—¿Cuánto necesitas? —Yoshi sacó un fajo de billetes de su bolsillo —¿Con esto es suficiente? —preguntó antes de que Katsumi pudiera contestarle.
—¿De dónde has sacado el dinero, Yoshi?
—Eso no importa ahora. Toma el dinero y paga todo lo que haga falta. Dile al doctor que no escatimaremos en gastos para el tratamiento.
—Yoshi ¿de dónde has sacado el dinero?
—Le he pedido un préstamo a Mykolaiv
Ambos susurraban, Akari estaba a unos pocos metros con la mirada hundida en la pantalla de su móvil, llevaba los audífonos puestos, pero aun así, Katsumi y Yoshi susurraban.
—¿Y te ha prestado tanto dinero?
—Sí. Ten —le entregó una bolsa de papel— guárdalo bien, llevaré el resto a casa —Los ojos de Katsumi se abrieron, se pusieron
—Cariño, espera afuera, por favor —Yoshi miró los ojos de su esposa con preocupación, no quería que estuviera ahí cuando Mykolaiv estallara.—No iré a ninguna parte —le respondió Katsumi con la voz temblorosa —Señor Mykolaiv, Yoshi le explicará lo que ha pasado en otro momento, cuando se sienta bien, por favor déjenos a so…—Creo que deberías obedecer a tu esposo, Katsumi. No te preocupes, no le haré daño, para eso están mis abogados —Katsumi salió de la habitación— Muy bien Yoshi, ¿qué has hecho con mi dinero?—Se lo pagaré todo señor Mykolaiv—Por supuesto que me lo pagarás —había un tono de satisfacción en el gesto de Mykolaiv, como si estuviera esperando sacar provecho de las circunstancia. Como si, en
Entrar a la mansión Mykolaiv se había vuelto un remolino de emociones de todo tipo; ansiedad, por tan esperada entrevista de trabajo, cólera al ser tratada de forma tan humillante, exasperación por la actitud infantil de un hombre adulto y, para qué negarlo; deseo, un inexplicable y ardiente apetito por él.Pero ese día, mientras subía a rastras su maleta por la rampa de minusválidos, Katsumi estaba inundada de decepción, tristeza, miedo. Aquella, no era para nada una experiencia nueva, estaba lejos de serlo. Sentía que parte de su pasado se desenterraba ante ella, en un espiral de acontecimientos que se repetían. Sin duda, unDejavu. No era la primera vez que se encontraba en esa situación, ya la habían usada antes como moneda de pago.Llamó a la puerta y esta se abrió de inmediato. Ver el rostro cálido de Fedora alivió un poco la
Abrió la puerta despacio y entró con cautela a la habitación, no le hizo falta levantar el teléfono para iluminar sus pasos hacia la cama de Adrick Mykolaiv, tenía buena memoria quinestésica y ya conocía el sitio. Puso la pantalla del móvil hacia el rostro de su jefe y contempló su expresión de espanto, sus facciones estaban retorcidas como si hubiese estado enfrentándose al peor de sus miedos. Los párpados temblaban sobre sus ojos, lo que daba la impresión de que se esforzaba por despertarse y salir de su pesadilla. Gemía, se lamentaba, no era un gemido suave, no era para nada un murmullo, si no un sollozo atronador, no parecía el llanto de una persona adulta sino de un niño pequeño.El primer impulso de Katsumi fue hacer un siseo, como un arrullo. Dejó caer el teléfono en la cama, sentó en el borde de esta y posó las palmas de la
—No he hecho nada—respondió Katsumi tajante—Solo he entrado a la habitación y he salido de inmediato, me han espantado sus gritos —mintió. No tenía la confianza suficiente con Fedora como para decirle que había dormido acurrucada con su jefe.—Ah, qué extraño —Fedora la miró con un gesto de incredulidad— Tal vez si pasó la noche en vela, pero sin salir de la habitación—Sí, tal vez—¿Qué huele tan delicioso? —La voz del señor Mykolaiv se mezclaba con el susurro que hacían las muletas al ser arrastradas por este —se podía percibir su buen humor. Katsumi notó que Fedora no cabía en sí de la emoción y dedujo que no era común ver al jefe en la cocina.—Veo que hoy está de muy buen humor —dijo Fedora mientras servía guiso en
—Me temo que hoy no podré cumplir con mi horario de trabajo. Me encuentro indispuesta —Trató de que su voz no se quebrara, pero fue inútil.—Puedes tomarte el resto del día. Pero abre la puerta. Me ha tomado una hora subir las putas escaleras y no pienso marcharme sin hablar contigo.Katsumi pensó por un breve instante que Adrick solo quería pedirle disculpas. Pero no imaginó a su jefe haciendo tal cosa.—Si tiene algo que decir, puede hacerlo ahora, no es necesario que abra la puerta.—¡Joder! ¡Qué abras la maldita puerta! —la voz de Adrick, parecía salir de una caverna. A su espeluznante grito le siguió una serie de golpes estruendosos. Le pegaba a la puerta con una de las muletas, podía escuchare la madera crujir cuando el metal impactaba en esta. Katsumi se aterrorizó. Pero comprendió que la única forma de q
Katsumi se había acercado lo suficiente como para que que Yoshi y su acompañante notaran su presencia, se detuvo en cuanto vio aAkari unirse al grupo. “¡Genial! La familia perfecta”, pensó y siguió acercándose. Pero una tercera mujer apareció en la escena y al reconocerla, Katsumi se detuvo en seco. La mujer, un poco más baja que Yoshi, de cabellos como plata avejentada y de estampa elegante, se despidió de la pelirroja con un beso en la mejilla, no se percibía ningún tono de hipocresía en su gesto. Podía sentir la sangre hervir mientras fluía por cada vena y arteria de su cuerpo. Tenía unos cuantos años sin ver a su madre, después de lo que le había hecho, Katsumi no había querido saber nada de ella y no esperaba un reencuentro, o al menos no en aquellas circunstancias. De pronto, las ganas de enfrentarse a Yoshiy a qui
“Sé bien lo que se siente que te usen una vez y luego te desechen como si fueses una m*****a toalla higiénica, sucia, manchada, estropeada, inservible. Así he quedado, así me ha dejado él. Pero cada día de mi vida ansío con vehemencia que me saque del cesto y me vuelva a usar, aunque fuera una vez” STACY JACKSON se encontraba dónde solía estar casi todas en las noches; trabajando. Todos los días a excepción de los domingos, desde lasonce de la noche hasta las dos de la mañana (a veces más, a veces menos) se hacía llamar “Venus”. El cabello rojo fantasía, contrastaba de forma exótica con sus ojos esmeraldas. Esa noche llevaba un corsé morado y negro y unas bragas a juego en las que ya tenía unos cuantos billetes. Su complexión atlética la hacía lucir increíble; mejor que las demás bail
—Buenos días señorita Anya —Yoshi saludó con una sonrisa espléndida en el rostro, como si hubiese pasado la noche en el cielo y hubiese amanecido flotando entre las nubes. Su expresión cambió cuando notó que Anya estaba sola. —Buenos días Yoshi —respondió Anya con el ánimo de siempre. Yoshi le abrió la puerta del auto yechó una mirada hacia la entrada de la casa. —No vendrá —dijo Anya mientras subía, respondiendo a la pregunta que Yoshi se estaba haciendo para sus adentros— está enferma —agregó, una vez sentada dentro, contestando a la otra pregunta interna de Yoshi, como si este la hubiera planteado en voz alta. —¡Oh! Es una pena —dijo Yoshi demostrando menos preocupación de la que en realidad sentía. Si Katsumi estaba tan enferma como para no cump