ADVERTENCIA. CONTENIDO +18
Queridos lectores y lectoras. Les aviso que este capítulo contiene escenas explícitas de sexo.
Yoshi abrió los ojos al escuchar su celular. Le costó desenrollarse de las sábanas, pero el sonido de la música mesclado con el zumbido que emitía el teléfono al vibrar sobre la mesa, era irritante. Además, tenía que levantarse, pues la alarma que sonaba, indicaba que ya casi era hora de que Akari tomara su medicamento.
Yoshi no trabajaba los sábados, lo que le resultaba un poco agridulce; tenía tiempo para dedicarle a Akari, pero no veía a Katsumi, tampoco veía a Madison, no comprendía cómo podía estar loco por dos mujeres a la vez. Las deseaba a ambas.
Puso el pie en el piso de madera y una corriente fría entró a su cuerpo, de pronto, sintió una presión en la cabeza, una sensación de zozobra y angustia, cómo si algo estuviera a punto de salir mal. Se sacudió el temor que lo invadió por un instante y fue a la cocina a p
—Esta es de cuando tenía cinco. Fui a visitar a mis padres —dijo Yoshi con una sonrisa en los labios mientras señalaba con su dedo índice una de las fotos del álbum —Uuuuy.. ¡Qué cosita tan tierna! —respondió Madison con ojos chispeantes. Llevaban dos horas hablando de esto y de aquello. Yoshi le había contado cosas acerca de Akari; anécdotas, recuerdos. Madison lo había escuchado atenta.Le hacía preguntas, se mostraba interesada. —Sí, le sentaba bien tener las mejillas regordetas —Yoshi sonrió melancólico. Madison tomó las tazas de té que estaban sobre la pequeña mesa de madera que yacía frente al sofá de semicuero color turquesa en el que estaban sentados. Le dio una a Yoshi —Brindemos por Akari. Porque ahora tenemos un ángel que nos cuida desde el cielo —Yoshi no compart
Katsumi había salido corriendo del departamento, no sabía por qué corría, Yoshi no la había seguido. Había imaginado que conseguiría a Yoshi acurrucado en cama o en el sofá, echado al abandono y esperaba poder hacer que se sintiera mejor. Pero él ya había conseguido quien lo consolara. Se sentía como una verdadera estúpida, tal vez no era la primera vez que eso sucedía. Encendió el motor y salió del estacionamiento. Era la segunda vez que iba a ver a su esposo y regresaba con las tablas en la cabeza, esa vez, el golpe había sido más fuerte que la anterior, había dolido más; sus sospechas habían sido confirmadas ****** —¿Qué ha pasado? ¿Por qué no te has quedado con Yoshi? —Preguntó Adrick mientras Katsumi le flexionaba la pierna lesionada. Él debía saber que al
Katsumi despertó con una sonrisa estúpida en los labios. Se dio una ducha y se puso su jersey negro con rosas rojas estampadas, lo combinó con una falda verde esmeralda que le cubría hasta la mitad de los muslos. Se preguntó qué pensaría Adrick de aquel atuendo y soltó una risita al imaginar su reacción. Cualquier mujer en la situación de Katsumi, estaría destrozada; había conseguido a su marido siéndole infiel en su propia casa y, además de unas cuantas llamadas, él no había hecho nada para que ella lo perdonara. Tenía que estar destrozada, y lo estaba, pero ese día solo podía pensar en algo: Adrick Mykolaiv. Estaba enojada con él, sí, lo estaba porque de repente no soportaba la idea de pensar en la gran cantidad de mujeres con las que él había estado. Sabía que Adrick solo quería sexo, pero no podía evitar sentirse como una colegiala, con la expectativa de verlo, de saber qué le diría o como la trataría. Salió de la habitación y bajó las escaleras con
Era el día más esperado por Stacy. Al llegar a la masión Mykolaiv, Katsumi la recibió con una sonrisa cálida. Estaba segura de que en circunstancias diferentes, llegarían a ser buenas amigas. Pero Katsumi tenía algo que ella quería y no podía evitar odiarla por ello. Estaba cerca de Adrick Mykolaiv. Podía verlo todos los días. Estar a solas con él, hablarle, tocarlo. Estaba segura de que también cogía con él aunque no hubiera querido admitirlo. —¡Oh! ¿Nadarás con nosotras hoy? —Preguntó Stacy cuando vio a Ktasumi salir de una de las duchas vistiendo un traje de baño de dos partes con un pronunciado escote en el busto. Trató de fingir su mejor sonrisa —En realidad, no sé nadar. Esperaba que pudieras enseñarme. Adrick no tiene problema con ello. De hecho ha accedido a pagar por dos clases en vez de una.
