Era el día más esperado por Stacy. Al llegar a la masión Mykolaiv, Katsumi la recibió con una sonrisa cálida. Estaba segura de que en circunstancias diferentes, llegarían a ser buenas amigas. Pero Katsumi tenía algo que ella quería y no podía evitar odiarla por ello. Estaba cerca de Adrick Mykolaiv. Podía verlo todos los días. Estar a solas con él, hablarle, tocarlo. Estaba segura de que también cogía con él aunque no hubiera querido admitirlo.
—¡Oh! ¿Nadarás con nosotras hoy? —Preguntó Stacy cuando vio a Ktasumi salir de una de las duchas vistiendo un traje de baño de dos partes con un pronunciado escote en el busto. Trató de fingir su mejor sonrisa
—En realidad, no sé nadar. Esperaba que pudieras enseñarme. Adrick no tiene problema con ello. De hecho ha accedido a pagar por dos clases en vez de una.
Al abrir los ojos sintió que el techo le caía encima. Intentó moverse, pero sus manos estaban atadas. Estaba tendida en una cama con las manos sujetas al respaldo de esta. Sus pies también estaban inmovilizados con cuerdas que unían sus tobillos. Respiraba con dificultad. Su boca estaba sellada con cinta. Intentó gritar, Solo podía emitir unos gemidos ahogados. Trató de reconocer el lugar. No era la primera vez que estaba ahí, era la habitación de Stacy. La había recostado el día que la había llevado ebria. Se retorció con fuerza tratando de liberarse de alguna de sus ataduras, pero fue imposible. La puerta se abrió y vio como Stacy entraba en la habitación con una sonrisa en los labios. No era misma chica vulnerable a la que había tenido que acompañar a casa en dos ocasiones. Su mirada era sinies
—Es mi hija y tú eres una simple empleada, no me dirás cuando puedo llevármela —Pero señora Carlotta yo solo digo que... La puerta se abrió —¡Papa! —el grito de Anya fue de alivio, corrió hacia Adrick que entraba al salón acompañado de Katsumi, él se puso de rodillas para hablar con ella. —¿Qué es lo que ocurre preciosa? —preguntó y sonrió como si Carlotta no estuviera ahí parada, cruzada de brazos, con el ceño fruncido y dándole golpes al piso con el tacón de sus zapatos de diseñador. —No quiero que me separen de ti —dijo Anya con la voz cortada, Adrick le secó las lágrimas de las mejillas —Nadie hará eso no te... —Ha sido el acuerdo; un fin de semana de cada mes —Carlotta le interrumpió. Fedora y Katsumi parecían dos estatua
Esa noche, Katsumi se escabulló hasta su habitación. Para su fortuna, nadie la vio. A la mañana siguiente, unos golpes en la puerta la despertaron. No programaba el despertador para sonar los sábados, pues no tenía que acompañar a Anya al colegio. —Buenos días —dijo Fedora cuando Katsumi le abrió la puerta. Llevaba una bandeja. Katsumi se hizo a un lado para que Fedora entrara. No era habitual recibir el desayuno en la habitación, ni siquiera los sábados —Buenos días —respondió Katsumi mirando la bandeja; debajo de ella, Fedora sujetaba un sobre amarillo Fedora puso la bandeja en la mesilla al lado de la cama —El señor Adrick me ha pedido que te trajera el desayuno —dijo con una sonrisa de complicidad —y también esto —levantó el sobre En cuanto Fedora salió del
Adrick estaba tendido en la cama y Carlotta sentada a horcajadas sobre él. Ella gemía de placer, mientras se contoneaba moviendo las caderas adelante y atrás de forma violenta. Las finas gotas de sudor bajaban por su espalda. Katsumi reparó en lo pequeña que era su cintura, de nuevo se sintió intimidada por esas proporciones casi perfectas. Ninguno de los dos la habían visto; Carlotta estaba de espaldas hacia la puerta y Adrick tenía los ojos cerrados, con una pequeña sonrisa en los labios, sintió ganas de arrancársela de una bofetada, pero su mayor problema en ese momento, era con Carlotta, cuando iba hacia la habitación, no sabía lo que haría, tal vez hablaría con ella como una persona civilizada, le pediría que, por el bien de Anya, se tomara un tiempo para rehabilitarse y volviera a ver a su hija cuando estuviera lista para ser
