente al sofá de semicuero color turquesa en el que estaban sentados. Le dio una a Yoshi —Brindemos por Akari. Porque ahora tenemos un ángel que nos cuida desde el cielo —Yoshi no compart
Katsumi había salido corriendo del departamento, no sabía por qué corría, Yoshi no la había seguido. Había imaginado que conseguiría a Yoshi acurrucado en cama o en el sofá, echado al abandono y esperaba poder hacer que se sintiera mejor. Pero él ya había conseguido quien lo consolara. Se sentía como una verdadera estúpida, tal vez no era la primera vez que eso sucedía. Encendió el motor y salió del estacionamiento. Era la segunda vez que iba a ver a su esposo y regresaba con las tablas en la cabeza, esa vez, el golpe había sido más fuerte que la anterior, había dolido más; sus sospechas habían sido confirmadas ****** —¿Qué ha pasado? ¿Por qué no te has quedado con Yoshi? —Preguntó Adrick mientras Katsumi le flexionaba la pierna lesionada. Él debía saber que al