Al abrir los ojos sintió que el techo le caía encima. Intentó moverse, pero sus manos estaban atadas. Estaba tendida en una cama con las manos sujetas al respaldo de esta. Sus pies también estaban inmovilizados con cuerdas que unían sus tobillos. Respiraba con dificultad. Su boca estaba sellada con cinta. Intentó gritar, Solo podía emitir unos gemidos ahogados. Trató de reconocer el lugar. No era la primera vez que estaba ahí, era la habitación de Stacy. La había recostado el día que la había llevado ebria. Se retorció con fuerza tratando de liberarse de alguna de sus ataduras, pero fue imposible. La puerta se abrió y vio como Stacy entraba en la habitación con una sonrisa en los labios. No era misma chica vulnerable a la que había tenido que acompañar a casa en dos ocasiones. Su mirada era sinies
—Es mi hija y tú eres una simple empleada, no me dirás cuando puedo llevármela —Pero señora Carlotta yo solo digo que... La puerta se abrió —¡Papa! —el grito de Anya fue de alivio, corrió hacia Adrick que entraba al salón acompañado de Katsumi, él se puso de rodillas para hablar con ella. —¿Qué es lo que ocurre preciosa? —preguntó y sonrió como si Carlotta no estuviera ahí parada, cruzada de brazos, con el ceño fruncido y dándole golpes al piso con el tacón de sus zapatos de diseñador. —No quiero que me separen de ti —dijo Anya con la voz cortada, Adrick le secó las lágrimas de las mejillas —Nadie hará eso no te... —Ha sido el acuerdo; un fin de semana de cada mes —Carlotta le interrumpió. Fedora y Katsumi parecían dos estatua
Esa noche, Katsumi se escabulló hasta su habitación. Para su fortuna, nadie la vio. A la mañana siguiente, unos golpes en la puerta la despertaron. No programaba el despertador para sonar los sábados, pues no tenía que acompañar a Anya al colegio. —Buenos días —dijo Fedora cuando Katsumi le abrió la puerta. Llevaba una bandeja. Katsumi se hizo a un lado para que Fedora entrara. No era habitual recibir el desayuno en la habitación, ni siquiera los sábados —Buenos días —respondió Katsumi mirando la bandeja; debajo de ella, Fedora sujetaba un sobre amarillo Fedora puso la bandeja en la mesilla al lado de la cama —El señor Adrick me ha pedido que te trajera el desayuno —dijo con una sonrisa de complicidad —y también esto —levantó el sobre En cuanto Fedora salió del
Adrick estaba tendido en la cama y Carlotta sentada a horcajadas sobre él. Ella gemía de placer, mientras se contoneaba moviendo las caderas adelante y atrás de forma violenta. Las finas gotas de sudor bajaban por su espalda. Katsumi reparó en lo pequeña que era su cintura, de nuevo se sintió intimidada por esas proporciones casi perfectas. Ninguno de los dos la habían visto; Carlotta estaba de espaldas hacia la puerta y Adrick tenía los ojos cerrados, con una pequeña sonrisa en los labios, sintió ganas de arrancársela de una bofetada, pero su mayor problema en ese momento, era con Carlotta, cuando iba hacia la habitación, no sabía lo que haría, tal vez hablaría con ella como una persona civilizada, le pediría que, por el bien de Anya, se tomara un tiempo para rehabilitarse y volviera a ver a su hija cuando estuviera lista para ser