—¡Tienes que regresar! ¡Ahora! —No volveré, Adrick —Katsumi se quitaba los aretes mientras miraba su reflejo en un espejo largo y angosto que colgaba de la pared. Susurraba; estaba segura de que Chihiro estaba afuera de la habitación, con la oreja pegada de la puerta. —Tienes obligaciones que cumplir, tienes una deuda que pagar y no puedes simplemente decir que no volverás. —La deuda de Yoshi te la pagaré en efectivo —dijo sacándose el jersey por encima de la cabeza, miró a través del espejo cómo Adrick fruncía el ceño; estaba estupefacto por el hecho de que Katsumi tuviera dinero para pagarle o porque se estaba desvistiendo ahí, delante de él sin ningún pudor, sus ojos se abrieron como platos cuando ella se quitó el sujetador —después de pagar esa deuda, ya no tendré nada que ver contigo —se quit
Levantó el abrigo que había quedado tirado en el suelo y se cubrió. Al llegar al salón se encontró con una mujer bastante joven, Katsumi le calculó unos veintidós, veinticinco a lo mucho. Sus rasgos eran delicados, su cabello rubio caía sobre uno de sus hombros y sus ojos azules estaban empañados de lágrimas. Al lado de la chica, una niña que miraba a todos con ojos curiosos. La mujer joven se percató de la presencia de Katsumi y la miró con curiosidad, Adrick se giró, sus ojos también estaban vidriosos. —Anya, ella es Katsumi —dijo Adrick —Katsumi, mucho gusto —dijo la chica acercándose y dándole un abrazo —¿es tu esposa? —le preguntó a Adrick —Aún no —Adrick bromeó y el corazón de Katsumi dio un brinco al escuchar sus palabras —de momento es mi enfermera, me ayuda a recuperarme
Queridos lectores, dado que la existencia de dos personajes con el mismo nombre pudiera generar confusión, he decidido hacer una diferencia en la tipografía: usaré Anya para la hija de Adrick y ANYA para referirme a la hermana de Adrick (puede que después me olvide de ese pequeño cambio, pero servirá mientras se acostumbran a diferenciar entre uno y otro personaje) TRES MESES DESPÚES... Katsumi había estado posponiendo su partida con excusas tontas, “Me iré en primavera” se había asegurado a sí misma, “me encanta la primavera”, “Tal vez la pequeña Anya me necesite aun” pensaba, Adrick e había incorporado a sus actividades en la compañía, tenía problemas con el consejo e intentaba poner todo en orden. Se la pasaba de mal humor y casi no tenía tiempo para Anya. —¡Joder! No recordaba que fuera tan rosa —dijo ANYA cuando entraron a la habitación y soltó un suspiro mesclado con risa —Katherina la odiará. —contempló la habit
—¡Tuve que hacerlo! ¡Tuve que hacerlo! —los gritos de Adrick irrumpieron en el sueño de Katsumi que se despertó de golpe Adrick se retorcía entre las sábanas, gimoteaba y repetía lo mismo una y otra vez. Katsumi lo rodeó con sus brazos, no era la primera vez que lo veía así, hablando y llorando dormido, bañado de sudor. —Estoy aquí cariño. Estoy aquí —le susurró al oído. Adrick abrazó a Katsumi con fuerza y empezó a llorar con más ahínco, como un niño pequeño. Después de un rato se calmó y volvió a dormir como si nada, pero Katsumi no pudo conciliar el sueño sino hasta el amanecer, por lo que no despertó hasta pasado el mediodía. Para su fortuna, era domingo, su día libre. Se frotó los ojos tratando de enfocar la mirada. Su habitación no tenía ventanas por lo qu