CAPÍTULO 30

Katsumi despertó con una sonrisa estúpida en los labios. Se dio una ducha y se puso su jersey negro con rosas rojas estampadas, lo combinó con una falda verde esmeralda que le cubría hasta la mitad de los muslos. Se preguntó qué pensaría Adrick de aquel atuendo y soltó una risita al imaginar su reacción.

Cualquier mujer en la situación de Katsumi, estaría destrozada; había conseguido a su marido siéndole infiel en su propia casa y, además de unas cuantas llamadas, él no había hecho nada para que ella lo perdonara.

 Tenía que estar destrozada, y lo estaba, pero ese día solo podía pensar en algo: Adrick Mykolaiv. Estaba enojada con él, sí, lo estaba porque de repente no soportaba la idea de pensar en la gran cantidad de mujeres con las que él había estado. Sabía que Adrick solo quería sexo, pero no podía evitar sentirse como una colegiala, con la expectativa de verlo, de saber qué le diría o como la trataría.

Salió de la habitación y bajó las escaleras con

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